![]() ![]() Azuleando la vida: Patmos, Lipsi e Ikaria ✏️ Blogs de Grecia
Viaje en familia con una niña de 7 años durante 14 días por las islas griegas de Patmos, Lipsi e Ikaria, finalizando en Mikonos para regresar. Julio 2017.Autor: Tesca Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (20 Votos) Índice del Diario: Azuleando la vida: Patmos, Lipsi e Ikaria
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Etapas 4 a 6, total 8
5 de Julio
Es nuestro último día en Patmos, y nos quedan pocos rincones por explorar. El norte lo dejamos, pues el meltemi sopla en esa dirección y no merecen la pena esas playas en días como el de hoy. A primera hora de la mañana vamos a la famosa playa de Petra, situada muy cerca de nuestro hotel, pero enseguida observamos que, aunque a primera hora de la mañana está vacía, se trata de una playa urbanizada y cercana a hoteles, y no va a ser nuestro estilo de playa. Por ello, decidimos ir a las playas Didimes Paralies, conocidas como las playas gemelas, por tratarse de dos playas iguales. Nosotros elegimos una de ellas y nos resulta encantadora. El acceso está un poco escondido, pasando una puerta que parece ser propiedad privada, pero enseguida se encuentra el camino que lleva a la playa gemela. La comida de hoy es en la pizzería "Sagitarius”, invitados por Dimitris. Nos sorprende gratamente, pues en el menú hay bastante comida griega, y nos sabe todo muy rico: dakos, calamares fritos, mousaka, fix, vaso de vino y zumo. Comemos muy bien. Gracias Dimitris por el detalle. Vamos al hotel a darnos los últimos baños y recoger el equipaje. Giorgia nos ha dejado la habitación hasta las 16:00, lo que nos resulta comodísimo para darnos una ducha y cambiarnos antes de ir al puerto a coger el barco. Abandonamos con nostalgia el hotel “9 Muses”, un lujo y una verdadera preciosidad. En Sakala entregamos el coche y nos dirigimos al puerto a esperar a nuestro barco, que va con un retraso de media hora debido al viento. Finalmente a las 18:00 llega el ferry de Anek Nissos Rodos, que nos lleva a la isla de Lipsi en 45 minutos y nos ha costado 15€ a los tres. Hacemos el viaje en cubierta, despidiendo a Patmos, con su monasterio y sus molinos, que se ven aún desde la lejanía. Algo antes de las 19:00 estamos en la pequeña isla de Lipsi, donde nos recibe el taxista del hotel Nefeli, situado en Kampos, a unos minutos del puerto. Él es italiano y muy amable, y al llegar, nos presenta a Vivi, recepcionista del hotel, quien nos trae un pequeño cocktail de bienvenida que nos tomamos en la terraza del bar, mirando al mar y dialogando con ella sobre las posibilidades de organizar nuestros dos escasos días en la pequeña isla de Lipsi. El pequeño problema es que teníamos prevista para mañana la excursión en barca con Rena, que visita diferentes islotes inaccesibles, además de la isla de Arki, pero la excursión no va a salir a causa del viento, y tenemos que ver la mejor manera de organizar nuestro único día completo en Lipsi, sin disponer de coche. Realmente en Lipsi no hay apenas coches de alquiler y yo había desechado esa idea, porque, al ser tan pequeña la isla y querer realizar la excursión en barco, no lo vi necesario. Se nos hace un poco tarde charlando allí pues Vivi es encantadora y el espacio, también. Ello, unido a un molesto dolor de muelas, nos hace decantarnos por una cena sencilla en el hotel, sin necesidad de acudir a cenar al puerto. La terraza del bar es un lugar muy agradable, y la propuesta que nos hacen de cena nos resulta atractiva, por lo que decidimos quedarnos allí: ensalada griega, enorme plato de pasta con frutos del mar y agua: 20€. Hemos cenado fenomenal y tenemos ganas de acostarnos en el apartamento Nº 2, que es un estudio delux. Una vez más, nos dan un estudio de categoría superior al reservado, pues es un poco más grande, con zona de estar separada, y mejores vistas al encontrarse más alto. Una verdadera maravilla el lugar y el trato recibidos. 