El objetivo del día consistía en recorrer una parte de la Serra da Tramuntuna, para ello empezaríamos en Andratx y terminaríamos en Deià, dejando Sóller y Sa Calobra para otro día. En total dedicaríamos 3 días a conocer estos paisajes, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En modo de resumen, la ruta que hicimos por la sierra da Tramuntana fue la siguiente: Andratx, Mirador de Ricardo Roca, Mirador de Es Verger, Banyalbufar, Valldemossa, Sa Foradada y Deià.
La sierra de Tramuntana es una larga cordillera que se extiende de suroeste a noroeste por el reborde occidental de la isla, desde Andratx hasta el Cabo de Formentor con cerca de 90 km de longitud y entre 10 y 20 km de ancho, y con sus cimas de Puis Major(1445 m) y el Manssanella (1340 m).
Comenzamos la ruta por Andratx, un pueblo de interior que sirve de nacimiento de la MA-10, carretera que recorre toda la Tramuntana.
Localización de Andratx.
Aparcamos cerca del actual ayuntamiento, cuya sede se sitúa en el Castillo de Son Moas, una antigua alquería árabe que se convertido en casa señorial con un bonito patio central.
Desde aquí se obtiene una bonita panorámica de los Molinos de Sa Planeta.
y de la villa de Andraxt.
No muy lejos de allí se alza la Iglesia de Santa María de Andratx, considerada como el edificio más importante de la localidad. Originalmente estaba en sentido perpendicular al actual. Destacan sus retablos barrocos dedicados a Santa María, y la obra “Quadre des Moros”, donde se representa el desembarco musulmán en Andratx.
Desde aquí hay buenas vistas de los alrededores.
Bajamos de la iglesia, y nos dirigimos hacia el coche. Andratx no tiene mucho que ver, pero para la ruta que quería hacer empezaba en esta villa, por lo que decidimos pararnos unos minutos para visitar Andratx.
Tomamos el coche, y empezamos el recorrido por la MA-10. A 14 km de Andrtatx, dejamos el coche en el aparcamiento situado junto al Restaurante Es Grau y subimos al Mirador de Ricardo Roca.
En lo alto hay una pequeña ermita.
Desde aquí obtenemos bonitas vistas del paisaje de la Serra de Tramuntana.
Seguimos el recorrido de la carretera, y después de pasar la población de Estencelles, nos detuvimos en el mirador de Es Verger.
Iglesia de San Pedro en Sencelles.
También conocida como la Torre de Ses Ànimes, esta pequeña atalaya de vigilancia se sitúa sobre los acantilados de la costa de Banyalbufar.
Antaño se comunicaba con otras torres similares mediante un sistema de señales de humo durante el día, o de fuego durante la noche.
Es un lugar muy fotogénico, pudiendo contemplar el mar y los acantarados de la costa mallorquina.
Continuamos el trazado de la MA-10 y paramos en el siguiente pueblo, en Banyalbufar. La localidad, cuyo nombre significa “construida junto al mar”, destaca por sus bancales, que forma de escalón te lleva al mar, y por su producción de malvasía, un vino dulce.
Como localidad de montaña que es, presenta grandes desniveles que salvan mediante escaleras de piedra o rampas pronunciadas.
Empezamos la visita por la Iglesia parroquial de la Natividad de María, situada en la plaza de la Villa.
En esta plaza también se halla el Ayuntamiento.
Enfrente se localiza una de las construcciones, más emblemáticas de la villa, la Baronia.
Continuamos por la calle la principal, donde se localizan distintas tiendas de recuerdos.
Desde la vía principal, nos adentramos en las calles empedradas del centro de Banyalbufar.
En el centro no hay ningún monumento destacable en sí, pero sobresale por el conjunto del pueblo.
Nos metimos por unas escaleras que parten detrás de la Iglesia y fuimos dar a un bonito mirador.
Nos fuimos con gran sabor de boca de Banyalbufar y después de media hora de trayecto, llegamos a Valldemossa. Conseguimos aparcar en las afueras, en una zona residencial, para tener que evitar pagar la ORA.
Localización de Valldemossa.
