![]() ![]() POLONIA, ESLOVAQUIA Y HUNGRÍA ✏️ Blogs de Europa Este
Un recorrido de 25 días por esos tres paísesAutor: Ctello Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (5 Votos) Índice del Diario: POLONIA, ESLOVAQUIA Y HUNGRÍA
01: VIAJE
02: VARSOVIA
03: CZESTOCHOWA- AUSCHWITZ-CRACOVIA
04: CRACOVIA
05: WROCLAW
06: POZNAN- TORUN
07: TORUN- MALBORK- SOPOT- GDANSK
08: GDANSK-VARSOVIA
09: VARSOVIA
10: VARSOVIA- BIALOWIEZA- VARSOVIA
11: VARSOVIA
12: CRACOVIA
13: CRACOVIA- ZAKOPANE- MORSKIE OKO
14: CRACOVIA
15: CRACOVIA- RUTA DE LA ARQUITECTURA DE MADERA- TREN A BRATISLAVA
16: BRATISLAVA- BOJNICE- CASTILLO DE DEVIN
17: TRENCIN-TRNAVA-BRATISLAVA
18: BRATISLAVA-BUDAPEST
19: BUDAPEST
20: LLANURA HÚNGARA-BUDAPEST
21: MEANDRO DEL DANUBIO-BUDAPEST
22: PECS
23: BUDAPEST
24: BUDAPEST- LAGO BALATON
25: BUDAPEST
Etapas 7 a 9, total 25
Torun es una ciudad asentada a ambas orillas del río Vístula, con más de 200.000 habitantes. Se la considera la perla de la arquitectura gótica de Polonia. Es conocida mundialmente como ciudad natal del astrónomo Nicolás Copérnico, que fue el primero en demostrar que la Tierra gira alrededor del Sol y no al revés. Fue puerto de la Liga Hanseática, cuyos graneros estaban siempre llenos de trigo. Torun también es conocida por sus típicas galletas de jengibre (“piernik”). Las hay de diferentes tipos pero las más tradicionales son las de masa aromática recubierta de chocolate.
Su centro histórico, con una distribución de gran originalidad, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. A diferencia de otras ciudades, Torun no sufrió daños en la II Guerra Mundial. Empezamos la visita viendo la zona de las murallas y los restos del antiguo castillo de los caballeros teutónicos (de los que volverían a hablarnos más tarde en Malbork). El Castillo de los Caballeros Teutónicos, elevado sobre el río Vístula, que empezó a construirse en 1255 en ladrillo y fue destruido por la población en 1454 para acabar con el dominio de esta orden. Hoy en día se conservan la puerta de acceso, los cimientos de la torre del homenaje, de planta octogonal, y parte del convento con su capilla. Los habitantes de Torun usan las inmediaciones del castillo como lugar de esparcimiento y recreo, aprovechando las vistas de la ciudad, que desde aquí son inmejorables. El carácter medieval de Torun lo apreciamos en los restos de sus murallas y las puertas de la antigua ciudad. Junto a la orilla del Vístula se levanta la Puerta del Puente, una tremenda construcción almenada que hoy sirve para marcar el nivel de agua río. Otra de las fortificaciones medievales de la ciudad es la Puerta de los Marineros, también a orillas del Vístula. Fue construida a mediados del siglo XIV. La visita debe completarse con las murallas de la ciudad, en un precioso paseo, especialmente de noche, bordeando la orilla del río. En el centro de Torun se halla una Torre inclinada, de 15 metros de altura, que fue construida en el siglo XIV, junto a las murallas de la ciudad. Una galería conectaba las murallas con la torre para el intercambio de los guardias. Es como la Torre de Pisa pero a lo polaco (y salvando las distancias, claro). Uno no puede pasar por Torun sin detenerse ante la casa natal de Copérnico. Y a la vista está que era de gente de posibles porque el edificio es magnífico, gótico y hecho en ladrillo. *** Imagen borrada de Tinypic *** La Plaza Mayor y sus calles vecinas permanecen intactas desde la Edad Media. Sus casas de ladrillo rojo presentan una gran uniformidad. En la Plaza se halla el Ayuntamiento, del siglo XIV y estructura gótica. Es uno de los edificios más emblemáticos y bellos de Torun. Tiene una preciosa torre de 40 metros que sobresale de los tejados de la ciudad. Actualmente alberga el museo regional. A su alrededor se sitúan 4 pequeñas torretas flanqueando las esquinas del edificio. Merece la pena visitar su interior, con gran decoración, y su patio ajardinado. Frente al Ayuntamiento se sitúa la estatua de Nicolás Copérnico, de 1853, de 2 metros y medio de altura. Nadie visita la ciudad sin hacerse una foto ante él. *** Imagen borrada de Tinypic *** Ineludible es probar o visitar uno de los museos dedicados al “pierniki”, la famosa galleta de jengibre local. Y también por todas partes vemos edificios que en su tiempo fueron graneros. Al otro lado encontramos la Fuente del Violinista, del que cuenta la leyenda que, tras una plaga de ranas en la ciudad, tocó su violín para llevarlas fuera de las murallas. Sería como la versión local del Flautista de Hamelin, cambiando el instrumento y los animales. *** Imagen borrada de Tinypic *** A su lado está la Iglesia del Espíritu santo del siglo XVIII (de color crema y con una torre rematada por un tejado puntiagudo verde). Cerca está también la estatua de un burrito, muy mono visto así pero no tanto si sabemos que el llamado burro español era una tortura para ciertos maleantes, que tenían que sentarse sobre él (y sobre una parte cortante que tiene sobre el lomo). En cuanto a las iglesias, primero entramos en la de Santiago. Empezó a construirse en 1309 para ser la iglesia de la ciudad nueva y se terminó en 1424. Tiene planta basilical y un campanario con doble tejado. La portada es del siglo XIV. En el interior podemos ver bonitos frescos y un crucifijo gótico. Por otro lado está también la Catedral de San Juan, que se empezó a construir en el siglo XIII y se prolongó hasta mediados del siglo XVI. Tiene una fachada en la que destaca la enorme torre de 52 metros que alberga una campana de 7 toneladas, que es conocida como “la Trompeta de Dios”. En el interior de la iglesia encontramos la pila en la que fue bautizado Copérnico. Un cartel lo indica claramente (y en un lado, en la pared, vemos un retrato del personaje). La catedral es bastante austera y sólo rompen la monotonía de sus paredes claras las pinturas, con marcos dorados muy barrocos, y un techo pintado de hojitas de colores. Entramos a verla justo cuando salían con un muerto, con toda la pompa que aún se estila en un país tan católico. Por cierto, tampoco en la catedral de Torun faltan referencias a Juan Pablo II. Está presente en cada iglesia que visitas en Polonia, ya sea como retrato (como aquí) o como estatua. Cerca del ayuntamiento llaman la atención dos casas, una casi enfrente de la fachada y la otra por un lado. La primera es la Casa de Artús, un mansión de finales del siglo XIX en estilo neorrenacentista que ocupa el lugar donde se ubicaba el edificio destruido a principios del siglo XIX en el que se firmó el Tratado de Torun en 1466, que puso fin a la guerra con los caballeros teutónicos. Hoy es un centro cultural. La otra, de color crema, es la bella Casa bajo la estrella, elegante mansión del siglo XV que fue residencia del preceptor de los hijos del rey Casimiro Jagellón. Se remodeló en el siglo XVIII y ahora es puramente barroca. Alberga un museo de arte oriental. Una vez terminamos la visita a la ciudad del hombre de promulgó la teoría heliocéntrica nos dirigimos a uno de los sitios que tenía más ganas de ver, Malbork. El Castillo de Malbork fue fundado en 1274 con el nombre de su patrona, la Virgen María (Marienburg), por la Orden de los Caballeros Teutónicos, orden medieval de carácter religioso-militar católica formada por nobles alemanes. *** Imagen borrada de Tinypic *** El castillo es la fortaleza gótica más grande de Europa y se erigió para ser la sede de la Orden Teutónica en el siglo XIV. La favorable posición del castillo junto al río Nogat y el terreno relativamente llano que le rodea favorecieron el acceso fácil de barcazas y buques de carga. Durante el gobierno de Prusia (antiguo reino alemán del Báltico), la Orden Teutónica cobraba peajes a los barcos que pasaban, al igual que otros