Viaje del 2 al 12 de agosto de 2019 con estancia en Amsterdam y excursiones a Haarlem, Edam, Volendam, Marken, Delft, Utrecht y Zaanse Schans. Autor:Osaka85Fecha creación:⭐ Puntos: 5 (2 Votos)
Día de excursión a Haarlem, pequeña ciudad muy cercana a Amsterdam. Se encuentra a tan sólo 20 minutos en tren y es una visita más que recomendable para dedicarle medio día. El billete de ida y vuelta nos costó 10€ por cabeza (sablazo again).
Para llegar tuvimos que coger un tren en la estación central de Amsterdam. Nos bajamos en Haarlem, cuya estación es bastante pequeña y manejable. En la plaza de la estación hay una escultura con dos personajes. Se trata de Wigbolt Ripperda, que era un comandante del ejército de Guillermo de Orange que lideró la defensa de la ciudad de Haarlem durante el asedio de las tropas españolas en el año 1573. Por su parte ella es Keanu Simonsdochter, constructora de barcos y comerciante y a la que se atribuye el liderazgo de un grupo de mujeres durante el asedio español.
Nos dirigimos hacia el centro de la ciudad cruzando un bonito canal y siguiendo las indicaciones al centro.
Pasamos por una calle llena de tiendas y de cafeterías, bastante concurrida, aunque aún sin mucho ambiente. La gente se empieza a mover a partir de las 11 de la mañana.
En diez minutos estábamos en la Grote Markt, la plaza del mercado central, y que se encontraba toda cerrada porque estaban haciendo un festival de gastronomía -me hizo una gracia...-. Estaba toda vallada, y dentro, todo lleno de puestos de comida, con mesas, sillas, escenario, toldo, etc. Vamos, que parecía el Sónar. Y ocupaban toda la plaza, así que tuvimos que ir rodeándola por los lados porque encima no te dejaban cruzarla hasta la 1 del mediodía que no abrían el tinglado. Obviamente le restaba todo el encanto al lugar, porque era algo bastante exagerado. Que digo yo..que se podrían ir a comer a un parque o algo.
En la Grote Markt se encuentra la iglesia de San Bavón, a la que intenté fotografiar sin que saliera ninguna valla ni ninguna lona de por medio...algo complicado. Esta iglesia, de estilo gótico tardío, se empezó a construir en el siglo XIV y la construcción se alargó hasta el XVI.
Al lado de la iglesia de San Bavón encontramos la estatua de Laurens Janszoon Coster. Este señor nació en Haarlem en el año 1370 y era fabricante de velas y posadero en la ciudad.
Algunos cronistas del siglo XVI dejaron escrito que fue el verdadero inventor de la imprenta. De hecho, en el año 1440 publicó una obra propia, mientras que la Biblia de Gutenberg, el primer gran libro impreso en Europa Occidental, no se publicaría al menos hasta 1450.
Se dice que fue un ayudante al que habría contratado Coster el que entró en su taller y le robó sus piezas. El pobre hombre, después de la traición, volvió a dedicarse a las velas... Pero la ciudad de Haarlem le honró haciéndole una estatua y colocándola después en la Grote Markt, el lugar más emblemático de Haarlem, nada menos que al lado de la iglesia.
Otros de los edificios que destacan en la plaza sería el Vleeshal, justo al lado de la iglesia. Ésta era la antigua lonja de carne en Haarlem y data del año 1603. Es un edificio de estilo renacentitsa. La lonja era el único e dificio donde se podía vender carne cruda en la ciudad y estuvo funcionando hasta el siglo XVIII. Dentro cabían hasta 40 puestos de mercaderes. Antiguamente había existido otra Vleeshal pero se había quedado muy pequeña y tenían que terminar vendiendo los productos en la calle. Por ese motivo se proyectó hacer ésta nueva lonja, a lo grande. Si os fijáis en la foto veréis que hay cabezas de animales en la fachada que delatan su antigua función. Actualmente el edificio forma parte del museo del pintor Frans Hals, que también se encuentra en la ciudad. Es un edific io muy bonito.
Finalmente está el Stadhuis. que es el ayuntamiento de Haarlem y que data del siglo XVII.
Entramos en la iglesia de San Bavón. Nos costó 2,5€ por cabeza.
El interior de la iglesia es bastante austero y destaca en ella sin duda el gran órgano construido en 1735 por Christian Müller, un constructor de órganos muy famoso en la época.
En 1766, Mozart, con tan sólo 10 años, tocó este órgano, y también lo hizo Händel. Nos sentamos en primera fila a contemplar esta obra de arte de casi 30 metros de altura y 5068 tubos...
Todo el suelo de la iglesia está lleno de lápidas, las más antiguas del siglo XV, y concretamente en el coro encontramos la tumba del pintor Frans Hals.
Como curiosidad, cada día a las 21h se tocan unas campanas en la iglesia llamadas “Damiaatjes”. Esta tradición se remonta al siglo XVI, cuando se hacían sonar para indicar a los habitantes el cierre de las puertas de la ciudad.
Recomendable la visita al interior de la iglesia, porque aunque el interior no sea impresionante, el órgano es espectacular.
En cuanto salimos de la iglesia recorrimos el mercado que había al lado del ayuntamiento. Reconozco que yo no soy muy de mercados, pero ya que estaba allí, lo vimos por encima. Había turistas pero también mucha gente local. Imagino que es el que harán todos los sábados. No compramos nada. Había principalmente puestos de flores, de quesos (obvio), pan...
Otro de los lugares a los que queríamos ir estando en Haarlem era el Molino de Adriaan. Se tarda muy poco desde el centro andando, unos 10 minutos. Hay que andar hasta el río Spaarne, ya que se encuentra en una de sus orillas, en una curva que hace el río. El molino se puede visitar por dentro pero a nosotras nos bastaba con verlo por fuera desde la otra orilla.
En este caso, el molino original era del año 1778 pero lo tuvieron que reconstruir después de un incendio en 1932. La reconstrucción es bastante reciente. En las fotos parece más pequeño, pero es bastante grande y es bonito ver cómo el edificio domina el rio. Estando sólo a diez minutos del centro, hay que acercarse.
Vimos como los puentes se levantaban para dejar pasar a los barcos.
Nos metimos por una callecita estrecha de nuevo hacia el centro de Haarlem. Salimos justo detrás de la iglesia de San Bavón. Había una plaza llena de terracitas de bares y restaurantes donde empezaba a haber más ambiente que por la mañana. Pero no nos quedamos allí...
Recorrimos una calle llena de tiendas basicamente de ropa y zapatillas de todas las marcas posibles. La calle es Grote Houtstraat. Aprovechamos para entrar al HyM y comprarnos una sudadera que nos iba a venir muy bien para las noches. No habíamos sido lo suficientemente prevacidas con la ropa de 'abrigo'. Durante el día estábamos bien, con máximas de 22-24º pero por la noche refrescaba, así que nos vino muy bien la prenda de ropa adquirida.
Es ya la hora de comer y tenía apuntado - supongo que lo sacaría del foro o de algún diario - un sitio para beber que me interesaba bastante (ahí sí que hice bien los deberes ). Se trataba del Jopen. Una antigua iglesia en la ciudad que se reconvirtió en bar y en concreto en cervecería.
