4 días en Bélgica: Bruselas, Brujas y Gante ✏️ Blogs de BelgicaEscapada de cuatro días al país del chocolate visitando Bruselas, Brujas y Gante en profundidad. Un viaje muy aprovechado en mayo del 2014.Autor: Suslazaro Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (7 Votos) Índice del Diario: 4 días en Bélgica: Bruselas, Brujas y Gante
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Etapas 1 a 3, total 4
Mi impresión sobre Bruselas es de una ciudad cosmopolita, abierta a todo tipo de visitantes y muy sencilla de recorrer.
La capital de Bélgica es un centro de negocios y la sede del Parlamento Europeo. El centro de Bruselas es relativamente pequeño y un par de días son suficientes para hacerse una idea de lo más relevante. Para visitar al detalle sus museos, edificios europeos, parques y rincones se deben emplear algunos días más pero nosotros nos llevamos un buen sabor de boca con tan sólo dos jornadas. Tal vez en otra época del año o con otro clima hubiera sido diferente pero nosotros tuvimos la suerte de gozar de unos días sin lluvia, bastante soleados con una temperatura de 20 grados que hicieron nuestra estancia muy agradable sobre todo recorriendo sus calles. El día de nuestra llegada no teníamos pensado visitar la ciudad de punta a punta pero al darnos cuenta del tamaño nos lanzamos a la calle a descubrir todos los lugares que nos habían recomendado desde la Oficina de Turismo de Bruselas y Flandes, que amablemente nos envió muchísima información, folletos y planos de la ciudad sobre los sitios imprescindibles y cómo movernos por la capital de Bélgica. Llegamos a nuestro hotel sobre las 12:15 del mediodía y pedimos que nos guardaran las maletas hasta las 15:00, hora del check-in. Fueron muy amables y nos facilitaron un mapa del centro de Bruselas. Ya estábamos listos para conocer la ciudad y nuestro primer objetivo fue, cómo no, la Grand Place (Grote Markt en neerlandés) a 500 metros del hotel Aparthotel Adagio Brussels Centre Monnaie. Es el corazón de Bruselas y, a pesar de que no tiene un tamaño impresionante como las plazas de otras capitales del mundo, sus edificios no te dejan indiferente. Casas construidas al más puro estilo flamenco la rodean con multitud de detalles, se trata de las casas gremiales, anteriormente de madera y que fueron destruidas en el siglo XVII durante un bombardeo para ser posteriormente reconstruidas en piedra. Quedan algunas originales en un lateral y son espectaculares. Dos edificios enormes uno enfrente del otro destacan sobre los demás: la Maison du Roi (actual museo de la ciudad) y el Ayuntamiento con su torre elevada visible desde casi todos los puntos de la ciudad. Me parecieron palacios sacados de un cuento de hadas, con sus torres doradas, los balcones y ventanas asomándose a la plaza y decenas de adornos todos diferentes tallados en piedra. La plaza bulle de animación a todas horas pero principalmente a mediodía. Hay cafés, tiendas de chocolate y bombones (todas muy tentadoras), restaurantes y muchos artistas vendiendo su arte. Grupos de turistas escuchaban atentamente a su guía, todos con la cabeza levantada sin saber muy bien dónde mirar, igual que nosotros. Decidimos que había que regresar por la noche para verla iluminada y con el ambiente nocturno. Teníamos hambre y nos acercamos por el entramado de callecitas empedradas a por un cucurucho de las famosas patatas fritas belgas. Son deliciosas y puedes elegir entre un montón de salsas. Dimos buena cuenta de ellas en plena calle junto a decenas de personas que hacían lo mismo en la cercana plaza del Ágora. Tras esta toma de contacto con la ciudad nos apetecía tomarnos una típica cerveza belga y atravesando las Galerías Saint Hubert, las primeras galerías comerciales cubiertas del mundo, llegamos a À la Mort Subite, una cervecería donde encontramos una mesita libre aunque el local estaba a rebosar. Pedimos un par de cervezas de la extensa carta que estaban buenísimas, la mía tenía un toque a sidra muy bueno. En la calle Rue des Bouchers, repleta