![]() ![]() Escocia en agosto 2019: 10 días por Mull, Skye, Highlands y Edimburgo ✏️ Blogs de Reino Unido
Ambiente festivalero en Edimburgo, insuperables pubs con música en directo, alucinantes paisajes en las islas de Skye y Mull, castillos y más castillos en las Highlands, un lago con monstruo... Escocia en 10 días de verano. ¿Te animas?Autor: Kileann Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (12 Votos) Índice del Diario: Escocia en agosto 2019: 10 días por Mull, Skye, Highlands y Edimburgo
01: Itinerario y... ¿por qué Escocia?
02: Preparativos y Datos Prácticos
03: Día 1: Glasgow - Luss - Castillo de Kilchurn- Oban
04: Día 2. Oban - Tobermory - Calgary- Loch Na Keal- Ross of Mull- Fionnphort
05: Día 3. Isla de Staffa - Isla de Iona - Glencoe - Glencoe Lochan Trail
06: Día 4. Valle de Glencoe - Kinlochleven – Fort William - Glenfinnan -Ferry a Skye
07: Día 5. Skye: Man of Storr - Coral Beach - Dunvegan Castle - Neist Point
08: Día 6. Skye:Portree - Kilt rock - Quiraing - Trottenish -Fairy Glen-Eilean Donan
09: Día 7. Eilean Donan - Lago Ness/Urquhart - Clava Cairns -Bruar Falls - Pitlocrhy
10: Día 8. Pitlocrhy -Doune Castle - Stirling
11: Día 9. Edimburgo (I)
12: Día 10. Edimburgo (II)
13: Día 11. Glasgow y vuelta a casa
14: Conclusiones y valoración final
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Etapas 10 a 12, total 14
![]() Recorrido del octavo día Nos levantamos pronto y dimos cuenta del suculento desayuno que mencioné en la etapa anterior. En el equipo de música del comedor sonaba música tradicional ( ![]() Durante el desayuno, charlamos un buen rato con la dueña del B&B y la cosa se fue animando. Comenzó a traernos todo tipo de información turística y a recomendarnos visitas. Nos hizo especial gracia un mapa turístico dedicado a Outlander y sus localizaciones. No somos especialmente seguidores de la serie, vimos la primera temporada antes del viaje por aquello de que estaba ambientada en Escocia, pero lo cierto es que este culebrón de época nos pareció más bien flojillo ![]() Pitlocrhy es un sin duda un bonito pueblo y un lugar ideal para alojarse en el trayecto desde Edimburgo o Stirling hacia el norte, o viceversa, como era nuestro caso. La ciudad tiene encanto. Está todo rehabilitado a la perfección. Cada casa, cada tienda, cada pub, cada jardín… Todo pensado para hacerte sentir en una novela victoriana ambientada en las Highlands. Lo cierto es que pese a su carácter eminentemente turístico no sientes en ningún momento que todo sea un decorado pensado para los visitantes. Pasear por sus calles es un placer. Tiene además Pitlocrhy algunas visitas interesantes, varias destilerías de whisky entre ellas. Esa mañana pudimos acercarnos a uno de los puntos turísticos más famosos: su presa (dam). ![]() La presa con el edificio del centro de visitantes al fondo
En Pitlocrhy, el río Tummel está embalsado y es uno de los lugares más conocidos de Escocia para ver saltar a los salmones; hay incluso un contador electrónico que va enumerando los que han saltado hasta ese momento. No estábamos en temporada y no los pudimos ver –lástima–, pero la presa por sí sola merece una visita. La energía, en mi caso por dedicarme a ello profesionalmente, siempre me interesa, así que la visita se me hizo entretenida. Puedes ver la presa por dentro, recorrer toda la instalación y sus distintos canales, y admirar las vistas del embalse que hay desde lo alto. ![]() Vistas desde lo alto de la presa También hay un pequeño museo dedicado a la hidráulica y otras formas de generación de energía limpia en Escocia (eólica y energía de las mareas, principalmente, donde este país es pionero). La visita es gratuita, por cierto. Nos fuimos de la presa y dimos una vuelta por el pueblo. Las tiendas aquí son una tentación, la verdad. Caímos en una de jabones artesanales, The Highland Soap Company (situada en la calle principal). Teníamos sus jabones en el B&B y nos habían gustado mucho. Nos llevamos un buen cargamento, algunos de aromas tan curiosos como jengibre, miel o lima. Terminamos de ver el pueblo, su famoso pub Moulin Hotel y algunas iglesias. Desde Pitlochry hasta el castillo de Doune, nuestra siguiente visita ese día, hay algo más de una hora. Encontramos bastante tráfico, la verdad. Muchos camiones. La mayoría del trayecto es autovía (la A9) pero los carriles son estrechos y hay que ir con cierto cuidado en los adelantamientos. Llegamos al castillo en pleno chaparrón. Esperamos un rato a que escampara y bajamos del coche. El de Doune es un castillo muy popular gracias a sus apariciones en películas y series. Los Caballeros de la Mesa Cuadrada –película de los Monthy Pyton- Juego de Tronos (Invernalia) o Outlander (castillo de Leoch) han rodado aquí. En principio no teníamos previsto visitar este castillo pero al ser gratuito con el Explorer Pass y estar muy cerca de Stirling, nuestra siguiente parada, le dimos una oportunidad. ![]() Invernalia!!