Por fuera el edificio desde luego no parece una iglesia y por dentro es curioso, aunque me imaginaba algo más épico. Aún así es chulo, está bien ambientado y la cerveza está muy buena. También es muy decente la comida. Las patatas fritas más ricas del viaje, y allí comen muchas patatas fritas...
Nos sentamos en una mesa de la planta baja que por cierto cogimos un poco de milagro porque estaba todo lleno. En la segunda planta también tienen mesas pero no se podía subir (sólo para hacer fotos). Pedimos un par de cervezas -muy buenas- y para comer picoteamos patatas, bitterballen -un snack típico de allí, como una especie de croquetas muy densas por dentro y con un rebozado grueso, que se comen con mostaza-, unas croquetas de gambas y unos rollitos de queso. Todo fritanga de la sana, ya lo veis. Pero estaba todo más que decente! Nos costó todo 23,50€, que tampoco es ninguna barbaridad...
Con la barriga llena y la cabeza un poco allá porque la cervecita tenía una graduación respetable, emprendimos la vuelta hacia la estación.
Volvimos a pasar por el Grote Markt, que ahora sí, los plebeyos que no queríamos consumir tapas glamourosas del siglo XXI también teníamos derecho a cruzar.
Volví a echarle una foto al señor Laurens que parece un pobre patrocinador de Lavazza...
En esa foto parece que esté diciendo 'denme un café o les hundo la vida'.
Por el camino tampoco perdimos el tiempo y nos compramos un cruasán del mercadillo ese que habíamos visto antes...
Y pasamos al lado de un Hofje, el Hofje van Oorschot. Los hofjes son patios que están en medio de un grupo de casas, que durante la Edad Media se dedicaban a la beneficiencia, como por ejemplo, asilos de ancianos sin recursos. Algunos se pueden visitar y otros son privados. En este caso lo tuvimos que ver a través de unas rejas... Aunque en el fondo es un patio. Muy bonito, pero un patio. Y obviamente todo el jardín y las casas de alrededor están reformadas en la actualidad. No le vi nada especial, al menos desde la calle.
Volvimos a enfilar esa misma calle, la calle Kruisstraat,que seguida en línea recta y tras pasar el canal nos volvía a llevar a la estación de Haarlem.
Realmente hay más cosas para hacer en Haarlem , tiene algunos museos como el museo de Frans Hals o el Teylers, aunque para ver lo importante y sin meterte en museos, con medio día basta para hacerse una muy buena idea de la ciudad. Y además, estando tan cerca de Amsterdam, vale mucho la pena verla. Yo sí la recomiendo como excursión de medio día.
Aunque no somos especialmente fiesteras ni de muchedumbres, nos apetecía volver a Amsterdam para ver un poco el ambiente, ya que la Parade duraba hasta las 5 de la tarde y al fin y al cabo es la única en el mundo que se hace en un canal.
Nos paramos un poco a observar la estación central de Amsterdam, edificio del siglo XIX de estilo neorrenacentista. El arquitecto es el mismo que el del Rikjsmusem. Hombre, algo familiar tiene.
Justo delante de la estación nos encontramos con la Damrak, calle que baja hasta la Plaza Dam y que también es canal. Aquí están los barquitos que ofrecen tours por los canales de la ciudad de las mil millones de empresas que se ocupan de ellos. Desde aquí es desde donde se inician y donde termina la mayoría de ellos.
En frente de la estación y al otro lado del canal, está la Iglesia de San Nicolás, que es el patrón de la ciudad, edificio que también data del siglo XIX. Es la principal iglesia católica de la ciudad. Debido a su forma, con sus dos torres y cúpula, y a su tamaño, es imposible no verla nada más salir de la estación.
Imposible no pararse a observar con detalle el canal de Damrak y las casas que dan a él.
Fuimos andando en busca del canal Prinsengracht, que es el canal por donde estaban pasando y queríamos ver algo antes de que se terminase. Estos neerlandeses tienen unos horarios muy raros, puesto que la Canal Parade era de 12 del mediodía a 17 de la tarde.
De camino...
A medida que nos íbamos acercando se iba viendo más y más gente, y se escuchaba la música a un volumen considerable. Las calles perpendiculares al canal iban llenas y había un ambientazo brutal, tanto en la calle como en los locales.
Todo estaba decorado, la gente bebía en la calle (supongo que ese día sí que debe estar permitido porque tela) y se amontonaban alrededor del canal, por donde a duras penas pudimos ver que iban pasando barcos-carroza cada una con su música y su comparsa a bordo. Era muy muy difícil ver algo entre la multitud.
Yo intentando hacer una foto desde atrás levantando la cámara... Juzguen ustedes. Yo mejor no digo nada.
Como no logramos ver casi nada a excepción de cráneos humanos con y sin pelo, decidimos atajar nuestra frustración tomando algo en una cafetería que había en una callecita perpendicular al canal. Así podíamos ir al baño. ERROR DE MANUAL. Resulta que en la cafetería había colgado un cartelito para que los necesitados pudiesen ir al baño por un módico precio. Y resulta que se formó una cola que llegaba hasta la puerta solamente para ir a hacer pipí, previo paso por caja. Así que nuestro plan maestro de 'pues vamos a tomar algo y de paso meamos' no funcionó, porque no pensaba hacer esa cola ni loca.
Salimos de allí dispuestas a asomarnos entre la multitud agolpada en los puentes del canal Prinsengracht y aquí me di cuenta definitivamente que los neerlandeses son mucho más altos que nosotros (oh, no me digas?!). Y además se notaba que para coger sitio esa gente había ido allí antes de que empezara el cotarro, porque iban con neveras portátiles y de todo.
Sea como fuere, al final conseguimos acercarnos un poco y ver algunas carrozas surcando el canal. La gente les aplaudía y bailaban al compás de la música. Por un momento pensé que sería algo espectacular, tipo los carnavales de Brasil, pero tampoco era para tanto. Además no pueden hacer según qué cosas porque sino no pasan los barquitos por debajo de los puentes. Eso sí, el ambiente y el buen rollo que había era de auténtica fiesta y era muy contagioso, hasta para una sosa como yo.
Con nuestro objetivo de ver barquitos del desfile cumplido nos fuimos yendo para el hotel. Queríamos darnos una ducha y descansar un poco para seguir con los paseos al atardecer. De camino pasamos por canales donde tenían fiestas más discretas.
Como apunte comentaros que si sois personas curiosas y os gusta ir de compras no dejéis de recorrer las Negen Straatjes (Nueve calles) en el barrio de Jordaan. Son unas callecitas donde hay tiendas muy originales -ropa vintage, jugueterías, tiendas de regalos y decoración...- y cafeterías.
Estas calles se encuentran entre los canales de Prinsengracht y Singelgracht y son Reestraat, Hartenstraat, Gasthuismolensteeg, Berenstraat, Wolvenstraat, Oude Spiegelstraat, Runstraat, Huidenstraat, Wijde Heisteeg. Muchos de estos nombres estan relacionados con los gremios de los oficios anteriores. Por ejemplo, Huidenstraat (Hiden = Pieles, Straat = calle).
Nosotras estuvimos pasando por allí ese día pero imposible ver nada con tranquilidad con el mogollón de gente que había. Tampoco somos muy de tiendas, aunque muchas de estas tiendecitas tienen bastante encanto. Podéis encontrar incluso una web sobre las Negen Straatjes, que conforman una asociación de empresarios desde 1996. Se unieron para darle un poco más de prestigio al vecindario y un auge al turismo, ya que en esa época no era una zona muy turística y ya veis si les ha ido bien.