de bares y restaurantes, hicimos otra parada para entrar en la cervecería Delirium Tremens que estaba casi vacía y tomarnos otra de sus 27 cervezas de barril todas distintas. Saliendo del bar nos topamos con la versión femenina del Manneken Pis. La Jeanneke Pis, con sus coletas, estaba agachada haciendo aguas menores en el callejón. Así concluyó la mañana por el centro, debíamos volver al hotel para hacer el check-in. Mientras descansábamos en la confortable habitación del hotel trazamos el recorrido para aprovechar la tarde al máximo pues los dos días siguientes visitaríamos Brujas y Gante y únicamente dispondríamos de la mañana del último día para ver el Atomium y el Barrio Europeo en Bruselas antes de regresar a España por la tarde. Creo que lo hicimos bastante bien. No habíamos tomado postre así que decidimos probar los gofres con chocolate. Por toda la ciudad huele a gofres y están buenísimos, doy fe de que sólo comí uno al día aunque confieso que daban ganas de alimentarse sólo de ellos. Primera parada de la tarde: la Catedral de Bruselas que cerraba pronto (según horario europeo). La hermosa catedral gótica dedicada a San Miguel y Santa Gúdula del siglo XII fue construida sobre un templo románico anterior. Tiene unas fabulosas vidrieras, también destaca el púlpito tallado en madera y los confesionarios. Por lo demás su interior es muy sobrio y es bastante alta como todas las iglesias y catedrales de Bélgica. Desde aquí un corto paseo cuesta arriba nos lleva a lo que se conoce como el Mont des Arts donde se hallan los principales museos de arte de la ciudad y además se contempla una excelente panorámica del centro de Bruselas. Continuamos el paseo hacia el Sablon, el barrio de los anticuarios de Bruselas donde encontramos la bella iglesia de Notre Dame du Sablon, del mismo estilo gótico que la catedral, quizás su menor tamaño y la luz natural que la inunda la hacen parecer mucho más hermosa. Justo enfrente encontramos el jardín llamado Petit Sablon, un coqueto parque en el que descansar y escuchar el murmullo del agua. Estábamos ya muy cerca del Palacio de Justicia, el edificio más grande Bélgica con 26.000 m2 y 104 metros de altura. El tamaño es impactante aunque no se aprecia bien en las fotos y cuando llegamos ya habían cerrado. Se encuentra situado en una zona alta de la ciudad y debió ser un edificio espectacular pero su estado de conservación actual es lamentable. Está muy descuidado y, a pesar de que se están llevando a cabo labores de limpieza desde hace tiempo, su aspecto es sucio y como de abandono. ¡Un poco decepcionante! Llevábamos paseando por Bruselas unas dos horas y era el momento de volver al centro de la ciudad. Tomamos el elevador que hay en las proximidades del Palacio de Justicia que desciende hasta el barrio de Les Marolles, zona típica por su mercadillo diario, tiendas de decoración y de 2ª mano, y regresamos hacia la Grand Place no sin antes ver al famoso niño meón, el Manneken Pis. Es una fuente muy pequeña con la estatua del niño orinando. En esta ocasión vestía un llamativo chubasquero naranja con gorro a juego y la bandera arco iris (un guiño al desfile del orgullo gay que se celebraría en unos días). Me habían advertido que era una estatua diminuta pero no imaginé que tanto. Eso sí, ropa no le falta porque tiene más de 600 vestidos. De vuelta por los alrededores de la Grand Place buscamos un sitio para cenar temprano en Rue des Bouchers y poder ir a dormir pronto. Pedimos unas cervezas y los populares mejillones con patatas que se sirven en la propia cacerola. Están ricos pero no hay color comparados con los gallegos y el precio es para turistas. A la salida vimos la plaza iluminada bajo el cielo nocturno de Bruselas. El día había sido largo, provechoso y al mismo tiempo agotador. Al día siguiente tocaba madrugar. Etapas 1 a 3, total 4
La verdad es que si llegaras a Brujas con los ojos vendados y los abrieras una vez allí, seguro que pensarías: ¿Qué ha pasado? El tiempo ha retrocedido 400 años o ¿qué?