Nada más llegar, me fijé en que muchas casas lucen un azulejo de colores y con una inscripción que reza “Catalina Thomàs, pregau per nosaltres” (Santa Catalina Tomás, ruega por nosotros). Y es que Valldemossa, cuenta con su propia santa, como veríamos dentro de un poco.
Desde el primer momento, Valldemossa nos cautivó, con calles como estas.
Iba siendo hora de comer, y para sanar el apetitivo comimos en un restaurante el menú del día por 12€. Después de una buena comida, retornamos la vista por Valldemosa, y decidimos entrar en La Cartuja, principal monumento de la villa.
El origen del monasterio se remonta al tiempo del rey Jaime II de Mallorca, quien escogió este lugar para edificar un palacio para su hijo Sancho, conocido como el "Palacio del rey Sancho". En el año 1399 se cedió a los frailes cartujos, que fundaron la Cartuja y la habitaron hasta 1835, cuando pasó a manos privadas por la desamortización de Mendizábal.
A partir de desamortización de Mendizábal, sus celdas fueron alquiladas, y ellas vivieron personajes tan ilustres como el músico Frederic Chopin y la escritora George Sand en el invierno de 1838-1839. Chopin compuso allí sus Preludios Op. 28 y Sand escribió Un invierno en Mallorca.
Frederic Chopin.
Además de Chopin, en la Cartuja han pasado temporadas personajes como Jovellanos (preso por cuestiones políticas), Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Azorín…
Después de pagar la entrada, entramos a la iglesia, de estilo neoclásico.
Continuamos por el claustro, una de las partes más antiguas de las edificaciones actuales,
y la antigua farmacia de los cartujos.
También visitamos las habitaciones de la Celda Prioral (capilla, biblioteca, sala de audiencias, dormitorio...) donde se conserva el legado histórico y artístico de los cartujos, mostrando cómo vivían los monjes.
Capilla.
Sala de audiencias.
Librería.
Para poder visitar la celda en la que vivió Chopin hace falta pagar otros 4€, por lo que rechazamos visitarla.
A las 5 de la tarde, en el Palacio del Rei Sancho, se ofrecía de manera gratuita con la entrada un concierto de música clásica de piano de diferentes obras de Chopin. El concierto dura sobre unos 15 min.
De paso aprovechamos para visitar el Palacio del rey Sancho, una lujosa mansión que conserva elementos de la antigua Cartuja, como la escalera de acceso, el claustro y la torre de defensa.
Regresamos a la cartuja, y con la entrada es posible visitar pequeños museos: el Museo Municipal, que acoge una sección dedicada a la antigua Imprenta Guasp, la sala del Archiduque Luis Salvador, la pinacoteca "La Serra de Tramuntana" y una colección de arte contemporáneo.
Pinacoteca "La Serra de Tramuntana"
Colección de arte contemporáneo.
Salimos de la Caruja, y nos encontramos con el Parque Juan Carlos I, un pequeño parque rodeado de diferentes tipos de plantas y arbustos.
Desde aquí nos encaminamos al Mirador des Lleldoners, el mejor mirador de Mallorca. Ofrece buenas vistas de los bancales, jardines, alguna casa ocre y con la Iglesia de San Bartomeu al fondo, nuestro próximo destino. Se llega a él bajando por el Carrer de Jovellanos.
Llegamos a la Iglesia de San Bartomeu, una típica iglesia mallorquina.
Al lado se encuentra la Casa Natal de Santa Catalina Tomás, una capilla sencilla que alberga el documento de beatificación de la santa por el papa Pío VI en 1792; más tarde, en 1930, fue canonizada. Este es el motivo por el que las calles de Valldemossa tienen una placa dedicada a su santa.
Dimos una vuelta por el pueblo, donde nos encontramos con lugares verdaderamente pintorescos.
Me gustó mucho Valldemossa, siendo uno de los lugares imprescindibles en Mallorca. Es pueblo típico de la Serra da Tramuntana, grande y que cuenta con una rica historia.
Abandonamos Valldemossa y pusimos dirección a Sa Foradada, una península de piedra atravesada por un agujero de 18 m de diámetro. Es un mirador situado en un bar, donde se pueden observar buenas vistas de la costa.