Ese día andamos UN MONTÓN. Volvimos a salir del hotel para seguir descubriendo el barrio de Jordaan al atardecer. Como ya sabéis, nuestro hotel estaba 'bien situado', pero para moverte andando hacia el centro, mejor coger el tranvía o tener muchas ganas, porque estaba a 25-30 minutos a pie. Bueno, pues nosotras estábamos motivadas -era el segundo día..- y seguimos con las caminatas.
Diría que este es el canal Singelgracht...
Después fuimos subiendo por un canal muy estrecho, dirección al canal Brouwersgracht, que quedaba bastante al norte de donde estábamos. Más canales...
Pasamos a la altura de la Westerkerk.
Dejamos atrás canales más estrechitos...
Serían casi las 8 de la tarde y como teníamos hambre, entramos en un restaurante a cenar algo antes de continuar. El lugar se llamaba De Zagerij. Servían platos de carne, pescado, pasta, etc. Yo pedí un plato de pollo al horno con parmesano, ensalada y patatas. Bea una especie de tortita con un guiso de cerdo con salsa teriyaki y también patatas. Las patatas nos las trajeron a parte y nos pusieron un montón. Y además de primero habíamos pedido pan tostado con mantequilla de finas yerbas y alioli. No nos pudimos terminar la comida. Y además el camarero y yo no nos entendimos y me trajo una segunda cerveza. Para salir rodando de allí, vamos... La comida estaba bien pero tampoco era para echar cohetes. Un entrante, dos platos principales y tres cerveceras nos costaron 48€. Bastante caro.
Para bajar la comida salimos al canal Brouwersgracht y lo fuimos recorriendo mientras se ponía el sol. Es muy bonito y volvimos a ponernos los dientes largos con las casas flotantes . Aunque tampoco me importaría vivir en una casita o un piso de los de la zona con vistas al canal eh. La gente tomaba copas de vino en sus barquitos al aire libre, mientras se ponía el sol, otros fumaban -y no tabaco- en buena compañía...Al ser el día de la Parade del Orgullo había mucha gente reunida y mucho ambiente incluso en estas calles más tranquilas.
Como durante el día anterior, también pudimos ver muchísimas edificaciones inclinadas hacia delante. Las hacían así para que fuera más fácil subir los muebles con la polea de la fachada, ya que las casas son súper estrechas y altas, y subir cualquier mueble por las escaleras es misión imposible. No podía yo subir ni mi maletón de 20 kg a la habitación, pues imagínate el piano de cola.
Pero también vimos otras casas que estaban torcidas hacia un lado. Y no creo que eso sea para subir el chaise longue... Las casas están asentadas sobre un suelo 'poco estable' debido a la humedad. Supongo que es normal tratándose de un país que está por debajo del nivel del mar. Y tienen que ir reforzándolas periodicamente.
Pero volviendo al canal, éste recibe su nombre por ser el canal donde antiguamente había fabricas de cerveza en el siglo XVII (brouwer = cervezero) y se encontraban los antiguos almacenes de los artesanos. El paseo es muy recomendable. Me imagino que a cualquier hora del día ha de ser bonito, al atardecer os aseguro que es precioso.
Nos perdimos un poquito por el barrio de Jordaan otra vez...
Hasta que se hizo completamente de noche...
Llegamos a la Westerkerk, donde seguían de fiesta, con música y luces de colores cual discoteca ambulante. Después del día de andar que llevábamos, nosotras sí que no teníamos ningunas ganas de fiesta. Así que nos quedamos poquito por allí y seguimos caminando hasta el hotel...estábamos a unos 20' más o menos.
Día de excursión a los pueblos de Waterland. Para llegar hay que tomar un autobús en la estación central de Amsterdam, que nos acercará a los diferentes pueblos, bastante cercanos entre sí. El que está más lejos no está a más de 40' en bus desde Amsterdam y el billete no es nada caro, teniendo en cuenta que vale para todo el día y que puedes ir moviéndote de un pueblo a otro en autobús. Se llama Waterland ticket y cuesta 10€
Ya habíamos tenido suficiente caminata el día anterior, con lo cual decidimos coger un billete de tranvía, pero esta vez cogimos de 24h. Nos costó cada billete 8€, pero lo íbamos a usar para dar tres viajes, con lo cual ya le sacábamos partido. Definitivamente se hacía bastante necesario coger el tranvía para llegar al centro.
En diez minutos estábamos en la estación central. Para llegar a los autobuses tuvimos que cruzar la estación a través de un pasillo lleno de tiendas. Llegamos a la parte de atrás de la estación. Si vais hacia las escaleras mecánicas del centro, las primeras a mano izquierda en cuanto salimos del pasillo, veréis una máquina en la que se puede comprar directamente el billete de bus. Si no me equivoco la máquina era de color rojo, no es como la típica amarilla de los billetes de tren, se nota la diferencia. Una vez adquirido el billete se suben las escaleras mecánicas y los autobuses salen desde allí mismo.
No tuvimos que esperar nada, porque el autobús estaba allí. Cogimos el bus dirección Edam-Hoorn. Era el 314. El trayecto fue corto, e íbamos pasando por praderas verdes salpicadas de vacas y de ovejas, y de canales. En una media hora larga llegamos a Edam. Bajamos en la estación de autobuses.
Todavía no había nadie en el pueblecito, a penas vimos turistas... De hecho, nos cruzamos con muy poca gente durante todo el rato que estuvimos allí. Imagino que la gente vendrá a visitarlo durante el día del mercado de los quesos, donde recrean un mercado de época medieval. Lo hacen los miércoles, pero sólo en pleno verano. A nosotras no nos venía bien ir en día de mercado así que fuimos un día normal. Empezamos a recorrer el canal, rodeado de casas preciosas que se reflejan en el agua.
Cruzamos por el primer puente que nos encontramos, el puente Kwakelbrug.
Llegamos andando por una estrecha calle al Speeltoren, una torre del siglo XV de estilo gótico tardío que pertenecía a una antigua iglesia del siglo XIII que ya no se conserva. El campanario fue restaurado puesto que en 1972 estuvo cerca de derrumbarse. No se puede entrar y de hecho había telarañas en la puerta así que no creo que se abra muy a menudo.
Sólo un poco más adelante nos encontramos ya con el centro de la ciudad flanqueado por un estrecho canal. Lo primero que vemos es una tienda de quesos: la Henri Willing Kaas. Estas tiendas están en todas partes. Teníamos que verla más pronto que tarde estando en Edam.
También encontramos el museo de Edam, que aún está cerrado a esas horas. Se trata de un edificio del siglo XVI que en sus orígenes era una casa privada y se conviritó en museo en el siglo XIX. La verdad es que le pega su función, porque se ve un edificio con bastante carga histórica. No entramos en el museo, pero tiene una bodega flotante que reposa directamente en las aguas del canal.
También está allí el ayuntamiento, construido en 1737.
Nos volvemos a asomar al canal. En una calle cercana vemos pintados en la pared el nombre del pueblo y los típicas imágenes que asociamos a él.
Nos acercamos después hasta la plaza del mercado del queso, donde encontramos la estatua de los dos transportistas del queso. Entramos en la antigua Kaaswag, que era donde originariamente se pesaban los quesos. Hoy en día es otra tienda de nuestro amigo Henri Willing y además de dejarte probar muchos tipos de queso, también tienen aquí una pequeña exposición de cómo se hace el queso.
