TIMOR LESTE, FLORES Y SINGAPUR ✏️ Blogs de Timor Oriental

Tras una escala en Bali, llegamos a la isla de Flores a media mañana, empieza una nueva etapa de este viaje, después de Singapur y Timor Leste, llega ahora el momento de conocer Flores.

Si en Timor íbamos totalmente a la aventura, sin reservas previas de hoteles ni una ruta fijada a seguir, en Flores haremos justo lo contrario. Hemos contratado con una agencia local el paquete entero, asi que al salir del aeropuerto ya tenemos esperándonos al guía y al chofer que nos acompañarán durante todo el viaje.

Salimos del aeropuerto de Maumere en dirección sur, hacia el parque nacional de Kelimutu. La carretera, aunque en buen estado, no tiene dos metros seguidos en línea recta, creo que nunca había visto unas carreteras tan reviradas como las que recorrimos en Flores, pero bueno, esta vez tenemos chofer y nosotros podemos dedicarnos a observar tranquilamente el paisaje mientras van pasando los kilómetros. La exuberancia de la vegetación es increíble, arboles, flores, plantas de todos los tipos crecen por todas partes.


A la hora de comer, llegamos a Koka Beach, una preciosa playa con un par de chiringuitos donde comer algo de pescado o pollo y donde descansamos un poco mientras podemos recrear la vista con el magnífico paisaje que ofrece esta cala.


Después de comer y descansar un poco, volvemos al coche y seguimos la ruta hacia el Kelimutu Crater Lakes Ecolodge, donde dormiremos esta primera noche. Cenamos temprano y nos vamos a la cama, ya que mañana tenemos que levantarnos muy temprano para poder subir al volcán Kelimutu y ver desde allá arriba la salida del sol. Nos despertamos aun en plena noche y tras tomar un café rápido, subimos al coche que nos acerca hasta donde empieza el camino para llegar a los cráteres, desde ese punto, tenemos unos 45 minutos de caminata hasta llegar al punto más alto del volcán, desde donde podremos ver la salida del sol y los diversos cráteres que ha ido formando el volcán, con sus lagos en su interior, cada uno de ellos de diferente color.


El lugar está bastante concurrido, no somos los únicos que andamos por aquí, hace un frio intenso y el aire que sopla lo acentúa, pero poco a poco, al irse elevando el sol sobre el horizonte, también lo hace lentamente la temperatura y el espectáculo vale la pena. Iniciamos el descenso y vamos observando los diferentes cráteres que ha ido formando el volcán, con lagos en su interior, cada uno de ellos de un color diferente y que además, cambian de color de vez en cuando, es una visita que merece la pena hacer.

Regresamos al lodge, donde desayunamos y partimos hacia la zona del Gunung Inerie, un volcán activo, cerca del cual pasaremos la siguiente noche. En la ruta que seguimos, pasamos por la ciudad de Ende y seguimos la costa sur de la isla, parando a comer en un chiringuito de carretera en la playa de Blue Stone Beach y seguimos hasta llegar al hotel donde dormiremos esta noche. Es el Manulalu, el cual se divide en dos partes, una parte es el B&B, donde además está el restaurante del hotel, en la terraza del cual, por la noche podremos disfrutar de un concierto de música discotequera en directo, la otra parte, es el Manulalu Resort, un conjunto de bungalós, situados en la ladera de la montaña, con unas vistas impresionantes que nos hacen lamentar el habernos detenido tantas veces durante el trayecto hasta aquí y no haber podido llegar antes para disfrutar plenamente de la habitación.


A la mañana siguiente, salimos de Manulalu en dirección a Ruteng, una importante ciudad, en el interior de la isla, por el camino nos detenemos en Bena Village, un antiguo poblado que se ha conservado tal cual era antiguamente y en el que en la actualidad no vive nadie, pero sus casas y la estructura misma del poblado permiten ver cómo eran y vivían las gentes aquí hace unos años. Se trata no de un poblado en sí, donde puedas ver a la gente viviendo como antaño, es una especie de museo al aire libre y evidentemente, las diferentes casas que forman el poblado, se han convertido en “tiendas” donde comprar telas y artesanía.


