Al planificar este viaje hicimos un listado de las cosas que queríamos ver en estos cinco días y medio ¡y nos salieron más de 30!
Aprovecharemos los días al máximo y nos dará tiempo de (casi) todo.
La última vez que estuvimos aquí fue en una parada de menos de 8 horas como parte de un crucero, y sin duda fue totalmente insuficiente. Por suerte después de este viaje consideramos que con 5 días hemos visto Roma bien vista.
Un consejo: si pueden evitarlo, no vayan a Roma en verano. La cantidad ingente de turistas y el calor abrasador dificultan poder disfrutar al máximo de esta maravillosa ciudad. Nosotros hemos ido en abril y se estaba fenomenal.
¡Empezamos el viaje!
Llegamos el lunes después de comer.
El trayecto entre el aeropuerto y el hotel lo hacemos en el tren Leonardo Express, que tarda unos 35 minutos, tiene una frecuencia de alrededor de cada media hora, pero no es especialmente económico. Cuesta 14€ el trayecto (precios de abril 2022).
El hotel (Hotel Bettoja) está super bien situado en una calle principal al lado de la estación de trenes.
Nos ha costado algo menos de 100€ la habitación doble con desayuno incluido.
También tiene a pocos metros una estación de Metro, que utilizaremos varias veces.
Por lo grande que es Roma, sólo tiene 3 líneas de metro (mapa) pero son muy convenientes para visitar la ciudad más allá del centro.
Hemos adquirido el ticket Multibit por 15€, que incluye 10 viajes en metro.
Salimos del hotel, compramos un panini en un puesto en la misma calle y vamos en dirección al Coliseo.
Sólo está a 15 minutitos caminando, y aunque tenemos entrada reservada para el miércoles, mi marido se muere de ganas de verlo.
Justo en la parada de metro Cavour hay que salir de la calle principal y adentrarse en las inclinadas callejuelas para encontrar en una diminuta plaza un tesoro oculto tras una fachada que pasa totalmente desapercibida.
Aquí se encuentra el impresionante Moisés de Michelangelo.
Dos metros y medio de mármol blanco. Pero es imposible ver piedra. Este señor está aquí presente. Y está enfadado. Aún estando sentado, la tensión se nota en su postura, en sus músculos y en su expresión.
La escena nos muestra la ira de Moisés, habiendo descendido del Monte Sinaí con las tablas de los Diez Mandamientos bajo el brazo, al darse cuenta que su pueblo está adorando un ídolo falso.
Curiosidad: estos cuernecillos que asoman entre sus rizos son fruto de un error de traducción de las sagradas escrituras del hebreo al latín. El significado real probablemente eran “halos de luz” y no “cuernos”.
Estamos en 1505 y Miguel Angel es una celebridad en Florencia donde acaba de inaugurar su impresionante David. La excelencia de esa obra llega a oídos del Papa Julio II, que lo llama para encargarle su propio monumento funerario.
El conjunto escultórico renacentista estaba diseñado para ir dentro de San Pedro del Vaticano y la idea es que el monumento fuera mucho más grande, conteniendo muchas más figuras aparte de lo que vemos aquí.
Pero tres años más tarde, a mitad del proyecto, el mismo Papa le paralizó el trabajo al encargarle el famosísimo techo de la Capilla Sixtina. Y una vez finalizada la Capilla Sixtina, el Papa murió. Y su tumba se quedó a medias.
Ah, además la iglesia alberga las reliquias de las cadenas con las que fue atado San Pedro cuando le tomaron prisionero.
Y ahora sí, continuamos caminando hacia el Coliseo, que enseguida asoma.
Hay un gran bullicio en los alrededores, lo rodeamos a pie maravillándonos con sus dimensiones.
Y tras haber tomado una docena de fotos, porque ahora la luz está bajando y resalta la tonalidad cálida del travertino, vamos a cenar al cercano restaurante-coctelería Blackmarket Hall.
Está de camino al hotel, en el barrio Monti, muy cercano a las adoquinadas calles Via Urbana y Via Leonina, repletas de restaurantes cuquísimos y sitios para tomar algo.