Efectivamente, parece que el tiempo se detuvo en Brujas, la ciudad más visitada de Bélgica, hace muchos años y que todo ha permanecido inalterable a lo largo de los siglos. Por suerte para los turistas que año tras año visitan este lugar (3 millones aprox.) existen algunas infraestructuras que la hacen más accesible de recorrer y que permiten disfrutar de esta pintoresca ciudad todo lo posible. En nuestro caso, guiados por las recomendaciones de la oficina de turismo de Bélgica, decidimos emplear todo un día en conocer sus secretos y descubrir algunos de los rincones más espectaculares de Flandes. En apenas una hora de trayecto desde Bruselas en tren alcanzaréis la estación de Brujas o Brugge o Bruges depende del idioma que habléis. Desde allí un paseo a pie os llevará al centro histórico de la ciudad atravesando el Minnewater (lago del amor) o bien subiendo hacia las calles principales. El recorrido recomendado por la guía Tadeus Zimm es circular e incluye los principales puntos de interés de Brujas. Luego, cada cual puede entretenerse más o menos o saltarse alguno de ellos (Minnewater, beaterio, Plaza Markt, Belfort, Plaza Burg, Catedral y paseo en barca por los canales). Si, al igual que nosotros, decidís ir hacia el Minnewater, la entrada a la ciudad será de lo más espectacular. Primero atravesaréis un parque junto a un río para ir a parar después a un puente de piedra con un torreón. Allí mismo contemplaréis el lago que es de una belleza increíble, los árboles se reflejan en sus aguas tranquilas y los cisnes nadan a sus anchas. Tras pasar un jardín de tulipanes comenzaréis a ver las primeras construcciones de la ciudad y varias calesas que esperan a los primeros turistas. El precio del paseo en calesa no era excesivamente caro pero decidimos caminar y descubrir los mejores rincones por nosotros mismos. Por la tarde daríamos el paseo en barca para contemplar la ciudad desde los canales. Brujas ha llegado a nuestros días tan bien conservada debido a que a finales del siglo XV la prosperidad de la ciudad fue decayendo hasta alcanzar unos niveles terribles de pobreza. Pasó de ser una de las ciudades más florecientes de Europa a quedar abandonada casi en su totalidad por el encenagamiento del río Zwin que colapsó su salida al mar. No fue hasta el siglo XX en que Brujas comenzó a ser restaurada y ya en el año 2000 declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Las calles empedradas, los canales y las casas que, durante 4 siglos no tuvieron apenas vida, se encuentran hoy en un excelente estado y repletas de visitantes. Un pequeño puente cruza el canal y atravesando una puerta nos encontramos ya en el interior del beaterio. Existen varios en la ciudad pero este es el más grande. Es un conjunto de casitas blancas del s. XIII dispuestas en torno a un patio central en el que habitaban unas beatas, normalmente viudas o solteronas que vivían allí como monjas. Se ocupaban de los enfermos y realizaban bordados. El lugar desprende paz y tranquilidad por sus cuatro costados y su visita es gratuita. Os lo recomiendo para empezar a empaparos de la historia de Brujas. Desde allí con nuestra guía de bolsillo comenzamos a recorrer el interior de la ciudad, pequeños cafés, patios escondidos, brazos de los canales que parecen postales. El ambiente nos recuerda a las películas de época. Para llegar a la iglesia de Nuestra Señora que se alza majestuosa con su torre de 122 metros, hemos vuelto a cruzar el canal esta vez por uno de los sitios mas hermosos donde aún se conservan algunas casas de madera. Más tarde, desde la barca, obtendremos otra perspectiva igual de bonita. A pesar de que la iglesia está en obras puede visitarse parte de ella y aunque el interior no es gran cosa su altura y el exterior que asemeja a una fortaleza impresionan. Enfrente de la iglesia hay una exposición de arte ubicada en el antiguo hospital de San Juan. Justo detrás de él, un bello rincón escondido junto al canal oculta algunos cafés y plazas fuera del bullicio de turistas en donde pasar un buen rato. Lo siguiente que visitamos es lo que llaman "el balcón del canal", una de las zonas más fotografiadas de la ciudad. Aquí el canal traza una curva donde, un enorme sauce llorón, cuyas hojas llegan a tocar el agua, forma una de las estampas más idílicas de Brujas. En el embarcadero más próximo hay una fila larguísima para el paseo en barca. Lo posponemos para la tarde cuando la mayoría de la gente se haya marchado a ver Gante. Llevamos unas 2 horas caminando y aún no hemos llegado al verdadero corazón de la ciudad formado por la Plazas Markt y Burg. A ellas nos dirigimos no sin antes detenernos en todos los escaparates de las chocolaterías que hallamos a nuestro paso. Todo tiene una pinta increíble. Dejamos las compras para más tarde y por fin, alcanzamos la Plaza Markt, enorme y llena hasta la bandera. Varios edificios importantes la rodean. Destaca el Belfort, el campanario de la ciudad donde hay una larga fila para subir (quizás en otra ocasión) y la Lonja de los Paños. Para lo que sí hacemos