![]() ![]() Alaska por tierra, mar y aire ✏️ Blogs de America Norte
Algo más de tres semanas recorriendo Alaska por libre en caravana y crucero de vuelta a Vancouver en junio de 2018.Autor: Chufina Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (33 Votos) Índice del Diario: Alaska por tierra, mar y aire
01: Preparativos
02: Prólogo y epílogo: Vancouver
03: 4 de junio. Arrancamos!
04: 5 de junio. Camino de Valdez
05: 6 de junio. Crucero por el Prince William Sound
06: 7 de junio. Rumbo a McCarthy
07: 8 de junio. McCarthy / Kennecott y vuelo escénico
08: 9 de junio. Glacier hike y vuelta a la civilización
09: 10 de junio. Denali Highway
10: 11 de junio. Llegamos a Denali National Park
11: 12 de junio. Denali NP: Bus a Wonder Lake
12: 13 de junio. Denali NP: Disco hike
13: 14 de junio. Rafting y Parks Hwy
14: 15 de junio. Bueyes almizcleros y el diluvio universal
15: 16 de junio. Crucero por Kenai Fjords National Park
16: 17 de junio. Harding Icefield y Sterling Hwy camino de Homer
17: 18 de junio. Osos… o no. Plan B: Kachemak Bay State Park
18: 19 de junio. Osos a porrón en Lake Clark National Park
19: 20 de junio. Turnagain Arm, Crow Creek Mine, y… zarpamos!
20: 21 de junio. Navegando por Hubbard Glacier
21: 22 de junio. Navegando por Glacier Bay
22: 23 de junio. Skagway
23: 24 de junio. Juneau
24: 25 de junio. Ketchikan
25: 26 de junio. Navegando por el Inside Passage
26: Conclusiones y gastos
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Etapas 19 a 21, total 26
El plan del día era llegar a Anchorage a una hora prudente para devolver la caravana, y luego coger el transfer desde el aeropuerto hasta Whittier para embarcar en el crucero que nos llevaría a la segunda parte del viaje. Dada la gigantesca industria de cruceros que hay en Alaska, hay varias empresas que ofrecen el traslado entre Anchorage y Seward o Whittier tanto para barcos que llegan como para los que salen. Llegamos a la conclusión de que la mejor forma de hacerlo era contratar uno de estos transfers, aunque eso implicaba recorrer el mismo tramo de Seward Hwy entre Portage y Anchorage dos veces en el mismo día, una de ida con la caravana y otra de vuelta en el bus. Reservamos con Alaska Cruise Transportation ($41 por persona), y nos recogían en el aeropuerto a las 3 para llegar a Whittier hora y media más tarde, con tiempo suficiente para todos los trámites de embarque (el barco zarpaba a las 8:30). Las horas están puestas pensando en los cruceros específicos que hay cada día (en nuestro caso el Princess que sale todos los miércoles de Whittier a las 8:30) y ofrecen recogida en varios puntos de Anchorage. Nosotros elegimos el aeropuerto porque los de GAH nos podían llevar en el shuttle al devolver la caravana y era lo más fácil. Total, teníamos que estar a las 3 en el aeropuerto así que nos habíamos puesto como tope llegar a GAH a la 1 para que nos diera tiempo a hacer todos los trámites de devolución y luego llegar al aeropuerto. Afortunadamente el día amaneció precioso y soleado, así que pudimos disfrutar de las vistas del Turnagain Arm que no habíamos podido disfrutar unos días antes cuando nos pilló el diluvio universal al pasar por allí.