El castillo tiene mucha fama… pero lo cierto es que no hace justicia a ella, en mi opinión. Quizás influyó en mi primera mala impresión que todo el patio estuviese en obras. Desde fuera, eso sí, su estampa es bonita. Una fortaleza pequeña pero resultona. ![]() Se trata de un castillo con origen en el s.XIV, que debe su actual aspecto a Robert Stewart, el primer duque de Albany y gobernador de Escocia. Tras ver su fachada principal y el patio, nos adentramos en las distintas estancias del castillo: salón, habitaciones… todo un poco soso… Quizás lo más llamativo sea la cocina. ![]() Y desde el pueblo de Doune nos dirigimos hacia Stirling. En este caso no fuimos por la autovía M9 si no por una carretera interior (la A84) que resultó mucho más tranquila y con mejores vistas de la ciudad según te vas acercando. Cuando preparaba el viaje, elegir el alojamiento en Stirling fue un quebradero de cabeza importante. La ciudad está 'dividida' es dos partes: una zona antigua (Old Town) a los pies del castillo, donde están las principales plazas de la ciudad, el famoso cementerio y la iglesia Holy Rode, los pubs tradicionales, etc. y otra zona nueva, a modo de ensanche de la ciudad, al lado del monumento a William Wallace. Los B&B que miramos en Old Town nos parecieron caros o de dudosa calidad. No pudimos encontrar nada en el entorno de las 70-80 £ que nos convenciera; así que optamos por la zona nueva. Aquí hay más variedad y mejores precios, pero es necesario el coche si quieres ir a cenar al centro. Más adelante os hablaré del alojamiento que finalmente elegimos, el Craigard B&B. Volvamos al viaje en sí. Llegamos en coche a mediodía y nos dirigimos directamente al castillo de Stirling. Íbamos algo justos de tiempo y optamos por aparcar directamente en el parking del castillo (4£). No encontramos demasiada gente en la entrada y comenzamos con ánimo y un sol espectacular (¡por fin!) la visita a esta enorme fortaleza. La visita es gratuita con el Explorer Pass. Al menos hay que reservar de 2 a 3 horas para ver el castillo. Es enorme y muy interesante. Las murallas ya impresionan desde el parking. Antes de entrar, hay una estatua de Robert de Bruce (rey de Escocia de 1306 a 1329 y pieza clave en la historia nacional) que merece la foto de rigor. ![]() Según vas avanzando hacia la entrada principal te das cuenta de la privilegiada ubicación del castillo. "Hold Stirling and you control Scotland" afirman aquí desde hace siglos. Y así es: Stirling se convirtió durante siglos en piedra angular para todo aquel que quisiera mantener bajo su poder el norte de la isla de Gran Bretaña. Todo eso y mucho más se explica en la exposición permanente que se encuentra nada más sobrepasar las murallas, a la izquierda. Desde los primeros vestigios prehistóricos hasta la sucesión de reyes que pasaron por el trono escocés. No está mal pero llega un momento en que cansa. ![]() Entrada principal del castillo Se agradece salir de nuevo al aire libre y ver el maravilloso jardín a los pies de la Prince´s tower. Tuvimos la suerte de verlo a pleno sol, un lujo. Tras un buen rato paseando entre cardos –el símbolo escocés por antonomasia– nos dirigimos a las murallas. Más de media hora estuvimos pateando los muros del castillo, que dan para un sinfín de fotos. ![]() Jardín a pleno sol
De allí pasamos al Royal Palace, uno de los platos fuertes –a priori– de la visita. La profunda restauración que hicieron en 2011 lo ha dejado todo impoluto… pero en mi opinión se han pasado. Todo está tan limpio, tan colorido, tan delineado que no te acabas de creer que estés paseando por las estancias que James V mandó construir para su esposa francesa a mediados del s. XVI. Este rey escocés fue el encargado de decorar el palacio con suntuosos techos y blasones heráldicos. ![]() Chimena con el escudo real
Tras salir al amplio patio del Royal Palace, optamos por ir hacia el Great Hall, ubicado justo al lado. A pesar de su 'llamativo' aspecto exterior, el interior merece una visita. Uno no puede dejar de imaginar las fiestas que los monarcas montarían en este amplio espacio. Es el salón medieval más grande de Escocia y data de la época de James IV y James VI. No perdimos la ocasión de hacernos la típica foto ‘guiri’ sentados en las dos grandes sillas que presiden en salón. La Royal Chapel, pegada al Great Hall, se ve rápido y no aporta gran cosa estéticamente. Al menos aquí, al igual que en el Great Hall, la restauración ha sido más cautelosa que la del Royal Palace. Desde el Great Hall accedimos al Kings Old Building, pasamos rápido por el Musum of the Argyll & Sutherland Highlanders y fuimos hacia las cocinas (Great Kitchen), una visita curiosa y bien ambientada. Paseamos algo más por las murallas (en la zona de la Grand Battery) y enfilamos hacia la parte final de la visita, el jardín de la Reina Ana, una zona poco concurrida y soleada que nos pareció muy chula. Las vistas desde aquí son estupendas. ![]() Vistas desde las murallas con la torre del National Wallace Monument al fondo En esta entrada del blog MadAboouTravel tenéis información muy completa del castillo de Stirling madaboutravel.com/ ...highlands/ Sobre las habituales comparaciones del castillo de Edimburgo vs el de Stirling… hay opiniones para todos los gustos. Yo creo que no hay un claro ganador. Las vistas, las murallas y el ambiente medieval del castillo de Stirling son únicas pero el de Edimburgo tiene mejores salas y visitas interiores. Ambos merecen la pena. Si me tengo que quedar con uno, quizás sea con el de Stirling… a pesar de la atroz