castillos a lo largo del río, imponiendo un monopolio en el comercio de ámbar. Cuando la ciudad entró a formar parte de la Liga Hanseática, muchas de las reuniones de la Liga se celebraron en el castillo. El castillo fue asediado en 1410, después de la Batalla de Grünwald (foto inferior), pero no fue tomado. Durante la guerra de los Trece Años (1454-1466), el castillo resistió hasta que, finalmente, en 1466, pasó a dominio polaco. Antes de la Primera Partición de Polonia de 1772, Malbork se utilizó como una de las residencias de los Reyes de Polonia. Como parte de Prusia, pasó a tener un uso militar. El castillo estaba en proceso de restauración cuando estalló la II Guerra Mundial. En ella quedó casi destruido. Fue restaurado, convertido en museo y en 1997 se declaró Patrimonio de la Humanidad. Malbork está formado por tres sectores diferentes: el castillo alto, medio y bajo, separados por fosos y torres. El castillo llegó a albergar 3.000 soldados. Las murallas exteriores del castillo rodean una superficie de 210.000 m², cuatro veces más que el castillo de Windsor. Ya sorprende su vista nada más llegar y ver su estampa rojiza al otro lado del río. *** Imagen borrada de Tinypic *** La visita la realizamos con un guía local vestido de caballero teutónico. Y fue una pena que no supiera hablar español porque explicaba muchas cosas y daba la impresión de que hubiera querido explicar más si las limitaciones del idioma y los pocos conocimientos o la poca dedicación de nuestra guía acompañante no se lo hubieran impedido. Una pena porque fue una visita que yo disfrutaba. Se tiene que empezar diciendo que el castillo fue construido en cerámica, ladrillo (que abunda por todas partes y le da ese característico color rojizo) y detalles cerámicos elaborados con arcilla. Nos comenta el guía que los ladrillos tenían que ser perfectos y que cualquier defecto en ellos podía provocar un castigo severo del que los elaboraba. Es normal teniendo en cuenta que la dureza y buena calidad del material en una obra defensiva como ésta eran factor clave para la seguridad de los que vivían dentro. Para reforzarlo aún más portales o marcos de puertas se construyeron en granito, porque era la zona que más podía sufrir en caso de un ataque enemigo. En un librito que me compré allí mismo dice que los muros de los cimientos del castillo alto, realizados en granito, tienen un volumen de 5000 m3 y que la altura de los muros de piedra es de 5 metros (con un grosor de 3 a 3,5 metros). Eso indica, dicen en el libro, que se tuvieron que transportar 12.600 toneladas de piedra por un terreno agreste y sin caminos fácilmente transitables (el granito se traía de una zona a 20 km del castillo). Eso nos da una idea de las dificultades constructivas del conjunto y nos deja asombrados de que se terminara tan pronto y con tal grado de precisión. Para hacer algunos detalles decorativos se usó piedra calcárea de Suecia, que tenía que traerse en barco,. Tampoco los trabajos de reconstrucción son sencillos. Una fotografía que está expuesta en el mismo castillo nos da una idea del estado de ruina en que quedó después de la Segunda Guerra Mundial. El castillo medio forma parte de la ampliación del siglo XIV. Allí se encuentran el gran patio y el Palacio de los Grandes Maestres, una de las dependencias más importantes del complejo. Se construyó a finales del siglo XIV en una torre gótica de tres pisos con almenas y torrecillas muy decoradas. Se accede a él por un puente levadizo y por un conjunto de puertas que defendían la entrada a la fortaleza. Nos encontramos con un sistema defensivo importante, con puertas, rejas y matacanes que dificultaban la entrada a personas no deseadas. Por suerte a nosotros sí que nos dejaron pasar. En el castillo medio se conservan las salas, la capilla, los refectorios de invierno y verano en la tercera planta y el gran refectorio, uno de los más grandes de Europa (cabían hasta 400 caballeros), con una impresionante bóveda de estrella sustentada con columnas con pilares esculpidos. El guía (esperando en vano la llegada de la guía acompañante) me hace ver con señas el sistema de calefacción que proviene del suelo y que calienta toda la estancia. Por las paredes de la sala vemos también algunas pinturas. También encontramos la enfermería, muy restaurada, y un museo del ámbar. El castillo alto o superior es la parte más antigua del castillo. Se accede cruzando un puente levadizo y una puerta que tiene encima la escultura de un caballero a caballo. En el patio hay una noria y el acceso a las bodegas. La cocina se ha reconstruido como si aún estuviera en servicio, con la mesa puesta. Es preciosa. Al lado está la panadería, donde se hacía el pan blanco para el gran maestre de la orden y moreno para los demás. La sala capitular era el lugar donde se reunían los caballeros y elegían al nuevo gran maestre. Tiene tres columnas centrales que simbolizan los votos de los caballeros teutónicos: obediencia, castidad y pobreza. El dibujo en forma de trébol de las sillas simboliza la Santísima Trinidad. En una esquina se conserva un pequeño armario para guardar las biblias. Por la hermosa Puerta de oro se entra a la Iglesia de la Virgen. Se trata de un bonito pórtico esculpido del siglo XIII cubierto de decoración pintada con vivos colores que enmarca una puerta de roble del siglo XIV. Desde aquí se puede acceder a la torre cuadrada, desde donde se obtienen magníficas vistas. Un paseo por las terrazas que bordean en castillo nos lleva hasta la cripta de santa Ana, capilla funeraria de 11 grandes maestres. En la sala del tesoro se conserva un gran arcón de madera con tres cerraduras, las llaves de las cuales tenían tres personas distintas: el gran maestre, el gobernador del castillo y el tesorero (cuyas dependencias también se visitan). Desde aquí sale un largo pasillo de 62 metros que lleva a la torre donde estaban los lavabos (se han reconstruido dos letrinas). Después encontramos los dormitorios, donde veinte caballeros dormían siempre vestidos, dispuestos para pelear en cualquier momento. En la zona de los dormitorios, principalmente en el del ala este, se ha acondicionado un museo en el que se exponen esculturas sacras medievales. Llama la atención especialmente una figura en cal que representa a Cristo rezando en el huerto (del siglo XV). Finalmente está la iglesia. El castillo bajo es la zona que queda fuera del castillo. Lo más representativo es la sala donde se guardan los carruajes y que ahora acoge un museo. No lo visitamos. Dentro mismo del castillo, una de las dependencias se ha acondicionado para usarla de restaurante. Allí fue donde comimos, en un ambiente medieval (y la comida también estaba buena; sólo fallaba la bebida, que no estaba en la nevera). Y con eso terminaba la visita, una lástima porque se habría podido ver más y con más detenimiento. Pero el siguiente punto nos esperaba. La ciudad en la que dormiríamos esa noche era Gdansk pero antes de ir al hotel teníamos que pasar por Sopot. Sopot es uno de los centros turísticos más glamurosos de Polonia y un importante lugar de descanso y salud. Su principal atracción es el malecón, el muelle de madera más largo de Europa, con una longitud de más de 515 metros (450 de los cuales están sobre el mar). Data de 1927 (aunque tiene un antecedente en un muelle del siglo XIX). Sopot tiene una playa de arena fina y blanca en la que destaca el imponente edificio del Gran Hotel, construido en los años 20 del siglo XX. Entre sus huéspedes se puede destacar a Alfonso XIII, la bailarina Josephine Baker, el cantante francés Charles Aznavour, Fidel Castro, Marlene Dietrich, el presidente de Francia Charles de Gaulle, el sha de irán, Vladimir Putin, la actriz Greta Garbo, el actor Omar Sharif