![]() ![]() ![]() Turnagain Arm
Una de las cosas que me había quedado con ganas de hacer cuando recorrimos esta carretera unos días antes era el Winner Creek Trail, un paseo sencillo de 3 millas en Girdwood. Mi marido no estaba muy por la labor de andar, pero yo no me resistía a irme de allí sin ver la zona, sobre todo con el día tan espléndido que hacía y viendo que íbamos bien de tiempo, así que le propuse visitar la Crow Creek Gold Mine como alternativa, que está también allí. Para llegar hay que salirse de la Seward Hwy en el desvío de Girdwood y recorrer poco más de 4 millas (la mayoría sin asfaltar, pero bien pisadas) hasta llegar a la entrada de la antigua mina de oro hoy reconvertida en museo/jardín/camping. La entrada es tirando a cara ($12 por persona) pero el sitio es espectacular. Los jardines son preciosos y los edificios históricos (la herrería, la tienda…) están llenos de reliquias y artefactos de la época. También se puede probar suerte y buscar oro, aunque no creo que quede mucho hoy en día. Me pareció un sitio muy auténtico y recomendable. Estuvimos alrededor de una hora. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Crow Creek Mine
La otra parada que hicimos antes de llegar a Anchorage fue en Potter´s Marsh, un humedal creado a raíz de la construcción de la vía de tren que conecta Anchorage con Whittier y que hoy en día es un refugio de aves donde suelen verse además alces (nosotros vimos un par). Hay unas pasarelas de madera que permiten recorrerlo y es un paseo muy agradable, sobre todo con prismáticos y si te gusta observar pájaros. A estas alturas del día ya hacía mucho calor, yo creo que fue el primer día de todo el viaje que estuve bien a gusto en manga corta. ![]() ![]() ![]() Potter´s Marsh
A las 12:25 ya estábamos en Anchorage, pero todavía teníamos que echar gasolina y comer antes de ir a devolver la caravana. Justo al lado de GAH hay una gasolinera que también tiene propano así que ahí fuimos a rellenar los dos depósitos. La gasolina estaba a $3.299/galón y el gas a $2.89/galón. El gas no lo habíamos rellenado en todo el viaje y en total habíamos consumido sólo 5.3 galones, o sea que definitivamente la opción de prepagar el depósito no nos hubiera salido rentable. En cuanto a la gasolina, habíamos recorrido un total de 1969 millas (3168 km) y habíamos consumido 195 galones ($669), con una media de consumo de 10.1 millas por galón. Antes de la 1 ya estábamos devolviendo el cacharro en GAH. El proceso de devolución fue sencillo, pero tuvimos que explicar todo el rollo de la tubería y el slide que no se abría. Al final acabaron devolviéndonos un día de alquiler por las “molestias” ocasionadas, no era mucho (sobre todo teniendo en cuenta que las últimas cuatro noches fueron bastante incómodas en el camastro ese de tortura en lugar de en la cama) pero era algo. Cuando todo el papeleo estuvo hecho nos montamos en el shuttle y a las 2:35 estábamos en el aeropuerto. Enseguida llegó el bus del transfer, pero acabó saliendo con retraso (15 minutos) porque estaban esperando a alguien que no llegó a aparecer. Te dan 15 minutos de cortesía pero nada más, así que mejor ser puntuales para no arriesgarse a perder el crucero, que sería una putada gorda. El trayecto hasta Whittier es “narrado”, y el conductor no paró de hablar y de contar cosas de Alaska. Me sorprendió ver que había gente que acababa de llegar (literalmente, los habían recogido en el aeropuerto) y se marchaban directamente al barco: todo lo que verían de Alaska sería desde el crucero, lo cual es una pena porque si sólo haces el crucero te pierdes la mitad de la gracia de Alaska, en mi opinión. El conductor-guía contó cosas muy interesantes a lo largo del Turnagain, como por ejemplo que todos los años hay algún pardillo que decide adentrarse en el barro cuando baja la marea y acaba atrapado por la especie de arenas movedizas que se forman, y tienen que venir los bomberos a rescatarlos antes de que suba la marea. La forma que tienen de sacar a la gente es introduciendo una manguera junto a la persona (que para entonces seguramente esté ya hundida hasta la cadera) y metiendo agua a presión para fluidizar más la arena y así poder soltar las piernas. También nos habló de los árboles petrificados que se ven junto a la carretera, cortesía del terremoto del 64, y de cómo toda la geografía de la zona cambió radicalmente aquel día. ![]() Whittier Tunnel: los coches tienen que esperar hasta que salga el tren