restauración del Royal Palace. Si bien el castillo es la principal atracción, Stirling tiene otros muchos atractivos. Desde el castillo, cogimos de nuevo el coche y nos fuimos a nuestro alojamiento. Hecho el desembarco de rigor en el B&B, optamos por visitar el monumento a William Wallace (National Wallace Monument), que quedaba a solo 5 minutos en coche de allí. Se trata de una extraña torre, de aspecto neogótico, que data de la época victoriana. El monumento es visible desde casi todos los puntos de la ciudad. Desde la base de la torre se pueden admirar espléndidas vistas de Strirling, el valle del río Forth y el campo de batalla del Stirling Bridge, donde W. Wallace, héroe nacional y prócer escocés, derrotó a los ingleses en 1297. ![]() Tras la zona de las taquillas, un empinado camino asciende hasta la cima de la colina, donde está situada la torre. El sendero es bonito y, según se va ganando altura, las vistas mejoran. Una vez arriba, la panorámica compensa el esfuerzo. Decidimos no entrar en la torre, la información sobre lo que hay en el interior (salvo la espada de W.Wallece) no nos llamó la atención. De todos modos, merece la pena subir hasta aquí. De nuevo en el coche, regresamos al centro de la ciudad. A partir de cierta hora (creo recordar que las 17.30 h. pero no estoy seguro) ya no se paga en la zona azul del centro. Llegamos antes de esa hora y tuvimos que aparcar en Cowane Street, una calle cercana al centro sin zona azul. Desde allí comenzamos a subir hacia el Old Town. Iniciamos la visita por el cementerio (Old Town Cemetery) y la iglesia Holy Rude. ![]() El cementerio con la iglesia Holy Rude al fondo
En esta última tuvo lugar la coronación del hijo de Mary, Queen of Scots, el rey Jacobo VI de Escocia (quien terminaría siendo también Jacobo I de Inglaterra y uniendo, así, las coronas de ambos países).El cementerio nos pareció muy interesante. Tiene un encanto especial con sus tumbas de piedra gris y las vistas desde aquí del castillo son muy bonitas. ![]() Más vistas del cementerio, esta vez con el castillo al fondo Pasamos también frente al Argyll’s Lodging y el Mar’s Wark, edificio histórico de impresionante fachada. Cerca se encuentra la plaza Mercat Cross. De forma rectangular, es un lugar agradable y, a la hora ya tardía que lo visitamos, con poca gente. Llama la atención la columna coronada por un unicornio, uno de los animales simbólicos de Escocia. ![]() Plaza de Mercat Cross con el unicornio, uno de los símbolos de Escocia
Se nos quedó en el tintero la visita a la Old Town Jail, una cárcel que parece interesante. Solo abre hasta las 17.15 h. Y también nos quedamos con ganas de visitar uno de los pubs más tradicionales del Old Town, The Portcullis. Volvimos al B&B y descansamos un rato antes de ir a cenar. Había mirado varias opciones en el centro pero, casi por casualidad, descubrimos un local que recomendaba la guía a unos 15 minutos andando de nuestro alojamiento, The Birds & Bees. En esta zona de Stirling, a diferencia de en el Old Town, no hay muchos restaurantes, así que nos pareció buena idea. Nos presentamos sin reserva y, después de alguna mala cara, nos pudieron sentar en la zona del bar, donde hay distribuidas unas cuantas mesas pequeñas. The Birds & Bees es un restaurante de aire rural muy curioso. Está en el límite de la ciudad, al cruzar la acera ya solo hay campo, y está consagrado a la carne. La decoración es chula, como de rancho tejano, todo con motivos campestres, maderas, pieles de vaca en los asientos, cuero tachonado... Hay también una terraza con vistas a las praderas, donde pastan grupos dispersos de ovejas. ![]() ¿Y la comida? ¡¡Buff!!, una pasada la carne. Tardaron en servirnos –el sitio estaba a reventar– pero mereció la pena. Pedimos una hamburguesa de Angus que estaba espectacular, carne de primera y muy bien de punto, y también un enorme plato de costillas asadas a baja temperatura que llevaban una salsa picante tipo oriental (‘Peking sauce’ decía la carta; a mí me recordó a las salsas coreanas que usan también para las costillas). Deliciosas las costillas, se deshacían en la boca. Todo, con un par de cervezas normalitas, fueron 30£. Muy bien de precio, la verdad. Alojamiento Nos vinieron bien los 15 minutos de vuelta al B&B para ‘bajar’ la cena. El Craigard B&B (80£ la doble) está ubicado en una zona residencial del ensanche de Stirling, al otro lado del río Forth. Como decía antes, está lejos del centro pero cerca del monumento a W. Wallace. La propia torre se veía desde nuestra habitación. Está regentado por una familia india. Te das cuenta nada más llegar… ¡por el olor a curry de la cocina! En la habitación no olía nada, eso sí. Es una casita con muy pocas habitaciones. Los dueños son cordiales pero solo lo justo; no percibimos, la verdad, esa amabilidad que nos habíamos encontrado en otros B&B. La habitación estaba limpia y tenía una enorme cama king-size que era cómoda. El baño estaba bien también. Le quita puntos a este alojamiento el desayuno, uno de los más flojos del viaje. Escaso y con productos industriales muy ‘normaluchos’. En fin, un B&B caro que no es especialmente recomendable. Etapas 10 a 12, total 14
![]() Itinerario del noveno día. De Stirling a Edimburgo