Después de la visita, seguimos en ruta hacia Ruteng, nuestro destino de hoy y mientras, seguimos admirando el paisaje, en el que van intercalándose las terrazas donde se cultiva el arroz, con selvas y plantaciones de café y cacao.


La variedad del paisaje es impresionante, en un momento dado estás en una playa y al poco tiempo te encuentras rodeado de montañas y selva, para seguidamente, dar una curva y aparecer ante ti un paisaje de campos de arroz. Esta variedad hace que en ningún momento resulte aburrido o monótono el tiempo que va pasando mientras recorres estas carreteras, más bien al contrario, continuamente le estas pidiendo al chofer que se detenga un momento para poder salir del coche y observar con calma algún paraje.

Por el camino, nos detenemos también, por la zona de Cepi Watu Beach en una destilería, donde hacen un licor de palma llamado Moke y que se destila en diferentes grados de alcohol, catar el de mayor graduación te despierta de golpe si andas algo dormido.

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Llegamos a Ruteng y antes de dirigirnos al hotel, el Spring Hill Bungalow, vamos a pasear por el mercado de la ciudad.


Ruteng es una gran ciudad, de unos 40.000 habitantes más o menos, a parte de sus mercados, también puedes encontrar iglesias, conventos, etc. Pero en realidad, no hemos llegado a Ruteng para visitar la ciudad en sí, másbien se trata de un alto en el camino, donde dormir y descansar, para proseguir viaje hacia el destino al que queremos llegar.


Desde luego, el paisaje por el que te mueves al llegar y al salir de Ruteng es sensacional, montañas, campos de arroz, lagos, pequeños poblados… pero nuestro objetivo final no es otro que Wae Rebo, un pueblo en lo alto de las montañas, el cual, a diferencia de Bena, sigue estando habitado por una población estable que sigue viviendo de la manera tradicional, cultivando sus campos y disfrutando de la tranquilidad que les da su modo de vida.


Antes de llegar ahí, pero, aun tenemos otras cosas interesantes para visitar, entre otras cosas, nos acercamos a la que se conoce como Hobbit Cave. Se trata de la gruta donde fueron descubiertos los restos de una especie humanoide que ha llevado de cabeza a los científicos durante mucho tiempo, tratando de ubicarla en el escalón adecuado de la evolución.


Es el Homo Florensis, el hombre de Flores, un antepasado nuestro, que en algún momento de la historia evolutiva de la humanidad, quedo aislado en esta isla y aquí siguió su particular camino evolutivo, su principal característica es su estatura, de poco más de un metro, de ahí lo de Hobbit. Junto a la gruta, hay un pequeño museo donde se explica resumidamente la historia de este Homo Florensis y de su descubrimiento.

Después de esta visita, nos vamos a visitar los famosos Spider Web Rice Fields.

La forma de estos campos de arroz, que asemejan a la tela de una araña, no se debe a ningún capricho, simplemente fue la mejor forma que encontraron para parcelar los terrenos comunales de manera que el reparto fuera equitativo para cada uno de sus habitantes.


Después de observar durante un rato los campos de arroz seguimos la ruta hacia Denge, un pequeño poblado junto al océano, donde dormiremos en un nuevo lodge, sencillo y básico, pero cómodo y limpio y en el que la familia propietaria del lodge te hace sentir como si estuvieras en casa. Se trata del ParLezo Cottage. Aquí dormiremos, mañana temprano saldremos hacia Wae Rebo, el poblado de las montañas.


Salimos temprano y llegamos a los pies de la montaña donde se encuentra el poblado de Wae Rebo. Una vez llegamos a un pequeño poblado, dejamos el coche que ya no puede ir más lejos y tomamos unas moto-taxis. Unas pequeñas motos en las que te montas de pasajero y te llevan unos kilómetros más arriba, hasta llegar al punto donde se cruza el rio y a partir de ahí no hay más remedio que seguir a pie.

Por la noche ha llovido y la pista esta resbaladiza, lo cual no nos tranquiliza mucho viendo como conducen las motos, pero finalmente llegamos al cruce del rio sin incidentes e iniciamos la subida a pie.