Llegamos a Whittier poco después de las 4:30 después de atravesar la Portage Glacier Hwy, desde donde vimos el acceso al Portage Glacier. Antiguamente se veía el glaciar desde la carretera, pero ya no. En este tramo se ven también varios glaciares colgantes en las montañas, es muy bonito. Whittier es un pueblo muy curioso. Primero, porque tiene una población censada de alrededor de 200 personas, y todas viven en el mismo edificio, el Begich Towers. Tanto este como el Buckner Building, que parece sacado del bloque soviético en plena guerra fría, fueron construidos en los 50 para alojar a funcionarios y militares, e incluso están conectados mediante un túnel subterráneo con la escuela para que los niños pudieran ir al cole los días de peor tiempo. En 1964 sufrieron los efectos del famoso terremoto y el tsunami que llegó a Whittier trajo consigo olas de 13 metros de alto. Hasta el año 2000, la única forma de llegar a Whittier era por tren, avión o barco, porque no había acceso por carretera, pero ese año se inauguró la segunda característica que hace a Whittier particularmente curioso: un túnel de 4km de largo que conecta el pueblo con la Seward Hwy, de un solo carril para uso tanto de coches como de trenes. El túnel se construyó inicialmente para trenes, pero el año 2000 se inauguró el acceso de coches. La carretera está construida sobre la vía del tren, y un sistema informático controla y gestiona el tráfico y va alternando el paso a trenes y coches, hacia un lado y hacia otro. Es bastante estrecho, lo justo para que entre el tren o el bus, y de hecho nuestro conductor nos dijo que tenía que concentrarse para no rozar los laterales y que no iba a hablar mientras estuviéramos dentro. Con la poca luz que había vimos que las paredes son de roca y que efectivamente estaban muy cerca de las ventanillas. A lo largo del túnel hay 8 bunkers ignífugos para 55 personas cada uno con provisiones, agua y medicinas que se pueden usar en caso de terremoto, incendio o emergencia similar. También hay un sistema de turbinas para reciclar el aire dentro del túnel. La verdad es que es súper curioso de ver. Es de peaje (los precios van desde $13 para un coche o caravana de menos de 28 pies hasta $137 para un bus y hasta $330 para los camiones más grandes) y funciona con horarios: los coches hacia Whittier tienen acceso a las y media, y los que salen de Whittier a en punto. ![]() Island Princess
Una vez en Whittier, el bus nos dejó junto a la terminal de crucero. El procedimiento de embarque fue rápido y sencillo: presentas tus papeles, te cogen la maleta (que ya suben ellos al barco y te la llevan a tu camarote) y te dan las tarjetas/llave del camarote y que son tu carnet de identidad a bordo durante una semana. Esa tarde nos dimos una vuelta por las 16 plantas del barco, para ir familiarizándonos con los restaurantes, piscinas y otras zonas comunes, y a las 8 teníamos la primera cena a bordo. Habíamos elegido turno libre de cena, para poder ir cuando quisiéramos y no tener que cenar siempre a la misma hora, pero esa primera noche teníamos todos la hora fija. La comida durante el crucero estuvo muy bien, no tenemos queja: muy variada y bastante buena. Al terminar de cenar hacía muy bueno y pudimos ver “anochecer” desde el propio barco, aunque realmente no llegó a anochecer del todo (según fuimos bajando hacia el sur esto cambió). Esa primera tarde-noche salimos de Whittier atravesando el Prince William Sound, y aunque era una parte distinta de la que habíamos visto desde Valdez, era igual de espectacular, con pequeñas islas por todas partes y las majestuosas montañas Chugach nevadas de fondo. Los dos siguientes días eran de navegación, el primero por Hubbard Glacier y el segundo por Glacier Bay, así que en próximas etapas os contaré un poco más sobre el barco y el entretenimiento a bordo. ![]() ![]() Prince William Sound Etapas 19 a 21, total 26
Cada noche, en la puerta del camarote, nos dejaban un díptico con información del día siguiente: los horarios de llegada y salida a puerto (o al glaciar de turno si era día de navegación), los horarios de las actividades a bordo, las pelis en el cine, los horarios de los restaurantes, si era cena de gala o no, información sobre compras a bordo, sobre la tripulación, sobre las excursiones que ofrece el barco… Según el que nos habían dejado en la puerta la noche anterior, ese día iba a ser relajado porque hasta las 3 de la tarde no llegábamos a Yakutat Bay, donde se encuentra el Hubbard Glacier, que era la gran atracción del día. Nos tomamos la mañana con calma, y fue el primer día del viaje que pudimos remolonear en la cama hasta bien tarde. Eso hizo que nos perdiéramos la primera charla del naturalista a bordo, Mark Harris, que habló sobre glaciares a las 9 de la mañana. Demasiado pronto para nosotros en nuestro día de relax, ya iríamos a algunas de las que tenía a lo largo del crucero.