6 de Julio Amanecer en el Nefeli de la isla de Lipsi resulta simplemente encantador. Se respira paz frente al mar azul, y esa preciosa terraza para desayunar no puede ser más agradable. Desayuno bufet sencillo y completo a la vez, con macedonia de frutas, zumos, panes variados, croisants, pequeños pasteles de bollería casera, yogur, café, leche, infusiones, queso, jamón, huevos cocidos… Todo lo necesario para comenzar el día con energía y explorar algunas de las playas más bonitas del Egeo. Definitivamente la excursión del Rena´s boat no realizará su salida a causa del meltemi, por lo que nos toca explorar las playas de Lipsi por nuestra cuenta, ¡y sin coche! Vivi nos propone una excelente solución: nos presta su coche para el día de hoy. Increíble. Esto solo me ha pasado en Grecia. Sin duda, es de agradecer tal ofrecimiento. Las playas que más me atraen son las del este de la isla, y para acceder a ellas hay que llegar al pueblo de Lipsi y seguir las indicaciones. Tenemos muchas ganas de conocer Monodendri, la famosa playa del arbolito que hemos visto en gran cantidad de fotografías, pero por su situación, parece estar muy expuesta al viento, así que nos decantamos finalmente por Hohlakoura, una playa encantadora, y más aún si se llega hasta la pequeña cala de la cueva formada por rocas, que hacen de ella un lugar especial. Pasamos la mañana en esta playa de piedritas tomando el sol, bañándonos, atravesando la cueva buceando y con alguna pequeña salida a hacer snorkel. De Hohlakoura vamos al puerto de Lipsi, donde enseguida encontramos una de las tabernas que nos ha recomendado Vivi para comer, “Calipso”: berenjenas con queso feta al horno, pasticcio, mejillones gratinados, Fix y agua: 26€. Excelente el lugar, excelente la comida. Aprovechando que tenemos el coche, nos disponemos a explorar las playas de la zona oeste de la isla, a la que llegamos casi sin darnos cuenta, pues la isla tiene 17 Km2. En primer lugar vamos a Kato Kimisi, pero la vemos un poco descuidada y abandonada, por lo que no nos convence. Finalmente nos quedamos en Platis Gialos, una playa con unos colores azules turquesas en diferentes tonalidades realmente increíbles. Un lugar perfecto para pasar la tarde. Poco antes de las 6 de la tarde, nos dirigimos al pueblo a buscar la gasolinera, donde reponemos el combustible gastado aproximadamente, y de paso fichamos el sitio en el que queremos cenar, que está en el puerto, muy cerca de la gasolinera. Vamos al hotel, entregamos el coche y nos duchamos y vestimos para salir a pasear por el pequeño puerto. Es un lugar realmente entrañable y muy cuidado, rodeado de barquitas de diferentes colores que le dan un encanto especial. Ello acompañado de diferentes tabernas con pulpos secándose el sol, y al fondo la bonita iglesia con sus dos torres con cúpulas azules, hacen de Lipsi un enclave de lo más agradable para pasear. Hay que bordear el puerto hasta el final para encontrar el otro restaurante recomendado por Vivi, donde disfrutamos de una excelente cena junto al mar. “Karnaggio”: ensalada griega, pulpo al grill, pescado el día (atún a la brasa acompañado de arroz), Fix, Copa de vino, naranjada y tres ricos postres de regalo (pastelitos de pan con mermelada de fresa): 31€. Sin duda, un bonito final de un precioso día. Etapas 4 a 6, total 8
7 de julio
El despertar es igual de maravilloso que el de ayer en el hotel Nefeli, con su terraza, su desayuno… excelente. Hoy no tenemos coche y solo tenemos medio día, pues por la tarde cogemos el ferry para cambiar de isla. Hay autobuses que salen del puerto para dirigirse a algunas playas, pero sus horarios son bastante limitados, por lo que optamos por acudir andando a la playa de Katsadia, y regresar en taxi. Vivi nos prepara el regreso, dándonos el teléfono del taxista y avisándole de que le llamaremos después de comer para que vaya a recogernos. Todo está organizado y nuestro equipaje se queda en la recepción del hotel. El camino a Katsadia sale del pueblo de Lipsi y es sencillo, a pesar de que las indicaciones brillan por su ausencia, pero por orientación, es bastante intuitivo, y nos aseguramos de que vamos por el camino adecuado, preguntando en un par de ocasiones a los paisanos que nos encontramos por allí. En media hora aproximadamente estamos en las playas de Katsadia y Papandria, y optamos por quedarnos en esta última, ya que la vemos más salvaje. Hoy comemos en la taberna de la playa de Katsadia, “Dilaila”. Se