o el grupo de música disco Boney M. Hitler pasó dos noches en este hotel en septiembre de 1939. Polonia acababa de ser invadida y el “führer” desde su habitación del primer piso observó como los buques de guerra alemanes iban destruyendo la flota polaca en la bahía de Gdansk, que, como sabemos, fue el primer punto de la actual Polonia en ser invadido. Otros importantes líderes nazis también se alojaron aquí. Nada más llegar nos encontramos con las pocas ganas de la guía acompañante de hacer nada de nada (con la excusa de que le dolía la cabeza y estaba mareada). El resto del grupo se unió a su vagancia y no hicieron nada (de hecho se quedaron todos juntos, en un corrillo, durante un buen rato, sobre la arena). Nosotros no hicimos caso a lo que decía y lo primero que hicimos fue quedarnos en bañador para hacernos unas fotos. Hubiera metido los pies en el agua pero estaba llena de algas y demás y no me apetecía mucho. Además, ya era un poco tarde y seguro que, a pesar del calor, habría pasado frío. Después de pasear un rato, de hacernos las fotos y de pasar por debajo del muelle, tocaba vestirse y pasarlo por encima. La guía también nos había dicho que era muy caro (ni siquiera lo sabía del cierto sino por referencias). Tampoco le hicimos caso (mucho menos cuando ni tan siquiera sabía de su importancia) y nos fuimos derechos a las taquillas. 15 zlotys por dos personas (vamos, unos dos euros por persona). No veo por ningún lado que sea caro y más cuando es lo más interesante que se puede hacer en Sopot. Lo cruzamos y estuvo muy bien porque las vistas desde allí son preciosas. Está lleno de gente paseando (que tampoco hacen casos a las absurdas observaciones de la guía) y algunos tocando música. Es un paseo muy agradable. *** Imagen borrada de Tinypic *** Después de una hora nos encontramos nuevamente junto al Gran Hotel para coger el bus e ir a Gdansk. Nos alojamos en el hotel Qubus, en un edificio histórico rehabilitado al pie del río que se había usado como granero (así me lo parecía y lo he constatado). Al otro lado se ve claramente el famoso Muelle largo. Aprovechamos para ir a dar una vuelta por la noche por la ciudad (igual que en el caso de Torun, por los mismos sitios que veríamos el día siguiente). Estaban en fiestas, con una noria gigante, muchos puestos de venta de cosas, de comida, etc. Al día siguiente nos enteramos que estaban celebrando la Feria de santo Domingo, una de las más populares de la ciudad y que se lleva celebrando desde 1260. Etapas 7 a 9, total 25
Gdansk (se pronuncia “Guedansk” o algo parecido porque el polaco para nosotros resulta complicado) fue la antigua ciudad de Danzig, capital de los duques de Pomerania, que cayó bajo el dominio de Prusia (Alemania) en el reparto que se hizo de Polonia en el siglo XVIII y adquirió la condición de ciudad libre en 1920. Hitler deseaba anexionársela y, ante la negativa de Polonia, un acorazado alemán dio comienzo a la II Guerra Mundial cuando bombardeó un fuerte polaco en las costas del mar Báltico, en la Península de Westerplatte. Danzig pasó a ser alemana y Polonia perdió su acceso al mar.
En 1970 las concentraciones obreras en la ciudad fueron duramente reprimidas, con 27 muertos. Fue el desencadenante del descontento social contra los comunistas rusos que les gobernaban. Diez años más tarde, en 1980, un astillero fue a la huelga. Los obreros, dirigidos por el electricista Lech Walesa, presentaron una lista de 21 reivindicaciones. Tras unas duras negociaciones el sindicato Solidaridad fue legalizado pero al año siguiente se ilegalizó hasta 1989 y se encarceló a sus dirigentes. Walesa se convirtió en el primer presidente de Polonia elegido democráticamente por sufragio universal. La Vía Real une la Puerta Alta con la Puerta Verde y es la calle principal de la ciudad. Aquí se realizaba el desfile solemne de los reyes de Polonia cuando hacían su visita anual a Gdansk. La Puerta Alta es la entrada de honor principal de la ciudad y punto de partida de la Vía Real. Se construyó en el siglo XVI como puesto avanzado de las fortificaciones medievales. A las autoridades locales les acabó disgustando su aspecto por lo que lo hicieron cambiar en 1586. Se cubrió con bloques de arenisca y se adornó con los escudos de armas que ahora vemos. Aquí el rey recibía las llaves de la ciudad que le entregaban las autoridades municipales. A un lado de la calle unos frisos representan los escudos de la Prusia real (con dos unicornios), de Polonia y de Gdansk (dos leones). Al otro lado están los escudos de la familia imperial del Imperio Germánico, los Hohenzollern. Debajo se pueden leer tres frases en latín: “La Justicia y la Piedad son la base de todo reino”, “Los bienes más buscados por los ciudadanos son la paz, la libertad y la concordia” y “Todo lo que se hace por la comunidad es lo más sabio”. Detrás se alza la antepuerta gótica (llamada también Puerta delantera), una barbacana formada por la unión de la Torre de la Prisión (que funcionó hasta el siglo XIX) con la Casa de la Tortura. Actualmente alberga el Museo del ámbar, piedra preciosa proveniente de resina fosilizada muy abundante en Gdansk, como en todas las ciudades del Báltico. Entramos a hacer una visita con el guía local. Son espectaculares las piezas que se hacen con el carísimo ámbar (que, por cierto, se ve por muchas de las tiendas y puestos de la ciudad aunque no todo es verdadero; existen métodos para distinguir una pieza falsa pero no es fácil que las tiendas te dejen ponerlas en práctica). En el patio vemos algunos grilletes, recuerdo del tiempo en que fue cárcel. No dudamos en ponernos algunos para las fotos. La Puerta Dorada se construyó en el siglo XVII en estilo renacentista. Tiene forma de arco del triunfo (de hecho se pasa por debajo) y ocho esculturas ornamentales que la coronan y que representan alegorías de las virtudes ciudadanas (la paz, la justicia, la gloria, la concordia, la prudencia, la libertad, la piedad y la unidad). También tiene una inscripción en latín que dice “La concordia hace crecer a los pequeños estados mientras que la discordia hace desaparecer a los grandes”. El nombre proviene del recubrimiento dorado que tenía y que ya había desaparecido antes de la II Guerra Mundial. La Lonja de San Jorge está anexa a la Puerta Dorada. Es un edificio gótico de ladrillo coronado por una linterna del siglo XVI sobre la que se alza una copia de la estatua de san Jorge venciendo al dragón del siglo XVI cuyo original está en el Museo Nacional. Es la sede de la Asociación de arquitectos polacos. Un poco más allá está el árbol del milenio, levantado en 1997 en hierro para conmemorar los mil años de la ciudad. En la Calle Larga destacan las casas nobles de los siglos XV al XX. La más significativa es la de los Uphagen, que enseña cómo era una casa noble de la época. El Ayuntamiento de la Ciudad Principal se construyó en el siglo XIV sobre un edificio anterior de madera. Fue reconstruido después de un incendio que tuvo lugar en el siglo XVI en estilo renacentista flamenco. Su torre, de 82 metros, está coronada por una flecha y la estatua de Segismundo II Augusto, el rey que concedió los mismos derechos a los católicos que a los protestantes. Esa torre es la más alta de la ciudad. Inicialmente había un sótano que albergaba la cárcel, una planta baja donde estaba la báscula y la oficina de recaudación, una primera planta donde se situaba e tribunal de justicia y la torre, con la capilla y el archivo. Alberga el Museo Histórico de la ciudad, en el que se pueden ver las salas de gala del Ayuntamiento. La escalera de entrada llama la atención por las baldosas de Delft. Da al vestíbulo Grande, adornado con un fresco gótico. También hay una escalera de caracol con tallas de madera. A la