Descubriendo Nueva York. Primera visita en Marzo 2015 ✏️ Blogs de USA

Me despierto como un clavo a las 6:30 de la mañana, y me llevo la alegría del día, ¡cielo despejado! Por fin, habíamos estado aplazando cruzar el puente de Brooklyn hasta tener un día decente, y hoy iba a ser el día.
Por la mañana nos vamos a Harlem. Decidimos no ir a un misa gospel, a mí me producía curiosidad pero a mi novio no le entusiasmaba, y sabíamos que al menos dos horas íbamos a invertir, así que decidimos dejarlo para la próxima.
El plan era ver un poco Harlem, y la zona del teatro Apollo, dónde actúo por ejemplo Michael Jackson e ir muy temprano a Sylvia’s a tomar un brunch, para que no nos cogiera la cola de después de misa.
Llegamos muy temprano a Harlem, y la verdad no había apenas gente. Me sorprendieron las casas que había, y algunas de las calles muy anchas y más limpias que muchas zonas de Manhattan, eso sí, tampoco nos desviamos mucho, un par de manzanas hacia cada lado teniendo como centro el teatro Apollo. Por esa zona sí que había algo más de ambiente, y estaban los típicos chicos que intentan venderte sus cd de rap. La verdad es que ya hace mucho tiempo que Harlem, al menos la mayor parte, no es peligrosa, al menos por lo que yo he leído, y parece una zona tranquila y residencial.



Eran las 11:30 y nos encaminamos hacia el Sylvia’s, que se encuentra en el 328 de Malcom X Boulevard, sabíamos que empezaban a servir a las 12 así que queríamos asegurar entrar pronto. Había una pequeña cola, pero los comedores son muy grandes y lo único que tuvimos que esperar fue mientras iban sentando a la gente.
Sylvia’s es un sitio bastante famoso para comer soul food, y los brunchs después de la misa. Para mí fue una gran experiencia, lo pasamos genial, nos atendieron muy bien y la comida estaba rica. Yo ya sabía desde España lo que iba a pedir, pollo con gofres, lo típico vamos. Hay un menú de esto, que son 14’95 y te incluye bebida, también puede ser la combinación con tortitas. Antes de servirnos la comida, nos pusieron unos bollitos calientes, que estaban de muerte, en serio, también te traían mantequilla y mermelada de arándanos. Yo pedí limonada para beber, y estaba buenísima también. Y por fin llego el ansiado plato, la verdad es que me sorprendió bastante ya que la combinación, pese a lo que parece, es bastante buena. El gofre es bastante neutro, no dulce como estamos acostumbrados aquí, y el pollo estaba muy sabroso. A pesar de que estaba bastante llena, no pude evitar pedir un postre, pudding de plátano “al estilo del sur”, y si os gusta lo dulce os lo recomiendo totalmente. El café, según mi novio tampoco estaba mal.
Además, a partir de la 13:00, hay una mujer cantando, e incluso va por las mesas preguntando de dónde eres, cuando nos fuimos estaba empezando a cantar Oh Happy Day. Fue la cuenta más cara de todo el viaje, 48 dólares con propina, pero quedamos muy contentos y lo recomiendo totalmente.



Después de comer, cogimos el metro hasta Central Park, para ver la mitad que nos había quedado del día anterior, y si el otro día me había impresionado, esa tarde me quede totalmente prendada, aún con los árboles sin hoja, como cambia la cosa un cielo azul.
Fuimos caminando hasta el lago de Jackie Onassis y nos quedamos allí un ratito, disfrutando del día, del lago, del ambiente familiar y con vistas a los rascacielos de Manhattan.


Con pena seguimos nuestro camino hasta el Castillo de Belvedere, que también es muy bonito y luego salimos del parque por el Upper West Side, justo donde se encuentra el Museo de Historia Natural, nos apetecía visitarlo, pero ya habíamos visto el de Londres y en este viaje queríamos empaparnos más de las calles, así que también lo dejamos para el futuro.


Aquí teníamos un claro objetivo, ver el Gray’s Papaya. Es un sitio famosísimo por sus perritos y sus zumos naturales de Papaya. Además, sale en una escena de La Jungla de Cristal III, y en Cómo conocí a vuestra madre, en el episodio que celebraban fin de año en una limusina, iban a por unos perritos y zumos de aquí, aunque no se llega a ver el sitio.
Pensábamos que ya se nos habría abierto el apetito, pero de eso nada, así que lo dejamos pendiente para los próximos días.