cola es para comprar unos deliciosos cucuruchos de patatas fritas. De verdad que podría haberme alimentado sólo de ellas. Estábamos hambrientos desde nuestro desayuno a las 8 am. Enfrente del Belfort se hallan las casas gremiales ocupadas ahora por restaurantes y a la derecha el Palacio Provincial de estilo neogótico. El tamaño de la plaza es considerable y no cabe un alfiler. Trato de imaginármelo en Navidad con la pista de hielo y el mercadillo pero es imposible. Nos alejamos de la Markt para ir a la plaza Burg (la del pueblo) donde se encuentran el Ayuntamiento y la Basílica de la Santa Sangre, dos visitas imprescindibles en Brujas. El ayuntamiento data del año 1200 y lleva gobernando la ciudad desde entonces. En su interior se halla una de las salas más espléndidas que he visto en mi vida, la sala de juntas. Acceded a ella subiendo a la primera planta, simplemente os quedaréis sin habla. La entrada a esta sala incluye también la visita al edificio contiguo, el registro civil con una espléndida fachada renacentista y un pasadizo abovedado muy fotografiado por los turistas, es el callejón del asno ciego. En su interior admiramos la enorme chimenea Carlomagno del s. XVI en madera de roble, mármol y alabastro adornada con los escudos reales y los reyes flamencos de la época que eran los mismos que los nuestros. Al otro lado del ayuntamiento y haciendo esquina está la Basílica de la Santa Sangre. Muy curiosa porque encierra 2 templos en uno. En la planta baja está el templo románico que no se adivina desde el exterior y en la superior, el gótico que atesora la santa sangre de Cristo. Ambos son de entrada gratuita y no sabría deciros cual me gustó más, cada uno en su estilo. Nos marchamos hacia la cercana Plaza Van Eyck en la que se ubicaba el puerto de la ciudad. Aquí nació Wall Street pues se cree que en uno de estos antiguos edificios se creó La Bolsa. Fijaos en la inscripción del nº 35 "Ter Beurze". Hasta estos muelles llegaban los barcos repletos de mercancías procedentes de la costa y pasaban por la aduana. Dominando la plaza se halla la estatua del gran pintor flamenco Jan Van Eyck, entre sus obras más destacadas están "El Matrimonio Arnolfini" y, en colaboración con su hermano, "La Adoración del Cordero Místico" que se encuentra en el interior de la catedral de Gante. Nuestro paseo en barca de unos 40 minutos de duración se inicia en el muelle verde donde hay un animado mercadillo de antigüedades. El guía no habla español pero entre el francés, el inglés y el alemán nos vamos enterando de todos los detalles. El paseo en barca nos aporta una perspectiva diferente de Brujas. Desde el canal los edificios parecen más altos y nos descubren lugares a los que no se puede llegar a pie. Es, sin duda, una excursión muy entretenida y nos sirvió para descansar un poco del ajetreo de la ciudad. De nuevo en tierra firme, aún nos quedaba tiempo para ver la catedral, hacer algunas compras y tomarnos un chocolate caliente pues nuestra idea era regresar a Bruselas en el tren de las 18:36. Pero, desafortunadamente, la catedral de Brujas estaba en obras y aunque se podía entrar el guardia no deja pasar de una línea ni hacer fotografías.¡Una lástima! Bueno, habrá que tomarse el chocolate. Llegados a este punto vivimos la nota amarga del día. En Brujas, por las tardes, los restaurantes, cafeterías y muchas tiendas cierran o no cierran pero tampoco les importa vender nada más. Sí, parece difícil de entender sin embargo, lo pudimos comprobar in situ. Nuestra teoría es que casi la totalidad de turistas dedican un único día a visitar Brujas y Gante. Hacia las 14:00 los turistas se van a Gante, en Brujas ya han hecho caja y no les interesa atender a los pocos despistados que quedamos en la ciudad, lo cual es un error. Os cuento; el primer sitio al que entramos era un bar cuya especialidad eran los gofres, pedimos gofres y no tenían. Nos marchamos a otro lugar a pocos pasos que estaba abierto pero al entrar nos dijeron que no podíamos sentarnos en una mesa pues estaban fregando el suelo. Por supuesto, nos fuimos bastante mosqueados. El tercer intento fue en una chocolatería que yo llevaba anotada y que tenia buenas criticas, abajo tiene tienda y arriba un salón de té, The Old Chocolate House. Subimos las escaleras y a las personas de delante les dieron mesa enseguida atendiéndoles con mucha amabilidad. A nosotros nos dieron con la puerta en las narices y nos echaron escaleras abajo alegando que no había sitio sin darnos opción a esperar. De regreso a la estación hicimos algunas fotos del atardecer y compramos bombones, más baratos que en Bruselas e igual de ricos. Había sido una jornada intensa pero agotadora que al final de la tarde nos dejó un sabor amargo cuando nos hubiera gustado recordar a Brujas como el lugar más dulce de Bélgica. Etapas 1 a 3, total 4
Una de las ciudades más cargadas de historia de Bélgica es Gante, lugar de nacimiento de Carlos I de España y V de Alemania. Los habitantes de esta ciudad flamenca le tienen mucho "cariño" como ya os contaré más adelante.