izquierda del vestíbulo una puerta de madera tallada conecta con la maravillosa sala del Consejo o la Cámara Roja, con muros revestidos con telas de Damasco. En ella destacan sus pinturas del techo, en especial la Apoteosis de Gdansk, una joya en toda Europa. La Plaza del Mercado Largo es el verdadero corazón de la ciudad. Está rodeada de ricas casas restauradas después de la guerra y está llena de gente, sobre todo por la noche. En una de las esquinas se alza la Fuente de Neptuno, del siglo XVII, emblema de la época de esplendor de la que fue una de las ciudades más ricas de la actual Polonia. La estatua del dios Neptuno simboliza la unión entre la ciudad y el mar. Es el punto de encuentro de los habitantes de la ciudad. La fuente es el monumento civil más antiguo de toda Polonia. Cuenta la leyenda que por el tridente que lleva en las manos llegó a manar el licor típico de Gdansk (el Goldwasser, que probamos esa misma mañana, un aguardiente que lleva láminas de oro dentro) y que por ese motivo en 1634 tuvo que rodearse de una verja (para que los borrachos no se acercaran. Detrás encontramos la Casa de Artús, mansión gótica del siglo XV con soportales que sirvió de lugar de reunión de las corporaciones burguesas de la ciudad. Esos ricos comerciantes se sentían identificados con la Tabla redonda del rey Arturo (de ahí el nombre) y su funcionamiento democrático. La decoración que vemos ahora data del siglo XVII y el pórtico real está adornado con dos medallones con retratos de dos reyes de la dinastía Vasa, Segismundo III y su hijo Ladislao IV. En la balaustrada del ático vemos dos alegorías de la Fuerza y la Justicia. También se encuentra en el edificio una estatua de la diosa Fortuna. Es con mucho la casa más bonita de la plaza. En la entrada hay una escalera flaqueada por dos leones de piedra que sostienen los escudos de la ciudad. Allí también encontramos una estatua de Mercurio, “patrón” de los comerciantes. La Casa de Artús quedó completamente destruida en la II Guerra Mundial (sólo se salvó la fachada). Actualmente conecta con otras dos casas, la Vieja Casa del Jurado y la Nueva Casa del Jurado también llamada Casa de los Regidores o Vestíbulo de Gdansk. Ésta última, gótica con hermoso pórtico renacentista, se ha convertido en sede de una divertida atracción basada en una novela. El libro, llamado “Muchacha en la ventana”, habla de una joven encerrada por su tío, que observa el mundo por un tragaluz. En la actualidad “esa joven” se deja ver por la tarde, apenas unos segundos. La Corte de Artús en la actualidad es el Museo de Historia de Gdansk y conserva valiosas obras, entre las que destaca una estufa de loza del siglo XVI recubierta por 520 azulejos y que mide más de 10 metros de alto. Un poco más allá de la Casa de Artús encontramos la Casa Dorada, edificio de principios del siglo XVII que sirvió de hogar para el alcalde. Llaman la atención sus 12 frisos separados por cuatro bustos cada uno, entre los que destacan los de los reyes Ladislao Jagellón y Segismundo III Vasa. La balaustrada superior está decorada con estatuas que representan a Cleopatra, Edipo, Aquiles y Antígona. La leyenda cuenta que el fantasma de una de sus propietarias recorre la casa diciendo “Obra con justicia, no temas a nadie”. La Puerta Verde cierra el Mercado Largo y tiene 4 arcos. Se construyó en el siglo XVI como residencia real, aunque ningún polaco vivió aquí nunca. Lech Walesa tiene aquí su oficina. Yendo hacia la ciudad vieja tenemos que pasar junto al Muelle Largo. Hasta la segunda mitad del siglo XIX el puerto de Gdansk se encontraba aquí. Todas las calles perpendiculares que llevaban al puerto se abrían al río Motlawa mediante puertas fluviales fortificadas que atravesaban el recinto medieval. Los muelles de carga permitían atracar a los barcos. En el siglo XVII se creó un largo muelle de madera para el transbordo de mercancías que hoy permanece sólo como paseo, bordeado de bonitas casas y por las puertas que dan a las calles perpendiculares. La primera de ellas es la Puerta Verde, la más antigua. Desde el antiguo muelle se obtienen unas vistas impresionantes sobre la isla en la que se encontraban los graneros. La estampa desde el otro lado, con toda la vista del muelle, es una de las más famosas de la ciudad y las fotos quedan preciosas. Pero la atracción más importante del muelle es sin duda la vieja grúa medieval. Esta imponente grúa de madera, que se ha convertido en el emblema de la ciudad, servía para la carga y descarga de mercancías. Es la mayor máquina elevadora portuaria de la Europa medieval. Se inauguró en el siglo XIV y se reconstruyó en el siglo XV después de haber quedado destrozada por un incendio. En el siglo XVII se añadió una grúa superior que servía para levantar hasta dos toneladas de peso a una altura de 27 metros y para colocar los mástiles de los barcos. El torno elevador se accionaba con dos hombres que hacían girar unos tambores de madera a modo de ruedas de los hámsteres. Resultó muy dañada en la II Guerra Mundial, fue restaurada y ahora forma parte del Museo Marítimo. El barco mercante MS Soldek, el primer barco construido en los astilleros de Gdansk después de la II Guerra Mundial, está permanentemente atracado en el puerto y puede visitarse. Una de las calles más pintorescas de la ciudad es la calle Mariacka (de Nuestra Señora). Fue prácticamente arrasada en la guerra y se reconstruyó en los años sesenta, reproduciendo al detalle sus fachadas y sus verjas. Aquí se concentran la mayoría de las tiendas de recuerdos y de joyería de ámbar. Yo no me compré nada porque el ámbar me gusta verlo (y más si lleva bichitos dentro como en el Museo, en el que había un pedazo de ámbar con una especie de lagarto miniatura dentro) pero no para tener una joya con él. Más allá se alza la impresionante Basílica de Nuestra Señora. Se trata de la mayor iglesia de Europa construida en ladrillo. Puede llegar a albergar a 20.000 personas (la población de la ciudad en 1450). Durante el período de la ley marcial mucha gente se encerró aquí para apoyar a los sindicalistas de Solidaridad, que estaban aquí refugiados. Se empezó a construir en el siglo XIV y se ha usado por católicos, por protestantes y nuevamente católicos desde 1945. Sufrió muchos incendios durante la guerra, que hicieron que se perdieran el 40% de las bóvedas y la totalidad de sus frescos. No obstante el 80% de sus tesoros se salvaron aunque no han regresado a la iglesia con posterioridad (como el Juicio final atribuida a Memling- ahora dicen que no es suya- hoy en el Museo Nacional, del que han dejado una copia). Lo primero que llama la atención cuando entras son sus paredes tan blancas y casi desprovistas de adornos. Pero cuando te das la vuelta y miras sobre la puerta te sorprendes al ver el impresionante órgano. También vemos un púlpito precioso. Pero una de las joyas de la basílica es sin lugar a dudas el reloj astronómico, del siglo XV, de 14 metros de altura y que funcionó hasta el siglo XVI y después de la restauración desde 1993. Se divide en tres partes. En la inferior se marcan la hora, la fecha y el calendario litúrgico; en medio un planetarium indica las fases de la luna, los signos del zodíaco y las posiciones del sol y la luna con respecto a estos; encima se muestra a los 12 apóstoles, los 4 evangelistas, los Reyes magos y la muerte, que lleva una guadaña para dar la hora. Arriba del todo Adán y Eva de pie alrededor del árbol de la ciencia hacen sonar las campanas. También soy muy interesantes las pilas bautismales del siglo XVI, el altar mayor, una hermosa Piedad del siglo XV, la preciosa Virgen de Gdansk de la capilla de santa Ana y unos hermosos órganos barrocos. Además se puede subir a la torre para llegar a una plataforma a 