Vamos caminando hacia el Lincoln Center, y aquí encontraréis una plaza bastante maja con wifi, y sillas para sentaros a descansar.
Aún era temprano para irnos hacia el puente de Brooklyn, así que aproveche para ir a una tienda que había ahí, Bed Bath and Beyond. A mí me gustan mucho las velas y la cosmética, y aunque en España no había encontrado nada sobre esa tienda, resulta que vendían velas Yankee Candle, un montón de cremas que suelo comprar por internet, y además, comida, decoración… De todo vamos.
Después de un largo rato salimos de allí, además de con velas y cremas, unas golosinas que si sois fans de Seinfeld las conoceréis, Junior Mints y Jujyfruits, nos hizo mucha ilusión cuando lo vimos no pudimos evitar comprarlas.

Cogimos el metro y nos fuimos hacia el puente de Brooklyn, y nos bajamos en Fulton St, del lado de Manhattan para cruzarlo andando. A veces leo que hay gente que no lo cruza y va directamente al otro lado en metro, o no lo cruza entero, yo os lo recomiendo al 100%, una imagen super típica de New York, y el Skyline de Manhattan es impresionante, yo creo que las fotos lo dirán por mí. Aquí tuve uno de esos momentos de ser muy consciente de donde estas, y me sentía eufórica viendo el skyline.



Cuando cruzamos a Brooklyn, nos vamos hacia el Dumbo, para hacer la típica foto del Empire dentro del puente de Manhattan, se encuentra exactamente Washington St con Water St.


Después seguimos paseando hasta el Brooklyn Bridge Park, y disfrutamos de las vistas, vamos mirando los mejores ángulos ya que la idea es volver cuando anochezca para hacernos unas fotos con el trípode, para que queden bien yo creo que necesitáis uno o un apoyo al menos.


Decidimos cenar en Grimaldi’s, 19 de Old Fulton St, famosos por su pizza, vamos para allá y… ¡sorpresa! Una cola larguísima, el Juliana’s está al lado y también es muy famoso pero tiene una cola igual de larga.
Al final en 30 minutos estamos dentro, así que bastante bien.
Pedimos una pizza de las grandes, y aunque son muy grandes, la masa es super fina y se puede comer perfectamente, estaba rica, pero bueno las he comido mejores. Creo que pagamos unos 22 dólares con propina y bebiendo agua.

Después de cenar, volvemos hacia el Brooklyn Bridge Park para hacer las primeras fotos, que se corresponden a estas vistas.



Luego nos fuimos hacia el otro lado del puente de Brooklyn, donde hay como una especie de playa pequeña, en el mapa lo encontraréis como Street Park, y estas vistas son las que corresponden.


Quería aclarar esto porque yo iba buscando estas últimas vistas, y creo que se habla más de las otras, y hasta que llegue y lo vi en persona no tuve claro cuál era cuál.
Fueron unos momentos muy especiales, tantos años soñando con viajar al New York y ver ese Skyline nocturno, qué sensación.
Después cogimos el metro y nos fuimos al hotel, sin querer pensar mucho que sólo nos quedaba un día y medio en para irnos.

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Este día no teníamos mucho plan, ya que con el tema del tiempo, lo habíamos dejado así para posibles cosas pendientes y comprar regalitos.
Sólo tenía pensado ir a comer al PJ Clark’s, otro de los sitios famosos de hamburguesas, y ya que estaba cerquita, coger el teleférico a Roosevelt Island, gratuito con la Metrocard. Y si mejoraba el día subir al TOR, cosa que finalmente no pasó, fue una espinita que se me quedó.

Como era muy temprano, decidimos volver a intentar desayunar en el Ess-a-bagel. Llegamos y aunque había cola, no era tanta y no teníamos la prisa del otro día, así que nos quedamos.
Yo desayuné un zumo Tropicana y un bagel de salmón y queso y mi novio café y muffin. Y pagamos la friolera de 18 dólares. La verdad es que el bagel estaba bueno y llenaba mucho, pero me pareció una barbaridad el precio.
Después fuimos un ratito caminando por la Quinta Avenida, para ir a algunas tiendas que se nos habían quedado, como el NBA Store, donde no pude evitar comprar algo para mí y también algún regalito, otra vez Barnes and Noble, otro Best Buy, otra vez Victoria Secret… Si es que no tenemos remedio.



Luego ponemos rumbo hacia dónde se coge el teleférico a Roosevelt Island, como comentaba es gratuito con la metrocard y va por el puente de Queensboro, también bastante televisivo, sale en Solo Casa II, entre otras.
Dura unos 15 minutos el viaje, y cuando llegas, si no te quieres dar una vuelta por la isla, vuelves a subir al siguiente sin más.
Si estáis por la zona y os coincide bien de tiempo no está mal, además podéis ver muy bien el Chrysler Building y el edificio de la ONU.