Obviamente entramos y probamos varios tipos de queso, de ajo, finas hierbas e incluso de lavanda. Al final nos llevamos un queso más viejo, de oveja, que estaba buenísimo. Nos costó el queso 13.95€.
Pasamos un rato en el canal...
Después nos acercamos hasta la Grote Kerk o St Nicolaaskerk, pero por desgracia estaba cerrada -vuelvo a repetir que tienen horarios muy raros...me atrevería a decir incómodos para el turismo. Abren tarde por la mañana, a las 10 u 11, y cierran temprano, a las 17 o como muy tarde a las 18h, con lo cual las horas centrales son las que usamos para comer y hay poco margen para visitar cosas-. Sólo se podía acceder al cementerio...
De lo que se ve por fuera la iglesia es enorme, pero es lo único que destacaría de ella. Al menos desde el exterior claro.
Al lado de la iglesia...
Volvimos andando por un camino de tierra hasta la estación de autobuses. El camino estaba frecuentado por gente sacando al perro, paseando, haciendo deporte...
En unos diez minutos volvíamos a estar en el canalito al lado de la estación de autobuses.
En un par de horitas nos da tiempo de ver lo más reseñable de este pueblo. Sin duda merece la pena dar un paseo, aunque si vais un miércoles de verano lo vais a ver mucho más animado. A nosotras nos gustó por lo tranquilito que estaba, aunque me atrevería a decir que fue de los tres pueblos el que menos nos gustó. Eso sí, pasamos ratos muy agradables en sus rincones y nos llevamos un queso estupendo. No me lo perdería.
En la estación de autobuses tan sólo tuvimos que esperar cinco minutos hasta que llegó el bus que iba dirección a Volendam. Pillamos el bus 316 y en diez minutos estábamos en Volendam. Como soy una persona muy iluminada, en vez de bajar en Volendam centrum, que es donde deberíamos haber bajado, bajamos en la parada de Marinapark. Allí no hay nada especial, campings, hoteles... alguna tienda y supermercado. Y está siguiendo el paseo marítimo el línea recta, sólo que más abajo. Desde allí tuvimos que andar unos diez minutos para deshacer el camino del bus, entre casitas del paseo, hasta que llegamos en sí al paseo marítimo de Volendam.
Volendam se fundó en el siglo XIV como parte del pueblo de Edam. Se fundó exactamente como su puerto y drenaron el antiguo puerto de Edam para dedicarlo a tierra de conreos.
Cuando llegamos al paseo marítimo ya nos dimos cuenta que a nivel turístico este pueblo no tenía nada que ver con el otro. Mientras que Edam estaba tranquilísimo, sin a penas turismo, Volendam estaba a rebosar. No había punto intermedio.
Algunas figuras nos dan una pista del origen pesquero del pueblo.
Como teníamos hambre, decidimos comer en un sitio al final del paseo, aunque era bastante pronto. Además, aprovechamos que no había cola en la tienda. Lo suyo, ya que estábamos en un puerto pesquero era comer pescado...¿no? El sitio se llama Vishandel de Haven Zuideinde. Al pasar por fuera le vimos buena pinta a la comida que sacaba la gente. En este caso acertamos.
En esta foto se ve la tienda. Es la seguna casa empezando por la izquierda.
Tenían unas pocas mesas dentro y otras fuera, en la terraza, aunque las de fuera eran para estar de pie. Basicamente hacían comida para llevar. Vendían el típico harring, que es el arenque crudo acompañado de cebolla cruda y pepinillo, que puedes comer solo o acompañado con un bollito de pan. También había fish & chips y otros platos combinados.
Nos pedimos un plato de fish & chips, un plato de Kibbeling y un agua. Nos salió todo por 17€. El kibbeling es muy típico en Holanda y lo suelen vender también en puestos ambulantes en la calle, como el harring -el arenque-. Son trocitos de pescado rebozado que se acompañan con una salsa tártara o parecido. En sus orígenes lo hacían con los despojos del bacalao. Pensamos que también era bacalao. Estaba muy bueno.
Las raciones no son muy grandes, pero muy rico, muy recomendable el sitio. Un pelín caro, pero si lo comparamos con los precios de allí es correcto. Nos lo comimos en unos bancos enfrente del mar, donde todo sabe aún mejor.
El fish & chips...
Después fuimos por el paseo marítimo y nos compramos un helado. El típico cucurucho de nata. El paseo estaba lleno de restaurantes con terrazas y de gente disfrutando del día, ya que hacía muy buen tiempo.
En el paeso marítimo nos encontramos con el ferry que lleva a Marken. Nosotras pensábamos ir en autobús, ya que teníamos el billete. El ferry no entra en ese billete, y si no me equivoco cuesta 8€ por cabeza y trayecto. Aunque se puede ir en ferry y volver en bus.
Como había leído en el foro, nos metimos por unas callecitas detrás del puerto, cerca de la iglesia. Muy recomendable dar una vuelta porque hay rincones muy bonitos, y además está súper tranquilo porque todo el mundo se queda en el paseo.
Un gatito que encontramos cerca de las casas. En los Países Bajos debe haber muchos gatos negros con manchas blancas...vimos un montón.
Qué raro encontrar tan poca gente en las calles de Volendam...
Salimos después a la plaza central del pueblo, donde hay un supermecado Albert Heijn. Allí también está el museo de Volendam, donde por lo visto se exhiben sobre todo trajes tradicionales del pueblo.
Como tranquilo, Edam era ideal para desconectar de la gente paseando por el precioso canal... Pero Volendam tiene mucho encanto y es distinto, con las casitas al lado del mar Aunque, eso sí, mucho más bullicioso, al menos su paseo. Igual que Edam, dedicarle al menos un par de horitas es suficiente para conocer lo más reseñable.
Y aquí viene la cagada del día. Vamos a la parada del bus para ir hacia Marken, y no sé cómo lo miro (bueno, si lo sé, MAL), que me confundo y acabamos cogiendo un bus que nos lleva a Broek in Waterland, porque me pensaba que había que hacer un transbordo allí. No me preguntéis de dónde saqué eso, porque Broek in Waterland sería el primer pueblo que nos encontraríamos viniendo desde Amsterdam, y Edam el último... Lo lógico hubiese sido dejar este pueblo para el final e ir primero a Marken. Menos mal que no se tarda mucho de un sitio a otro, pero menuda parida que hicimos.
Una vez en el pueblecito de Broek In Waterland, lo primero que hicimos fue ir a una cafetería que estaba indicada en cartelitos. Nos tomamos una cervecita, que la necesitábamos después de la tontería que acabábamos de hacer.
Broek in Waterland es un pueblecito muy pequeño. Aquí venían a veranear las familias adineradas de Amsterdam en los siglos pasados -siglos XVII y XVIII- y se nota en muchas de las casas que denotan historia. Es súper tranquilo, y tiene un lago muy bonito con zona de césped. Cuando llegamos había una familia montando un picnic a orillas del lago.
Llegamos andando a la iglesia y para nuestra sorpresa, al entrar, allí en medio había una cafetería. Pero además estaba llena de gente tomando café y pasteles como si estuvieran en el Starbucks. Una cosa rarísima para nosotras y que aquí no hemos visto nunca pero que allí volveríamos a ver en alguna otra ocasión. La iglesia se construyó en el siglo XIV, pero durante la guerra de los 80 años contra los españoles sufrió una devastación importante, y la gente del pueblo la reconstruyó más tarde.