Son unas dos horas o dos horas y media de subida, en algunos puntos, bastante escarpada, pero vamos andando por un camino que discurre por una jungla que nos oculta del sol que ya va calentando y nos hace más llevadera la subida.


Observando la jungla y los paisajes que puedes ver cuando en alguno de los múltiples giros que va haciendo el camino, puedes asomarte al borde del barranco, vamos ganando altura, cuando de pronto, en dirección contraria, aparecen una veintena de críos de diferentes edades, son los niños de Wae Rebo, que al ser hoy lunes, bajan hacia el poblado donde tenemos el lodge y donde pasan toda la semana para poder asistir a la escuela, volviendo a casa cada fin de semana.

Finalmente llegamos a un collado a partir del cual el camino se hace llano y poco a poco empieza un leve descenso hacia el pueblo de Wae Rebo, el cual a través de la vegetación, ya podemos ir viendo.

Finalmente, llegamos al poblado y lo primero que debes hacer es acercarte a la casa del jefe del poblado, queestá reunido con su consejo de ancianos, lógicamente, le demuestras tu agradecimiento por permitirte entrar en su pueblo entregándole un pequeño donativo y nos da la bienvenida, lo cual nos permitirá a partir de ese momento circular libremente por todo el poblado.


Wae Rebo, en la lengua Manggarai, que es la etnia que habita esta región de Flores, significa la “ciudad sobre las nubes” y en efecto, por debajo de nosotros podemos ver las nubes y neblinas que poco a poco van subiendo y de vez en cuando envuelven el poblado entero. Las casa del poblado, son circulares y se encuentran divididas entre diferentes familias, entre 4 o 5 familias por casa, dependiendo del tamaño de la misma.


Hay también una casa, en la que en caso de desearlo, puedes quedarte a dormir, unas esterillas dispuestas a lo largo de las paredes laterales hacen de cama y en el centro de la misma otras esteras que hacen la función de comedor. Aunque nos habría gustado quedarnos a dormir aquí, no podemos hacerlo debido a que andamos escasos de tiempo y mañana al medio día debemos estar en Labuanbajo, lo cual implicaría empezar el descenso desde Wae Rebo antes de la salida del sol, cosa no muy recomendable, menos aun teniendo en cuenta el estado del camino después de las fuertes lluvias de la noche anterior y de las que se prevén para la tarde-noche de hoy.


Lo que si haremos, es comer, en la casa mencionada para turistas y aprovechar para catar el famoso café de Wae Rebo, según los entendidos uno de los mejores cafés que se pueden tomar.

Pasamos el día viendo como los habitantes del lugar, trabajan cuidando el café, poniéndolo a secar al sol, moliendo, también tienen pequeños telares con los que confeccionan mantas y ropas e intentamos comunicarnos con ellos, cosa difícil, ya que muy pocos entienden o hablan algo de inglés, pero con el lenguaje universal de gestos y la ocasional ayuda de alguno de los habitantes que hablan algo de inglés conseguimos entendernos los unos a los otros.


Estamos sorprendidos de encontrar muy pocos extranjeros aquí, desde que en 2.012 Wae Rebo fue declarado Patrimonio de la Humanidad, las visitas han aumentado bastante, pero por ahora, solo otra pareja y un viajante solitario nos acompañan aquí. Más tarde, mientras descendemos hacia el lodge, nos cruzaremos con un par de grupos que suben para pasar la noche en Wae Rebo, pero entre tanto, tenemos todo el poblado para los cinco guiris que andamos por ahí.


Finalmente después de la comida, llega la hora de iniciar el descenso y regresar a nuestro lodge, además, las nubes van creciendo y amenaza temporal, así que a pesar de nuestras ganas de quedarnos más rato en el pueblo, no tenemos otra opción que despedirnos de esas gentes que nos han acogido y marcharnos de ese lugar tan especial.


La bajada es mucho más llevadera que la subida y cuando ya estamos cerca del punto donde se cruza el rio empieza a llover. Preferimos continuar andando los tres o cuatro kilómetros que antes hemos subido en moto, ya que con la lluvia , el estado de la pista y el estilo Racing de conducción que por aquí gastan, no nos apetece volver a subirnos en las motos, además, ahora es bajada y se hace más fácil. Llegamos al coche bastante empapados y volvemos al lodge, donde nos espera ropa seca y una buena cena.