82 metros de altura. Pegada a la casa rectoral, al norte de la basílica, encontramos la Capilla Real. El rey Jan III Sobieski decidió su construcción después de que el municipio rechazase en el siglo XVII restituir la catedral, en manos de los protestantes, a los católicos. Tiene forma de cruz griega y es la única iglesia barroca de la ciudad. Más allá está el Gran arsenal, elegante edificio con influencias del renacimiento flamenco. Se construyó a principios del siglo XVII y siguió en uso hasta el siglo XIX. Debajo de la estatua de la diosa Minerva había un pozo desde que el que subían las municiones. En Gdansk también encontramos fantásticas casas y en algunas de ellas nacieron personajes importantes como Fahrenheit (el de los grados). Una de las calles más transitadas de la ciudad es la pequeña calle Mariacka, reconstruida después de la guerra a partir de documentos e ilustraciones antiguos. Así vemos cómo era la ciudad de verdad, con las casas con pequeños patios delante. En un rato de tiempo libre que tuvimos antes de comer nos acercamos caminando a la ciudad vieja. A pesar de su nombre sólo encontramos algunos edificios reconstruidos en medio de un moderno tejido urbano. El más destacable es el Ayuntamiento de la Ciudad Vieja, de estilo flamenco, coronado con una torrecilla. Fue cuartel general de las tropas soviéticas en 1945 y hoy alberga una sala de exposiciones y una librería que conforman el Centro cultural de Gdansk. Junto a él encontramos el Gran Molino, sobre el canal Radunia, con un enorme tejado de dos aguas y ventanas abuhardilladas. Fue construido en el siglo XIV por los caballeros de la Orden teutónica y era el mayor en su época. En la actualidad no queda nada del mecanismo interno. Además podemos ver en la Ciudad Vieja algunas iglesias como la de Santa Catalina, una de las más antiguas de la ciudad, o la de Santa Brígida. También vimos la fabulosa estación de trenes. Nos faltaría para tener una visita bastante completa de la ciudad la zona de los astilleros, que vimos más o menos de refilón la tarde antes viniendo de Sopot. El punto principal es la Plaza Solidaridad, presidida por el Monumento a los obreros muertos del Astillero. Está formado por un conjunto de tres torres de acero inoxidable de 133 toneladas que en su parte superior soportan unas anclas marinas crucificadas, símbolo de la esperanza. En su base 12 bajorrelieves ilustran escenas de la vida obrera con inscripciones del tipo “Sacrificaron sus vidas para que vosotros viváis dignamente”. Se inauguró el 16 de diciembre de 1980 para homenajear a los muertos y heridos en las huelgas obreras de 1970. Fue el primer monumento consentido por las autoridades de un país comunista en el que se reconoce a las víctimas del propio régimen. La exposición “Camino a la libertad”, a la entrada del antiguo astillero Lenin, sirve para narrar la historia del sindicato Solidaridad. Comimos en el Muelle largo y la guía, en un nuevo acto de lucidez, decidió cambiarnos la sopa fría que nos iban a dar por una caliente, la famosa “Zurek”, sopa muy densa, hecha con restos de harina de centeno fermentada, salchicha y huevo cocido. Está muy buena pero no es lo que uno espera cuando fuera tienes 35ºC. Después de la comida teníamos que emprender camino hacia Varsovia. El programa decía que teníamos que ir en tren (excepto que por algún motivo no pudiera conseguirse). Y al final tuvimos que ir en bus (con nuestro “querido” conductor kamikaze que esa tarde se “picó” con un autobús enorme y empezó a querer adelantarle de malos modos). Para que el viaje no se hiciera tan pesado, y como existe la obligación de parar cada dos horas, hicimos un alto en un lago (poco pero lo suficiente como para que diéramos un paseo y metiéramos los pies en el agua). Esa tarde la guía tuvo un momento de lucidez y nos obsequió a todos con un helado. Y después de un tramo más (y algún que otro susto por culpa del modo de conducir del tipo aquél- al final nos enteramos que su propósito era que se presentaran quejas contra él y le despidieran-) llegamos a Varsovia (de nuevo al hotel Jan III Sobieski). Etapas 7 a 9, total 25
Ya solos y después del abundante desayuno del hotel empezamos la segunda parte del viaje, la que nos llevaba hacer lo que nos diera la gana. Pero lo primero que teníamos que hacer era coger un tranvía para ir al nuevo hotel, el Polonia Palace. Para facilitar nuestros movimientos en el día compramos un abono que nos servía para todos (hasta 5 personas).
Aquí va un detalle en cuanto a transportes que encontré por Internet antes del viaje por si sirve de ayuda (datos de 2015): TRANSPORTES - Tranvías: numeración de 1 ó 2 dígitos - Autobuses: 1xx, 2xx, 3xx- recorrido normal (para en todas) 4xx, 5xx (más rápido; sólo en las paradas en rojo) E-x- exprés con paradas en rojo 7xx-afueras 8xx- afueras (laborables) Nxx- nocturnos (23:15 a 4:30) Autobús 180: Wilanów- Cmenttarz Powazkowski- Chomoczówka- Cubre el tramo de la ruta real. Recomendado. Billete sencillo. - Metro: 5 a 00 horas Los mayores de 70 años no pagan billete (da igual su nacionalidad). Abono de 1 día (24 horas desde la validación)- se valida la primera vez- zona 1- 15 PLN-(3,68€)/ zonas 1 y 2- 26 PLN (6,37€) Abono de fin de semana- desde 7 PM del viernes a las 8 AM del lunes- zonas 1 y 2. Viajes ilimitados- 24 PLN (5,88€) Abono de fin de semana hasta 5 personas en grupo- 40 PLN (9,81€) Tranvía T- históricos: Los tranvías pasan turístico T esta temporada en la ruta: PL. Narutowicza - al. Jerusalén - Mercado - al. Solidaridad - Alguaciles de -PL. Narutowicz. Desde junio 20 hasta 08 30 2015 en el fin de semana en el T corre un vagón especial de promoción multimedia con dos tranvías antiguos. Para hacer el recorrido es suficiente poseer un billete de transporte urbano. Tiene un horario limitado, hasta las 7 de la tarde más o menos, por lo que no pudimos cogerlo por poco. Lo peor de Varsovia es la poca presencia de semáforos en algunas zonas. Se sustituyen por pasadizos subterráneos que, excepto que domines bien la ciudad y sepas dónde da cada salida, a pesar de que se indica con los nombres de las calles, te hace dar muchas vueltas (malo si vas con equipaje, peor si vas con él). Nuestro nuevo hotel tiene una situación inmejorable (delante del Palacio de la Cultura y de las ciencias) y es un edificio histórico precioso. Después de dejar las maletas en consigna y de consultar unas cosas en Internet (hay ordenadores de uso gratuito en el hall) salimos a hacer la visita. Pasamos por delante del famoso Palacio y nos fuimos hacia las calles de detrás para visitar uno de los pocos restos visibles que quedan del gueto judío. Varsovia contó durante siglos con una de las comunidades judías más importantes de Europa, que en 1939 ascendía a unas 370.000 personas, un tercio de la población. En mayo de 1945 apenas se contaban 300. Aunque la comunidad varsoviana estaba dispersa por toda la ciudad, los nazis los confinaron en el llamado “Gueto Judío”, tal como se representa en la película “El Pianista” del director polaco Roman Polanski. El gueto estaba rodeado de un muro de 3 metros de altura que iba desde el Palacio de la Cultura hasta el monumento Umschagplatz. En apenas 300 hectáreas fueron concentrados 450.000 judíos procedentes de la capital, alrededores y provincias cercanas. En 1942 más de 100.000 judíos habían muerto a causa de las enfermedades y las malas condiciones higiénicas. En el verano de 1942 cerca de 300.000 fueron deportados al campo de concentración de Treblinka y en abril de 1943 estuvo a punto de desaparecer al reprimir los nazis un alzamiento armado por parte de los judíos en un desesperado acto de protesta, que llevó a asesinar a 7.000 judíos y otros 6.000 murieron bajo las bombas. Hoy apenas quedan