Habíamos elegido dormir la noche anterior en Stirling para levantarnos ya relativamente cerca de Edimburgo y poder así devolver el coche de alquiler a primera hora de la mañana. La oficina de la empresa de alquiler estaba ubicada en la zona de Leith, alejada del centro de Edimburgo, así que teníamos algo más de 1 hora hasta allí. Por el camino vimos un par de cosas interesantes. La primera de ellas, de pasada (no tenemos ni siquiera foto decente…), fueron los Kelpies, unos enormes caballos mitológicos que están ubicados en Falkirk, al borde de la autovía M9. Aquí tenéis más información para realizar la visita, nosotros no la hicimos. masedimburgo.com/ ...s-falkirk/ Poco después, desde la misma M9 tomamos un desvío para ir a ver unos famosos puentes. Desde la M9 se coge la salid B8046 hacia la carretera A904. A la altura de Newton hay un mirador señalizado para ver los puentes. Edimburgo está situado en un extenso estuario o fiordo conocido como Firth of Forth (este último es el nombre del río). La ciudad se asienta sobre la orilla sur de este inmenso brazo de agua que desemboca en el Mar del Norte. Hoy en día son nada menos que 3 los puentes que cruzan el fiordo para unir ambas orillas. Todo ellos están ubicados a la altura de los pueblos de South Queensferry y North Queensferry. El Forth Bridge, con su característico color rojo, fue el primero en construirse en 1890; hoy solo circulan los trenes por allí. El segundo puente, el Forth Road Bridge, data de 1964 y solo circulan autobuses. La última incorporación para aligerar el tráfico es el Queensferry Crossing, levantado en 2017 por una empresa española. Por este puente circulan los coches. Aquí tenéis una imagen que pudimos tomar desde el mirador que comentaba. ![]() Vista de los 3 puentes Tras el pequeño desvío para ver los puentes del Forth retomamos la carretera a Edimburgo. No tuvimos tiempo para parar en un castillo que estaba de camino, el castillo de Blackness. Tiene buena pinta, la verdad. Ahí lo dejo por si alguien le pilla de paso o hace una escapada desde Edimburgo. Y por fin llegamos a la zona urbana de Edimburgo. Después de no pocas rotondas y de parar a llenar el depósito en una gasolinera, llegamos al barrio de Leith, donde estaba la oficina de Arnold Clark. Entregamos el coche sin mayor complicación y un amable empleado de la empresa de alquiler nos acercó en un microbús hasta nuestro alojamiento en el centro. Por cierto, en Leith hay unos cuantos puntos de interés turístico que no pudimos ver; entre ellos, el más famoso es el yate Britannia de la familia real británica, que sirve ahora como museo flotante. Nuestro alojamiento en Edimburgo era una habitación de AirBnB en la zona del New Town, concretamente, en la calle Abercromby Place, al lado del Royal Scots Club Edinburgh. Más adelante os daré más detalles de este alojamiento, el peor y de los más caros de todo el viaje. Lo mejor, eso sí, su ubicación. Hecho el desembarco en nuestra habitación, salimos a conocer Edimburgo. Una ciudad de la que habíamos oído hablar muy bien y que nos acabó conquistando. A pesar de las buenas referencias, yo iba con cierta cautela. De Reino Unido conocíamos poco, eso es cierto; solo Londres y poco más (alguna ciudad del sur de estancias en verano para aprender inglés en la adolescencia). Me perdonarán los amantes de la capital inglesa pero Londres no se encuentra entre mis favoritas en Europa. La encuentro entretenida, con deslumbrantes museos e infinitas opciones gastronómicas de todo el mundo, pero no es una ciudad a la que esté deseando volver, como sucede con Berlín, Roma, París, Ámsterdam, Lisboa, Estambul y tantas otras. Lo cierto es que los dos días en Edimburgo nos dejaron claro que nada tiene que ver la capital escocesa con su homóloga inglesa. Nada de nada. Solo comparten el idioma, ¡y eso es discutible! Solo hace falta escuchar los acentos… ![]() Vista del Old Town desde Princes Street Gardens En fin, dejo la digresión. Nos lanzamos a conocer la ciudad. Como muchos sabréis, en agosto solo se habla de una cosa en las calles de Edimburgo: festivales. Durante casi todo el mes, conviven un buen puñado de eventos culturales que transforman la cara de la ciudad. Son, por enumerarlos de forma resumida y sin extenderme, el Edinburgh International Festival (EIF), Edinburgh Festival Fringe (EFF) -conocido simplemente con Fringe, el Edinburgh International Film Festival (EIFF), el Edinburgh International Book Festival (EIBF), The Royal Edinburgh Military Tattoo –famoso espectáculo musical y militar en la explanada del castillo- y el Edinburgh Art Festival (EAF). Los más conocidos son los dos primeros y el Tattoo. ![]() Cartel del Fringe en la Royal Mile Ir en agosto a Edimburgo supone disfrutar de numerosos espectáculos gratuitos por la calle, un ambiente muy animado durante todo el día y un variada agenda de conciertos, obras de teatros y todo tipo de espectáculos. La ciudad es una fiesta y hay gente por todas partes. Inconveniente principal: los precios de los alojamientos son caros y hay que reservar con mucha antelación. Comenzamos la visita a Edimburgo por el New Town, lo más cercano a nuestro alojamiento, y su archiconocida calle comercial, Princess Street, con sus bonitos jardines. Nos detuvimos un rato junto al Scott Monument, una oscura aguja de estilo gótico que rinde homenaje al escritor sir Walter Scott. Está decorada con 64 estatuas de personajes de sus novelas. Se puede subir hasta un mirador en la parte superior del monumento. Dejamos atrás Princess Street y nos acercamos hasta la Scottish National Gallery (no entramos). En esta zona ya se empieza a sentir el ambiente festivalero de la ciudad. Hay varios escenarios y el gentío comienza a ser considerable. Desde el museo, la calle The Mound te lleva hasta el Old Town. Desde esta calle, según vas ascendiendo, hay bonitas vistas. Impresiona la figura un tanto tétrica del New College, perteneciente a la University of Edinburgh, edificio donde comienza ya la ciudad vieja. Nos adentramos en el patio del edificio universitario, donde varios grupos estaban ensayando números circenses. Fue entretenido verles. ![]() Camino hacia el Old Town por The Mound