Empezamos el primer día entero del viaje con uno de los platos fuertes: El Vaticano.
Antes de llegar hay que planificar la visita.
Como buena iglesia que es, la Basílica de San Pedro es gratis.
Lo que se paga es la entrada a los Museos Vaticanos. (También hay la entrada que incluye el acceso a los jardines papales y otra, a las residencias pontificias).
Si como la mayoría “sólo” queréis visitar los museos, deberéis elegir si queréis ir por libre o en visita guiada.
Y deberéis elegir día y hora.
La visita por libre cuesta 22€. (17€ entrada + 5€ de gastos de gestión online).
Cuando nosotros fuimos a reservar, con un mes de antelación, ya se habían agotado las entradas libres, así que tuvimos que coger una visita guiada por el módico precio de 34€ por persona.
Ah, si algún viajero va muy apurado económicamente, puede esperar al último domingo de mes cuando la entrada es completamente gratuita, eso sí, si ahora esto ya está a reventar, ¡no quiero imaginar las colas ese día!
Decidimos llegar a primera hora a la iglesia para que hubiera menos gente y ya después de comer entraríamos al museo.
Llegamos en metro (parada Ottaviano) y recorremos un lateral del muro que separa el Vaticano de Italia y nos encontramos con un lateral de la columnata.
Impresiona más entrar por la Via della Conziliacione, que da de frente a la gran plaza. Y de hecho ese es el acceso que tenía en mente Gian Lorenzo Bernini cuando diseñó el espacio.
Son las nueve de la mañana y hay poca gente. Hoy me van a faltar adjetivos, porque la plaza en sí ya es espectacular.
Estamos en frente de la iglesia más grande del mundo (en cuanto a capacidad y en cuanto a superficie interior).
Las doscientas ochenta y cuatro columnas de dieciséis metros de alto sostienen ciento cuarenta estatuas de santos y vírgenes, cada una de cuatro metros de alto. Todo en el Vaticano es exagerado.
Otra destacable obra de Bernini se encuentra antes de entrar en la Basílica, justo en el atrio (la galería cubierta justo entre las columnas de la fachada y las puertas de bronce.)
En un lateral del atrio se puede observar a través de una cristalera y desde una distancia prudencial (si no quieres que el guardia te llame la atención “sólo por estar mirando” ) la escultura ecuestre de Constantino I, el primer emperador romano cristiano, que mandó la construcción de la original basílica de San Pedro a inicios del siglo IV.
Como buena obra barroca, el artista juega con la luz y la teatralidad, ya que a través de una ventana oculta en el techo el jinete se ilumina como por obra de la luz divina.
Y como si la visión miraculosa que contempla el gobernante fuera repentina, mira hacia arriba boquiabierto, sus ropajes se contornean y el caballo tiene levantadas sus patas delanteras y retuerce la cabeza.
(no sé porqué, no tomamos ninguna foto, así que esta es de la wikipedia)
Ahora sí, entramos. Y pam, lo primero que te encuentras, al girar a la derecha, es la Pietá de Michelangelo.
La escultura de mármol de Carrara muestra una escena habitual en la religión, que es la Virgen con el cuerpo de Jesús muerto en su regazo.
La obra fue creada cuando nuestro genio tenía tan solo 24 años, e iba a ser el monumento funerario de un cardenal francés.
Destaca la naturalidad del cuerpo de Cristo y la serenidad del rostro de María.
Curiosidad: es la única pieza firmada por Michelangelo.
La construcción de la basílica actual, de planta en forma de cruz latina, es obra original de Bramante y Maderno por encargo de nuestro ya conocido Papa Julio II.
El interior es un conjunto de obras de arte interminables: Esculturas, tumbas, capillas, altares...
Destaca en el interior el baldaquino de bronce de Bernini. Esta pieza barroca marca el punto en el que está enterrado San Pedro en la Necrópolis bajo tierra.
De hecho, el Vaticano en sí está ubicado en el antiguo circo de Nerón, donde tuvo lugar el martirio del primer Papa del Catolicismo, al que va dedicada la iglesia.