En Broek In Waterland también dimos un paseo alrededor del canal, pero la verdad, fue un paseo muy corto, ya que teníamos que volver a deshacer camino otra vez para llegar a Marken..Como no podía ser de otra forma, encontramos rincones encantadores.
Otro pueblecito muy tranquilo, al nivel de Edam, pero diferente. Se ve más 'señorial'. El pueblo es bonito pero seguramente hubiera estado mejor ir a Monnickendam. Pero bueno, esto es como todo, para gustos...
Esta vez, para volver a ir dirección Marken -aún me doy de coscorrones!!-, tuvimos que esperar al menos 20 minutos a que llegara el autobus. Hasta ahora todo había sido muy rápido, inmediato o esperando por el bus como mucho 10 minutitos. Tardamos unos 20 minutos en llegar a Marken. También hay que bajarse en centrum -ya habíamos aprendido la lección. Siempre centrum-.
En Marken la parada de bus está al lado de un parking súper grande para los visitantes, aunque el pueblo no estaba demasiado concurrido -estaba concurrido, pero no tanto como Volendam-, quizás ya por la hora. Lo primero que encontramos es una tienda de souvenirs-fábrica de zuecos, con zuecos de todos los tamaños y colores, tulipanes, etc. También tienen baño, pero cuesta 50 céntimos usarlo.
Empezamos a caminar por el pueblecito siguiendo las indicaciones al puerto (Haven). Pasamos por casas con bonitos jardines e incluso por terrenos con cabras que se acercaban. A mí me gusta verlas pero me da un poco de mal rollo meter la mano por si me llevo un mordisco, aunque estas parecían simpáticas. Soy muy desconfiada con los seres vivos en general XD.
Justo antes de llegar al paseo marítimo encontramos un canal y un pequeño puesto de donde viene un delicioso olor. Estaban haciendo poffertjes!!! Aún no los habíamos probado, así que... Pedimos una ración de poffertjes con azucar glas y mantequilla, que es la manera típica y original de comerlos. También los vendían acompañados de frutas como fresas o platano, y otros acompañamientos como chocolate, caramelo, nata... Pero como aún no los habíamos probado, preferíamos tomarlos de la forma original. Estaban taaan buenos...Vimos como los iban haciendo, en una especie de sartén con agujeritos que rellenaban con la masa. Lo iban girando de tanto en tanto para que se fueran haciendo por cada lado.
Estos dulces son como unas pequeñas tortitas suaves, esponjosas y deliciosas... Se sirven calientes, y el azucar glas y la mantequilla se deshacen y se come una porción con cada pastelito. Tremendos. Nos costaron 4,5€ y venían diez.
Muchas de las casas de Marken son de madera pintada, muy antiguas, y están construidas sobre postes debido a las inundaciones de siglos pasados, que gracias al dique actual no ocurren. De todas formas Marken habría perdido un tercio de su superfície desde la Edad Media hasta la actualidad a causa de estas inundaciones y subidas del nivel del mar.
Dimos un pequeño paseo por el paseo y nos sentamos un rato a descansar viendo los barquitos del puerto y las siluetas de las casas. Es una monada.
Marken está actualmente unida al resto de tierra mediante un dique y una larga carretera -el camino en autobús es muy chulo al cruzarla- y como sabéis también se puede llegar en ferry desde Volendam. Este precioso pueblecito se separó del resto de tierra en el siglo XIII a causa de una tormenta y durante mucho tiempo quedo aislada. Sus habitantes se dedicaron a la pesca. En 1957 se volvió a conectar gracias a la construcción del dique.
Después nos metimos por el pueblo en busca del centro, paseando entre sus casitas de madera, el canal, y los pequeños puentes que íbamos encontrando a nuestro paso.
Allí se encuentra la iglesisa y también el museo del pueblo, en una típica casita de madera.
Ya se empezaba a hacer tarde y habíamos disfrutado un rato de Marken, así que nos volvimos a encaminar hacia la parada de autobús.
Siempre que podíamos nos parábamos a recrear la vista, claro.
Lo mismo que para los demás, hay que dedicarle un mínimo de un par de horas al pueblo para disfrutar de su encanto. Hay una pequeña excursión hasta un faro, que está muy bien señalizada, pero que no hicimos porque se tarda casi una hora andando para ir y otra para volver.
De todos los pueblos, creo que podría decir que Marken fue mi favorito y el que más recomendaría visitar. No me lo perdería por nada.
El bus que iba hacia Amsterdam central tardó unos 15 minutos en llegar. Después el camino lo hicimos en unos 35 minutos, hasta llegar a la estación central. Allí cogimos el tranvía con el ticket para todo el día que habíamos cogido por la mañana y nos plantamos delante del hotel en diez minutos.
Aprovechamos que habíamos comprado el queso en Edam para comprar pan en el supermercado y unas cervezas. Ya teníamos la cena lista
Al día siguiente íbamos a seguir con las excursiones fuera de Amsterdam, así que nos fuimos a dormir pronto para estar frescas el día siguiente.
Vuelta a madrugar ya que tocaba excursión a Delft. Cogemos el tranvía frente al hotel y en diez minutos estamos en la estación central de Amsterdam.
En la estación central sacamos el billete a Delft y buscamos un tren que fuese directo. Lo mirábamos siempre antes en la app de NS y allí salían todos los trenes que pasaban por Delft y las paradas que hacían, porque en algunos había que hacer transbordo. Nos costó el billete 28€ por cabeza, ida y vuelta (en segunda clase, siempre en segunda clase). Una buena pasta...
Tener en cuenta que se puede coger el billete largo -Delft- y después a la vuelta bajar en La Haya (Den Haag), Leiden o Harlem, por ejemplo. Y con el mismo billete podéis volver desde esas ciudades hasta Amsterdam. Pero tiene que ser durante el mismo día, con el ticket day-return y habiendo pagado el trayecto más largo.
La estación de Delft es curiosa, sus columnas, y parte de sus paredes imitan a la famosa cerámica típica de la localidad, de color blanco y azul. La estación está muy cerca del centro. Sólo hay que seguir las indicaciones hacia 'centrum' y en unos 10 minutos podemos estar en la Grote Markt, donde se ubica la iglesia nueva y el ayuntamiento de la ciudad.
Nosotras seguíamos las indicaciones hacia la oficina de turismo, que está en pleno centro, así que es lo mismo. Pero queríamos coger un plano de la ciudad.
Antes de llegar al centro pasamos por los primeros canales y por el museo y centro de interpretación del pintor barroco Johannes Vermeer, nacido en Delft en el siglo XVII. En este centro de interpretación no hay obras originales del pintor, todo lo que tienen son reproducciones a tamaño original. Sin embargo, hay muchísima información acerca de la obra y la vida personal del pintor. Nosotras no lo visitamos. Sólo vimos el bonito edificio por fuera.
Enseguida llegamos a la oficina de turismo, donde nos dieron un plano de la ciudad y nos explicaron por encima qué era lo más típico para hacer en un día. Lo más interesante es el centro, donde está la Grote Markt (espectacular) con la Nieuwe Kerk y el Ayuntamiento a lado y lado de la plaza. También queríamos ver la Oude Kerk, muy cerca de la Grote Markt. Y también llegar caminando hasta una puerta de la muralla medieval que se conserva. Todo se podía hacer a pie sin problemas.