Y llegamos a la Royal Mile, la arteria del Old Town y el epicentro de los festivales. Dimos un corto paseo (la veríamos en profundidad más tarde) y nos dirigimos a una de las calles más pintorescas del centro, Victoria Street. Aquí merece la pena detenerse un buen rato, pasear tanto por la parte inferior de la calle como por la balaustrada superior, donde hay buenos puntos para hacer fotos. Aquí abundan las tiendas y hay una muy curiosa, la sastrería Walter Slater, una de las más antiguas y elegantes de la ciudad. ![]() Victoria Street desde la balaustrada superior de la calle Era ya mediodía y andábamos con hambre después del desayuno más bien escueto del B&B de Stirling. No solemos comer mucho a mediodía pero aquí hicimos una excepción. En la propia Victoria St. hay uno de los locales de la franquicia Oink y allá que fuimos a probar sus bocadillos. Habíamos visto recomendado esta cadena en muchos blogs y… ¡uff, qué bocatas! Son famosos por asar un cerdo entero (tal cual), ponerlo en el escaparate de la tienda e ir haciendo bocadillos con la melosa carne asada (pulled pork). Cuando se acaba el cerdo, se cierra el local. Así de simple. Puedes personalizar los bocatas con salsas y toppings variados. El resultado será siempre bueno, no lo dudo. Hay 3 tamaños de bocatas: Piglet (80g) y £3.95; Oink (160g) y £5.40 y Grunter (250g) y £6.80. Yo me pedí el mediano con mayonesa de mostaza y ¡es más que suficiente! Puedes comerlos en el propio local (hay unas pocas mesas) o comprarlos para llevar. Apuntad este sitio, de verdad, no os arrepentiréis. ![]() El escaparate del Oink con el cerdo en primer plano. Pobre bicho... pero qué rico está! Muy cerca Victoria St (¡y del Oink!) se encuentra la plaza Grassmarket. Aquí estuvimos un buen rato disfrutando del ambiente de este rincón tan típico del Old Town, un antiguo mercado de ganado que estuvo activo desde el siglo XV y ¡hasta el siglo XX! Es, además, uno de los epicentros de la historia trágica y las leyendas macabras de la ciudad. ![]() Plaza Grassmarket
Aquí fueron ejecutadas muchas personas en actos públicos y fue el centro de operaciones de los famosos asesinos Burke y Hare. Merece la pena visitar alguno de los pubs que se asoman a la plaza. Aquí se encuentran algunos de los más típicos de Edimburgo, entre ellos, el White Hart Inn, considerado el pub en activo más antiguo de la ciudad (data de 1516). ![]() El White Hart Inn, en Grassmarket
Por si os quedan fuerzas por la noche, que sepáis en esta plaza es también el centro de la vidad nocturna de la ciudad. Hay más de una docena de clubes. ![]() Grassmarket desde Victoria Street No hay que perderse las vistas del castillo desde el lado occidental de Grassmarket. ![]() Los imponentes muros del castillo de Edimburgo
Apenas 5 minutos separan Grassmarket del cementerio de Greyfriars, otra de las visitas ineludibles de Edimburgo. Reservad un buen rato para pasear por el lugar, es un sitio estupendo, a pesar de estar bastante lleno de turistas. Aquí están enterrados muchos de personajes ilustres de la ciudad. El contraste de las grises tumbas, el verde del césped y la imponente silueta de la iglesia es sobrecogedor. Hay muchos tours que visitan en el cementario como parte de los lugares imprescindibles de las rutas ‘macabras’ de la ciudad. También es famoso el cementerio por las visitas de la autora de Harry Potter –JK Rowling– para ‘tomar prestados’ nombres de algunas tumbas y transformarlos en personajes de su saga literaria. ![]() Cementerio de Greyfriars Justo en frente del cementerio está la pequeña estatua del perro Bobby, uno de los emblemas de la capital escocesa. Aquí tenéis su historia. www.edimburgo.com/greyfriars-bobby Solo decir que eso de tocar al perro no es realmente una tradición de la ciudad. Lo hacemos los turistas pero no los locales. Las estatua que tocan los vecinos de Edimburgo para atraer la buena suerte es del filósofo escocés David Hume en la Royal Mile, en concreto, su dedo gordo pie. El perro es simpático y es curioso ver también el pub que lleva su nombre. Por cierto, en el cementerio de Greyfriars podréis ver la tumba de Bobby. ![]() Aquí tenéis al fiel can
![]() La tumba del perro Bobby
Y a pocos pasos de la estatua de Bobby está el que quizás sea el museo más preciado de Edimburgo: el National Museum of Scotland (entrada gratuita); un nombre genérico que da pocas pistas de lo que vas a encontrar en el interior… pero que debe estar en toda lista de lugares a visitar en la ciudad. Nada más entrar te das cuenta de que no te vas a aburrir en sus cinco plantas. Estuvimos algo más de 1,30 h pero la verdad es que el museo da para lo que quieras. Entre lo más llamativo, las espectaculares salas de historia natural, con decenas de animales a tamaño real colgados del techo (no son piezas disecadas, son reproducciones). Ballenas, delfines, jirafas, elefantes, esqueletos de animales prehistóricos… una pasada. ![]() Un zoológico flotante.... Si vais con niños, les encantará. Mención especial para el animal más singular del museo: la archiconcida oveja Dolly (ésta sí, disecada), subida a un pedestal que va rotando. ![]() Aquí está quieta pero en realidad la pobre no para de dar vueltas Es muy divertida también la sala dedicada a la ciencia, con aviones, cohetes y artilugios de todo tipo sobrevolando tu cabeza. ![]() Muchas de las cosas expuestas son interactivas, como este traje espacial ![]() También muestra el museo numerosas piezas históricas de Egipto, China, Corea o Japón, toda una colección que comenzó con la apertura del museo en 1861. En fin, que hay cosas muy chulas aquí. Una gran elección si el día está muy lluvioso. Dos cosas para terminar: el propio edificio es una pasada, con una parte antigua de estilo victoriano y otra más moderna, que data de 1998; y tampoco os perdáis las vistas desde la 7ª planta. Aquí tenéis algunas panorámicas. ![]() Al fondo, junto al castillo, se ve la estructura metálica de las gradas del Tattoo