Curiosidad: El mismo obelisco egipcio de la plaza que podemos ver hoy, ya estaba en el circo en el año 64 d.C. cuando tuvo lugar la crucifixión del apóstol.
Otra espectacular pieza de Bernini es la estatua de San Longinus, que se encuentra en una de las esquinas del crucero, y contiene las reliquias de la lanza que el centurión romano clavó a Jesús.
Seguimos contemplando la magnífica basílica, al fondo se encuentra el Trono de San Pedro, también de Bernini.
Tiene su sello inconfundible que volveremos a ver estos días, en los rayos dorados que rodean el vitral ovalado complementando la luz que entra, como si proviniera de la mismísima paloma, símbolo del espíritu santo.
Aquí conocemos a un nuevo Papa, el Urbano VIII, cuya tumba, realizada por Bernini, se encuentra detrás del altar.
Urbano, de la familia Barberini, vivió durante el siglo XVII y le encargó numerosas obras a Bernini, entre ellas, su misma tumba y el baldaquino que acabamos de contemplar.
Curiosidad: el emblema de la familia Barberini eran las abejas, si nos fijamos, veremos este animal representado en el baldaquino y en la "fuente de la barca", que visitaremos el jueves.
Nosotros no hemos subido a la cúpula, pero seguro que desde arriba se ve espectacular. Llevamos varias horas aquí dentro y tenemos que comer.
Curiosidad: en el lateral sur de la columnata de la gran plaza exterior, (google maps) hay una tienda de souvenirs que también es oficina de correos y tiene un buzón justo en su exterior. ¿Qué mejor recuerdo que enviar una postal desde el Vaticano, probablemente el servicio de correos más pequeño del mundo? ¡Ahí va una para mi sobrina!
Elegimos un restaurante super recomendable en una calle cercana, il Sorpasso, con calidad y precio más que aceptable, y luego tomamos el helado más caro de la historia, en la calle que conecta el Vaticano con el Metro, una bola de helado: 8 euros.
Después de comer nos queda un rato antes de la hora de entrar en los Museos, así que paseamos por la peatonal Via della Conziliacione que conecta el Vaticano con el Castel Sant’Angelo, justo enfrente del río.
No entraremos al castillo pero lo rodeamos paseando. Nos parece peculiar su forma, pero es que en realidad se construyó para ser el mausoleo del emperador Adriano en el 123 d.C.
A las 15h tenemos el tour guiado en castellano por los Museos Vaticanos.
En el billete dice que hay que estar quince minutos antes.
Cuando llegamos a la puerta hay una cola larguísima y sufrimos de que no lleguemos a tiempo, pero tras pasar el control de seguridad enseguida localizamos el punto de encuentro.
Esta recepción tiene baños, máquinas de vending y bancos para descansar.
Nuestra visita durará una hora y media. Si hubiéramos ido por libre habríamos ido mucho más lentos y no nos hubiera dado tiempo de ver todo, porque a las 17:00 ya estaban vaciando el edificio.
Pasamos por la zona de las esculturas y vemos el famoso Laocoonte.
Se estima que fue construido alrededor de los años 40 o 30 a.C. en Grecia. Pasó siglos y siglos enterrado y fue descubierto en 1506. El entonces Papa Julio II llamó a Miguel Angel para identificarlo.
Según la mitología, él y sus dos hijos fueron asfixiados por dos serpientes gigantes en el contexto de la Guerra de Troya. Aquí los vemos retorciéndose y luchando ferozmente.
También pasamos por la Galería de los Candelabros y la de los Mapas y de los Tapices.
Hasta finalmente llegar a las estancias de Rafael.
Son cuatro habitaciones que sirvieron al Papa Julio II como despachos y residencia. La verdad es que me las imaginaba más grandes pero es increíble poder ver los frescos desde tan cerca.
El más famoso de los aposentos es la Stanza della Segnatura, la biblioteca privada de Julio II.