Lo primero que hicimos fue entrar en la Nieuwe Kerk. Allí había dos opciones para adquirir las entradas. Podías solamente entrar a la iglesia, pagando entrada suelta. Con la entrada a la iglesia nueva también se puede acceder a la iglesia vieja. Por otro lado está el ticket combinado que te permite subir también a la torre de la iglesia nueva. Nosotras cogimos este último porque queríamos visitarlo todo y nos costó 17€ por cabeza.
La señora de recepción nos aconsejó subir a la torre, ya que todavía era pronto y había poca gente. La torre tiene 380 escalones y una altura de 108 metros, siendo la segunda más alta del país. Si no me equivoco la más alta es la torre Dom de Utrecht. Se sube a través de una escalera de caracol muy estrecha. El primer tramo es de madera, y el segundo, es de piedra y aún parece más estrecho.
Más que el hecho de subir la escalera, a mí me preocupaba encontrarnos gente bajando a la vez -se sube y se baja por el mismo sitio-. Por eso aprovechamos que había aún poca gente para hacerlo a primera hora.
Nos vendieron el ticket, y antes de subir tuvimos que guardar las maletas en una taquilla (menos mal). Escaneamos el ticket y empezamos a ejercitar las piernas. La subida es relativamente cómoda porque nos podemos parar un par de veces antes de llegar al último nivel. Lo más incómodo era cuando encontrábamos a gente bajando y teníamos que empotrarnos contra la pared.
Pudimos salir un par de veces a contemplar las vistas. Ya desde el primer nivel son espectaculares, pero ya que estábamos íbamos a subir hasta arriba del todo. Cuando sales a la 'terraza' también es super estrecho. La torre se puede rodear entera, pero no caben más de dos personas pasando a la vez, y apretaditas. Mirar hacia abajo daba mucha impresión!! Podíamos ver toda la ciudad a nuestros pies.
No nos quedamos demasiado rato, porque no queríamos encontrarnos con mucha gente al bajar.
Una vez abajo, hay que volver a escanear el ticket para salir, y pudimos recoger nuestras cosas. Habiendo visto la torre, entramos al interior de la iglesia.
La iglesia empezó a construirse en el año 1393. Pero desde entonces ha sufrido bastantes desastres a lo largo de la historia, entre ellas un gran incendio en 1536, la furia del movimiento iconoclasta que destruyó casi cualquier símbolo católico romano que hubiera en la iglesia, y finalmente el 'trueno de Delft', en 1654, la explosión de un polvorín de miles de kg de pólvora que lo arrasó todo. Aún así, se volvió a reconstruir toda la iglesia gracias a la solidaridad de los vecinos y a las aportaciones de las ciudades vecinas.
A mí es una de las que más me gustó visitar. Es una iglesia de gran tamaño, tanto en extensión como en altura, en comparación con otras que vimos en los Países Bajos. Se trata, también, de una iglesia protestante. Tiene unas vidrieras bonitas, aunque las que había en la Edad Media se destruyeron a causa de los desastres comentados anteriormente. Las actuales son del siglo XX, incluso hay uno de ellos del año 2008.
Sin duda lo más reseñable del interior de la Nieuwe Kerk de Delft es la bella sepultura de Guillermo de Nassau, conocido como Guillermo de Orange, al que los neerlandeses cosideran el 'padre fundador' de los Países Bajos y que luchó contra los españoles por su independencia. Guillermo de Orange murió frente a la iglesia vieja, asesinado por un sicario francés bajo las ordenes del rey de España. Tuvo que ser enterrado de manera improvisada en la nieuwe Kerk porque el panteón familiar estaba en Breda, que estaba ocupada por los españoles. Años más tarde, en 1614 se empezó la construcción del espectacular sepulcro en la iglesia nueva.
Si queréis buscar qué fue del asesino de Guillermo de Orange, buscad por 'Balthasar Gérard' y podréis leer la bella historia de su muerte, pero mejor que no hayáis desayunado, comido o cenado antes. Es como una peli de Saw de la edad Moderna. Es un ascazo, no sé por qué leo estas cosas.
Pero volviendo al sepulcro , que es muy bonito, se puede ver desde los cuatro lados y se encuentra entre los 100 principales monumentos de los Paises Bajos. Contiene muchas referencias simbólicas. Hay cuatro figuras femeninas esculpidas que significan libertad, justicia religion y coraje. A los pies del fallecido encontramos a su perro, símbolo de lealtad.
Desde entonces la mayoría de los miembros de la casa real neerlandesa son enterrados en la cripta real, que se encuentra bajo el sepulcro de Guillermo de Orange, en la máxima intimidad.
También encontramos el sepulcro de Hugo Grocio, un jurista y escritor humanista nacido en Delft, fundador del derecho internacional. Hay una escultura de bronce suya justo delante de la iglesia.
En esta iglesia no nos dieron audio guía, pero sí que nos dieron un folleto en español muy completo y además había muchos paneles informativos, vídeos, pantallas táctiles, etc. Todo bastante interactivo. Aunque eso sí, toda esta información in situ era en neerlandés o inglés.
Visita súper recomendable la iglesia. La torre no la recomiendo a gente que tenga pánico a las alturas o claustrofobia porque todo es muy estrecho. Si vais a subir, mucho mejor empezar a primera hora aquí para no encontrarse a mucha gente, lo que imagino puede llegar a ser muy incómodo.
Volvimos a salir a la Grote Markt y cómo no, después de la subida había que reponer líquidos. Nos sentamos en una terraza de la plaza, de espaldas a la iglesia y frente al ayuntamiento. Pedimos una cervecita y una sidra y se estaba de lujo...
Claro, después de la bebida nos entró hambre, así que nos quedamos en un Bagels & Beans, que también estaba en la misma plaza, a comernos una ensalada de queso de cabra, acompañada de un bagel. Estos restaurantes están también en Amsterdam y en otros lugares de Holanda. La verdad es que comimos muy bien y a un precio aceptable. Dos ensaladas de queso de cabra, dos bagels y agua por 20.50€.
Continuamos paseando por la plaza, acercándonos al precioso edificio del ayuntamiento, del siglo XVII, diseñado por uno de los mejores arquitectos de la época, el mismo que diseñó el sepulcro de Guillermo de Orange. El ayuntamiento se construyó alrededor de una torre gótica del siglo XIII.
¿Y cómo no? Entramos en una tienda de quesos!! Otra Henri Willig. Ufff, volvemos a probar un montón de quesos (repetidos, no pasa nada ), y no podemos evitar comprarnos otro. En este caso cogimos un queso ahumado de vaca. Muy rico.
Guardamos el queso en la mochila, y continúamos hacia nuestra próxima parada: la Oude Kerk o iglesia vieja.
La Oude Kerk es la iglesia más antigua de Delft. Ya existía, en el siglo XI, una pequeña iglesia, que en el siglo XIII fue sustituida por otra iglesia de mayores dimensiones. Actualmente también es una iglesia protestante y por ese motivo la austeridad de su interior, ya que también sufrió la furia de los iconoclastas durante el siglo XVI.
En la Oude Kerk tampoco tenemos audio guía, pero tenemos el folleto con mucha información en castellano, y otros paneles en inglés.
