Ruta por el oeste americano. ✏️ Blogs de USA

Suena el despertador a las 5:15 de la mañana, cuatro horas de sueño. Ayer no debimos salir hasta tan tarde, pero ya no hay remedio. Realizamos el check out en el hotel New York y ponemos rumbo a la Presa Hoover. El trayecto es corto y como truco diré que el parking que está justo después de pasar la presa es gratuito, por lo que no merece la pena pagar los 15 dólares que cuesta el que está justo antes de la presa. Son las 6:30 de la mañana y somos los únicos visitantes junto a un padre y su hijo. Es impresionante y el puente que acaban de hacer justo enfrente es una pasada. Merece mucho la pena hacer esta parada.




Ponemos rumbo al Gran Cañón y el día se va poniendo cada vez más gris. La verdad que nos preocupa un poco esta situación, ya que si llegamos allí y las nubes o niebla nos impiden verlo sería una auténtica faena. Por suerte, el planning del viaje está ideado para que la vuelta de Monument Valley a Las Vegas pueda hacerse por el Gran Cañón, por lo que si ese día no podemos visitarlo tendremos otra oportunidad.

Llegamos al parking del Gran Cañón sobre las 11 de la mañana y el día está muy cerrado. En ese momento decidimos ir hacia Yaki Point, ya que esa zona se ve mucho mas despejada. Esto nos penaliza bastante, porque creo que lo ideal es ir hasta Hermits y comenzar a bajar primero con la línea roja y luego con la azul y verde. Para las 13:00 no hay ni rastro de la niebla y podemos vislumbrar el Gran Cañón en todo su esplendor. Es inabarcable, inmenso. Realmente el paisaje es tan inmenso que cuesta apreciar toda su magnitud. Cuando comenzamos a realizar el recorrido de la línea roja, ponemos en práctica lo que creemos que es una manera muy interesante de ver el Gran Cañón: algunos miradores los hacemos andando, ya que apenas están a 1km de trayecto entre sí y otros los hacemos en bus. Lo que sí es cierto es que cuando has visto varios, el paisaje es muy similar.




Una vez visto todo, cogemos el coche y nos dirigimos por Desert View hasta Navajo Point. Llegamos al atardecer y el espectáculo es impresionante. El cañón ha ido cambiando de color según avanza el día y a cada momento es más especial.

Después de un rato contemplando las vistas, decidimos poner rumbo a Page. Son las 19:30 y aún nos quedan al menos dos horas de coche, por lo que el trayecto se hará largo.
Para las 22:00 llegamos a nuestro hotel Super 8 Page, hacemos el check-in y nos vamos directos a dormir sin ni siquiera cenar. Ha sido un día agotador, pero increíble.

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Hoy es uno de esos días marcados en el calendario, estamos deseando conocer los tres sitios a los que nos dirigimos y tenemos la sensación de que no nos van a defraudar. Page es un pueblecito pequeño, pero muy bien situado, por lo que nuestra primera misión tras desayunar en el hotel es acercarnos a conocer el Horseshoe Bend. Son las 8 de la mañana y, aunque parezca pronto, en USA amanece temprano, por lo que nos parecía una buena hora para ir hasta allí. Una vez aparcas, no está lejos, pero es importante saber que puede hacer muuucho calor, por lo que no os olvidéis del agua.


Cuando llegas, las vistas son espectaculares, aunque si no os gustan las alturas, no os arriméis mucho al borde… asusta bastante. Nuestro siguiente destino se encuentra a 10 minutos y es el punto de quedada de los Navajo Tours que nos llevarán a nuestra visita al Antelope Canyon. Es pronto, pero decidimos ir a canjear los tickets comprados por Internet, así que llegamos a las “casetas/oficinas” de los Navajos, pagamos los tickets y nos asignan un horario para montar en el camión que te transporta. Como nos queda más o menos una hora para comenzar, aprovechamos para pasarnos por el Wallmart que se encuentra a unos 10 minutos y realizar una compra importante para los próximos dos días. Ya tenemos nuestra neverita cargada y nos dirigimos de nuevo a las oficinas de los Navajo Tours, donde una chica muy simpática (Rihanna) nos realiza la guía por el cañón.