El fresco de la Escuela de Atenas se considera una de las mejores obras maestras del Alto Renacimiento. La guía nos identifica varios de los filósofos clásicos aquí representados.
Es curioso como Rafael puso el rostro de otros artistas en las figuras de los filósofos. Por ejemplo, Platón tiene los rasgos de Da Vinci, o Heráclito, de Miguel Angel.
Curiosidad: El mismo Rafael, jovencísimo (tendría unos 25 o 26 años), se encuentra también en el fresco, está a la derecha de todo, con sombrero negro.(en la foto está cortado)
Menos famosos pero igual de fascinantes son el resto de frescos.
Me gustó especialmente La Liberación de San Pedro, situado en la estancia de Heliodoro, ya que el artista crea un efecto de arquitectura en el cual vemos la celda del prisionero y el exterior, de noche, con la luna entelada por las nubes, y de repente un halo de luz intensa envuelve la aparición del ángel liberador. (foto de la web del Vaticano)
El dinámico dramatismo conmueve con El incendio en el Borgo, que representa el milagro de un Papa que apagó un incendio con sólo una bendición.
Este fresco no fue pintado por Rafael, sino por los aprendices de su taller, con un diseño del artista. Lo mismo pasa con los de la Batalla de Ostia y la Batalla del Puente Milvio entre otros.
Y vistas las cuatro estancias, es el momento de entrar en la Capilla Sixtina.
Dentro no se puede hacer fotos ni se puede hablar. Pero hay un murmullo constante sólo interrumpido por frecuentes “silenzio per favore” de los guardias.
Cruzamos la puerta, levantamos la mirada y quedamos sobrecogidos.
En la bóveda, acompañando a los archiconocidos Dios y Hombre con los deditos estirados en La Creación de Adán, hay ocho escenas más, con episodios del Génesis, y todo rodeado de profetas y sibilas cada uno en su monumental trono.
¡Y pensar que Miguel Angel ni siquiera quería este trabajo! Cuando el Papa le pidió este encargo, él decía “¡pero yo no soy pintor!”.
Veinte años más tarde volvió a entrar Miguel Angel a la capilla, esta vez para pintar el muro opuesto a la entrada. Es el Juicio Universal.
La figura de Cristo, representada como juez supremo, se rodea de multitud de figuras humanas, entre ellas la Virgen, a su lado, y varios santos, entre ellos: San Pedro, con las llaves, San Bartolomé que lleva su propia piel en la mano.
A medida que la vista desciende, encontramos a los ángeles del Apocalipsis con sus largas trompetas anunciando el Juicio Final.
En la parte inferior izquierda vemos a los muertos saliendo de sus tumbas para ascender al cielo. A la derecha, las almas condenadas al infierno luchan para escapar de su destino.
Podríamos estar horas y horas contemplando cada detalle.
No nos sorprende que a la fecha de su inauguración, en 1541, la obra causara polémica. Tanto desnudo y tanta carnalidad provocó que años después varias figuras fueran censuradas y se les pintara encima algo de ropa para cubrirles las partes púdicas.
Pero no solo es Miguel Angel en la Capilla Sixtina, sino que en las paredes laterales se encuentran frescos quizás no tan famosos pero también de gran valor. Varias décadas antes de que llegara el genio florentino, pasaron por aquí grandes artistas renacentistas como Botticelli, Roselli, Ghirlandaio o Perugino.
Destacan la recargada escena de las Tentaciones de Cristo de Botticelli o la simetría armoniosa de La Entrega de las Llaves de Perugino.
El tiempo parece detenerse en un momento de eternidad aquí dentro, y no sabemos si hemos estado diez minutos, o cincuenta.
La cuestión es que al salir vemos que todo el mundo se está yendo hacia la salida. ¡Oh, es que están a punto de cerrar ya!
Nos hubiéramos quedado un rato más cotilleando los Museos pero hay que irse.
Para acabar de rematar el día tomamos el metro para acercarnos a la Fontana di Trevi.
Son las seis y media de la tarde de un martes de abril y esto está bastante concurrido, pero en agosto yo lo he visto mucho peor.