Por la mañana, saldremos de Denge, dirección a Labuanbajo, la ciudad costera, situada en el extremo oeste de Flores, donde nos espera una embarcación para llevarnos a la última etapa del viaje, Angel Island y Komodo

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Después de unas horas de viaje, llegamos a Labuanbajo, es hora de comer y antes de acercarnos al puerto, comemos algo y además, aprovechamos para despedirnos de nuestro chofer y guía, ya que él no vendrá a Angel Island.


Angel Island es una pequeña isla que se encuentra a una distancia de unos cinco kilómetros en línea recta desde el puerto de Labuanbajo.

Toda la isla es un hotel. En ella encuentras diez bungalós, que son todas las habitaciones del hotel, aparte de diferentes servicios, comedor, sala de lectura, oficinas, diving center…

Pasar algún día aquí no es barato, la verdad, nosotros teníamos incluido en el paquete que compramos a la agencia de Flores la estancia de tres noches, pero si buscas por Booking por ejemplo, te sale a unos 250 € la noche.

Evidentemente, todo incluido, estás en esa isla y no puedes irte al restaurante de al lado para comer, pero poder pasar los últimos tres días de vacaciones aquí es algo extraordinario.

Como decía antes, nuestro guía nos deja en el puerto, donde nos espera la barca del Angel Island Eco resort para llevarnos hasta allí. Subimos a la barca y en unos 15 minutos estamos ya en la playa de la isla. Hacer el check-in es un momento y nos acompañan hasta nuestra habitación.

La habitación

Una vez instalados, salimos a dar una vuelta de reconocimiento y vamos viendo las distintas partes de la isla y sus funciones, aquí el comedor, un poco másallá una sala de lectura y evidentemente, la playa, con sus tumbonas y mesitas. Nada más sentarte en una de ellas, aparece un camarero portando zumos de mango, sandia… todo incluido, claro.




Cuando quieras algo, no tienes más que pedirlo y te lo traen, acompañado de alguna cosa para picar, galletas, una especie de queso … excepto alcohol, si quieres cerveza o vino, eso sí lo pagas.


Los días que estaremos aquí los dedicaremos, aparte de a tumbarnos al sol, recorrer la costa de la isla en kayak y hacer snorkel por los corales, a acercarnos a Komodo, para ver a los famosos dragones y otro día lo dedicaremos a hacer un par de inmersiones en las cercanías de Komodo.

Para ir hasta Komodo, mejor dicho, hasta Rinca, ya que a la isla de Komodo ya casi no va ningún turista, entre otras cosas, por temas de conservación de los dragones, tomamos una barca en el resort, que nos lleva hasta la isla. El viaje dura una hora más o menos y al llegar a Rinca, amarras en el muelle del parque nacional y te diriges hacia la zona de recepción, restauración y oficinas del parque.

Alrededor de estos edificios, hay varios dragones andando por allí, al igual que se habitúa a determinadas familias de gorilas para que puedan ser visitados por los turistas, aquí han hecho lo mismo con estos dragones. Y aprovecha para hacer las fotos de rigor, ya que después, en el interior del parque, pocas ocasiones tendrás.


Una vez has pagado la entrada al parque, tienes que acercarte al lugar donde se encuentran los guías. Está prohibido visitar la isla por tu cuenta, deberás ir siempre acompañado de un guía, este guía en primer lugar, te explica un poco la historia del parque y te da una pequeña charla acerca de los dragones, como viven, que comen, como cazan… y finalmente te dice que ruta quieres escoger.

Hay tres tipos de itinerario marcados para recorrer el parque, en función de la distancia que quieras andar. Nosotros escogemos el medio, son unos 7 kilómetros aproximadamente.

Empezamos a andar, siguiendo al guía y solo en una ocasión nos cruzamos con un dragón, en concreto con una hembra que está guardando el nido donde ha puesto los huevos. El guía nos comenta que agosto no es la mejor época para ver dragones, ya que los cauces de agua están secos, así que no hay animales que vengan a abrevarse y por tanto, no hay dragones esperando a cazar a alguno de estos animales.