Dedicamos pues el día a pasear por el barco, tranquilamente y sin prisas. Con sus 16 plantas y casi 300 metros de eslora te da para pasear un rato. Tiene una capacidad de 2200 pasajeros, que no es ni la más grande ni la más pequeña que se ve en Alaska (como ya mencioné en la introducción, en Ketchikan coincidimos con el Norwegian Bliss, de 4000 pasajeros, y el HAL Volendam, de 1400 pasajeros). Es mucha gente pero está todo bien organizado y no hay colas ni aglomeraciones para nada. ![]() Comida. Hay dos restaurantes enormes tradicionales, de sentarse a la mesa y que te atienda un camarero, que tienen el menú establecido con varias opciones de entrante, plato principal y postre, donde puedes desayunar, comer y cenar. Para desayunar y comer en estos restaurantes no hay turnos, pero para la cena sí: hay un turno a primera hora (17:15) y otro más tarde (19:15) pero también puedes elegir el turno libre, en el que puedes ir a cenar cuando te dé la gana entre las 17:15 y las 21:30, pero cada día te sientas en una mesa distinta, con gente distinta (o solos, si lo pides) y con un camarero distinto. No sé por qué puede haber gente que prefiera el turno fijo, pero los hay. También hay un buffet gigantesco que está abierto todo el día aunque van cambiando los platos según la hora. Y luego están los pequeños fast foods repartidos por el barco: una pizzería, una hamburguesería y una heladería. Toda esta comida está incluida en el precio del crucero, pero por si alguien se queda con ganas de más, hay a mayores tres restaurantes de pago: uno italiano y uno criollo que están abiertos para cenar todas las noches, y uno especial de marisco que en realidad se hace en una mitad cerrada del restaurante buffet una o dos noches durante el crucero. Nosotros no los probamos, pero creo que eran unos $30 por persona. En cuanto a bebidas, hay agua, café y té disponible gratis pero los refrescos y por supuesto el alcohol se pagan a parte. Hay varios bares repartidos a lo largo del barco. ![]() Entretenimiento. Hay muchas opciones de entretenimiento a bordo, tened en cuenta que normalmente los cruceros de una semana por otros sitios no tienen tres días enteros de navegación como este y de alguna forma hay que pasar el rato. Hay dos piscinas bien hermosas, una completamente al aire libre y otra tapada como si estuviera metida en un invernadero. También hay jacuzzis junto a las piscinas. Este barco pasa la mitad del año en Alaska pero la otra mitad la pasa en terrenos más cálidos haciendo una ruta que atraviesa el canal de Panamá, así que imagino que las piscinas se usan mucho más allí. En Alaska, o por lo menos nuestra semana, no hacía calor como para meterse en el agua, ni siquiera en la cubierta. Yo me atreví con el jacuzzi un día, pero salir del agua era mortal. Pero sí, había valientes que se tiraban horas a remojo. En la piscina descubierta hay una pantalla gigante que hace de cine al aire libre, pero tres cuartos de lo mismo: por la noche hacía demasiado frío para disfrutar ahí tumbados, ni siquiera tapados con las mantas que la tripulación te proporciona amablemente. Yo eché en falta un cine en condiciones. Lo que está muy bien es el teatro, es enorme y allí se hacían los espectáculos cada noche (en dos turnos para que pueda ir todo el mundo) y las charlas del naturalista. Cada noche había un espectáculo distinto (comedia, musical, baile…), nosotros fuimos a dos o tres que estuvieron bastante bien. Y luego estaban las charlas del naturalista a bordo. Era todo un personaje, y lo mismo te hablaba de su vida y de lo bien que se lo tiene montado (5 meses haciendo cruceros en Alaska, 5 meses haciendo cruceros en Hawaii, y 2 en su casa…), de su hija o su nieto que le acompañaban en el crucero, o de cuando fue a la Antártida a trabajar, o de los glaciares y las ballenas… Tuvo varias charlas a lo largo del crucero, y al final le cogimos hasta cariño, era muy cómico. Los días de navegación en los que era posible que nos encontráramos ballenas se ponía en cubierta a narrar la travesía y lo ponían en los altavoces de todo el barco. Además de todo esto, había otras opciones para pasar el rato como un casino, una “galería de arte” que vendía cuadros, tiendas, un spa, un gimnasio, una pista de tenis, una biblioteca, un minigolf, el mostrador de excursiones, discoteca… es una auténtica ciudad flotante. ![]() Yakutat Bay