La única forma de ver esta fuente sin gente es madrugar mucho mucho, y para mí no vale la pena.
La fuente tiene orígen romano, al acabar aquí el acueducto Aqua Virgo.
Curiosidad: El nombre proviene de que la fuente (fontana en italiano) está en un cruce con tres calles (trivium en latín) y de ahí: Trevi.
Tal como pone la inscripción en la parte superior, este es un proyecto mandado construir por el Papa Clemente XII en el siglo XVIII. Teniendo como telón de fondo el Palazzo Poli, la escena barroca tiene como tema “Domar las aguas”.
En el centro está la figura de Océano, flanqueado por las alegorías femeninas de la Abundancia y la Salud.
En un nivel inferior, tenemos a los tritones y los hipocampos, animales mitológicos mitad caballo, mitad pez.
Y poco a poco a medida que nos acercamos al agua, la roca va teniendo un aspecto más rústico, casi como si de una cascada natural se tratase.
A mi humilde parecer, está un poquitín sobrevalorada.
No es una fuente fea en absoluto, pero no está en mi Top 10 de las mejores cosas de Roma, y aún así, la mayoría de turistas (y guías turísticas) lo consideran una visita imprescindible... Quizás porque está muy céntrica y es muy difícil pasarla de largo.
Dice la tradición (que probablemente se originó en una peli de los años 50) que si tiras una moneda a la fuente volverás a Roma. Como el dinero recolectado va a Caritas, no pudimos resistirnos.
Y para acabar el día cenamos en la Antica Birreria Peroni, una cervecería centenaria con gastronomía típica y precios muy aceptables.
Cuentan que la noche del 5 de agosto del año 352 la Virgen hizo nevar justo en este punto, y se erigió una iglesia para conmemorar el milagro.
Cada año por la misma fecha la iglesia monta un espectáculo con música y cañones de nieve-espuma.
El campanario románico tiene 75 metros y es el más alto de la ciudad. La verdad es que el campanario no pega nada con la fachada barroca, pero resulta irónico ya que, a pesar del nombre, el estilo románico no abunda en Roma.
En la cripta, cubierta por un baldaquino mucho menos impresionante que el de Bernini, se conserva la reliquia de la Cuna Sagrada, que viene a ser un bol ovalado de madera, adornado con ostentosa orfebrería.
La barroca Capilla Paolina alberga la joya de la corona, es un icono bizantino en forma de retrato de la Virgen con el niño Jesús en brazos.
El cuadro no parece de un talento destacable, pero su importancia en la iglesia debe ser relevante, pues el actual Papa Francisco tiene como costumbre ir a rezarle antes y después de cada viaje internacional.
Al igual que en el Vaticano, hay distintos tipos de entrada.
La básica ya cuesta 16€.
(Todas las entradas incluyen también el acceso al Foro Romano.)
Luego está la Full Experience, que incluye bajar a la arena, y además, se puede elegir si también añadir la visita a los subterráneos o no.
Yo no soy especialmente fan de los monumentos clásicos y no tenía necesidad de bajar a la arena, pero a mi marido le hacía ilusión así que compramos la Full Experience por 22€.
La verdad es que luego lo agradecí, porque también incluye, dentro de los Foros, la entrada a la Casa de Augusto, el Oratorio de los Cuarenta Mártires y alguna cosa más.
Los primeros domingos de mes se puede entrar gratuitamente.
Entramos a las 10:30 y estamos alrededor de una hora.
El mayor anfiteatro del mundo es una obra de arquitectura e ingeniería asombrosa considerando que se construyó en el siglo I d.C.
Su capacidad era de aproximadamente 50.000 personas, pero actualmente solo hay una pequeña zona reconstruida con gradas, para que nos hagamos la idea.
En él se llegaron a celebrar cientos de batallas entre gladiadores, o entre hombres y animales.
Con los siglos cayó en desuso, y las estatuas que decoraban las arcadas se perdieron, y el mármol que recubría la fachada de travertino se reutilizó, entre otras cosas, para la Basílica de San Pedro del Vaticano.