Dentro de la Oude Kerk encontramos la lápida de Johannes Vermeer, la mar de sencilla, ya que murió siendo pobre. Fue enterrado en la iglesia vieja, en el panteón familiar de su suegra.
También encontramos otros sepulcros, de almirantes de la marina neerlandesa del siglo XVII.
A la torre de la Oude Kerk, de 75 metros de altura (más bajita que la de la iglesia nueva) no se puede subir. Durante su construcción empezó a desplomarse seguramente porque el suelo fuera demasiado blando, pero consiguieron solucionar el problema. Ahora la torre está inclinada hacia un lado unos 2 metros aproximadamente. Cuando hacia mucho viento, la gente que vivia en el convento buscaban un sitio para refugiarse por temor a que la torre se viniera abajo En 1843 el ayuntamiento estuvo a punto de derribarla...finalmente se optó por restaurarla. Actualmente la tienen muy vigilada.
Visita imprescindible la de las dos iglesias de Delft.
Muy cerca de la Oude Kerk, a un lado del canal, hay un edificio que destaca por su colorida y bonita fachada y sus escudos de armas. Se trata de una gran casa privada, muy lujosa, de estilo gótico tardío. Su construcción empezó en el año 1505. No se puede visitar por dentro pero vale la pena acercarse.
Fuimos paseando por detrás de la Oude Kerk y llegamos al museo Prinsenhof. El museo explica la historia de los Paises Bajos y en particular de Delft, muy ligada a la monarquía. No íbamos a entrar pero sí tiene un pequeño jardín al que le echamos un vistazo y encontramos dentro un banco con una forma peculiar imitando a la típica cerámica azul de Delft.
La cerámica se empezó a fabricar en Delft en el siglo XVI a imitación de la carísima porcelana china y era adquirida por personas adineradas que la usaban para decorar sus lujosas casas. Hace siglos llegó a haber hasta 33 fábricas de cerámica en la ciudad. Actualmente de las fábricas tradicionales solo se conserva una, del siglo XVII, la Royal Delft, que ofrece visitas. Nosotras no la visitamos.
Después de visitar la Oude kerk fuimos paseando hasta el molino de Roos, unos 15' a pie. No tiene nada de especial habiendo visto el de Haarlem.
Como allí no había nada más que ver, volvimos hacia la Grote Markt. Fuimos por detrás de la Nieuwe Kerk, y pasamos al lado de una casa, con un cartel, que ponía que allí, en esa misma esquina, había vivido Vermeer. Formaba parte del barrio católico de Delft. En el primer piso de la casa había tenido su estudio, y allí pintó algunos de los cuadros de la ciudad. Vermeer hizo muy poquitas obras -también murió muy joven-, pero se le considera un gran pintor debido al tratamiento de la luz en sus cuadros.
Volviendo hacia la grote markt...
Seguimos paseando por el barrio y nos encontramos con una iglesia católica que estaba abierta: Maria van Jessekerk. Por fuera no parecía gran cosa, pero ya que estábamos allí entramos. La entrada era gratuita pero piden un donativo de 2 euros.
Nos encontramos con una iglesia muy ornamentada, en contraposición a las iglesias protestantes, tan austeras por dentro. Se trata de una iglesia bastante reciente, del siglo XIX y se diseñó mezclando distintos estilos arquitectónicos. Aprovechamos la tranquilidad de la iglesia para sentamos en los bancos a observar toda la pintura de los muros. La iglesia por dentro es muy bonita y además no cuesta nada acercarse estando al lado de la iglesia nueva.
Finalmente fuimos dando un paseo hasta la Oostpoort o puerta de la muralla, de época medieval, que aún se conserva. No hay más de diez minutos a pie desde la iglesia nueva y el paseo se hace muy ameno siguiendo el canal.
La puerta de la muralla se construyó alrededor del año 1400. Es la única puerta que se conserva en la actualidad, el resto fueron demolidas en el siglo XIX. Vale la pena acercarse hasta ella.
Con esta visita dimos por concluida nuestro día en Delft. Me encantó la ciudad. Es un sitio al que recomendaría ir a todo el mundo por poco que tenga un poco de tiempo en Amsterdam. Para mí Delft y los pueblos de Waterland fueron las dos imprescindibles. En cuánto llegamos nos encandiló el lugar y el ambiente y decidimos pasar allí más rato y no visitar nada más, porque en un principio la queríamos combinar con Leiden. Medio día Delft se te puede quedar un poco corto si te gusta ir tranquilamente y sin prisas, pararte en la grote markt a tomar algo en alguna de sus terrazas, ver con detenimiento las iglesias...
Además está muy bien situada, y como nos quedaron muchas cosas importantes por ver en el viaje, a la próxima nos gustaría alojarnos en Delft y hacer excursiones a La Haya, Rotterdam...porque está súper cerca de las dos. Pero eso ya será en un futuro.
Eran sobre las 17.30 cuando cogimos el tren dirección Amsterdam central. Como el viaje dura alrededor de una hora llegaríamos a las 18.30. Nuestra intención era pasar por el hotel a darnos una ducha y salir a cenar y dar una vuelta por el barrio rojo. Ya sabéis que los horarios no son como los nuestros, así que para cenar intentábamos estar listas antes. Aún así, hay muchos sitios que cerraban a las 22, a las 23... pero lo suyo es cenar sobre las 19.00 y 21.00 como muy tarde. Y muchos sitios antes de las 20.00 ya estaban llenos y con gente haciendo cola. Aunque hay mucha mucha oferta gastronómica, así que dudo que alguien se quede sin cenar.
Sobre las 19 y poco estábamos cogiendo el tranvía delante del hotel para ir al centro. Bajamos en Amsterdam central y nos fuimos directamente a la calle Zeedijk (del inglés 'sea dike'). Esta calle está muy cerca de la estación, cruzando al otro lado del canal. El objetivo era cenar en alguno de los restaurantes de la calle. Esta calle forma parte del barrio chino y está llena de negocios regentados por asiáticos, especialmente restaurantes: chinos en mayor medida, thai, vietnamitas...
En esta calle también hay un templo budista, el Fo Guang Shan He Hua. Estaba cerrado cuando nosotras pasamos y no pudimos entrar, pero nos hubiera gustado verlo por dentro.
Esta calle era antiguamente un dique y es uno de los primeros barrios de la ciudad. La calle Zeedijk fue la primera en tener alumbrado permanente. Hasta el siglo XVII era un lugar muy bien considerado para vivir y se establecieron comerciantes, pero posteriormente se convirtió en el lugar donde los marineros iban a divertirse por las noches y cogió mala fama. Aún quedan algunos de los pubs donde iban a ponerse finos...
Nos quedamos a cenar en un chino de la misma calle. El restaurante se llama Wing Kee y desde fuera veíamos al cocinero como iba colgando los patos delante nuestro. Tenía una pinta... Además estaba lleno de locales, lo que imaginábamos sería buena señal.
Pedimos un plato combinado de carne, que llevaba pato, cerdo y pollo laqueados y nos sirvieron arroz para acompañar. También pedimos unos fideos y unos rollitos. Salimos a punto de reventar porque nos lo comimos casi todo... y los platos son generosos. Para beber un té helado que estaba buenísimo (no servían nada de alcohol). Aunque tardaron un poco en tomarnos nota (pensaba que pasaban de nosotras al principio) luego nos sirvieron muy rápido y estaba todo muy bueno. El precio de todo fue de 40€. Muy recomendable, especialmente pato y pollo laqueados. Eso sí, nosotras nos pasamos de comida...por lo que creo que no está nada mal de precio. Además, recordad que en Amsterdam también podéis pedir 'tap water' o agua de grifo y os la sirven en una jarra de forma gratuita. En la bebida te meten una clavada.
