Caminatas por callejones, medersas, plazas, kasbas, medinas, zocos, nos proporcionan un tomo recopilado de folletos, tarjetas, flyers, prospectos, folios, cuyo grosor se corresponde aproximadamente con unos 250 requerimientos, imprecaciones, solicitudes, invitaciones, insultos, bienvenidas, cuentos, invocaciones, recomendaciones, a las más diversas actividades y compras.
A saber, spas-hammanes, decenas de restaurantes, herboristerías, acompañantes y guías, demandas de oro–euro, tiendas de lámparas, de cuero, de joyas, artesanía, souvenirs, haxis, transportes variados, todoterrenos, taxis grandes y pequeños, burros.
Todas estas comunicaciones, conllevan una de las siguientes introducciones, 1) el equipo de fútbol que corresponda 2) Ferran Adriá y Carlos Arguiñano 3) familiares o amigos casualmente vecinos de nuestra ciudad 4) frases hechas como: la prisa mata, la bolsa sona, visca el Barça, más barato que en Mercadona,...
Nuestros amigos y amigas marrakchis de 5 a 90 años con los que hemos compartido estas 24 horas, nos han sonreido, acompañado amablemente, indicado gentilmente, insultado vehementemente, tocado constantemente, invitado in o desinteresadamente, interrogado sabiamente, mostrándonos, en función de su sexo y edad, su estado dental, mental, físico, táctil, auditivo, económico, escolar, social y civil.
Dejando de lado la cuestión humana, si se hace un análisis olfativo del jersey que he llevado durante estas horas, que reposa cansado en el respaldo de una bonita silla en nuestra bonita habitación de un bonito Riad en un bonito callejon de la bonita medina, ....
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... se obtiene un extracto conciso pero atinado de la medina de Marrakeix; como si de una cata de vinos se tratara, desprende aromas de especias mil, asados de churrasco argentino, aguas residuales de Calcuta y, exprimiéndolo aún más, nevadas montañas del Atlas, todas las combinaciones posibles e imposibles del color, llamadas al rezo, bocinazos y motores, actitudes y desparpajos, muros de adobe y zanjas de barro, panderetas bereberes y ventiladores de aire acondicionado y, sobre todo, unos ojos como platos y una sonrisa feliz.