Se encuentra en las inmediaciones de Miramar, un monasterio edificado por Ramón Llul para formar a monjes franciscanos que dominasen la lengua árabe con el fin de convencer en su tarea de evangelizar el norte de África. El edificio pasó por numerosas manos hasta que en 1872 fue adquirido por el archiduque Luis Salvador de Austria, que lo restauró y lo transformó en su residencia en la isla.
Otra residencia que pertenecía al archiduque Luis Salvador de Austria, fue Son Marroig.
Continuamos la ruta y llegamos a Deià, otros de los pueblos característicos de la Serra da Tramuntana.
De igual forma que Valldemossa, Deià se convirtió en su día en segunda residencia de escritores, actores y músicos, como el poeta inglés Robert Graves.
Robert Graves
Se puede visitar la casa en la que habitó este poeta inglés, autor de obras como Yo, Claudio; El vellocino de oro… Se encuentra a la salida del pueblo, en dirección Sóller.
Nos adentramos este pequeño pueblo, con lugares tan bonitos como el pequeño Ayuntamiento.
De camino a la iglesia parroquial, nos encontramos con un vía crucis en las fachadas de la casas.
En la cima se halla la modesta iglesia de San Joan Baptista, con un museo parroquial.
Enfrente, en el cementerio, descansa “Robert Graves, Poeta 24-5-1895 – 7-12-1985 E.P.D.”. Su segunda mujer, Beryl Pritchard, falleció en 2003 y fue enterrada en el otro extremo del camposanto.
Dedde aquí hay bonitas panóramicas de Deià.
Después de este pequeño paseo, al ser un poco tarde, decidimos regresar al apartamento en Alaró y dar por finalizada la jornada de hoy. Mañana tocaría un día de playa con los familiares.
El día anterior habíamos ido a la playa con los familiares en Port d’Alcudia, pues ellos tienen una casa de playa. Estuvimos todo el día con ellos, y nos bañamos en la playa de Port d’Alcudia.
Desde mi punto de vista, es la mejor playa de la isla (de hecho Triapdvisor también lo dice); al tartarse de una playa grande, sin aglomeraciones, con el arena blanca y fina, el mar de color turquesa y agua calentita.
El planing del día consistía en visitar el Castillo de Bellver, aprovechando que al ser domingo era la entrada gratuita, y terminar la ruta por la Serra da Tramunta: Sóller, Port de Sóller, Sa Calobra y Monestir de Lluc.
Tomamos el coche y tras de media hora de camino, llegamos al Castillo de Bellver, en Palma. Su rasgo más característico es su trazado circular, siendo de los pocos castillos de Europa con esta extraña forma. También cuenta con una torre redondeada, única en el mundo.
El Castilo de Bellver fue mandado construir por Jaume II en 1300 y fue completado en 10 años. Se concibió como residencial real, aunque solo el rey Sancho (en 1314) y Juan I de Aragón (en 1395) lo habitaron durante cierto tiempo. A partir de la Guerra de Sucesión (1700-1715), el castillo se convirtió en prisión, donde se incomunicó a ilustres personajes como el intelectual Gaspar de Jovellanos. Durante la Guerra Civil Española, fueron encarcelados en Bellver centenares de republicanos defensores del gobierno surgido de las urnas.
Patio.
Actualmente acoge la sede del Museo de Historia de la Ciudad, que repasa la historia de la Palma, desde la Prehistoria hasta la época actual. Es un museo interesante, con varios mapas, cuadros, objetos y figuras de las distintas estepas de la historia expuestas en el museo.
En la planta de arriba acoge diversas salas, como la dedicada a Gaspar de Jovellanos, donde repasa su estadía en la presión.
Mapa de las diferentes secciones de la planta de arriba.
Tamién hay una zona dedicada a esculturas de la antigua grecia.
Lo mejor del castillo son las extraordinarios vistas que se obtienen de Palma, pudiendo distinguir perfectamente la catedral y el Palau de la Almudaina.
También ofrece buenas vistas del muelle de cruceros de la ciudad.
Desde aquí se observa perfectamente le trazado circular del castillo.
Después de unas cuentas fotos, abandonamos el castillo y tomamos el coche en dirección a Sóller.
Localización de Sóller.
Teníamos previsto parar en los Jardines d´Alfabia, pero por falta de tiempo decidimos continuar hacia Sóller.