Al final, regresamos a la entrada del parque habiendo visto solamente la mencionada hembra guardando el nido. ¿Vale la pena venir hasta aquí y pasarte un día en Rinca? SI quieres ver a los dragones de Komodo, si, no hay más, pero a mí me resulta todo un poco demasiado artificial, quizás en otras épocas más propicias sea más fácil ver dragones, pero le isla es grande, andando, por más que escojas el circuito más largo, vas a ver una ínfima parte de la misma e imagino que los animales, que tontos no son, habrán aprendido a mantenerse alejados de la ruta por donde cada día pasan cientos de personas. Puedes ver los que hay correteando junto a la zona de las oficinas, pero en el resto del parque, es complicado encontrarse a alguno. A parte de los dragones, lo que si veras son monos, los cuales andan siempre a la caza de cualquier alimento que puedan robar o les den los turistas.

Regresamos a la barca y en el camino de regreso, nos detendremos en una pequeña isla cercana para comer algo y de paso aprovecharemos para hacer un poco más de snorkel antes de regresar a Angel Island.


Al día siguiente, llega uno de los momentos más esperados del viaje, vamos a hacer inmersión. No es que sea un submarinista muy experimentado, pero llevo hechas unas cuantas inmersiones y cuando viajo, si existe la posibilidad de hacer una inmersión en algún lugar especial, me llevo la documentación y procuro hacer al menos un día de submarinismo.

Toda esta área es famosa por sus aguas cristalinas y la cantidad de vida marina que puedes observar en los arrecifes coralinos, así que además, en Angel Island hay centro de inmersiones, pues un díadedicado a ver lo que hay debajo del agua es obligatorio.


Salimos por la mañana, en la barca, donde solo vamos nosotros dos, el instructor y además, nos acompaña la propietaria del hotel, que aprovecha que vamos a hacer la inmersión para apuntarse. Tras una hora de navegación aproximadamente, llegamos junto a una isla, donde anclamos y empezamos a equiparnos. Una vez listos, saltamos al agua y el instructor nos indica que descendamos siguiendo la cadena del ancla, empezamos a bajar y llegamos hasta los 25 metros de profundidad y al llegar al fondo, te estabilizas, levantas la cabeza y alucinas.


En la costa brava, a 25 metros de profundidad y en un día bueno, puedes ver a unos 15 metros de distancia, además, cuanto más vas bajando, menos luz llega y los colores van desapareciendo, aquí, esa distancia se dobla como mínimo. Es tal la claridad de lo que ves, que no te puedes creer que tengas 25 metros de agua sobre la cabeza y la grandísima cantidad de peces de distinta especies que ves, junto al inmenso jardín de coral que se extiende hasta donde alcanza la vista te dejan sin respiración.


Ya digo que no puedo decir que haya hecho inmersiones en los siete mares y sea un gran experto, pero lo que si puede asegurar es, que de todas las inmersiones que hecho en mi vida, las dos que hicimos aquí han sido sin ninguna duda, lo mejor que he visto en mi vida y en una ocasión también estuve en el Mar Rojo, pero lo de estas aguas es algo incomparable.


Dejo, aparte de las fotos, el enlace a YouTube donde hay un video de las inmersiones y también de los sitios donde hicimos snorkel.


Y bueno, todo se acaba, así que finalmente, toca despedirse de Angel Island, de Indonesia, de Flores, de Timor y de Singapur y regresar a casa.

Ha sido un viaje muy especial, con una gran variedad de paisajes, situaciones y gentes, hemos estado durmiendo en cabañas de juncos y en hoteles de lujo, nos hemos movido en verdaderas tartanas y en coches último modelo, digamos que ha sido un viaje muy variado

Como resumen del mismo señalar de los distintos lugares que hemos visitado, que me ha encantado Timor Leste, como descubrimiento, como algo inesperado, si tengo que regresar a uno de los sitios visitados esta vez, sin duda Timor tiene todas las papeletas.

Y bueno, a esperar el próximo, cuando el maldito virus nos deje volver a movernos por el mundo.

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