vestigios de aquella época. Sobre las ruinas se construyeron bloques de viviendas de estilo soviético. Un moderno rascacielos azul de Medlife fue levantado en el solar dejado por la Gran Sinagoga, volada por los nazis en 1943 tras la rebelión del gueto judío. La calle Prozna consiguió salir sin grandes daños y permite hacerse una idea de cómo era el barrio antes de la llegada de los alemanes. En las fotos que habíamos visto había un par de edificios con los ladrillos vistos y algo destrozados. Hoy en día uno de ellos ha sido restaurado tal y como era antes de la guerra y el otro permanece tal cual pero parece que por poco tiempo. Después de esa incursión por la antigua zona del gueto volvimos a la parte más nueva de la ciudad. El centro económico y comercial de Varsovia se organiza en torno al Palacio de las Cultura y las Ciencias. Constituye una inquietante asociación de rascacielos y construcciones futuristas que llenan amplias avenidas estalinistas en las que se mezclan anárquicamente hoteles y tiendas de lujo, bloques de viviendas de era comunista, tenderetes de venta y escaparates de productos diversos, que a veces se exponen en el mismo suelo. El centro es una zona de calles en cuadrícula organizadas en torno a dos ejes principales de circulación y que se animan gracias a los coloridos tranvías a menudo abarrotados. El primer eje es la avenida Jerozolimskie, de varios kilómetros, que atraviesa Varsovia de este a oeste y está dominada por el rascacielos de cristal de la compañía aérea LOT, en el que se reflejan el Palacio de la Cultura, la estación central y un ultramoderno centro comercial. En esta zona se ubican dos de los hoteles en los que tenemos reserva (Polonia Palace y Novotel Warszawa Centrum). El segundo eje es la avenida Marszalkowska, que se extiende de norte a sur. Su parte inicial se ve atravesada por varios pasajes subterráneos, típicos de las grandes ciudades de Europa central, rebosantes de gente y de actividad comercial. La plaza de la Constitución es la obra monumentalista más grande del período soviético estalinista y se trazó en 1952 sobre las ruinas dejadas por la guerra. El edificio más importante de esta zona, como dije, es el imponente Palacio de la Cultura y de las ciencias (muy famoso en Catalunya porque aparece al inicio del programa de humor de TV3 “Polònia”). El palacio fue “un regalo de la nación soviética a la polaca” y se ha convertido por ironías del destino en el símbolo de Varsovia. Stalin encargó a Rudnyew el diseño de este impresionante edificio de 3.288 salas, con una altura de 231 metros y visible a 30 km a la redonda. Fue construido sólo en tres años (1952-1955) y en las obras participaron 3.500 obreros rusos que se alojaban en un barrio aislado. El Palacio alberga el Museo de las Técnicas, una sala de espectáculos, dos teatros, un cine, un club, un café, salas de exposiciones y congresos y varios órganos administrativos. Tras su inauguración mucha gente lo ha usado para suicidarse. Tras la caída del comunismo se pensó en derribarlo por el odio de los varsovianos a este edificio pero finalmente se decidió conservarlo. A los varsovianos les gusta decir que la mejor vista de Varsovia es la que se divisa desde la cumbre del palacio, ya que es el único lugar desde el que no se ve el edificio. Un ascensor sube hasta el mirador en la planta núm. 30 (previo pago), desde donde en los días despejados se contempla toda Varsovia e incluso las llanuras de Mazovia que rodean la ciudad. Visto de cerca no es tan feo como parece en algunas fotos (hombre, tampoco es precioso y, desde luego, esas estatuas estalinistas enormes que lo rodean son horribles) y las vistas desde arriba resultan espectaculares. Desde allí se distingue claramente dónde está el casco antiguo por los tonos rojizos de sus edificios (menos la iglesia de santa Ana, que es muy clara). También vemos nuestro hotel (y el que tendremos poco después). La entrada normal cuesta 20zl y está abierto entre las 9 y las 18 horas (hasta las 20:30 en verano). Para saber cómo ir al Palacio de Wilanów desde allí fuimos a la Oficina de Turismo (situada en uno de los bajos del Palacio de la Cultura) y aprovechamos para comprar para otro día un “Chopin Pass” por 99 zl (25 euros). Hablaré de él cuando llegue el momento. Con el autobús 519 (tiene parada frente a la estación central) se puede llegar al palacio (el trayecto es largo, de unos 45 minutos). No se generan muchas dudas sobre dónde bajarse porque la parada se llama también Wilanów y el palacio queda al otro lado, atravesando la carretera. Nada más llegar encontramos la oficina donde se compran los tickets (en Internet pone mal el día de entrada gratis; ponía que era el domingo pero no es verdad). En cuanto al precio, cuesta 20zl más 5 del parque (vale la pena comprar las dos cosas). También hay un audioguía disponible pero no hace mucha falta porque en las salas hay explicaciones (también en español). El Palacio Wilanow se encuentra a 6 km del Parque Lazienki. La zona fue adquirida en 1677 por el rey Juan III Sobieski, el vencedor de los turcos en la batalla de Viena, para construirse una villa de verano al estilo de la italianas, es decir, una “villa nuova”, y de ahí el nombre de “Wilanow”. El arquitecto se inspiró en las residencias italianas renacentistas y también en el estilo versallesco francés. Fue residencia de Juan III y Augusto II. Las esculturas y los bajorrelieves de la fachada se inspiran en la Antigüedad y honran a la familia Sobieski y los éxitos militares del rey. La fachada principal que encontramos nada más llegar es muy bonita, con un favorecedor color amarillo. La decoración interior abarca los estilos barroco, rococó y clasicista. Gran parte del palacio ha sido adaptado como museo: entre los salones que se pueden visitar están la biblioteca, el salón de banquetes, las habitaciones del rey y la reina con mobiliario original, la sala etrusca con numerosas esculturas antiguas de la colección de Potocki y otras habitaciones con muchas pinturas, entre las que se encuentra el famoso cuadro de Juan Sobieski a caballo luchando contra los turcos: “la batalla de Kahlenberg”, inspirado en la famosa batalla. La colección de retratos funerarios es una de las más grandes y originales del mundo. De especial interés es la Sala Blanca, que ocupó la princesa Isabel Lubomirska, esposa del Gran Mariscal de Polonia (siglo XVIII), en estilo Imperio. No faltan las salas de estilo oriental que se pusieron tan de moda en Europa. La historia del Palacio Wilanow, una maravillosa residencia real barroca, comenzó el 23 de abril de 1677, cuando lo que era un pueblo separado de Varsovia se convirtió en la propiedad del rey Juan Sobieski III. Al principio, la residencia construida allí era pequeña. Augustyn Locci, arquitecto de la corte del rey, recibió la tarea de crear una residencia con una única planta baja con el diseño típico de los edificios de la República de Polonia. Sin embargo, los éxitos militares y un aumento de la importancia de la realeza en los próximos años tuvieron una gran influencia en la ampliación del proyecto inicial. Grandes obras de construcción se realizaron en los años 1677-1696. Tras la finalización de las obras, el edificio es una mezcla de elementos de una casa de la nobleza, una villa italiana con jardín y un palacio francés en el estilo de Luis XIV. Después de la muerte del rey, el palacio pasó a ser propiedad de sus hijos, y en 1720 el palacio, ya muy deteriorado, fue comprado por una de las mujeres más ricas de Polonia de esos días, Elizabeth Sieniawska. En 1730 pasó a ser propiedad durante 3 años del rey Augusto II el Fuerte, que hizo cambios considerables en la residencia, en particular en lo que se refiere a la decoración interior. A