La antigua estación de trenes de Gante nos recibe con un amplio y precioso vestíbulo decorado al más puro estilo de Flandes, repleto de pinturas murales de vivos colores. En el exterior no cabe ni una sola bicicleta más. Han invadido la plaza, las aceras y los alrededores de la estación. Es el medio de transporte más utilizado en esta ciudad estudiantil de trazado llano y pocas cuestas como toda Bélgica, por algo a esta zona del planeta se la conoce como los Países Bajos. Para llegar al centro histórico tomamos el otro medio de transporte más popular, el tranvía. El nº 1 nos lleva directamente desde la estación a la puerta del castillo de Gravensteen atravesando toda la zona centro de la ciudad por el famoso puente de San Miguel (desde donde se obtiene la imagen más típica de Gante) y su bello canal. El día anterior lo habíamos pasado en Brujas, lugar que nos había encantado, y no estábamos muy seguros de que Gante fuera a causarnos la misma sensación. Aún así, desde la oficina de turismo de Flandes, nos habían recomendado dedicar un día completo a Gante y optamos por seguir su consejo. Como os decía, tras 36 minutos de viaje en tren desde Bruselas, con tarifa weekend (50% de descuento) y 5 minutos de tranvía, por fin nos hallábamos en la puerta del imponente Castillo de Gravensteen, el castillo de los Condes de Flandes del siglo XII. No fue en este castillo donde nació nuestro más distinguido emperador, ese castillo no se ha conservado hasta nuestros días pero Gravensteen ha sido restaurado hasta en 2 ocasiones y se puede recorrer prácticamente al completo: los salones, las mazmorras, los instrumentos de tortura medievales y rodear su exterior por el paso de ronda de la muralla. Desde la torre del homenaje se obtiene una excelente panorámica de la ciudad de Gante que nos ayudó a comenzar a vislumbrar lo que íbamos a conocer en las horas siguientes. Nuestro periplo por el castillo duró algo más de una hora y después pusimos rumbo al Belfort, el campanario de la ciudad que con sus 91 metros de altura es uno de los más altos del mundo. No quería marcharme sin subir ya que el día anterior, debido a las interminables colas, no pudimos entrar en el Belfort de Brujas. Es el símbolo de la independencia de Gante y subir hasta su reloj es muy sencillo gracias al ascensor instalado que realiza 4 paradas a distintas alturas. Atravesando la cámara secreta donde se exponen los 4 guardianes de piedra (sólo 1 es original) que preservaban la torre llegamos a la base del campanario donde está el ascensor. El antiguo dragón dorado de hierro y cobre que escupía fuego por la boca y que coronaba la torre ha sido reemplazado ya en 2 ocasiones por otro más moderno y ligero pero se aprecia cómo el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas han dejado huella en sus predecesores. Con la entrada entregan un tríptico en tu idioma que cuenta la turbulenta historia del monumento desde 1313. Una vez en la terraza superior divisamos el casco antiguo y la enorme ciudad moderna de Gante desde los 4 puntos cardinales, las mejores vistas, sin duda, ¡y eso que nos pareció que la torre del castillo era la perfecta atalaya! Durante la visita escuchamos el sonido de su carillón y pasamos un rato muy divertido tratando de adivinar de qué canciones se trataba (casi todas de Disney). En realidad, la enorme campana que domina la torre es, como en el caso del dragón, la tercera que lo preside pues la original, llamada Roeland, orgullo de los ganteses, que llevaba 200 años dando las horas fue mandada descolgar por el emperador Carlos V en el siglo XVI, como castigo a la ciudad. Años después, el metal se fundió y se construyó una segunda Roeland que repicó durante otros 200 años más en la torre hasta que se la dotó de un "moderno" dispositivo eléctrico para accionarla a distancia durante la exposición universal de 1913. La campana terminó rajándose de arriba a abajo y fue sustituida por la actual. Saliendo del Befort a mano izquierda nos topamos con la entrada principal a la Catedral de San Bavón, un impresionante templo