Misma rutina de todos los días, madrugar (hoy nos toca levantarnos a las 04:00 de la mañana) recoger el pic-nic y el mate de coca que Ivo, nos ha dejado preparados y a empezar la ruta del día.
Una tarde que andábamos caminando por San Pedro, uno de los muchos chicos que intentar venderte los tours nos abordó sobre estos temas y le dijimos que gracias pero que las hacíamos por nuestra cuenta y sorprendido nos dijo ¿Los Geyseres del Tatio también? A lo que asentimos y nos comentó que había que tener mucho cuidado en esa carretera, sobre todo a la vuelta que es todo en bajada y recientemente habían sucedido unos cuantos accidentes a los extranjeros al sobrecalentar los frenos y acabar volcando o saliéndose de la vía. La verdad es que no le dimos mayor importancia y después de haberlo hecho os aseguro que no hay ningún problema, hemos conducido por carreteras peores aquí en España.
Los Geyseres del Tatio (el abuelo que llora), ubicados a 80-85 kilómetros desde SPA, pero echadle una hora cuarenta-dos horas, subes de noche, carretera de ripio, ascendiendo montañas. Es el tercer campo volcánico más grande del planeta y el que está situado a mayor altitud, 4.200 metros.
La primera vista es inquietante, fantasmagórica, entre sombras.
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El Tatio consta de 80 geyseres, está rodeado de cerros y volcanes de casi 6.000 metros y suele hacer mucho frío. Durante el camino hemos alcanzado temperaturas de 15 grados bajo cero, aquí estamos a menos once, pero vamos bien abrigados y nos está gustando mucho.
Vamos paseando por los caminos marcados mientras el sol empieza a asomar.
Pese a que con las primeras luces del día, el lugar sigue siendo muy bonito, tenía otro encanto al amanecer, con las columnas de vapor de agua en su máximo esplendor.
Nos acercamos a la zona de las termas, pero no con la intención de probarlas, sino por la curiosidad de ver si alguien lo estaba haciendo y sí, había dos parejas dentro.
Para nosotros, la sensación es que es una excursión imperdible, contemplar el amanecer entre fumarolas de humo blanco, burbujeos de agua hirviendo, parece que estás en el centro de la tierra. Es fundamental ir muy bien abrigado o no lo disfrutarás tanto del frío que hace.
Dos horas más tarde, dábamos por finalizada la visita y retornamos a San Pedro de Atacama, pero ahora iríamos sin prisas, disfrutando de los paisajes que esta mañana no pudimos ver.
Y lo puedo confirmar, es un trayecto muy escénico, muy de parar cada poco tiempo, además la escasa circulación que tienen todas estas carreteras, invita a ello.
Vemos el vado del rio Putana, con flora y fauna local. Un bonito lugar.
Y hacemos una parada en Machuca, un pequeño pueblo andino perdido en la mitad de las montañas, que suele ser punto habitual de parada de los tours, para que el que quiera pruebe una brocheta de carne de llama, visite una pequeña iglesia si se encuentra abierta y estire un poco las piernas.
El pueblo es pequeñín, pero ante todo organización.
Y un par de kilómetros después, encuentras otro punto donde hacer una parada y unas cuantas fotos, un bofedal, donde se pueden avistar llamas, vicuñas, flamencos, aves.
Atacama nos está enamorando, desde el primer hasta el último día, nos ha ofrecido imágenes espectaculares y momentos inolvidables. Continuamos camino, paramos en una quebrada, caminamos unos cientos de metros por ella y conseguimos ver un montón de cactus de gran porte.
Al llegar a San Pedro, cambiamos dinero a bolivianos que nos van a hacer falta para mañana que empezamos el tour por el salar, llenamos el depósito de gasolina y repetimos en la Picada del Indio para comer. Al igual que ayer, quedamos muy contentos, todo bueno, rico y con buen ambiente.
Hicimos las últimas compras de agua y snacks para los siguientes tres días y después de dejar todo preparado, nos volvimos a Calama a entregar el vehículo. Previamente habíamos contratado el traslado con Transvip hasta Solor, donde nos alojamos.
Cuando volvimos al alojamiento, compartimos nuestros bocadillos de jamón ibérico con Ivo, mientras manteníamos una instructiva conversación sobre la vida, las costumbres
Mañana partimos al Salar de Uyuni, sin duda el momento estrella del viaje, pero San Pedro de Atacama ha dejado el listón muy alto. Atacama nos ha enamorado.
“He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”.
Esta frase condensa perfectamente muchas de las sensaciones que viví allí (salvo la de morir