Después de pasar todo el día descubriendo el barco (y comiendo, por qué no decirlo… ese primer día en el buffet había sushi y nos pusimos ciegos), a la hora programada entrábamos en la bahía Yakutat, y 50 minutos más tarde llegábamos al glaciar Hubbard, uno de los glaciares más impresionantes que se ven en un crucero por Alaska. Tiene su origen en las montañas del parque Wrangell-St. Elias, aquel que habíamos visitado al principio de nuestro viaje, hacía ya muchos días. Además de grande, este glaciar es famoso porque suele desprender trozos enormes de hielo de su frente, algunos tan grandes como un edificio de 10 plantas, o eso dice la Wikipedia… nosotros no vimos ningún desprendimiento. No tuvimos mucha suerte con el tiempo ese día, no llovía pero estaba muy nublado, y aunque te dicen que la mejor forma de ver los glaciares es con un día nublado porque el azul del hielo es más pronunciado, a mí no me termina de convencer la teoría. ![]() Hubbard Glacier
El barco se acercó pero no mucho, al día siguiente se acercaría mucho más a los glaciares de Glacier Bay. Estuvo un rato de cada lado, para que todo el que había pagado un pastizal por una habitación con balcón tuviera oportunidad de disfrutarlo. Nosotros, como íbamos en modo precario y no teníamos balcón, tuvimos la suerte de disfrutarlo el doble de tiempo. Ventajas de poder cambiar de lado cuando gira el barco. ![]() Hubbard Glacier
Esa noche tocaba cena de gala. Como nuestro espacio en la maleta era muy limitado y yo no veía motivo para cargar con indumentaria de gala mientras íbamos en la caravana, nuestro atuendo esa noche consistió en vaqueros y camisa. Ese día no nos dijeron nada, pero al final del crucero hubo otra cena de gala y casi no nos dejan entrar. Tampoco es el fin del mundo porque siempre puedes cenar en el buffet. La verdad es que la comida de restaurante estaba muy buena pero no noté especial diferencia entre el menú de gala y el del resto de noches. Para terminar, una nota curiosa: en muchos puertos, o zonas como Yakutat, el obligatoria la presencia de “pilotos de navegación” a bordo. Estos pilotos son expertos en esa zona en concreto, y ayudan al capitán del barco mientras navega por esas aguas. En los cruceros es frecuente que los pilotos suban al barco antes de llegar al puerto. La noche anterior el capitán nos había anunciado que sobre las 11 de la mañana “recogeríamos” a los pilotos que nos iban a acompañar durante todo el día, y así fue: una lancha rápida se acercó al barco, que iba despacito, y los pilotos subieron por una escalerita cual piratas al abordaje. Es una cosa muy curiosa de ver. Esa noche hicieron la operación inversa para desembarcar. Etapas 19 a 21, total 26
Por fin había llegado el día. Hoy visitaríamos Glacier Bay, el motivo por el que habíamos elegido el Island Princess, y uno de los motivos por los que nos habíamos animado a hacer un crucero además de la visita a Alaska por tierra. Y por qué?, os preguntaréis; después de más de dos semanas viendo glaciares por todas partes, qué podía tener de especial este día para llamarnos tanto la atención? Pues sencillamente porque Glacier Bay National Park es la joya del Inside Passage (la zona sureste de Alaska que visitan los cruceros), una auténtica maravilla que pocos tienen la suerte de visitar, ya que sólo unas pocas navieras tienen permiso para entrar (y solo dos cruceros pueden entrar al día). En cambio, los cruceros caros carísimos en barquitos pequeños con poca gente no se lo pierden: por algo será. Lo nuestro fue una visita fugaz, de apenas unas horas, viendo solo una pequeña parte y sin bajar del barco, pero los afortunados que lo visitan en uno de esos barquitos/expedición pueden hacer kayak por sus aguas o incluso bajar y explorarlo a pie. También hay unos pocos atrevidos que llegan por sus propios medios desde Juneau a Gustavus, donde hay un aeropuerto y se encuentra el centro de visitantes, y hacen base allí para explorar el parque con excursiones en barco. A mí me hubiera encantado, pero no nos daba el presupuesto, y nos conformamos con verlo desde el crucero.
