Día de excursión a Haarlem, pequeña ciudad muy cercana a Amsterdam. Se encuentra a tan sólo 20 minutos en tren y es una visita más que recomendable para dedicarle medio día. El billete de ida y vuelta nos costó 10€ por cabeza (sablazo again).
Para llegar tuvimos que coger un tren en la estación central de Amsterdam. Nos bajamos en Haarlem, cuya estación es bastante pequeña y manejable. En la plaza de la estación hay una escultura con dos personajes. Se trata de Wigbolt Ripperda, que era un comandante del ejército de Guillermo de Orange que lideró la defensa de la ciudad de Haarlem durante el asedio de las tropas españolas en el año 1573. Por su parte ella es Keanu Simonsdochter, constructora de barcos y comerciante y a la que se atribuye el liderazgo de un grupo de mujeres durante el asedio español.

Nos dirigimos hacia el centro de la ciudad cruzando un bonito canal y siguiendo las indicaciones al centro.

Pasamos por una calle llena de tiendas y de cafeterías, bastante concurrida, aunque aún sin mucho ambiente. La gente se empieza a mover a partir de las 11 de la mañana.

En diez minutos estábamos en la Grote Markt, la plaza del mercado central, y que se encontraba toda cerrada porque estaban haciendo un festival de gastronomía -me hizo una gracia...-. Estaba toda vallada, y dentro, todo lleno de puestos de comida, con mesas, sillas, escenario, toldo, etc. Vamos, que parecía el Sónar. Y ocupaban toda la plaza, así que tuvimos que ir rodeándola por los lados porque encima no te dejaban cruzarla hasta la 1 del mediodía que no abrían el tinglado. Obviamente le restaba todo el encanto al lugar, porque era algo bastante exagerado. Que digo yo..que se podrían ir a comer a un parque o algo.
En la Grote Markt se encuentra la iglesia de San Bavón, a la que intenté fotografiar sin que saliera ninguna valla ni ninguna lona de por medio...algo complicado. Esta iglesia, de estilo gótico tardío, se empezó a construir en el siglo XIV y la construcción se alargó hasta el XVI.

Al lado de la iglesia de San Bavón encontramos la estatua de Laurens Janszoon Coster. Este señor nació en Haarlem en el año 1370 y era fabricante de velas y posadero en la ciudad.
Algunos cronistas del siglo XVI dejaron escrito que fue el verdadero inventor de la imprenta. De hecho, en el año 1440 publicó una obra propia, mientras que la Biblia de Gutenberg, el primer gran libro impreso en Europa Occidental, no se publicaría al menos hasta 1450.
Se dice que fue un ayudante al que habría contratado Coster el que entró en su taller y le robó sus piezas. El pobre hombre, después de la traición, volvió a dedicarse a las velas... Pero la ciudad de Haarlem le honró haciéndole una estatua y colocándola después en la Grote Markt, el lugar más emblemático de Haarlem, nada menos que al lado de la iglesia.

Otros de los edificios que destacan en la plaza sería el Vleeshal, justo al lado de la iglesia. Ésta era la antigua lonja de carne en Haarlem y data del año 1603. Es un edificio de estilo renacentitsa. La lonja era el único e dificio donde se podía vender carne cruda en la ciudad y estuvo funcionando hasta el siglo XVIII. Dentro cabían hasta 40 puestos de mercaderes. Antiguamente había existido otra Vleeshal pero se había quedado muy pequeña y tenían que terminar vendiendo los productos en la calle. Por ese motivo se proyectó hacer ésta nueva lonja, a lo grande. Si os fijáis en la foto veréis que hay cabezas de animales en la fachada que delatan su antigua función. Actualmente el edificio forma parte del museo del pintor Frans Hals, que también se encuentra en la ciudad. Es un edific io muy bonito.

Finalmente está el Stadhuis. que es el ayuntamiento de Haarlem y que data del siglo XVII.

Entramos en la iglesia de San Bavón. Nos costó 2,5€ por cabeza.
El interior de la iglesia es bastante austero y destaca en ella sin duda el gran órgano construido en 1735 por Christian Müller, un constructor de órganos muy famoso en la época.

En 1766, Mozart, con tan sólo 10 años, tocó este órgano, y también lo hizo Händel. Nos sentamos en primera fila a contemplar esta obra de arte de casi 30 metros de altura y 5068 tubos...