gótico que alberga en su interior la obra más robada del mundo, La Adoración del Cordero Místico, de los hermanos Van Eyck. El exterior estaba en obras y como eran ya algo más de las 13:30 entramos rápido para verla antes de comer pero en ese momento cerraban hasta las 16:00 de la tarde. ¡Qué mala pata! Llegados a este punto, creo que ya es hora de hablar del especial "afecto" que los habitantes de la ciudad profesan a su hijo más ilustre. Todo ocurrió en la época en la que Carlos V gobernaba su vasto imperio desde España a pesar de que nunca llegó a saber ni una palabra de español. Sin embargo, constantemente emprendía nuevas guerras y batallas para ampliar sus dominios y periódicamente incrementaba los impuestos para sufragarlas. En el año 1537 la ciudad de Gante se encontró con una subida de impuestos extraordinaria por parte del emperador que sus habitantes se negaron a pagar. Carlos V no iba a dejar las cosas así. El 24 de Febrero de 1540, justamente 40 años después del mismo día de su nacimiento, el emperador llegaba a su ciudad natal con 5000 soldados dispuestos a reprimir la revuelta gremial. La sublevación fue duramente castigada por parte de las tropas imperiales y los cabecillas fueron ajusticiados de la peor manera. Primero, el emperador confiscó los bienes de los gremios y suprimió todas sus libertades, luego, mandó derribar la abadía de su patrón, San Bavón, y descolgar la campana Roeland del Belfort. Más tarde, hizo desfilar a los líderes gremiales por la ciudad descalzos con una simple camisa y una soga atada al cuello desde el Ayuntamiento hasta la plaza del castillo donde debieron suplicar perdón. Por último, fueron decapitados allí mismo para dar ejemplo. Los ganteses jamás habían sufrido una derrota y una humillación tan grande. Además, debieron pagar los impuestos atrasados y una multa extraordinaria. A esto le llamo yo "poner una pica en Flandes"; expresión popular utilizada para expresar algo que resulta muy costoso o difícil de realizar pero que finalmente se lleva a cabo. Son medidas muy extremas pero me dan alguna idea de qué hacer con algunos gobernantes patrios actuales..... Llevábamos ya unas cuantas horas en Gante y aún nos faltaba muchísimo por visitar. Cuanta razón tenían en la oficina de turismo en recomendarnos dedicar una jornada entera a esta ciudad. Su arquitectura e historia nos tenían maravillados y parecía que no habría tiempo para verlo todo. Tras salir de la catedral con poca fortuna por no haber podido visitarla continuamos el camino hasta llegar al Castillo de Gerardo el Diablo, sólo el nombre ya impresiona. Es un siniestro edificio rodeado de un foso que parece totalmente inexpugnable. Se utilizó como prisión, convento, orfanato, etc... y ahora aloja el archivo del estado. No se puede visitar pero hicimos unas cuantas fotos al castillo y a la catedral que está a pocos pasos. Delante del castillo se encuentra una escultura dedicada a los hermanos Van Eyck y detrás, un brazo del canal del río Escalda, uno de los dos ríos que atraviesan Gante. Regresamos al centro por una calle peatonal por detrás del Belfort donde se halla el curioso Ayuntamiento con dos fachadas de estilos totalmente diferentes, gótico y renacentista. Apenas 80 años separan su construcción pero cada una de ellas se levantó en el estilo más popular de su época. Volvimos sobre nuestros pasos hacia el puente de San Miguel no sin antes detenernos en la altísima Iglesia de San Nicolás, cuyas puertas estaban abiertas de par en par con un bullicio de gente entrando y saliendo sin cesar. Entramos y nos sorprendimos al encontrar un mercadillo de antigüedades en plena iglesia, tiene su puntito. El templo es enorme en cuanto a dimensiones y altura y durante su restauración se ha dividido en 2 partes. El mercado ocupa la parte sin restaurar. Por una puerta lateral entramos a la iglesia restaurada. El gótico flamígero tiene unas características especiales en cuanto a ornamentación y altura que lo distinguen de otros tipos de estilo gótico más populares en España. En todas las iglesias