![]() Glacier Bay NP
Glacier Bay es una zona declarada Parque Nacional con más de 13000 km2 y es parte de una zona mucho más grande declarada Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (una de las mayores áreas naturales protegidas del mundo). Cuando George Vancouver visitó la zona en 1794 un único glaciar cubría de hielo toda la bahía, pero en 1879, cuando el naturalista John Muir visitó Alaska para estudiar los glaciares y así entender la formación de los valles glaciares de Yosemite, su gran proyecto, descubrió que el hielo se había retirado de la bahía. Dedicó tanto tiempo a estudiar la zona y promocionar el turismo por allí, que acabaron nombrando uno de los glaciares en su honor: Muir Glacier, el que era el más activo de la bahía, y que ha retrocedido tan rápido que hoy en día ya no llega hasta el agua. Desde entonces el retroceso ha sido imparable (de hecho, Glacier Bay es la zona a gran escala de retroceso de glaciares más documentada) y hoy en día hay más de 1000 glaciares distintos repartidos por el parque, de los cuales sólo 50 tienen nombre, y 7 de ellos son glaciares de marea activos, es decir, que desprenden icebergs al mar de forma regular. La mayoría están en retroceso, con la excepción del John Hopkins Glacier (que se cree que está avanzando) y el Margerie, que está “estable”. En este otro mapa ampliado podéis ver la zona que se suele visitar (y las marcas de hasta dónde llegaba cada glaciar en distintos años); nosotros llegamos hasta el final, hasta el Margerie y el Grand Pacific (que se cree que fue el que originó toda la bahía, pero que hoy en día no es el más impresionante). ![]() Glacier Bay NP
A diferencia del día anterior, donde pasamos un par de horas visitando el Hubbard, hoy estaríamos prácticamente todo el día en Glacier Bay. A las 9:30 el barco entraba por Bartlett Cove, frente a Gustavus, y los Park Rangers que nos acompañarían todo el día según las normas del parque subían a bordo. Montaron un chiringuito junto a la piscina cubierta que fue su “visitor center portátil” como lo llamaban ellos: si los turistas no iban al centro de visitantes, ellos llevaban el centro de visitantes a los turistas. Además de estar por allí pululando todo el día, dieron también una charla en el teatro donde contaron un poco la historia de la bahía y su papel en el parque. A las 12:30 llegamos al Margerie Glacier, pero antes pudimos ver otro par de glaciares por el camino: el Reid y el Lamplugh, al que nos acercaríamos más tarde. ![]() Reid Glacier
![]() ![]() Glacier Bay
Según nos acercábamos hacia el final de la bahía, empezamos a vislumbrar a lo lejos el Grand Pacific Glacier, con su enorme morrena que bajaba hacia el mar, y vimos el otro barco que tenía acceso a la bahía ese día, un HAL. ![]() ![]() Grand Pacific y Margerie Glacier
Cuando llegamos al frente del Margerie el día estaba un poco nublado pero parecía que quería asomar el sol. Y vaya si asomó! Empezó a apretar hasta el punto de que acabamos en manga corta por tercera (y última) vez en el viaje. Lo bueno de ir en el crucero es que puedes agarrar una tumbona, coger un par de pizzas y unas cervezas y tumbarte al sol a disfrutar de las vistas. Para que os hagáis una idea del tamaño del Margerie, fijaos en el barquito que tiene abajo: ![]() Margerie Glacier
Estuvimos más de hora y media frente al Margerie, primero de un lado y luego de otro. Este glaciar tiene muchos (y muy sonoros) desprendimientos de icebergs, así que intentamos cazar alguno con la cámara pero no tuvimos suerte. Pero sí que los vimos, y en particular hubo uno bastante estruendoso cuando toda la parte derecha del agujerito que se ve en la siguiente foto se fue al agua: ![]() Margerie Glacier
El glacier tiene 76 metros de alto sobre el agua (más otros 30 bajo el agua) y una milla de ancho. El barco se acercó mucho, mucho más que al Hubbard el día anterior, y es impresionante tener una pared de hielo de tal tamaño delante, incluso viéndolo desde la planta 16 del barco. No nos cansábamos de admirarlo. ![]() ![]() Margerie Glacier
Cuando el barco se dio la vuelta pudimos admirar la vista hacia atrás, hacia el comienzo de la bahía, plagada de pequeños icebergs, algunos de ellos con focas descansando al sol encima. También había sea otters, pero estaban muy lejos, nada comparado con las que habíamos podido ver en Valdez o Kachemak Bay. ![]() Glacier Bay - Tarr Inlet