Todo el suelo de la iglesia está lleno de lápidas, las más antiguas del siglo XV, y concretamente en el coro encontramos la tumba del pintor Frans Hals.
Como curiosidad, cada día a las 21h se tocan unas campanas en la iglesia llamadas “Damiaatjes”. Esta tradición se remonta al siglo XVI, cuando se hacían sonar para indicar a los habitantes el cierre de las puertas de la ciudad.
Recomendable la visita al interior de la iglesia, porque aunque el interior no sea impresionante, el órgano es espectacular.
En cuanto salimos de la iglesia recorrimos el mercado que había al lado del ayuntamiento. Reconozco que yo no soy muy de mercados, pero ya que estaba allí, lo vimos por encima. Había turistas pero también mucha gente local. Imagino que es el que harán todos los sábados. No compramos nada. Había principalmente puestos de flores, de quesos (obvio), pan...


Otro de los lugares a los que queríamos ir estando en Haarlem era el Molino de Adriaan. Se tarda muy poco desde el centro andando, unos 10 minutos. Hay que andar hasta el río Spaarne, ya que se encuentra en una de sus orillas, en una curva que hace el río. El molino se puede visitar por dentro pero a nosotras nos bastaba con verlo por fuera desde la otra orilla.

En este caso, el molino original era del año 1778 pero lo tuvieron que reconstruir después de un incendio en 1932. La reconstrucción es bastante reciente. En las fotos parece más pequeño, pero es bastante grande y es bonito ver cómo el edificio domina el rio. Estando sólo a diez minutos del centro, hay que acercarse.

Vimos como los puentes se levantaban para dejar pasar a los barcos.


Nos metimos por una callecita estrecha de nuevo hacia el centro de Haarlem. Salimos justo detrás de la iglesia de San Bavón. Había una plaza llena de terracitas de bares y restaurantes donde empezaba a haber más ambiente que por la mañana. Pero no nos quedamos allí...


Recorrimos una calle llena de tiendas basicamente de ropa y zapatillas de todas las marcas posibles. La calle es Grote Houtstraat. Aprovechamos para entrar al HyM y comprarnos una sudadera que nos iba a venir muy bien para las noches. No habíamos sido lo suficientemente prevacidas con la ropa de 'abrigo'. Durante el día estábamos bien, con máximas de 22-24º pero por la noche refrescaba, así que nos vino muy bien la prenda de ropa adquirida.
Es ya la hora de comer y tenía apuntado - supongo que lo sacaría del foro o de algún diario - un sitio para beber que me interesaba bastante (ahí sí que hice bien los deberes

Por fuera el edificio desde luego no parece una iglesia y por dentro es curioso, aunque me imaginaba algo más épico. Aún así es chulo, está bien ambientado y la cerveza está muy buena. También es muy decente la comida. Las patatas fritas más ricas del viaje, y allí comen muchas patatas fritas...


Nos sentamos en una mesa de la planta baja que por cierto cogimos un poco de milagro porque estaba todo lleno. En la segunda planta también tienen mesas pero no se podía subir (sólo para hacer fotos). Pedimos un par de cervezas -muy buenas- y para comer picoteamos patatas, bitterballen -un snack típico de allí, como una especie de croquetas muy densas por dentro y con un rebozado grueso, que se comen con mostaza-, unas croquetas de gambas y unos rollitos de queso. Todo fritanga de la sana, ya lo veis. Pero estaba todo más que decente! Nos costó todo 23,50€, que tampoco es ninguna barbaridad...


Con la barriga llena y la cabeza un poco allá porque la cervecita tenía una graduación respetable, emprendimos la vuelta hacia la estación.
Volvimos a pasar por el Grote Markt, que ahora sí, los plebeyos que no queríamos consumir tapas glamourosas del siglo XXI también teníamos derecho a cruzar.

Volví a echarle una foto al señor Laurens que parece un pobre patrocinador de Lavazza...

En esa foto parece que esté diciendo 'denme un café o les hundo la vida'.

Por el camino tampoco perdimos el tiempo y nos compramos un cruasán del mercadillo ese que habíamos visto antes...

Y pasamos al lado de un Hofje, el Hofje van Oorschot. Los hofjes son patios que están en medio de un grupo de casas, que durante la Edad Media se dedicaban a la beneficiencia, como por ejemplo, asilos de ancianos sin recursos. Algunos se pueden visitar y otros son privados. En este caso lo tuvimos que ver a través de unas rejas... Aunque en el fondo es un patio. Muy bonito, pero un patio. Y obviamente todo el jardín y las casas de alrededor están reformadas en la actualidad. No le vi nada especial, al menos desde la calle.