mediados del siglo XVIII, la propiedad Wilanów fue heredada por la hija de Czartoryski, esposa de un mariscal de campo, Izabela Lubomirska. En ese tiempo el palacio recupera su esplendor anterior. Sesenta y nueve años más tarde la duquesa dio Wilanów a su hija y su marido, Stanislaw Kostka Potocki. Gracias a sus esfuerzos se inauguró en el Palacio Wilanów, en 1805, uno de los primeros museos de Polonia. Potocki está enterrado en un hermoso sepulcro en la salida del palacio. Las salas más importantes son: 1/El Salón Blanco: Diseñado por JZ Deybl y completado en 1730-1733 por el rey Augusto II. El Salón Blanco es la sala más suntuosa del Palacio, ópticamente agrandada por grandes espejos de pared frente a las ventanas. Alineadas con el eje de la sala hay dos chimeneas con placas de hierro fundido que llevan las iniciales del rey Augusto II. Por encima de las chimeneas hay dos cajas de orquesta, antiguamente utilizadas por los músicos de la corte y descubiertas después de la Segunda Guerra Mundial como parte de un proyecto de conservación. Las paredes están decoradas con pinturas de dos monarcas de la dinastía Wettin, Augusto II y Augusto III. Ambos fueron pintados por Louis de Silvestre. Al lado de la chimenea hay una figura de porcelana de Augusto III hecha en Meissen a partir de un modelo de JJ Kaendler, JF Eberlein y JG Ehder (1740/1741). 2/Estatua de Jan III Sobieski: En tiempos del rey, la estatua ecuestre mostrando Jan III Sobieski como el vencedor triunfante de los turcos se puso de pie en un nicho flanqueado por dos columnas frente a la entrada principal del Palacio. La estatua de yeso se hizo alrededor de 1693 por un escultor real desconocido. Cuando el Gran Portal se modificó en 1729, la estatua fue trasladada a una nueva ubicación, cerca de la torre sur. Un proyecto de conservación de la posguerra reveló cerca dos estatuas de yeso de Hércules, tapiadas en el siglo XIX y que probablemente datan de 1730-1733. Junto con la pintura del techo "The Genius of Fame" formaron una alusión a las hazañas militares del rey. 3/La Capilla: La capilla fue construida en 1852-1861 por iniciativa de Aleksandra Augustowa Potocka para conmemorar a Jan III Sobieski, que había muerto en Wilanów en 1696. Fue diseñada en 1852 por Enrico Marconi y FM Lanci, los arquitectos de la familia Potocki. 4/Biblioteca del Rey: Habitación de dos partes unidas por una arcada, que era donde Jan III leía y trabajaba. Conserva el suelo auténtico más antiguo del Palacio, hecho de mármol de tres colores. El techo fue decorado por artistas de la corte del rey con pinturas tondo que representan alegorías de las dos ciencias principales del siglo XVII, Filosofía y Teología, rodeadas con retratos medallón de eminentes estudiosos y artistas de la antigüedad y la modernidad. La habitación está decorada con varias docenas de pinturas flamenca, holandesa, francesa y de artistas alemanes - exactamente como lo fue en los tiempos del rey Juan III, según un inventario del siglo XVII. En el gabinete hay un retrato en miniatura del hijo menor del rey, Konstanty, realizado en 1682-1684 por un pintor de la corte desconocido, porcelana china (siglos XVI a XVIII) y las armas europeas (siglos XVI a XVII). 5/Dormitorio del Rey: Esta habitación es el equivalente estructural del dormitorio de la reina, en el otro lado del estudio holandés. La pintura del techo representa una alegoría del verano con Aurora con las características de la reina María Casimira. La moldura decorativa entre el techo y las paredes incluyen putti montando caballos y delfines de mar y pinturas tondo que representan las obras del verano en el país, que se combinan con citas de las Geórgicas de Virgilio en serpentinas. Los marcos de espejos Regency están decorados con motivos del verano. Las paredes están forradas con terciopelo (de 1730). Hay muebles del siglo XVIII, taburetes estilo Louis XIV, una copia de un mueble con cajones encargado por el cardenal Mazarino y una bandeja de plata dorada hecha por un orfebre eminente de Gdańsk y que fue el regalo de los ciudadanos de Cracovia después de su victoria en la batalla de Viena. 6/El Gran Portal: En los días del rey Juan III, ésta era la habitación más grande del Palacio, un espacio de dos plantas alineadas con el cuerpo principal del edificio (que fue utilizado originalmente como un comedor), que une las habitaciones reales situadas en sus dos lados: las habitaciones del rey Juan III a la derecha de la entrada y la reina Marie Casimira a la izquierda. Del siglo XVII vemos una estatua ecuestre del rey Juan III flanqueado por un par de columnas de pie frente a la entrada principal (en 1729 se trasladó a un nicho cerca de la torreta sur). Las paredes solían estar decoradas con pinturas que representaban los triunfos de Alejandro Magno. Una pintura plafón mostraba la alegoría de la noche y el día y estaba rodeada de decoraciones de estuco (que sobreviven hasta nuestros días) que ilustran los cuatro elementos (Tierra, Agua, Fuego y Aire) y los Cuatro Vientos en las esquinas. El actual interior clasicista con paredes de mármol fue diseñado en el último cuarto del siglo XVIII. La decoración del techo y el friso son de Enrico Marconi y su hijo Carlo (mediados del siglo XIX). La habitación está amueblada con sillas y sillones de estilo inglés de finales del siglo XVI y también vemos una mesa francesa de ónix, 7/Dormitorio de la Reina: Ésta es una de las salas más espectaculares de estilo barroco en el Palacio. El techo está decorado con una pintura plafón con la alegoría de la primavera. La moldura decorativa entre el techo y las paredes cuenta con esfinges y putti, así como con frescos con los diversos tipos de trabajos de la primavera en el país a juego con citas de las Geórgicas de Virgilio en serpentinas. Los marcos de espejos Regency están decorados con motivos simbólicos. Las paredes están cubiertas de terciopelo estampado (1710-1730) en el estilo genovés. El mobiliario incluye una cómoda hecha en el taller de Boulle (siglo XVIII) con un conjunto de inodoro que perteneció a la reina María Casimira, un escritorio holandés y un sofá barroco. El tintero de plata sobre la mesa se hizo alrededor de 1700 en Gdańsk. La habitación está decorada con tres pinturas mitológicas sobre las puertas. 8/La Galería del Norte: Une el ala del Palacio con su cuerpo principal. En 1820, Stanisław Kostka Potocki decidió utilizarlo como espacio museístico y tenía el lado adyacente a los jardines amurallados hasta la mitad de su altura. Junto con las habitaciones en el ala norte, la Galería formó parte de la colección pública de pinturas de Wilanów. Fue restaurada en su forma original en la posguerra. Las paredes y techos están decorados con frescos que surgieron después de la eliminación de una capa de yeso. Encargado por el rey Jan III en 1688 representan la historia de Apuleyo de Amor y Psique (el comienzo de la historia se representa en los frescos del techo de la galería sur). Las pinturas del techo están separadas por decoraciones con puttis e inscripciones latinas. El retrato ecuestre de Estanislao Kostka Potocki, firmado "J. L. David 1781 " y expuesto en el extremo de cierre de la Galería, es uno de los elementos más valiosos de las colecciones Wilanów. La Galería también contiene bustos de mármol del siglo XVIII y XIX (copias de los originales antiguos) que se exponen en las consolas doradas del siglo XIX. 9/El Consejo de Ministros de los Etruscos: Esta sala fue diseñada en 1853 como una sala de exposiciones de la colección Wilanów de ánforas antiguas iniciada por Stanisław Kostka Potocki. La colección, originalmente formada por aproximadamente 100 artículos, es única entre las colecciones polacas contemporáneas de este tipo, ya que se reunió no sólo a través de compras, sino también gracias al trabajo arqueológico llevado personalmente por Potocki en 1785/1786 en Nola, cerca de Nápoles. En 1853, Augusto Potocki aumentó la colección con una serie de vasijas pertenecientes a la familia Mikorski, comprada, junto con sus propiedades en Słubice cerca Gostynin. Las pinturas decorativas en esta sala y su suelo de baldosas son una alusión al arte de la Antigüedad. Hoy la exposición permanente de Wilanów tiene ánforas, 84 vasos antiguos, de los siglos VIII a II a.C, principalmente del sur de Italia, Etruria y Atenas, y 27 copias de finales del siglo XVIII, hechas sobre todo por encargo de Stanisław Kostka Potocki sobre los originales de su colección. 