A las 14:00 el barco empezó el regreso por el Tarr Inlet, la ensenada que lleva al Margerie y el Grand Pacific, para adentrarse en el Johns Hopkins Inlet, la ensenada que lleva al Lumpugh y al Johns Hopkins. A estas alturas el sol ya brillaba con fuerza y nos dejó una última visión maravillosa del Margerie según nos alejábamos: ![]() Margerie Glacier
El segundo punto fuerte del día era Lamplugh Glacier, pero por el camino tuvimos la oportunidad de disfrutar de uno de los paisajes que a mí particularmente más me gustó de todo el viaje. El color del agua de Glacier Bay, salpicada de pequeños icebergs, con el cielo azul y las montañas nevadas de fondo, todo en silencio (el barco es sorprendentemente silencioso para lo grande que es)… una pasada. Y aunque parezca difícil de creer, encontré una cubierta prácticamente vacía, debe ser que estaban todos aprovechando para comer o disfrutando del sol en una tumbona (ejem… como uno que yo me sé), y pude disfrutar del increíble paisaje sin gente alrededor con la sensación de estar en un sitio mágico, un sitio que cambia drásticamente de un año para otro y que quizás dentro de 10 años no sea ni la sombra de lo que es ahora. ![]() ![]() Glacier Bay
Lamplugh Glacier es un glaciar curioso. Era un glaciar de marea que terminaba en el mar, pero su retroceso ha hecho que ahora mismo termine en una playa. En junio de 2016 sufrió una gigantesca avalancha cuando todo el lateral de una montaña de 1200 metros colapsó y descargó la friolera de cien millones de toneladas de roca sobre el glaciar en cuestión de segundos (para ponerlo en perspectiva, el equivalente a 60 millones de todoterrenos rodando montaña abajo, todos juntos y de repente). Fue tan gorda la cosa que quedó registrada como un terremoto de magnitud 2.9 por los sismógrafos locales. Un piloto de Mountain Flying Service, que estaba haciendo un vuelo escénico, se encontró con toda la roca sobre el glaciar y una enorme nube de polvo alrededor pocas horas después del desprendimiento. La foto que hizo habla por sí sola: ![]() Avalancha en Lamplugh Glacier, foto de Paul Swanstrom
Los desprendimientos son relativamente frecuentes en esta zona. Se cree que es debido a que al ir desapareciendo el hielo, ese peso que estaba "aplastando" la montaña desaparece, y de hecho se han registrado "crecimientos" de las montañas en la zona, que parece que reflotan. Esto las vuelve inestables, y los terremotos o la erosión acaban causando los desprendimientos. Nosotros desde el barco no pudimos ver nada más allá del frente del glaciar, que era impresionante pese a ser un poco más pequeño que el Margerie: tres cuartos de milla de ancho, y “sólo” 55 metros de alto. ![]() ![]() Lamplugh Glacier
Esta vez el barco no paró, sino que simplemente dio una vuelta frente al glaciar para que todos pudiéramos disfrutarlo y emprendió el regreso. Me dio pena no poder explorar un poco más la bahía, llegar hasta el Johns Hopkins, o el Muir, pero el tiempo es limitado y me imagino que los cruceros grandes tienen muy delimitados los itinerarios. Pero tuvimos la suerte de disfrutar muchísimo del tiempo que estuvimos allí, con un sol radiante pese a ser una de las zonas más lluviosas de Alaska, y Glacier Bay nos dejó muy buen sabor de boca. Fue mi día favorito del crucero, y uno de los mejores del viaje. A las 16:00 escuchamos al naturalista hablar sobre ballenas en el teatro, aunque en realidad habíamos estado todo el día oyéndole hablar a través de los altavoces porque se dedicó a narrar la visita a los glaciares. Es muy frecuente ver ballenas en Glacier Bay, sobre todo en la parte de la entrada a la bahía, ya que pasan el verano allí antes de emigrar hacia Hawaii. Pudimos ver varias, con prismáticos y a lo lejos, pero nada que pudiera sustituir lo que habíamos visto en Valdez o Seward. Esa noche para cenar podíamos elegir entre buffet Mongol o comida italiana en el restaurante a la carta. También aprovechamos para lavar ropa porque andábamos ya escasos. El barco tiene una lavandería en cada planta que viene muy bien y no era muy cara, no recuerdo cuánto exactamente porque se paga con la tarjeta del barco y te lo suman a tu cuenta a bordo, pero no me pareció cara. Al día siguiente teníamos la primera excursión de verdad del crucero: Skagway (y una visita exprés a Canadá!) nos esperaba. Etapas 19 a 21, total 26
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