La mitad de la arena está cubierta y la otra mitad la han dejado al aire libre para que podamos contemplar los pasillos subterráneos que servían de backstage a los luchadores y bestias.
Desde aquí arriba hay unas buenas vistas del Arco de Constantino y del Foro, pero bajaremos a pie de calle para acercarnos al arco triunfal.
El Arco de Constantino se erigió para celebrar su victoria contra el otro co-emperador de la época, Majencio, en el año 312. (Sí, la misma batalla que está representada en las estancias de Rafael en el Vaticano.)
Lo curioso es que para este arco se reutilizaron altorrelieves de anteriores monumentos, que muestran escenas de otros emperadores, como son Trajano, Marco Aurelio y Adriano (los considerados como “buenos” emperadores) pero se les ha modificado la cara para que tengan parecido con Constantino.
El arco es del año 315 d.C. pero por ejemplo, las esculturas que se encuentran encima de las cuatro columnas, que representan esclavos bárbaros, serían del año 112 d.C. Las detalladísimas escenas que encontramos entre estas cuatro figuras son de Marco Aurelio, del 176 d.C.
Los medallones que se encuentran encima de los arcos menores laterales son de Adriano, de entre el 117 y el 138 d.C.
Y los frisos alargados que se encuentran justo entre los medallones y los arcos, y las bases de las columnas, sí que pertenecen a la época de Constantino. Curiosamente, muestran una técnica escultórica muy inferior al resto, me recuerda más al estilo “románico” que a la escultura romana clásica.
Estamos en frente del Foro Romano, pero mejor primero vamos a comer que esto va para largo.
Caminamos por el perímetro del Monte Palatino y pasamos por delante del Circo Máximo, que no es más que una esplanada alargada de tierra.
La entrada es de pago, pero se ve perfectamente desde el exterior.
Y la calle que sigue a continuación tiene varios restaurantes con agradables terrazas. Elegimos el Ristorante Rosso, moderno y tranquilo (y además tiene un buffet económico los mediodías laborables).
Y ahora ya hemos tomado fuerzas para entrar en la zona arqueológica, donde estaremos las próximas 5 horas.
Esta área se divide entre el Foro, con edificios destinados a la vida pública como la sede del Senado o templos religiosos y el Monte Palatino.
Curiosidad: no se llama así porque aquí estaban los palacios imperiales, sino que es al revés: la palabra “palacio” proviene del nombre de este monte.
Empezamos por el Monte Palatino, está lleno de vegetación, con el césped verde y cipreses, pinos y olivos le dan un aire muy mediterráneo.
Pronto encontramos las ruinas del llamado “estadio”, una esplanada rectangular amurallada, quizás fue usada para practicar deporte.
Luego vemos los restos de la Domus Augustana.
Esta era la residencia privada del emperador Domiciano, de la dinastia Flavia, hijo de Vespasiano, el emperador que mandó construir el Coliseo.
A continuación se encuentra la Domus Flavia, de la que se conserva todavía el pavimento de mármoles de colores.
Nuestra entrada Full Experience nos da acceso a la Casa de Augusto, pero actualmente está cerrada por la pandemia (abril de 2022).
También nos incluye la visita al Museo Palatino, pero hoy, por algún motivo que desconocemos, está cerrado.
Donde sí que podemos entrar es en la Casa de Livia.
La visita se hace con un guía en grupos pequeños. Tenemos que esperar un poco a nuestro turno.
Esta residencia lujosa de dos plantas mantiene en condiciones excepcionales los coloridos frescos de varias estancias. Se supone que es donde vivía la mujer del emperador Augusto, (cuya casa está cerrada), durante el siglo I d.C.
Las paredes contienen decoraciones arquitectónicas, de paisajes, y guirnaldas vegetales.
Lo bien conservado que está hace que nos resulte más fácil hacernos la idea de como se vivía hace dos mil años. O al menos, como vivían los millonarios de la época.
Además la visita está complementada con un mapping que realza la decoración mural.
Para finalizar la zona palatina, nos encontramos con la Domus Tiberiana. La parte superior de la residencia imperial es una gran plataforma que ofrece vistas estupendas del foro, a nuestros pies.