10/Las Galerías de Pinturas: Originalmente era un apartamento de tres habitaciones, Augusto Potocki lo convirtió a mediados del siglo XIX en una galería de museo permanente, que en su mayoría presenta cuadros extranjeros. Las paredes tienen el llamado color rosa de Pompeya y los murales del techo presentan retratos medallón de escultores, arquitectos y pintores de los períodos renacentista, barroco y clasicista. Las paredes están decoradas con pinturas europeas de la colección de Stanisław Kostka Potocki y sus sucesores. Las piezas más valiosas incluyen: "El Juicio Final" (1530) de Wolfgang Krodel el Viejo y "Entrada de Michał Radziwiłł a Roma" (probablemente 1680) por Pieter van Bloemen. También vemos dos grandes armarios que contienen los cubiertos hechos en París. Uno de los dos pequeños armarios acristalados situados entre las ventanas muestra bronces de los siglos XVIII y XIX y jarras de gres de los siglos XVII a XIX; el otro, piezas de gres, porcelana de Meissen y loza holandesa con patrones orientales. La consola de bronce dorado contiene un reloj de hierro fundido con un par de candelabros, comprados por Augusto Potocki en París en 1851, después de la Exposición Universal de Londres. El palacio tiene un extenso parque y unos bellos jardines, decorados con estatuas y pequeñas construcciones. Cuenta con un pequeño lago y diferentes estilos: el jardín barroco, la parte más antigua, el jardín anglo-chino, el parque inglés y la rosaleda. Después de la visita buscamos donde comer y encontramos un restaurante bastante elegante pero cuyos precios eran iguales o inferiores a una pizzería que había más allá. Unos se decantaron por un plato de pescado con verduras y nosotros con uno de pollo. Javi, además, pidió la sopa fría llamada “chlodnik”, hecha con remolacha (lo que le da ese color rosa tan característico), rábanos, yogur (o nata agria), eneldo, etc. A veces se le agrega huevo. La verdad es que está buenísima. De postre nos pedimos una copa en la que habían puesto varias bolas de helado diferentes, nata y frutas. Riquísima. Y a pesar de comer mucho y a la carta nos salió bastante barato (pero es que comer en Polonia es una maravilla, mucho y bien de precio). Con el estómago lleno nos fuimos a coger el autobús pero lo hicimos en el lado equivocado y nos llevó hasta el final del trayecto, hasta un sitio que se llama Parque de la cultura de Powsin y que parece que es donde van todos los varsovianos el domingo. En apariencia es una zona montañosa pero he visto en Internet que también hay piscinas, canchas de tenis, minigolf (de hecho a principios de los años 50, cuando se hizo, allí había un campo de golf), saunas, gimnasios, pabellón para jugar a los bolos o al billar, campos de fútbol, mesas de ping-pong y dos anfiteatros para celebración de festivales. También se puede ir a hacer picnics (hasta hay zonas para hacer carne a la parrilla). Después de un ratito parados allí volvimos a reemprender la marcha. Nuestro siguiente objetivo era visitar el Museo de la Insurrección. El Museo de la Insurrección de Varsovia está en una antigua planta eléctrica del tranvía de la ciudad y abrió sus puertas en 2005. Mediante un montaje moderno (proyecciones de películas, fotografías, recreación de ambientes sonoros), repasa el día a día del sangriento episodio de la insurrección de Varsovia contra las tropas nazis desde el 1 de agosto hasta octubre de 1944 y que llevó a la muerte a 200.000 polacos mientras que los soviéticos esperaban en el otro lado del río Vístula sin intervenir. Sus exposiciones muestran desde los combates y la vida diaria de los participantes en el alzamiento de Varsovia a los horrores de la ocupación y el terror de la post guerra, así como el destino de los insurgentes. Ese día, al ser domingo, la entrada era gratuita. Después de la visita (nos fuimos cuando cerraron) nos acercamos al Barrio de Praga, se encuentra en el margen derecho del río Vístula. Fue el único barrio de Varsovia que sobrevivió a la II Guerra Mundial sin apenas daños. Pese a que no cuenta con monumentos relevantes, conserva los edificios sin reconstruir más antiguos de la capital. Es un barrio obrero y popular que se ha puesto de moda entre la juventud por sus bares y lugares de ocio. El barrio se ha renovado y ha dejado atrás, en parte, su mala fama por la alta delincuencia gracias a los artistas que se han instalado en fábricas y edificios abandonados para instalar sus talleres. Es el llamado barrio de los artistas. Una de las calles principales de Praga es Zabrowska, con casas antiguas y la que fue fábrica de vodka Koneser y actualmente es un teatro y galería de arte. Hasta allí nos acercamos y vimos los edificios que comentaba. El Bazar Rozyckiego es un mercado de los más tradicionales de la ciudad, al que acuden los varsovianos para abastecerse de todo tipos de cosas. En el barrio de Praga también encontramos el zoológico de la ciudad, cuyos animales más visitados son los osos pardos que hay junto a un foso en el parque Praski, que se pueden contemplar desde fuera sin necesidad de entrar (menos si es la hora de dormir como cuando nosotros fuimos porque, en ese caso, no se ve más que las piedras). Igualmente es interesante acercarse a la iglesia ortodoxa de Santa María Magdalena, a la catedral neogótica de San Miguel Arcángel y San Florián, a la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, del siglo XX y que imita la basílica romana de San Pablo extramuros, o al Monumento a la Orquesta Popular de Praga. Al barrio se puede llegar fácilmente en transporte público (metro, tranvías o autobuses). Por allí pasa también el tranvía turístico T aunque, como dije, ya era tarde para cogerlo. Luego cogimos el autobús 13 (también un poco antiguo) y luego el metro y nos fuimos a ver el Monumento Umschagplatz, erigido en 1988 y que marca el lugar donde los judíos eran deportados en tren al campo de concentración de Treblinka. “Umschagplatz” significa literalmente el lugar de retirada. El monumento son unas paredes de mármol en las que se han inscrito los nombres de pila de 3000 judíos y la leyenda “Por este camino de sufrimiento y muerte fueron conducidos más de 300.000 judíos en 1942-1943 desde el Gueto de Varsovia hasta las cámaras de gas de los campos de exterminio nazis”. El monumento se supone que tiene forma de vagón (se tiene que tener mucha imaginación para ver eso). Con transporte público (el tranvía 18) fuimos después hasta los llamados Ogród Saski (los Jardines Sajones). Datan de principios del siglo XVIII y fueron el primer parque público de la ciudad. Se inspiran en los jardines de Versalles y están llenos de estatuas y árboles. Allí se ubicaba un palacio, el Palacio Sajón, que fue destruido en la Segunda Guerra Mundial. Sólo se salvaron los tres arcos de la columnata, que es donde ahora se ubica la tumba del soldado desconocido. Regresamos al hotel, no sin antes hacerle unas fotos al Palacio de la cultura y las ciencias iluminado con múltiples colores. Etapas 7 a 9, total 25
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