trata de un lugar de comida más selecta y elaborada que otros de los encontrados frente a las playas, y comemos de maravilla en un bonito entorno, bajo los árboles, con sillas de colores y frente al mar: saganaki con miel y sésamo, berenjenas con tomate al horno (plato del día), espagueti con verduras + carne + queso, Fix y postre de la casa, que es un excelente yogur aderezado con naranja y miel: 31€. Al finalizar, pedimos al camarero que llame a nuestro taxista, y en cinco minutos está recogiéndonos para llevarnos al hotel. Allí recogemos nuestro equipaje y nos despedimos. Nos da pena abandonar Lipsi; se nos ha hecho muy corta la estancia y pensamos que volveremos algún día a esta maravillosa isla. Son las 15:15 cuando abandonamos el Nefeli en la furgoneta del hotel para llegar al puerto de Lipsi. Vamos tranquilos pues el ferry viene con algo de retraso. Se trata del Dodekanisos Pride de Dodekanisos Seaways, un ferry de los rápidos. Prefiero ferry lento, pero en este caso no había otra opción. Nos ha costado 65€ en total (la niña siempre paga la mitad). En 1 hora y 30 minutos estamos en el puerto de Agios Kirikos de la isla de Ikaria, donde nos esperan con nuestro coche de alquiler los de la agencia de Ikaros Holidays. El coche es un sencillo que nos ha costado 25€/día: 150€ en total los 6 días. El chico de la agencia de alquiler nos indica la manera de encontrar nuestro hotel, “Pyrgos”, que se encuentra en lo alto del pueblo de Agios Kirikos. Realmente en hotel está en un alto y la subida asusta un poco entre callejuelas tan estrechas, pero se trata de un lugar tranquilo y muy muy agradable. Realmente no encontré otro hotel o apartamento que me convenciera en esta zona de la isla. Al llegar a “Pyrgos” somos recibidos amablemente por la dueña del establecimiento, quien nos acompaña a nuestro apartamento denominado “Pisina” y cuyo nombre no puede estar mejor puesto, ya que se encuentra literalmente al borde de la piscina del hotel. El desayuno no está incluido en el precio, y finalmente optamos por tomarlo por nuestra cuenta en la terraza, ya que no lo sirven hasta las 9 de la mañana y para nosotros es un poco tarde. Salimos al pueblo a comprar desayuno para los tres días que estaremos en este hotel, así como algo de cena para tomar en el apartamento. Compramos leche, café, zumos, cereales, pan, bollería, miel, cervezas, tomates en el súper (24€) y unos gyros en un local muy bonito donde nos los hacen al momento, acompañados con lechuga, tomate, patatas y salsa Tzatziki:6€. La bajada al pueblo andando es más fácil de lo que parece, aunque la subida con las bolsas de la compra se hace más cuesta arriba, pero enseguida damos con el camino adecuado para llegar sin problemas. La cena en la terraza resulta tranquila y agradable, entre el mar y las montañas, y enseguida nos acostamos para coger fuerzas para comenzar a explorar esta nueva isla. 8 de julio Tras un agradable desayuno en la terraza de nuestra casita “Pisina”, nos montamos en el coche para comenzar a explorar las playas de la zona. La franja que va desde Agios Kirikos hasta Faros, tiene varias playas que parecen ser interesantes y decidimos ir viendo hasta decidir en cuál nos quedamos. Hoy aún hace viento, por lo que habrá que elegir alguna resguardada. Paramos en Anefanti, pero no nos convence, y continuamos hasta Kerame, que nso gusta algo más. Pero finalmente nos quedamos en la playa que está junto a ésta, cuyo nombre desconocemos. Dejamos el coche junto a la carretera y bajamos por un caminito de fácil acceso en menos de 10 minutos. La playa es preciosa y pasamos una mañana estupenda, solos. De allí nos dirigimos a comer a Faros, una zona de playa urbanizada con algunas tabernas, cafés y alojamientos. La playa es larga, de arena y más normal, aunque también bonita. Pensaba encontrarme más gente en Faros, pero realmente se respira un ambiente de tranquilidad. Encontramos dos tabernas juntas y decidimos probar la primera, donde comemos fenomenal. “Leónidas”: hojaldres de queso, mousaka, calamares, Fix, agua y sandía de obsequio: 23€. Después de comer nos damos cuenta de que, al ser en esa isla el agua potable, no es necesario pedirla en los restaurantes, pues