o catedrales que hemos visitado en Bélgica no hemos podido dejar de admirar la altura de las bóvedas y la longitud de las naves. Ya cansados nos dirigimos hacia la Lonja de la Carne por donde habíamos pasado por la mañana y habíamos visto bastantes bares y terrazas. Hay que decir que en Bélgica, cuando hace sol, la gente sale a la calle como caracoles. Nos sentamos en una terracita muy cercana a los famosos muelles para tomar una cerveza belga y descansar los pies. Nos estábamos aficionando poco a poco a probar distintas marcas de este néctar. Queríamos reorganizar la información y aprovechar al máximo el tiempo para ver lo que nos faltaba y regresar a la catedral de San Bavón por la tarde. Habíamos evitado la zona de los muelles durante todo el día para que al verla nos resultara más impactante, y así fue. A diferencia de Brujas, en Gante, hay menos canales pero los muelles de Graslei (muelle de las hierbas) y Korenlei (muelle del grano) concentran en 100 metros toda la belleza de las construcciones típicas de Flandes en ambas márgenes del canal. Los turistas pasean por las orillas o bien se sientan a comer contemplando el ir y venir de los barquitos turísticos que recorren el canal formado por el río Lys. Nos detuvimos un buen rato a empaparnos de las vistas y sacar partido del soleado día. Recorrimos ambas orillas admirando los detalles de las casas gremiales y subimos, ahora sí, al Puente de San Miguel que da acceso a la ciudad histórica. Desde las barandas tomamos fotos de los muelles y la consabida foto de las 3 torres, la postal más popular de Gante. A las 16:00 estábamos en el interior de la catedral buscando el "cordero". La recorrimos de cabo a rabo sin suerte y el dichoso cordero no aparecía. Yo decía que prefería comerme un buen cordero churro asado en horno de leña a ver el "cordero místico este". Ya casi habíamos desistido cuando en una capilla lateral vimos gente admirando una tabla de madera enorme. Era la réplica del famoso cuadro que nos permite acercarnos bastante a la pintura y admirar detalles. El original se expone en otra zona a salvo de la luz y de los amigos de lo ajeno metida dentro de una urna de cristal con un fuerte dispositivo de seguridad dado sus antecedentes. De hecho te advierten que una de las tablas es una copia ya que el original nunca se recuperó de un robo. Tras abonar los 4 euros de entrada pasamos en una salita oscura, llena de gente en la que nos entregaron una audioguía para escuchar la azarosa historia del cuadro. La visita a la catedral y el cuadro nos llevó casi una hora y mi chico tenía el capricho de ir a una cervecería muy conocida en Gante llamada Dulle Griet, en el barrio de Patershol. Allí nos dirigíamos cuando me asaltó, Margarita la Rabiosa. Se trata de un enorme cañón pintado de rojo al lado del canal que, debido a sus enormes dimensiones, nunca fue disparado y tiene unos 500 años. Precisamente el nombre del bar que buscábamos está relacionado con Margarita: De Dulle Griet quiere decir "la loca Rita". La plaza Vrijdagmarkt (no fuimos capaces de pronunciarlo bien) es el kilómetro 0 de Gante. Estaba muy animada sobre todo por ganteses que escuchaban una banda tocar. Llegamos al bar que, a esa hora, las 17:00, se encontraba casi vacío. Está muy bien decorado y si pides una cerveza de 1,2 litros te la sirven en un curioso vaso previo pago de una prenda. Sí, sí, tuvimos que dejar un zapato al camarero que lo metió en un cesto y lo subió mediante una polea a lo alto del techo. Hasta que no pagas la consumición y entregas el vaso no te lo devuelven. Nos bebimos nuestras cervezas muy rápido y volvimos al centro de Gante para visitar la Iglesia de San Miguel pero los domingos por la tarde no abre. Así que decidimos dar por finalizada la jornada y volver en el tranvía nº1 a la estación para tomar el tren de regreso a Bruselas en el que dormimos durante todo el trayecto tal vez por efecto de la cerveza. Con esta visita habíamos puesto nuestra propia pica en Flandes. Etapas 1 a 3, total 4
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