He de decir que la experiencia es bastante pintoresca, primero te meten en una camioneta sentado en la parte trasera para recorrer unos 15 minutos por el desierto hasta llegar al cañón, todo un show. El interior del cañón es estrecho, pero lo que ves allí es una pasada, las formas creadas por la erosión son preciosas. El tour es prácticamente íntegro orientado a la fotografía: te dicen cómo configurar la cámara, cómo y desde dónde sacar las fotos… Quizás eso le resta majestuosidad a la experiencia, por decirlo de alguna manera, pero sin lugar a dudas el sitio es único.

Una vez terminado el tour, nos dirigimos a Monument Valley. El trayecto es de dos horas aproximadamente, incluyendo una pequeña parada a comer lo que previamente habíamos metido en la neverita de corcho.


Monument Valley no es un Parque Nacional, sino un Parque Navajo, así que al llegar allí tendrás que pagar, independientemente de si tienes el pase anual de parques nacionales. Nosotros hace meses que planeamos este viaje y barajamos las diferentes opciones de alojamiento. Dentro del parque de los navajos hay un hotel llamado The View, que, como su nombre indica, tiene unas vistas impresionantes del Monument Valley. Aparte del hotel, cuenta con un conjunto de unas diez cabañas situadas todavía más cerca de las rocas gigantes. Al final entre una habitación de hotel y una cabaña Premium no había mucha diferencia dentro de la gran inversión que supone este hotel y decidimos quedarnos en una de las cabañitas.


Es importante saber que el check-in en estas cabañas no se puede realizar hasta las 16:00, así que si llegáis antes no perdáis el tiempo en recepción. Por cierto, la recepción no es la del hotel, justo antes de entrar a la zona de cabañas tienen una cabaña que utilizan de recepción. Nosotros como llegamos sobre las 15:00 nos vamos directos a visitar el parque.


De todo el viaje creo que es lo que más nos gustó. Es un lugar inmenso, con esas formaciones gigantes… Realmente es tan diferente a todo lo visto anteriormente que impresionan. Es de esos lugares que sabes que son especiales, que transmiten. Iniciamos la ruta y nos quedó claro el porqué la inversión en el SUV de alquiler era acertada. La carretera es mala y está llena de arena. De hecho, vimos varios coches atascados en mitad del camino. Si vais a visitar Monument Valley os diría que es imprescindible un SUV o por lo menos cuando nosotros fuimos lo era. Sí que es cierto que vimos zonas donde estaban rellenando los baches, por lo que igual a estas alturas la carretera está algo mejor.
El recorrido es circular y es muy fácil seguirlo. Durante todo el camino hay puestos de artesanía con cosas muy chulas hechas a manos por los indios navajos. Las fotos son impresionantes y lo que en otros parques es un paseo, aquí se convierte en toda una aventura.

Sobre las 17:30 terminamos el tour y nos dirigimos a la cabaña. Nuestra idea era dejar las cosas e ir a dar una vuelta hasta el atardecer, pero una vez llegas a la cabaña, esta te atrapa. Las vistas, el silencio, una ducha, una cerveza fría y un poco de relax… Nos pasamos casi dos horas sentados allí observando el paisaje, sin decir ni una palabra, y se me hizo hasta corto. En serio, lo de las cabañas es una pasada. La nuestra era la número 22 y tenía una vista perfecta del valle. No recomendamos las cabañas que están en segunda línea, ya que lo que ves delante son las cabañas de primera línea que te impiden una vista limpia, por lo que en ese caso creemos que se ve mejor desde las terrazas de las habitaciones de hotel.


Como curiosidad diremos que un turista decidió ponerse en primera fila a hacer fotos, por delante de las cabañas de primera línea. Nuestro vecino de cabaña le “invitó” a irse y el razonamiento fue bastante lógico: he invertido mucho dinero para tener estas vistas y no quiero ver delante a una persona sentada haciendo fotos. Lo increíble del sitio es que solo contemplas naturaleza, nada más. Si se os pone alguien delante, no le dejéis. Es un momento único en vuestra vida por el que habéis pagado una pasta. Una vez se hizo de noche, cenamos unas ensaladas que estaban perfectamente frescas gracias a la neverita de corcho y a dormir.