Salimos del museo con ganas de relax y cerveza. Llevaba un lista de los pubs con música tradicional más famosos de la ciudad y uno de ellos estaba muy cerca, el Sandy Bells. Os dejo por aquí el resto de pubs de la lista (a la mayoría no fuimos pero creo que puede ser útil): The Captains Bar, The Royal Oak, Whistlebinkies, Whiski y The Antiquary (a este sí que fuimos). En cuanto a la experiencia en el Sandy Bells, fue fantástica. Al ser época de festivales, hay actuaciones musicales todos los días. Pedimos unas cervezas en la barra y nos sentamos en una salita al fondo. Era pronto (sobre las 4 de la tarde) y había sitio. Podríamos habernos quedado allí hasta el anochecer. Es sorprendente ver cómo se van incorporando músicos, cada uno con su instrumento. Todos, todos se saben cada canción tradicional que se interpreta y suman su instrumento al conjunto. Violines, guitarras, acordeones… Es un placer ver cómo sienten la música y cómo la comparten. ![]() Música en directo en el Sandy Bells
Varias cervezas después, salimos del pub y subimos por George V Bridge hasta la Royal Mile. ![]() Comenzamos la visita a la calle principal del Old Town a la altura de la ‘catedral’ de S. Giles. Aunque todo el mundo la conoce así, como la catedral, realmente no tiene ese título, ya que es una iglesia protestante. Me gustó el ambiente en el interior del templo, muy medieval a pesar de ser un edificio que se ha ido reformando a lo largo de los siglos. Me llamaron la atención las banderolas que hay distribuidas por distintos lugares de la nave. Los escudos heráldicos son fantásticos. Por un momento crees haber entrado en algún capítulo de Juego de Tronos al ver tanto león, cirvos, jabalíes y flores de todo tipo estampadas sobre los estandartes. ![]() Banderolas en S. Giles
Al salir de la catedral comenzamos a seguir un itinerario que vi en la web de MasEdimburgo. Se trata de visitar los famosos callejones (‘closes’ en inglés) que salen en perpendicular desde la Royal Mile. Aquí os dejo el link a la ruta a pie. masedimburgo.com/ ...edimburgo/ Vimos todos los ‘closes’ de la ruta, de oeste a este. Algunos son preciosos; son además rincones donde no hay demasiados turistas y puedes disfrutar de un rato de tranquilidad antes de salir de nuevo al ajetreo de la Royal Mile. Nuestros preferidos: Dunbar’s Close, Lady Stair’s Close y Bakehouse Close, pero todos los de la lista merecen una visita. ![]() Advocate's Close Entre las visitas y las paradas en alguna que otra tienda, la ruta nos llevó casi 2 horas. Entre callejón y callejón vimos también algunos de los monumentos más destacados de la Royal Mile, entre ellos, la iglesia Tron, la estatua de David Hume, la estatua de Alejandro Magno y su caballo Bucéfalo, el Parlamento escocés (que nos pareció bastante feo…) y acabamos en el palacio de Holyroodhouse, que a esa hora solo pudimos ver por fuera, estaba ya cerrado. Me hubiera gustado tener algo más de tiempo para ver la que todavía es hoy la residencia de la reina cuando está en Edimburgo. ![]() Toolboth Tavern, uno de los pubs más famosos de la Royal Mile El castillo lo dejamos al margen, ya que lo visitaríamos al día siguiente. Todo este paseo por la Royal Mile lo hicimos en pleno ambiente festivalero. Gracias al Fringe, toda la calle está llena de actuaciones gratuitas donde te puedes ir parando. Merece la pena dedicarle tiempo y ver los distintos shows que vas encontrando a cada paso. Vimos de todo, pero sobre todo músicos y actuaciones circenses. Muy entretenido. Terminada la visita a la Royal Mile, nos fuimos a ver otra calle preciosa, Cockburn St, que sirve de enlace entre el Old Town y la zona de la estación de tren de Waverley, ya en la zona nueva. Es una calle con multitud de tiendas, algunas de moda y decoración muy chulas. Y la arquitectura de toda la calle es una pasada. Los pintorescos edificios se amoldan a la forma de serpiente que hace la calle. Las fotos son fantásticas. ![]() Cockburn St, la calle en curva más bonita de la ciudad Ya casi tocaba a su fin el día y solo nos quedaba ir a cenar. Teníamos apuntado tras ver bastantes recomendaciones el restaurante Howies de Waterloo Pl y nos pillaba cerca. Atravesamos la estación de Waverley y tuvimos suerte de poder entrar sin reserva. El restaurante es muy bonito, con un amplio salón y unos ventanales que dan a Calton Hill, todo en un edificio neoclásico y georgiano muy elegante. A pesar de todo, el ambiente es distendido y para nada estirado. Tampoco los camareros. La cocina es tradicional escocesa pero renovada. Pedimos unas cervezas artesanales muy ricas (Black Isle Goldfinch IPA). De aperitivo te ponen algo que nos sorprendió: aceite de oliva, aceitunas y pan artesano. Todo muy mediterráneo… curioso… Como plato principal tomamos ‘Baked Shetland salmon’ (rico pero no el mejor del viaje) y un risotto bastante normalito, sin mucho sabor. Todo, sin