Tras aparcar el coche en Soller, iniciamos la vista por el Convento de los Misioneros del Sagrado del Corazón.
De camino al centro de Sóller, nos encontramos con la antigua estación de tren, donde llega el tren procedente de Palma.
Desde 1912, un ferrocarril de vía estrecha recorre la ruta de 27,3 km que separan Palma de Sóller, por medio de un paisaje campestre, pasando por 13 túneles, puentes y viaductos. Cuesta unos 20 €, un precio bastante caro para 4 personas, y al disponer de coche alquilado consideramos una pérdida de dinero alquilar el coche y tenerlo un día parado.
Otra de las atracciones turísticas de la población es el tranvía de madera que recorrer Soller y Port de Sóller.
En la antigua estación de tren, se localizan dos salas de exposiciones dedicadas a Picasso y a Miró. La Sala Picasso muestra más de 50 obras de cerámica del autor elaboradas entre 1948 y 1971 con sus temas habituales, como bailarinas, mujeres y toros;
mientras que sala Miró alberga una serie de coloridos grabados del artista catalán, cuyo abuelo materno era de Sóller.
Bajando a 100 metros siguiendo la línea del tranvía, llegamos a la Plaça de la Constitución, la principal de la ciudad.
Entre sus principales monumentos destaca la Iglesia de San Bartomeu, que desgraciadamente la encontramos cerrada.
Barroca principalmente, la iglesia se había construido entre 1688 y 1723 y conserva elementos de su primitivo interior gótico; hasta que en 1904, Joan Rubió, un discípulo de Antoni Gaudí, empezó a trabajar en la reforma modernista de San Bartomeu.
Pegada a la iglesia se halla el Banco de Santander, también obra de Joan Rubió.
En la Plaça de la Cosntitució también podemos contemplar el Ayuntamiento, rodeado de de bares y restaurantes.
Continuamos el trayecto del tranvía, y llegamos al Mercado de la localidad.
Desde aquí parten algunas calles bien bonitas.
Regresamos a la Plaça de la Constitució, donde nos adentramos por Carrer de Sa Luna, la calle comercial por excelencia de la localidad.
A mediados de la calle nos encontramos con Ca’n Prumera-Museu Modernista, ubicada en una mansión modernista. Ofrece un repaso de los pintores modernistas más importantes: Joan Miró, Picasso, Gauguin, Klee…, y de otras obras de Miquel Barceló, Antoni Tàpies y Eduardo Chillida.
Como iba siendo hora de comer, decidimos entrar en una pizzería en la misma Sa Luna. Después de unas buenas pizzas, nos acercamos a Sa Fábrica de Geltas, recomendada por nuestros familiares. Pedimos un helado de dos bolas, y los tomamos en un pequeño patio con algunas mesas.
Tras este delicioso helado, tomamos el coche y nos dirigimos a Port de Sóller, a tan solo tres km de distancia de Sóller.
Es uno de los puertos naturales más abrigados y amplios de Mallorca, y hasta aquí llega el tranvía de madera.
Especialmente en Port de Sóller hacía mucho calor, pasando de los 35 grados, por lo que decidimos dar un pequeño paseo alrededor de la playa d´en Repic.
La población cuenta con las típicas tiendas de cualquier zona de veraneo.
Tras un rato en Port de Sóller, volvimos a tomar la MA-10 en dirección a Sa Calobra, pero de camino nos detuvimos en el Mirador de Ses Barques, a 6 km de Sóller.
Este mirador ofrece fenomenales vistas de Port de Sóller.
Después, la MA-10 se dirige al este para atravesar la sierra de Son Torella y, a 16 km de Sóller, hay una carretera secundaria hacia el norte que llega hacia el punto más elevado de la isla, el Puig Major (1445 m), de acceso prohibido por pertenecer al Ejercito y estar coronado por una base de telecomunicaciones.
Desde allí, la carretera bordeada los emblases de Cúber y Grog Blau.
Embalse de Cúber con el Puig Major de fondo.
Al pasar los encoros, la MA-10 se bifurca y tomamos a la derecha la carretera que baja hacia la Sa Calobra, una playa de cantos rodados y grava. Para acceder a ella hay que recorrer una carretera de 14 km que desciende 900 metros de altura hasta el mar, con doce curvas de 180 grados y, una conocida como el nudo o Nus de Sa Calobra, de 360º.