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Madrugamos para ver el amanecer, que es otro espectáculo similar al atardecer. Desde la cama miras por la ventana y ves esa maravilla. En serio, una pasada. Cuando terminamos de ver el amanecer y de desayunar, recogemos y nos acercamos a la tienda de recuerdos del hotel, ya que nos han dado un descuento de 20$ en cualquier compra. Está genial, porque compramos un regalo que marcaba 50$ y estaba rebajado al 50%, añadiendo el descuento se quedó en… ¡5$!




Montamos en el coche y ponemos rumbo al Forrest Gump Point. La verdad es que nos pillaba un poco a desmano, pero al final son 40 minutos extras al coche por una vista y un lugar súper chulo. De hecho, creo que es una de las mejores fotos que hemos hecho de todo el viaje, así que os lo recomiendo. Para estas alturas ya nos vamos dando cuenta de la kilometrada tremenda que supone este viaje. Se hace cómodo, pero creo que es imprescindible que seáis al menos dos conductores, para uno es una locura.


El GPS insiste en mandarnos por el camino por el que vinimos, pasando de nuevo por el Gran Cañón, pero decidimos que, aún siendo más largo, preferimos la ruta por la parte superior para pasar por un sitio distinto. Al cabo de varias horas de trayecto entendimos el porqué de la insistencia del GPS… ¡De repente nos adentramos en otro Parque Nacional! Sabíamos que la ruta pasaba por allí, pero pensábamos que no era necesario atravesarlo. Así que tras efectuar el pago de la tarifa habitual terminamos visitando Zion.


En este momento nos permiten hacer un “upgrade” a la tarifa anual de parques nacionales, ya que al final visitaríamos tres: Gran Cañón, Yosemite y Zion. La entrada a cada parque nacional cuesta 30 euros y el pase anual sale 80 euros, así que compensa pillar el anual si vais a visitar más de dos parques.

He de decir que esta parte del viaje fue quizás la que más disfrutamos. Te encuentras en auténticos pueblos del interior de Estados Unidos en los que realmente ves cómo es el país. No son zonas turísticas y disfrutamos un montón de experiencias, como hacer la compra o parar en un parque en mitad de Utah para comer unos bocadillos.

Sobre las 16:00 llegamos a Las Vegas y vamos directos al cartel de Welcome to Fabulous Las Vegas para hacernos la foto oficial. Es una turistada, pero mola . Después de hacer una cola de 20 minutos bajo un sol tremendo y hacernos las fotos de rigor, vamos a la oficina de Alamo situada en el Aeropuerto (a escasos 5 minutos del cartel de Las Vegas) para devolver nuestro coche. El proceso tanto de alquiler como de devolución nos pareció súper eficiente. Bueno, en general, el país es muy eficiente, todo muy organizado y con los tiempos y procesos muy bien marcados.

Una vez entregado el coche y abandonada nuestra neverita de corcho que tan buenos momentos nos ha dado, cogemos un taxi para ir directos a nuestro hotel: El Flamingo.
El hotel está bastante bien, buena ubicación, el check-in es muy rápido pese a que hay una larga fila y la habitación asignada en la planta 14 con vistas al Bellagio y al Caesar es una pasada. Una de las mejores habitaciones de todo nuestro viaje en relación calidad-precio. Nuestro plan es relajarnos en la piscina del hotel hasta la hora de la cena que tenemos pensado ir al Holsteins en el Hotel Cosmopolitan.



En Las Vegas las piscinas tienen un horario algo limitado y cierran a las 19:00, por lo que rápidamente nos ponemos el bañador y bajamos a la piscina. Aquí flipamos un poco, es como una discoteca pero en el agua. Música, DJ, chicas bailando, gente bebiendo dentro del agua… Se está realmente bien, no es algo relajante, pero sí muy divertido.

Por la noche fuimos al Holsteins. Habíamos leído en TripAdvisor buenas opiniones y no nos defraudó. La comida está muy buena, pero lo de los batidos es tremendo. Como consejo os diré que con una hamburguesa y un batido a medias, cenaréis dos perfectamente. Nosotros cogimos dos hamburguesas y al final no podíamos ni movernos.

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