Después de cenar, y para bajar la comilona, estuvimos dando un paseo por el barrio. Pasamos por el puente Armbrug, que nos ofreció una pintoresca vista de un rinconcito muy bonito de la ciudad, donde se cruzaban un par de canales. Las terrazas alrededor del canal estaban llenas y desde el puente se puede ver la parte de atrás de la iglesia de San Nicolás. De buena gana nos hubiéramos quedado allí a tomar algo, pero queríamos andar un poquito más, que no nos había dado tiempo aún ni a bajar medio rollito
Continuamos bajando hasta la Oude Kerk, obviamente cerradísima a esas horas, así que solo la vimos por fuera. Muy curioso que la Oude Kerk se encuentra ya en pleno Barrio Rojo de Amsterdam, rodeada de locales de sexo en vivo, prostitución y demás. Es algo muy particular y se vive con total naturalidad que la vida religiosa se pueda entremezclar con los instintos más primarios del ser humano.
A partir de ese punto ya empezaban a ser más frecuentes los escaparates rojos, locales de sexo en directo, pubs, sex shops con escaparates de lo más bizarro, algún que otro coffeshop... nuestra visita coincidió con el anochecer, pero no estaba totalmente oscuro ya que en verano se pone el sol súper tarde. Hasta prácticamente las 10 de la noche había luz... y es un barrio para patearlo cuando ya está oscuro por el tema de las luces.
Toda esa zona es para curiosearla con calma y vigilando no echar fotos directamente a los escaparates. También vimos locales donde vendían setas alucinógenas, artículos relacionados con el fumeteo, etc. Las calles perpendiculares al canal también están llenas de escaparates y de muchas tiendas del estilo.
Y como ya sabéis, la prostitución es legal en los Países Bajos y no hace relativamente tanto tiempo, desde el año 2000. Lo que no quita, que el que es conocido como 'el oficio más antiguo del mundo' no se llevara a cabo ya hace mucho tiempo atrás en la ciudad. Y es que en el Barrio Rojo ya se ponían las prostitutas, con linternas rojas, en el año 1300, cuando esperaban y buscaban llamar la atención de los marineros que desembarcaban en la ciudad y que encontraban en este barrio alojamiento, comida, bebida y calor hasta el momento de reanudar la navegación...
Aún así, la ciudad ha ido sufriendo una reducción considerable de escaparates dicen que en un intento por frenar otro tipo de negocios que habían ido surgiendo en el barrio y que no convenía que se extendieran. Actualmente y por lo que vimos la mayor parte de la gente que paseaba por el barrio Rojo a horas más nocturnas eran turistas, grupos de jóvenes que parecían ir de despedida de soltero o soltera...pero especialmente turistas, así que me imagino que muchos de sus clientes son turistas y para ellas sería una 'faena' que las trasladasen a otros barrios, tanto de cara al negocio como a su seguridad. Yo creo que con esto siempre tendrán un eterno debate las autoridades de la ciudad y lo difícil es conseguir un equilibrio de todo. A nosotras en ningún caso nos dio sensación de que el lugar sea para nada peligroso, no vimos nada raro... Seguro lo tienen todo súper vigilado.
Fuimos a salir al Grasshoper, grandioso pub con la fachada iluminada de color verde, que da al canal Damrak. Sirven cenas, hacen cocktails... desde luego la ubicación no puede ser mejor y la terraza a pie de canal no tiene mala pinta. No entramos así que no podemos dar opinión al respecto...
Al lado de donde estábamos, en la calle Damrak, se encontraba el Sexmuseum. El horario era hasta las 23.30, con lo cual aún nos quedaba algo más de una hora para ver el museo. La entrada no es cara. Nos costó 5€.
El museo es particular. Desde luego no es una visita imprescindible en Amsterdam, pero es curioso. Y aprovechando el horario tan amplio que tienen puede ser una visita divertida. De hecho nos reímos mucho con los autómatas que había en la primera planta, donde hay una recreación del barrio rojo de hace unos años. Dan un poco de mal rollo porque hacen ruido, se mueven y en algún caso te pegas algún sustillo gracioso.
Después puedes ver grabados japoneses con escenas de sexo totalmente explícitas, cinturones de castidad originales, fotografías pornográficas de principios del siglo XX...Hay cosas muy mezcladas, pero en general es un sitio no demasiado didáctico, simplemente morboso y para pasar el rato. Luego hay una sala un poco más bestia, donde te avisan de que hay imágenes fuertes que pueden herir la sensibilidad. En general está bien para pasar un rato diferente y divertido, pero como he dicho, no es precisamente un 'must'.
Horario: Todos los días de 9.30 a 23.30h Precio: 5€. Entrada prohibida a menores de 16 años. ¿Cómo llegar?: El museo se encuentra a 2 minutos a pie de la estación central de Amsterdam y a 5 minutos de la plaza Dam.
Salimos del museo y fuimos tirando para la estación central para coger el tranvía hasta el hotel. La verdad es que ya no nos quedaron fuerzas ni de tomar una copa!
Buen diario, todo bien explicado y con datos de utilidad.
A mí en realidad no me hacen falta, ya conozco toda esa zona, pero es que Holanda me encanta...
Five points.
Te he leído en el foro de Holanda y también había visto tus diarios, así que me alegro mucho de que me hayas dejado un comentario y me hayas dado cinco estrellas Gracias a los que aportáis tanta información sobre una zona nos beneficiamos el resto, y aquí está mi granito de arena también.
Por cierto, cuando yo estuve en Haarlem, el museo F. Hals no estaba en el edificio de la lonja de la carne, sino en otro, cercano a otro canal.
Para mí, el canal de los cerveceros es el más bonito de Amsterdam, de hecho, toda esa zona, o sea, el principio de los 4 grandes canales, la cabecera.
El museo Frans Hals en Haarlem sigue estando donde comentas luchino, lo único que en la lonja hay una galería que se usa como parte del museo, quizás como exposiciones temporales o algo así, no lo sé, pero fuera había un cartel del museo. En cuanto a lo del canal de los cerveceros...pues yo creo que esa noche seguro que no lo recorrimos entero, porque por las fotos yo creo que bajamos directamente por el Prinsengracht camino al hotel. Lo que no sé seguro es si lo llegamos a hacer entero en algún momento... porque muchas veces íbamos sobre la marcha sin rumbo fijo y no sé ni por dónde pasábamos. Al final nos dejamos muchas cosas por ver, como siempre, jajaja.
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Muchas gracias por los consejos.
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Salodari Moderador de Diarios 03-04-2009 Mensajes: 18740
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). Se trataba del 
. Aunque tampoco me importaría vivir en una casita o un piso de los de la zona con vistas al canal eh. La gente tomaba copas de vino en sus barquitos al aire libre, mientras se ponía el sol, otros fumaban -y no tabaco- en buena compañía...Al ser el día de la Parade del Orgullo había mucha gente reunida y mucho ambiente incluso en estas calles más tranquilas.
Aunque, eso sí, mucho más bullicioso, al menos su paseo. Igual que Edam, dedicarle al menos un par de horitas es suficiente para conocer lo más reseñable.
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