La carretera está llena de coches, la mayoría de alquiler. La bajada lleva sobre unos 20-25 min, y al llegar abajo hay que aparcar el coche, ya sea un parking de pago o aparcándolo en las cunetas.
Optamos por la segunda opción, y caminamos los últimos 150 metros hasta llegar a la cala de Sa Calobra, de cantos rodados. A cala también se puede llegar por medio de un barco que parte de Port de Sóller.
Continuando hacia el oeste hay un serie de chiringuitos de playa, y siguiendo un poco más se llega al Torrente des Pareis. Para acceder a la playa hay atravesar distintos túneles en la roca, pues la cala se encuentra entre dos paredes de montaña. La cala es muy bonita, pero como playa en sí es incomoda al ser de piedras.
Nos deleitamos contemplando el paisaje, tomando unos granizados en un bar.
Tras un rato de descanso efectuamos la subida con el coche y nos llevaría sobre unos 30 minutos para unos 14 km, recordad que la carretera está llena de curvas y los coches van en filia india unos detrás de otros.
Regresamos a la MA-10 y nos acercamos al Monasterio de Lluc, que desgraciadamente encontramos cerrado. Como era un sitio que teníamos ganas de visitar, nos acercamos de nuevo en la etapa 9, donde explicaré el santuario de Lluc. Tras esta pequeña decepción, regresamos al apartamento en Alaró.
Para el día de hoy teníamos planificado recorrer el noreste de la isla, zona conocida como Península del Llevant. Aprovechamos la mañana para conocer Artà y Capdedpera y la tarde para ir un poco a la playa en Cala Agulla, en Cala Ratjada.
Después de casi 1 hora de camino, llegamos a Artà, una localidad habitada desde la prehistoria, rodeada de yacimiento arqueológicos tan importantes como el de Ses Païsses, situada a las afueras de Artà. De la época talayótica, contiene los restos de un yacimiento de la Edad de Bronce de 3.000 años de antigüedad.
Aparamos sin problemas en Artá, en una calle paralela a la carretera de Manacor.
Localización de Artà en la isla.
Empezamos la vista por el Carrer de la Ciutat, la calle principal de la villa. Se encuentra decorada con lazos blancos, que le daba un encanto especial. A estas horas por Artà hacía mucho calor, por lo que se agradecía la sombra que proyectaban estos lazos blancos.
En esta calle, pasando la Plaza del Conqueridor, se localizan las principales tiendas de Artà.
Al final de la calle, girando hacia la izquierda, llegamos a la Plaça d’ Espanya, sede del bonito ayuntamiento.
En esta plaza también se localiza la oficina de turismo, situada en el Museo Regional d’ Artá, un pequeño museo dedicado a piezas pertenecientes a la Edad de Bronce.
Exterior museo.
Inteiror museo.
Continuado hacia el norte, llegamos a la iglesia de la Trasnfiguració del Senyor, construida sobre los cimientos de una mezquita árabe iniciada poco después de la Reconquista, aunque la fachada data del siglo XVI.
Hay que pagar 1€ para visitar la iglesia, algo que no hicimos.
Desde la iglesia, al encontrarse en una pequeña elevación, se obtienen buenas vistas de Artá. Pero esto solo es el preludio de las panorámicas que se observan desde el Santuari de San Salvador, nuestra próxima parada.
Desde la Iglesia de la Transfiguració del Senyor, 190 escalones conducen por hasta el santuario por el Vía Crucis rodeado de cipreses. El calor se hacía notar; de hecho, nos costó un poco subir las escaleras.
Se trata de un complejo de 4.000 m2 muy restaurado, que posee todos los elementos de una fortaleza medieval, desde torrecillas de piedra que rodean la cima hasta murallas de 1 m de espesor. Las murallas se construyeron en el siglo XIV para proteger el pueblo de ataques piratas o inversiones.
Ahora se pueden ver pasarelas, una sencilla cafetería y una iglesia neoclásica de color salmón, que fue construida en 1832 después de que la modesta capilla anterior fuera reducida a cenizas en una epidemia de cólera.