postre, fueron más de 50 £ (la cantidad exacta no la tengo porque fue la única cena que pagamos en metálico). Conclusión: un sitio agradable pero algo caro para los platos que comimos. Nos esperábamos más calidad, la verdad. De camino al alojamiento por el New Town, pudimos pasar por el hotel Balomoral, el más histórico de Edimburgo. Su fachada y la señorial torre del reloj son impresionantes. Se ves desde buena parte de la ciudad y es uno de sus símbolos. Alojamiento Y llegamos al alojamiento. Como decía al principio, era un apartamento AirB&B en el New Town. Y eso era casi lo único bueno, su ubicación. El resto, bastante mal, la verdad. Habitación pequeña, limpieza… muy justa, baño privado que no lo era (ya que estaba fuera de la habitación y podía entrar cualquier persona de la casa), zonas comunes y cocina bastante sucias, no había desayuno incluido… En fin, poco recomendable. Quizás lo peor era que la habitación no tenía pestillo. Por la noche, ya en la cama pero todavía despiertos, pasó lo inevitable: llegaron otros huéspedes -una familia francesa- y abrieron la puerta de la habitación, supongo que por cotillear la casa donde acababan de llegar. El hombre se disculpó, claro, pero ya nos dejó intranquilos toda la noche. Fue, además, un alojamiento caro (177 euros las 2 noches). Precio de época de festivales. Se aprovechan, claro, como en todos lados. Ha sido hasta ahora nuestra única mala experiencia con AirB&B. Hemos estado en casas y apartamentos en Italia, Alemania, Irlanda o Japón y siempre ha ido bien. Etapas 10 a 12, total 14
Madrugamos, una vez más, para estar pronto en el castillo de Edimburgo, nuestra primera visita del día. Antes de llegar pasamos por la zona de los Princess Street Gardens y su famosa fuente, desde donde hay una espléndida panorámica del castillo. La verdad es que a esa hora la foto está totalmente a contraluz, no es el mejor momento…
![]() Aquí mucho mejor, aunque sin fuente ![]() Sobre las 9 h. estábamos ya en la puerta del castillo y nos pusimos a la cola. 30 minutos más tarde abrieron las puertas. Con el Explorer Pass la entrada es gratuita y te ahorras el tiempo que se pierde en tener que sacar el ticket. Aquí tenéis unas cuantas curiosidades del castillo que os llamarán la atención masedimburgo.com/ ...edimburgo/ ![]() Atravesamos la entrada principal (Entrance Gateway) flanqueado por las inevitables estatuas de William Wallace y Robert the Bruce. Desde ahí se accede a la Portcullis Gate, que da paso a las murallas, con magníficas vistas de toda la ciudad. En la zona conocida como Mills Mount Battery, todos los días a las 13.00 (excepto los domingos) se dispara un cañón de la II Guerra Mundial (One Clock Gun). ![]() Desde las murallas, atravesamos buena parte del castillo para dirigirnos a las salas de las Joyas de la Corona (Honours of Scotland) para evitar que hubiera mucha gente. Vimos con calma la Corona, la Espada del Estado y el Cetro. Una visita curiosa, cargada de historia, pero no impresionan como sus ‘hermanas’ de la Torre de Londres. La Piedra del Destino es sin duda otra de las estrellas de la colección. Se trata de un símbolo muy valioso para Escocia sobre el que se coronaba a sus reyes. Estuvo más de 700 años ‘secuestrada’ en Inglaterra. Solo en 1996 se reparó la afrenta y volvió a su lugar de origen. ![]() Tras las joyas de la corona, terminamos de ver la zona del Royal Palace y la Capilla de Santa Margarita, el edificio más antiguo de Edimburgo. Después nos acercamos hasta las prisiones de guerra. Una vista de la que esperaba algo más. Es curioso pero no me llamó especialmente la atención. ![]() Terminamos el recorrido con una visita rápida al Great Hall y el National War Museum of Scotalnd, este último prescindible si no sois muy amantes de la historia militar. ![]() Como ya comenté en la etapa de Stirling, si hay que elegir entre ambos castillos me quedo la verdad con el de Stirling, aunque el de Edimburgo sin duda se merece una visita. Dejamos el castillo y no fuimos a hacer un ‘recado’ que teníamos en la agenda: ir a una tienda de rugby para comprar algunas cosas para la ‘colección’. Miré bastante en internet antes del viaje sobre las tiendas de rugby de Edimburgo y céntricas céntricas no hay muchas. Al final fuimos a First XV-Rugby Stuff. Nos dimos un buen paseo desde el castillo hasta la tienda, que está en Haymarket. Por el trayecto nada que destacar, son todo oficinas y zonas ‘de paso’. La tienda un 10, eso sí. Hay de todo y algunos cosas en oferta. Compramos un polo de la selección de Escocia muy chulo, listo para el Mundial de rugby de Japón que empezaba en solo unas semanas. ![]() Lástima que la participación de Escocia fuera un auténtico desastre al caer en la fase de grupos con Irlanda y Japón, la revelación del torneo. Para otro viaje se queda ver un partido en Murrayfield... Una pena porque por solo 2 días no coincidimos con un partido Escocia-Francia de preparación para el Mundial. Aprovechamos para comer algo rápido en un local de sándwich al lado de la tienda. Estaban buenos los bocadillos de pastrami que nos pedimos pero no pudimos dejar de acordarnos del Oink… maravilloso lugar… ![]() Cogimos el tren de ‘Cercanías’ en las estación de Haymarket y en solo una parada llegamos a la estación de Waverley. Desde allí, en poco más de 10 minutos, nos plantamos en Calton Hill, ‘el mirador’ más conocido de la ciudad. Se trata de una colina entre el New y el Old Town que tiene un montón de atractivos. ![]() Según asciendes las vistas de la ciudad van mejorando. Primero se encuentra el Dugald