la ponen gratis. Pero la botella nos viene fenomenal para ir rellenándola. Después de comer nos vamos al hotel a descansar, pues la niña lleva varios días sin siesta y necesita descansar un poco. Lo peor del hotel es el acceso por la subida entre callejuelas con un coche tan básico, pero una vez allí, se está de maravilla. Mientras la niña duerme, nosotros piscina y gimnasio, que está todo junto al apartamento. Y después ella disfruta de la piscina, que increíblemente está vacía y parece que fuera solo para nosotros. Una tarde estupenda de relax. Hoy salimos a pasear y cenar a Agios Kirikos, un pueblo muy tranquilo y nada turístico, lo que nos sorprende al ser la capital y puerta de entrada a la isla con uno de sus puertos. Al bajar desde el hotel, vemos la iglesia y después paseamos por la zona del puerto y las cafeterías. Enseguida encontramos la taberna que llevo apuntada en mi guía, cuyas mesas están todas en la calle, bajo una parra, lo que hace de ella un lugar muy agradable. Realmente el personal es amable y la comida muy casera. Totalmente recomendable. “Klimataria”: dakos, briam, calamares fritos, fix, copa de vino y zumo de frutas: 27€. El paseo subiendo entre callejuelas es perfecto para bajar la cena, y enseguida nos vamos a dormir. Etapas 4 a 6, total 8
9 de julio
Hoy ha bajado la intensidad del viento, tal y como indicaban las previsiones, y nos dirigimos a las playas del nor-este. Para llegar a Iero hay que pasar el pequeño aeropuerto de la isla y se accede fácilmente. Tiene una gran cueva que puede haber sido el templo de Dionisyos y nos dirigimos a buscarla en la parte derecha de la playa. El camino es muy bonito y la cueva está llena de estalactitas. Al regresar a la playa decidimos que no nos quedamos, pues, a pesar de haber bajado la intensidad del viento, el mar está algo movido. Vamos entonces en busca de la playa de Agios Giorgis, que está más resguardada, en el extremo oriental de la isla. El acceso a Agios Giorgis es más complicado pues hay que conducir por una pista muy estrecha cruzando los dedos para que no venga ningún coche de frente. Una vez aparcado el coche, hay que recorrer un camino de bajada hasta la playa; tardamos unos 20-25 minutos. El camino es muy agradable junto al mar, viendo de frente la torre de Drakano y algunas preciosas calas en las que dan ganas de quedarse, pero preferimos continuar hasta Agios Giorgis. Una vez que se llega a la iglesia del mismo nombre, sen encuentra el caminito de bajada a la playa y la vista desde arriba es una preciosidad. Se trata de dos bahías separadas por unas rocas, y la arena es dorada y fina. Tras la caminata, lo primero que apetece es darse un baño en esas cristalinas aguas. ¡Qué bien se está! Pasamos media mañana solos, y bastante avanzada la mañana, llegan un par de grupos de personas, pero sigue reinando la calma… De regreso vamos a comer a Faros y decidimos probar la taberna que está al lado de la que comimos ayer y nos gusta incluso más. “Miltiades”: bolitas de calabacín, pasticcio, mejillones al grill, Fix: 22€. Es nuestro último día en esa zona de la isla y nos quedan algunas cosas de ver por allí, por lo que continuamos ruta sin parar en el hotel. En primer lugar vamos a la playa de Nealia, y nos encanta. Es larga, de arena y con unas rocas en el centro, y sus aguas son cristalinas, entre azul y verde. Parece mentira que siendo las 4 de la tarde estemos solos. Un poco más tarde, llega una pareja, y nadie más… Una maravilla… De camino al hotel, paramos en el pueblo de Therma. Se trata de un pueblo balneario, conocido desde la antigüedad por sus aguas minerales termales radiactivas terapéuticas. Hay varias cafeterías y tabernas, y en una de ellas preguntamos por los famosos manantiales, que están allí mismo, cerca de la plaza central. Cuando llegamos, acaba de llegar un grupo que está haciendo fila para meterse, pues el espacio es pequeño. Así que decidimos no quedarnos, aunque al menos los hemos visto. Al entrar a Agios Kirikos, paramos a comprar unos gyros para cenar en el apartamento y una vez allí, nos damos un baño en la piscina, ducha y cena estupenda en la terraza. 6€. 