De vuelta en Manhattan, nos encaminamos ya hacia el PJ Clark’s. Nosotros fuimos al de la 3º avenida con la 51. El local es muy chulo, parece que quieren recordar un poco los años 40. Allí nos sientan en una mesa, y cuando miro al lado, en la mesa de al lado estaba Eduardo Inda… Vaya decepción nuestro primer (y único) famoso en New York… Y yo que iba con ilusión de ver a Samuel L Jackson por ejemplo…
La hamburguesa estaba muy buena la verdad, yo me pedí una normal con patatas, no recuerdo cuál, con patatas y mi novio sólo la hamburguesa, estaban sabrosas pero no eran muy grandes y pagamos casi 40 dólares con la propina, me pareció un poco caro para lo que fue, pero bueno, sobre todo por compararlo con el Jackson Hole, por ejemplo.


Por la tarde nos acercamos hasta Union Square, a ver lo que quedaba mercado y hacer otra paradita a The Strand y Forbidden Planet. Aunque no quedaba mucho mercado, había bastante ambiente, y nos entretenemos bastante observando a la gente que juega al ajedrez.


Como el día no mejoraba para subir al TOR, el resto de la tarde nos dedicamos un poco a callejear por el Midtown, sin mucho rumbo fijo, simplemente disfrutando y viendo el ambiente, y comprando regalos para la familia… y yo aproveche para comerme otro cupcake de Magnolia Bakery, un red velvet, riquísimo.

Acabamos la noche en Times Square, y decidimos ir a lo típico y tomarnos un hot dog de un carrito, la verdad es que eran muy normalitos, pero disfrutando de un grupo de chicos que se pusieron a bailar en medio de Times Square, pues parece que saben mejor. Luego empezó a llover y ya decidimos retirarnos, con bastante pena, en nuestra última noche en New York.

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Hoy era nuestro último día, pero como el vuelo no salía hasta las 21 aun teníamos una mañana por delante.
Recogimos todo, y en el hotel nos guardaron la maleta.
La primera parada era el Book Off USA, la tienda de películas que os comentaba, para las últimas compras, si, somos muy frikis.
Desayunamos en un Pret a manger de al lado, y luego nos fuimos rumbo a Central Park, nos había impresionado tanto que decidimos pasar allí las últimas horas en la ciudad, y además queríamos despedirnos con el Gray’s Papaya.

A la hora de comer para allí nos fuimos, el sitio no tiene para sentarse y es bastante pintoresco. Hay una oferta de 2 perritos y una bebida por 4’95 dólares, más barato imposible. Me sorprendió muchísimo, yo la verdad no soy muy de perritos y no noto grandes diferencias entre unos y otros, y este estaba muy rico, y el zumo, buenísimo, me hubiera bebido 2 más. Sin duda, parada obligatoria. Y encima un precio de risa, vale que no es mucha comida pero vamos…


Luego te tomas y postre y listo, precisamente en esta premisa, yo quería volver a Grand Central, y allí hay otro Magnolia Bakery, así que ultimo cupcake del viaje…
Después nos fuimos hacia el hotel para recoger las maletas e ir hacia el aeropuerto. Os recomiendo ir con mucha antelación, al menos el JFK, hay mucha cola para pasar los controles. Nosotros estuvimos con 3 horas de antelación y bien.
A la ida habíamos cogido la línea Z hacia Jamaica Street, pero el recepcionista del hotel nos recomendó coger la línea A, hasta Howard Beach, que era más rápido y también teníamos parada allí también en Canal Street, y la verdad es que fue más rápido y menos masificado.
En Howard Street tuvimos que volver a pagar los 5 dólares del Air Train, y luego a la terminal.
El vuelo de vuelta fue de noche, nos dieron la cena al subir y luego apagaron las luces, yo me dormí enseguida y me desperté con el olor de cruasanes calientes, se me pasó el vuelo muy rápido y encima te despiertan así, la verdad es que quedamos encantados con Swiss Air.
Nos tocó una escala en Zúrich de 2 horas, y esta se me hizo más larga que el vuelo. Luego para Madrid nos volvieron a dar un bocadillo pequeño y una chocolatina.

Llegamos a Madrid, y fin del viaje. Todo había pasado tan rápido… Pero bueno, habíamos disfrutado mucho de la ciudad y ya hacemos cuentas para volver…

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