En esta iglesia me llamó la atención que a ambos lados del altar tienen una escalera que conduce a una virgen, algo típico de las iglesias mallorquinas, como veríamos días después.
El recinto está rodeado de murallas, desde donde se contemplan los tejados del casco antiguo, con aspecto de medina, y los picos accidentados y pelados de la sierra del Llevant.
Vista de la Iglesia de la Transfiguració del Senyor.
Estuvimos un buen rato por el Santuari de San Salvador, cuando decidimos regresar hacia el coche. Al poco de bajar del Via Crucis, nos encontramos con la pequeña Plaça de l’ Aigua.
Pasamos de nuevo por el Carrer de la Ciutat, siempre lleno de vida.
En el planing inicial era acércanos a la Ermita de Betlem, en el Parque Natural del Llevant, pero por falta de tiempo descartamos esta opción; por lo que nos dirigimos a Capdepera, a escasos 10 km de distancia.
Exterior Ermita de Betlem.
Interior Ermita.
A la hora de aparcar en Capdepera no hay ningún problema, cuenta con dos grandes aparcamientos situados en pleno centro urbano.
Localiación de Capdepera en Mallorca.
El principal atractivo del pueblo es su castillo, pero antes de visitarlo nos dirigimos a la Plaza des Sitgar, donde se localiza el ayuntamiento.
También se halla la Parroquia de San Bartolomé, construida en estilo neoclásico para acoger a los fieles cuando la iglesia del castillo se quedó pequeña.
Como iba siendo hora de comer, decidimos comer de tapas en un restaurante, donde disfrutamos de diferentes tipos de pa amb oli.
Tras una buena comida, nos dirigimos al Castillo de Capdepera.
Este castillo amurallado, construido sobre las ruinas de una fortaleza árabe, es uno de los mejores conservados de la isla. Se construyó en el siglo XIV por orden de Jaime II (hijo de Jaime I el Conquistador), quien lo concibió como el límite de una ciudad protegida en una época en que los ataques piratas eran frecuentes.
Vista aérea del castillo.
Con el pago de la entrada (3€), te dan unos folletos que ten guían por el interior del castillo. A la entrada se encuentra las antiguas ruinas de la fortaleza árabe.
Subiendo por una cuesta, se llega a la Casa del Gobernador, donde vivía, como su propio nombre indica el gobernador, cuya función era mantener vigilado el interior de la isla desde allí.
En su interior acoge un pequeño museo dedicado a la artesanía más popular, la obra de palma o llata. Se trata del trenzado de hojas secas de plamito, palmera autóctona de Baleares, un trabajo asociado secularmente a mujeres y cuyos secretos se trasmiten de generación en generación para crear cestas, bolsos y complementos.
Un poco más arriba, se sitúa la Torre de Nunis, la parte más antigua de la construcción musulmana.
A su lado se halla la Iglesia de San Joan, la primitiva de Capdepera. En su interior alberga una imagen de Cristo tallada en madera de naranjo.
Al subir unas escaleras, se obtienen unas espectaculares vistas de toda la zona: de un lado sobresale Capdepera y
del otro la zona de Cala Ratjada, cerca de de la costa.
Estuvimos un buen rato contemplando las vistas, aunque en el castillo calentaba de una manera…
Bajamos bordeando las murallas medievales.
Recorrimos un poco más las ruinas de la antigua fortaleza árabe, y después de unas cuantas fotos, decidimos salir del castillo. Bajamos en dirección al coche, y de camino nos encontramos con alguna calle empedrada.
Llegamos al coche y pusimos dirección a Cala Agulla, en Cala Ratjada.
Cala Ratjada.
Para dejar aparcado el coche, no queda más remedio que pagar el aparcamiento (5€). Cala Agulla es una playa con fina de herradura, de arena clara bañada por aguas de turquesas y bordeados de pinares.
Estuvimos toda la tarde en la playa, y a eso de las 7:30 retiramos y nos dirigimos hacia el apartamento en Alaró.
Jo, que chulada de diario!! Además de un destino nacional tan precioso como son Las Baleares!! Muchas gracias por tu gran aportación, me ha gustado muchísimo. Te dejo mis cinco estrellas compi!!
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