Stewart Monument, un templete circular con un precioso mirador; a continuación el Nelson Monument, una desconcertante torre de piedra que parece ‘sacada’ de un gran barco; y al final del camino se encuentra el alucinante National Monument, que se levantó en el s. XIX para conmemorar a los caídos escoceses en las guerras napoleónicas. La intención era hacer un Partenón griego pero se quedaron a medias. El resultado, un templo a medio hacer que me parece precioso. No hay que perderse tampoco el antiguo observatorio, un edificio de piedra con espléndidas vistas de la ciudad. Desde ahí solo hay ya un pequeño trecho hasta la cima de Calton Hill. ![]() Volvimos a darnos otro paseo por la Royal Mile para vivir de nuevo el ambiente festivalero y llegar hasta la parte final, en Castlehill. ![]() Andábamos algo cansados y desde allí nos fuimos un rato a descansar al alojamiento para coger fuerzas para la noche. En ese trayecto de vuelta pudimos ver alguna cosa más de paso, como la St. Andrew Square, ya en el New Town, y la Scottish National Portrait Gallery. De este museo solo vimos su precioso hall de entrada. Si no tienes fuerzas para ver la colección –como era nuestro caso– merece la pena asomarse unos minutos al hall. Para la tarde nos habíamos dejado una zona que es turística, sí, pero que muchos de los que visitan Edimburgo no se acercan a conocer: el Dean Village y el sendero urbano que lo traviesa, conocido como Water of Leith. ![]() Se trata de un bonito recorrido al borde del río Leith. Es un sendero muy largo (casi 20 km) pero la mayoría de turistas hacemos el tramo del Dean Village, su parte más famosa, que serán algo menos de 3 km. Como digo, no está entre lo más popular de la ciudad pero a mí me parece un sitio imprescindible de Edimburgo. Viajas a un pueblo sin salir de la ciudad, la arquitectura de todo el Dean Village es preciosa y el paseo es todo relax y disfrute. A menos que haga muy mal tiempo, yo lo incluiría en toda visita a Edimburgo que duré más de un día. ![]() Salimos del alojamiento y antes de llegar al Dean Village nos pillaban de paso varias plazas del New Town donde se puede apreciar el mimo con el que los arquitectos diseñaron esta parte de la ciudad. James Craig planeó en 1766 el entramado de nuevas calles y plazas, y su regio estilo georgiano ha pasado a la historia como uno de los mejores estilos de neoclásico urbano de Europa. Se trata de un estilo que abandonaba el barroco reciente y se inspiraba en las líneas cláscias creadas por el ariquitecto renacentista italiano Palladio. Aquí podréis encontrar más información sobre el New Town y su arquitectura viajarporescocia.com/ ...-new-town/ Las plazas que nos pillaban de camino eran Moray Pl, Ainslie Pl y Randolph Cres. No había casi nadie y se podía disfrutar con calma de las fachadas y frontones de columnas clásicas que adornan las mansiones de esta adinerada zona de Edimburgo. ![]() Aquí tenéis más información sobre el New Town y posibles rutas masedimburgo.com/ ...-new-town/ Dejamos atrás las plazas y bajamos por la calle Bells Brae hasta el Dean Village. Comenzamos visitando el Well Court, un edificio muy curioso de finales del s.XIX que estaba destinado a los trabajadores del molino de la zona. También hay una torre del reloj muy llamativa. Merece la pena recorrer el patio de vecinos del Well Court, ver las inscripciones en los dinteles de las puertas y volver por un momento a 1880. Una vez se abandonaron los molinos del río Leith, todo el Dean Village cayó en desgracia. La zona se arruinó y se convirtió en un área pobre y marginal de la ciudad hacia mediados del s.XX. En la década de los setenta se acometió la reforma del barrio, transformándolo en un zona residencial donde el precio del metro cuadrado se ha disparado. ![]() Tomamos el paseo conocido como Water of Leith y nos dirijimos en dirección norte para hacer el recorrido hasta el St Bernard well. ![]() Toda la zona es preciosa, con puentes sobre el río, un ambiente apacible y un verdor increíble. ![]() Y llegamos al St Bernard well (pozo de San Bernardo) que tiene una curiosa historia sobre sus aguas medicinales obradoras de milagros. masedimburgo.com/ ...ards-well/ ![]() Continuamos por la ribera del Leith hasta alcanzar el barrio de Stockbridge y su conocido puente. Aquí abandonamos el sendero de Water of Leith, dimos una vuelta por Stockbridge (fue corta debido a un fuerte aguacero) y, ya cansados a última hora de la tarde, fuimos a pasear por otra conocida calle cercana, Circus Lane, una calle muy coqueta de casitas bajas, y la vecina St. Stepehn Street. ![]() Nos quedamos en Circus Lane para poder cenar en el pub The Antiquary, otro de los locales de música tradicional que llevábamos apuntados. Era pronto, sobre las 7.30 h., y había poco ambiente. Pero la cosa se fue animando y hacía las 8.30 estaban casi todas las mesas del pub ocupadas. Como ya habíamos visto en el Sandy Bells, los músicos se iban sumando y aquí llegaron a ser más de una docena. Música celta, cervezas, un ambiente muy familiar… ¡Qué más le puedes pedir a un pub! ![]() La comida, pues normalita, típica de pub. Tomamos un par de hamburguesas (una de ellas con haggis) y un par de rondas de cervezas (26 £ todo). ![]() Agotados pero felices volvimos al alojamiento dando otro paseo por el New Town. Se acababa nuestra estancia en Edimburgo y la ciudad había superado todas nuestras expectativas. Volveremos seguro, y esa próxima vez tendremos entradas para Murrayfield, ¡for sure! Etapas 10 a 12, total 14
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