Ahora descendemos hacia el Foro Romano.
Nos encontramos primero con el Arco de Tito.
El penúltimo de los emperadores de la dinastía Flavia se muestra en este monumento póstumo en una procesión triunfal. Es el arco del triunfo más antiguo de la ciudad.
A partir de aquí parte la Via Sacra, la calle principal del foro.
A nuestra derecha tenemos el gigantesco templo de Venus y Roma, del que quedan enormes muros y los restos del ábside que los cristianos aprovecharon para convertir en iglesia.
Siguiendo más adelante, también a nuestra derecha tenemos la basílica de Maxencio. Con 100 metros de longitud y 35 de altura, es una de las basílicas más grandes construidas durante el imperio romano.
Posteriormente encontramos el Templo de Antonino y Faustina, con aspecto de iglesia, que ha aprovechado la magnífica columnata frontal.
Y más arriba, está la Curia Julia, centro de reunión del Senado, posteriormente fue reaprovechada como iglesia y probablemente por este motivo todavía se mantiene en pie en perfecto estado.
El ticket Full Experience nos permite la entrada al interior, donde observamos el pavimento ricamente decorado en mármol polícromo.
(es el edificio de pared de ladrillo, a la derecha de todo de la foto)
Hemos llegado al final de la via Sacra y nos encontramos, opuesto al Arco de Tito, con el Arco de Septimio Severo.
Ahora descenderemos para ver los edificios de la zona sur.
Lo primero que vemos son las altísimas columnas del Templo de Saturno.
La fecha de construcción sería alrededor del año 500 a.C. siendo uno de los templos más antiguos del Foro.
Las ocho columnas jónicas de granito miden casi 12 metros de alto. Teniendo en cuenta que estas se levantan encima de un podio de unos 4 metros, la dimensión de la estructura es colosal.
Un poco más abajo está Santa María Antigua.
Es uno de los sitios incluidos en el ticket Full Experience. Es una iglesia cristiana que contiene unas pinturas murales super bien conservadas. También se conoce como oratorio de los cuarenta mártires por uno de estos frescos.
Y para finalizar tenemos los restos del Templo y la Casa de las Vestales.
Las vestales eran sacerdotisas dedicadas al culto de la diosa Vesta. Las seis niñas elegidas tenían como deber guardar el fuego sagrado y debían mantener la virginidad durante 30 años. Se mantienen varias de las estatuas de estas vírgenes casi sagradas.
Ha sido una visita súper completa y entretenida, ¡y eso que yo pensaba que a mí no me gustaba la arqueología!
Por si nos ha parecido poco el tema romano (imposible) justo enfrente de la calle, saliendo del recinto, se encuentran los restos del Foro Augusto, el Foro Trajano y el Mercado Trajano.
El Mercado Trajano se puede visitar por dentro pero nosotros nos contentamos con verlo desde la calle. Se observa perfectamente la construcción semicircular de ladrillo.
A su lado se encuentra la detalladísima columna de Trajano.
Construida en mármol en el año 113 d.C. cuenta las batallas y triunfos del emperador en varias escenas en espiral que contienen aproximadamente 2.500 figuras.
Originalmente estaba coronada por una estatua del emperador, pero en el siglo XVI fue sustituida por la estatua de San Pedro que vemos ahora.
Hemos llegado a la Piazza Venezia, y aquí se encuentra el imponente Monumento a Vittor Emanuele II, también llamado el Altar de la Patria.
Se puede subir a la terraza por 12€ (gratis el primer domingo de mes).
El monumento neoclásico de finales del siglo XIX conmemora al primer rey de Italia, al que vemos elegantemente ensillado en su caballo en una estatua de bronce de 12 metros de alto.
Desafortunadamente Mussolini lo eligió como herramienta de propaganda fascista pero en realidad es un elaboradísimo homenaje a esta gran nación.
Detrás del enorme edificio, coronando la colina del Capitolio se encuentra el Campidoglio.