Volvimos a enfilar esa misma calle, la calle Kruisstraat,que seguida en línea recta y tras pasar el canal nos volvía a llevar a la estación de Haarlem.
Realmente hay más cosas para hacer en Haarlem , tiene algunos museos como el museo de Frans Hals o el Teylers, aunque para ver lo importante y sin meterte en museos, con medio día basta para hacerse una muy buena idea de la ciudad. Y además, estando tan cerca de Amsterdam, vale mucho la pena verla. Yo sí la recomiendo como excursión de medio día.
Aunque no somos especialmente fiesteras ni de muchedumbres, nos apetecía volver a Amsterdam para ver un poco el ambiente, ya que la Parade duraba hasta las 5 de la tarde y al fin y al cabo es la única en el mundo que se hace en un canal.
Nos paramos un poco a observar la estación central de Amsterdam, edificio del siglo XIX de estilo neorrenacentista. El arquitecto es el mismo que el del Rikjsmusem. Hombre, algo familiar tiene.

Justo delante de la estación nos encontramos con la Damrak, calle que baja hasta la Plaza Dam y que también es canal. Aquí están los barquitos que ofrecen tours por los canales de la ciudad de las mil millones de empresas que se ocupan de ellos. Desde aquí es desde donde se inician y donde termina la mayoría de ellos.

En frente de la estación y al otro lado del canal, está la Iglesia de San Nicolás, que es el patrón de la ciudad, edificio que también data del siglo XIX. Es la principal iglesia católica de la ciudad. Debido a su forma, con sus dos torres y cúpula, y a su tamaño, es imposible no verla nada más salir de la estación.

Imposible no pararse a observar con detalle el canal de Damrak y las casas que dan a él.

Fuimos andando en busca del canal Prinsengracht, que es el canal por donde estaban pasando y queríamos ver algo antes de que se terminase. Estos neerlandeses tienen unos horarios muy raros, puesto que la Canal Parade era de 12 del mediodía a 17 de la tarde.
De camino...


A medida que nos íbamos acercando se iba viendo más y más gente, y se escuchaba la música a un volumen considerable. Las calles perpendiculares al canal iban llenas y había un ambientazo brutal, tanto en la calle como en los locales.

Todo estaba decorado, la gente bebía en la calle (supongo que ese día sí que debe estar permitido porque tela) y se amontonaban alrededor del canal, por donde a duras penas pudimos ver que iban pasando barcos-carroza cada una con su música y su comparsa a bordo. Era muy muy difícil ver algo entre la multitud.
Yo intentando hacer una foto desde atrás levantando la cámara... Juzguen ustedes. Yo mejor no digo nada.

Como no logramos ver casi nada a excepción de cráneos humanos con y sin pelo, decidimos atajar nuestra frustración tomando algo en una cafetería que había en una callecita perpendicular al canal. Así podíamos ir al baño. ERROR DE MANUAL. Resulta que en la cafetería había colgado un cartelito para que los necesitados pudiesen ir al baño por un módico precio. Y resulta que se formó una cola que llegaba hasta la puerta solamente para ir a hacer pipí, previo paso por caja. Así que nuestro plan maestro de 'pues vamos a tomar algo y de paso meamos' no funcionó, porque no pensaba hacer esa cola ni loca.
Salimos de allí dispuestas a asomarnos entre la multitud agolpada en los puentes del canal Prinsengracht y aquí me di cuenta definitivamente que los neerlandeses son mucho más altos que nosotros (oh, no me digas?!). Y además se notaba que para coger sitio esa gente había ido allí antes de que empezara el cotarro, porque iban con neveras portátiles y de todo.


Sea como fuere, al final conseguimos acercarnos un poco y ver algunas carrozas surcando el canal. La gente les aplaudía y bailaban al compás de la música. Por un momento pensé que sería algo espectacular, tipo los carnavales de Brasil, pero tampoco era para tanto. Además no pueden hacer según qué cosas porque sino no pasan los barquitos por debajo de los puentes. Eso sí, el ambiente y el buen rollo que había era de auténtica fiesta y era muy contagioso, hasta para una sosa como yo.

Con nuestro objetivo de ver barquitos del desfile cumplido nos fuimos yendo para el hotel. Queríamos darnos una ducha y descansar un poco para seguir con los paseos al atardecer. De camino pasamos por canales donde tenían fiestas más discretas.