10 de julio Hoy abandonamos el hotel de Agios Kirikos. Lo hacemos prontito pues tenemos un largo recorrido a la playa Seychelles. Esta playa es conocida por ser la más bonita de la isla y tengo muchas ganas estar allí y ver si es tal y como la he visto en las fotos. La playa está en el sur, junto al puerto de Manganitis, y se tarda 45 minutos desde Agios Kirikos. El camino es fácil, siguiendo las indicaciones hacia Manganitis, y pasado el túnel, enseguida se encuentra la explanada donde dejar el coche; solo hay un coche, por lo que la playa promete… La bajada es empinada entre rocas y en 10-15 minutos vemos ante nuestros ojos la playa más increíblemente bonita que hemos visto nunca. Agua azul en todas sus tonalidades, desde el turquesa hasta el más oscuro mirando al horizonte. Alrededor formaciones rocosas enormes en tonalidades claras, formando algunas cuevas, creando todo ello un entorno maravilloso. Solo hay una pareja tumbada en la sombra de una cueva, y podemos hacer un montón de fotos espectaculares. El lugar es verdaderamente mágico. Parece ser que desde el puerto de Manganitis salen barcas que llevan a la playa, y se nota a partir de las 11:30, pues empieza a llegar gente. No demasiada, pero la suficiente para que se pierda el encanto que tenía la playa dos horas antes. A la 1 de mediodía decidimos ir a Manganitis a comer, sabiendo que volveremos a Seychelles, pues aún nos quedan tres días en la isla de Ikaria. Al llegar a Manganitis hay que bajar hasta el puerto por una empinada carretera, y una vez allí se pueden ver dos tabernas. Nos quedamos en la que estábamos buscando y es todo un acierto. No solo el lugar es encantador, en lo alto, frente al mar, sino la comida, es excelente. “Santo Gialo Kanei… Fourtouna”: soufiko, mejillones saganaki, calamares fritos, Fix: 23€. Nos encanta este lugar. Repetiremos, también… Con las pilas cargadas, emprendemos la ruta hacia el norte de la isla, a Armenistis, donde se encuentra el hotel donde pasaremos las tres próximas noches. Tenemos un trayecto de otros 45-50 minutos atravesando el interior de la montañosa isla de Ikaria. Al llegar a la zona norte, observamos mucho más movimiento que en la zona sur de la isla y más ambiente de playas urbanizadas. Es sencillo encontrar nuestro hotel en Armenistis, “Cavos Bay”, situado como su nombre indica, en un cavo sobre el mar. Nos resulta un poco extraña la llegada a este hotel pues no es el estilo griego al que estamos acostumbrados. Es más grande y con más habitaciones, y el ambiente es más de hotel de playa. Tenemos reservado un estudio con vistas al mar y nos dan una habitación bastante pequeña en la planta baja, con un montón de árboles que nos impiden ver el mar. Lo cierto es que la habitación no nos gusta y vamos a recepción a preguntar si hay otra mejor. La chica nos dice que sí y nos deja la llave para que veamos si nos gusta más. Y en efecto, nos lo quedamos. Ahora estamos en la segunda planta, en un estudio espacioso, con zona de estar separada y una terraza con mesas, sillas y hamacas y con vistas a las piscinas y al mar. Ya más contentos, bajamos a darnos un baño en la piscina pequeña que es de agua salada y tiene un chorro-cascada que la hace muy agradable. Aquí no estamos solos, hay más ambiente, pues se trata de un hotel más normal. Pero estamos muy a gusto. Por la tarde-noche salimos a pasear por el pueblo de Armenistis y buscamos un lugar para cenar. Realmente el puerto es pequeño; hay algunas tiendas de detalles y pocos restaurantes. Aun así, no encontramos el que buscamos y tenemos que preguntar. Nos dicen que hay que atravesar la playa de Livadi para llegar, y la verdad que tiene mucho encanto. Nos quitamos las sandalias ya vamos paseando por la arena. Apenas hay gente ya en la playa y se está poniendo el sol. El entorno es precioso y la cena, también. “Atchatas”: ensalada griega, gemistá, calamares fritos, Fix, vino y naranjada: 23€. Todo excelente y la ración de calamares enorme. El regreso al hotel junto al mar al anochecer es muy bonito. En la zona norte hay varios ríos que llegan a la playa y en este, encontramos un montón de tortugas y podemos coger una. Un final de día bonito y divertido. Etapas 4 a 6, total 8
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