El diseño actual de esta plaza relativamente pequeña es obra de Miguel Angel.
Aquí vemos al emperador Marco Aurelio en una escultura ecuestre que muy probablemente sirvió de inspiración para la figura que acabamos de ver del rey unificador.
La plaza está rodeada por elegantes palacios, uno de los cuales es los Museos Capitolinos, que contienen valiosísimas pinturas y esculturas desde la Roma Clásica al Barroco.
Lamentablemente no nos dará tiempo de entrar, quizás en una próxima visita a Roma.
Curiosidad: en una esquina de la callejuela al fondo, a la izquierda de Marco Aurelio, se encuentra una columnita con la réplica de la mítica Loba Capitolina, amamantando a los bebecitos Rómulo y Remo que según la mitología romana, posteriormente fundarían la ciudad eterna.
La escultura de bronce original se encuentra dentro del museo.
Está empezando a atardecer así que nos dirigimos al barrio de Trastevere para cenar.
Cruzamos el río caminando, y pululamos hasta encontrar un restaurante tradicional con una tranquila terraza donde comemos, bebemos y descansamos.
Por si todavía no hemos gastado suficiente suela hoy, decidimos deshacer andando los más de tres kilómetros que nos separan del hotel. Pero no podemos desaprovechar la oportunidad de ver el Foro Romano y el Coliseo de noche iluminados.
No creo que nadie pueda responder a eso con certeza. No sólo no sabemos a qué bonos te refieres (qué museos, qué hoteles, qué trenes...) sino que dependerá de cada uno que te pidan o no la reserva en papel. Lo habitual es que valga en digital, pero si quieres saberlo con certeza mejor pregunta donde has reservado o consulta en su web (algunos museos y monumentos ya indican en sus condiciones si es válido el bono electrónico).
Tengo tal cantidad de cosas reservadas (6 hoteles, vaporetto, y 12 museos, cuento por encima, que será alguna cosa más), y tal cacao después de todo lo que he trabajado en esto (añádele rutas, distancias...), que citaros para ver si unos sí y otros no, no me compensa por el trastorno. No sé si me explico. O imprimo todos o ninguno.
Yo lo que esperaba es que alguien me dijese "pues yo he ido hace poco, lo he enseñado todo en el móvil y no he tenido problema" (como creo que pasa en España, a mi nunca me han obligado para nada a llevar nada en papel, en los últimos años, se... Leer más ...
ALROJO Dr. Livingstone Nov 24, 2007 Mensajes: 6083
El problema que veo es que alguien te puede decir que no ha tenido problemas llevando todo en el móvil pero "su todo" no es exactamente igual a "tu todo". Si hay algo diferente... a quién te vas a quejar??
Por ejemplo, yo acabo de llegar de Budapest y llevé todas las reservas en el móvil excepto las entradas al Parlamento, que en su web ya indica claramente que es obligatorio llevar la reserva en formato físico. Es raro, pero es así... Si tienes muchas reservas es difícil generalizar, puede haber alguna que se salga de lo que ahora es habitual.
Y... Leer más ...
javiky13 Dr. Livingstone Feb 27, 2012 Mensajes: 5126
@Lestat7 para que te hagas una idea de lo imposible que es decirte, que todo si, o todo no....
Los billetes del tren, los del regional, tienen una validez de 4 horas desde que se validan (comprados online, se supone que son 4 horas desde la hora indicada), con obligación de validarlo (pasarlo por la máquina para que imprima la fecha y hora). Pues los billetes , depende del revisor: o no te los pide o te los pide. Si te los pide y no están validados, depende del revisor pasa una de las siguientes: no dice nada, te recuerda que hay que validarlo y lo sella, te multa por no validarlo y lo... Leer más ...
Abdelkrim Dr. Livingstone Abr 03, 2008 Mensajes: 8576
En Francia suele haber mensajes más o menos llamativos, al menos están escritos sobre fondo amarillo, para recordar a quienes acceden a los andenes que sus billetes tienen que estar validados. ¿En Italia hay algo así también? Yo ya no me acuerdo desde la última vez.