Como apunte comentaros que si sois personas curiosas y os gusta ir de compras no dejéis de recorrer las Negen Straatjes (Nueve calles) en el barrio de Jordaan. Son unas callecitas donde hay tiendas muy originales -ropa vintage, jugueterías, tiendas de regalos y decoración...- y cafeterías.
Estas calles se encuentran entre los canales de Prinsengracht y Singelgracht y son Reestraat, Hartenstraat, Gasthuismolensteeg, Berenstraat, Wolvenstraat, Oude Spiegelstraat, Runstraat, Huidenstraat, Wijde Heisteeg. Muchos de estos nombres estan relacionados con los gremios de los oficios anteriores. Por ejemplo, Huidenstraat (Hiden = Pieles, Straat = calle).
Nosotras estuvimos pasando por allí ese día pero imposible ver nada con tranquilidad con el mogollón de gente que había. Tampoco somos muy de tiendas, aunque muchas de estas tiendecitas tienen bastante encanto. Podéis encontrar incluso una web sobre las Negen Straatjes, que conforman una asociación de empresarios desde 1996. Se unieron para darle un poco más de prestigio al vecindario y un auge al turismo, ya que en esa época no era una zona muy turística y ya veis si les ha ido bien.
Ese día andamos UN MONTÓN. Volvimos a salir del hotel para seguir descubriendo el barrio de Jordaan al atardecer. Como ya sabéis, nuestro hotel estaba 'bien situado', pero para moverte andando hacia el centro, mejor coger el tranvía o tener muchas ganas, porque estaba a 25-30 minutos a pie. Bueno, pues nosotras estábamos motivadas -era el segundo día..- y seguimos con las caminatas.
Diría que este es el canal Singelgracht...

Después fuimos subiendo por un canal muy estrecho, dirección al canal Brouwersgracht, que quedaba bastante al norte de donde estábamos. Más canales...


Pasamos a la altura de la Westerkerk.

Dejamos atrás canales más estrechitos...


Serían casi las 8 de la tarde y como teníamos hambre, entramos en un restaurante a cenar algo antes de continuar. El lugar se llamaba De Zagerij. Servían platos de carne, pescado, pasta, etc. Yo pedí un plato de pollo al horno con parmesano, ensalada y patatas. Bea una especie de tortita con un guiso de cerdo con salsa teriyaki y también patatas. Las patatas nos las trajeron a parte y nos pusieron un montón. Y además de primero habíamos pedido pan tostado con mantequilla de finas yerbas y alioli. No nos pudimos terminar la comida. Y además el camarero y yo no nos entendimos y me trajo una segunda cerveza. Para salir rodando de allí, vamos... La comida estaba bien pero tampoco era para echar cohetes. Un entrante, dos platos principales y tres cerveceras nos costaron 48€. Bastante caro.

Para bajar la comida salimos al canal Brouwersgracht y lo fuimos recorriendo mientras se ponía el sol. Es muy bonito y volvimos a ponernos los dientes largos con las casas flotantes




Como durante el día anterior, también pudimos ver muchísimas edificaciones inclinadas hacia delante. Las hacían así para que fuera más fácil subir los muebles con la polea de la fachada, ya que las casas son súper estrechas y altas, y subir cualquier mueble por las escaleras es misión imposible. No podía yo subir ni mi maletón de 20 kg a la habitación, pues imagínate el piano de cola.

Pero también vimos otras casas que estaban torcidas hacia un lado. Y no creo que eso sea para subir el chaise longue... Las casas están asentadas sobre un suelo 'poco estable' debido a la humedad. Supongo que es normal tratándose de un país que está por debajo del nivel del mar. Y tienen que ir reforzándolas periodicamente.
Pero volviendo al canal, éste recibe su nombre por ser el canal donde antiguamente había fabricas de cerveza en el siglo XVII (brouwer = cervezero) y se encontraban los antiguos almacenes de los artesanos. El paseo es muy recomendable. Me imagino que a cualquier hora del día ha de ser bonito, al atardecer os aseguro que es precioso.

Nos perdimos un poquito por el barrio de Jordaan otra vez...

Hasta que se hizo completamente de noche...

Llegamos a la Westerkerk, donde seguían de fiesta, con música y luces de colores cual discoteca ambulante. Después del día de andar que llevábamos, nosotras sí que no teníamos ningunas ganas de fiesta. Así que nos quedamos poquito por allí y seguimos caminando hasta el hotel...estábamos a unos 20' más o menos.

Llegamos reventadas y nos fuimos a dormir.