El desayuno del B&B fue el mejor del viaje, muy completo y cuidando los detalles. Recogimos e hicimos una primera parada en la península de Ballachulish, un pequeño trozo de tierra que se adentra en el Loch Leven, con bonitas vistas.
Nuestro plan para ese día era adelantar camino hasta Portree para empezar a ver la isla de Skye. Pero las previsiones meteorológicas decían que en Skye iba a estar lloviendo todo el día y que por esa zona no empezaba a llover hasta la tarde. Así que modificamos un poco el plan y nos quedamos por allí. Teníamos muchas ganas de ver Skye, pero lloviendo iba a ser difícil. Así que bordeamos el lago Leven hasta Kinlochleven, desde donde sale un sencillo camino a una cascada, la Grey Mare´s waterfall. En efecto, el camino es sencillo, pero no tanto llegar hasta la cascada. El lugar donde acaba el camino queda un poco alejado de la cascada, y solo tiene una vista muy parcial de la misma. Para verla bien hay que adentrarse por un tramo de ir por rocas junto a la pared (hay agarres para sujetarse), cruzar un “puente” consistente en un tubo y un cable, y seguir por la otra pared por las rocas. Yo me quedé en el puente. Crucé y me senté en una piedra a hacer fotos, aquí la vista ya era buena, aunque no completa. Mi marido sí que continuó, él es más atrevido que yo.
Se puede continuar por un sendero que te lleva a las montañas, pero nosotros no lo hicimos.
Dimos la vuelta al lago por la otra orilla, y una vez más nos encontramos con un lugar sin señalizar con unas vistas preciosas, en este caso del lago rodeado de montañas y una isla en medio.
Decidimos que, si no llovía, tomaríamos el desvío a Glenfinnan, aunque no estaba planeado para ese día, sino para el que volviésemos de Skye. Para llegar a Glenfinnan nos comimos un buen atasco a la salida de Fort William, suponíamos que por ser la hora de comer. Miramos si había plaza en el ferry para ir a Skye, pero estaba todo ocupado. En principio habíamos descartado llevarlo reservado para que no nos atasen los horarios en caso de imprevistos. Así que nos tocaba ir por la carretera.
El parking en Glenfinnan cuesta 3 libras. Primero subimos al mirador, desde donde hay unas vistas preciosas del Lago Shiel y el monumento a los Jacobitas, de un lado, y del viaducto de Glenfinnan, del otro. Este monumento se erigió aquí porque fue el lugar donde Carlos Estuardo inició la sublevación para hacerse con la corona de Escocia e Inglaterra en 1745, con apoyo de los clanes escoceses. Lo pintan como un acto romántico, pero cuando uno se informa un poco de lo que pasó, no tuvo nada de romanticismo, fue una masacre, que culminó en Culloden con la muerte de miles de personas. La guerra nunca es romántica.
Tenía planeado acercarme al viaducto, famoso por su tren de vapor y la película de Harry Potter, pero el cielo anunciaba lluvia y no nos quisimos arriesgar, así que nos conformamos con la vista de lejos. Visitamos el monumento y comimos unas sopas del día en el centro de visitantes.
Desde allí pusimos rumbo a Skye. Al poco empezó a llover, cada vez más. Paramos en el castillo de Eilean Donan, ese del que hay fotos preciosas con reflejo en el agua. En ese momento diluviaba, así que solo pude bajarme del coche y hacer una foto rápida mientras mi marido me tapaba con el paraguas.
Entramos en Skye por el puente y paramos en la cascada de Eas a' Bhradain. No había ni un coche en el parking, nosotros nos acercamos, pero no mucho porque el camino estaba enfangado y se nos hundían los pies. Ya no paramos más hasta Portree, no tenía sentido, con la que estaba cayendo.
Nuestro alojamiento era el Givendale Guest House, a las afueras de Portree. El dueño era un poco peculiar, pero el alojamiento era correcto, con cuarto de baño compartido para dos habitaciones. Dejamos las cosas y nos fuimos al centro para cenar, en coche, por supuesto. En Portree se aparca bien, hay aparcamiento de pago zona azul, y otro gratuito. Preguntamos en todos los restaurantes que nos encontramos en el centro y en todos nos dijeron que estaban llenos. A los del puerto no bajamos, acabamos un poco desmoralizados con este tema. Intentamos reservar para el día siguiente, pero no aceptaban reservas en ninguno. Así que decidimos comprar algo en el supermercado y cenar en el alojamiento, en un pequeño salón que tiene para uso de los huéspedes. No era la cena ideal, pero al día siguiente ya intentaríamos hacerlo mejor.
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