Hoy toca ver un poco de todo ¡y caminar por el centro de la ciudad, que todavía no lo hemos hecho!

A primera hora nos dirigimos en metro hasta la plaza de Santa Maria del Popolo, donde en la iglesia del mismo nombre hay unos maravillosos cuadros de Caravaggio que me hace mucha ilusión ver.
Ay, pero lamentablemente hoy no abren porque se están preparando para una misa (quizás es porque hoy es Jueves Santo…).


Desde la plaza se accede por una escalera a la Terraza del Pincio, un jardín que nos ofrece unas bonitas vistas de la ciudad, incluso se ve la cúpula del Vaticano.

Descendiendo hacia el sur nos acercamos a la iglesia de la Trinità dei Monti, a la que no entramos.
Nos pareció curiosa la fachada del Palazzo Zuccari, con puerta y ventanas en forma de rostro monstruoso.

Descendemos la concurrida escalinata que desemboca en la famosa Piazza Spagna. Aquí se encuentra la Fontana della Barcaccia, obra de Bernini padre, por encargo del Papa Urbano VIII

Se dice que la fuente representa una inundación del Tíber del siglo XVI y constituyó un gran reto de ingeniería debido a la baja presión del agua, ya que estamos a una altura considerable, y por esto la barca se encuentra por debajo del nivel del suelo.
Desde aquí y recorriendo elegantes calles comerciales peatonales llegamos a la Columna de Marco Aurelio, imponente monumento del siglo II d.C., inspirado en el de Trajano, con grabados épicos en espiral.
La base en sí ya mide doce metros, y la columna unos 30, así que es imposible ver las escenas con detalle.

También del siglo II d.C. es el cercano Templo de Adriano, cuyas once columnas corintias supervivientes sirven ahora de muro del edificio que fue la Bolsa de Roma.
La verdad es que después de ver ayer tanta columna suelta, hoy llama la atención verlas integradas en la arquitectura de la ciudad.

Caminando dos callecitas avanzamos varios siglos adelante, y ahora estamos en el siglo XVII.
La barroca iglesia de San Ignacio presenta dos geniales efectos ópticos.

La cúpula que se ve desde el interior no es más que una pintura plana con un efecto arquitectónico sorprendente.
Pero el fresco de la bóveda de la nave es el más impresionante.
El artista crea una construcción falsa a base de imaginación y perspectiva que se abre hasta el infinito.
Rodeado de suaves nubes vemos al santo recibiendo la luz divina que emana del costado de Jesús en el cielo, y reflejándose en cuatro rayos, la luz llega a los cuatro continentes, cuyas alegorías están representadas con figuras humanas y animales.
Para ver bien el efecto óptico hay que situarse en un punto marcado en el suelo.
Dos callejuelas más allá y hemos retrocedido 350 años.
La iglesia gótica de Santa Maria sopra Minerva es del siglo XIII.
El nombre viene de que la iglesia está sobre un templo anterior dedicado a la diosa Minerva.
La bóveda de la nave central está pintada de azul oscuro con estrellitas doradas, tal como estaba la Capilla Sixtina antes de que llegara Miguel Angel.

Y hablando del genio, antes de llegar al altar, apoyado a una de las columnas, tenemos a un discreto Cristo Resucitado que es obra suya. Ah, el pañito de cobre que le oculta las partes íntimas fue añadido posteriormente.

Todo esto lo hemos visto en tres horitas, ¡y ahora a comer!

No queremos alejarnos demasiado del centro y elegimos una agradable terraza en un restaurante cerca de la plaza Navona.
Estamos esperando a que abran la Iglesia de San Luís de los Franceses y nos entretenemos mirando las elaboradas fuentes de la plaza.
La del centro, llamada Fuente de los Cuatro Ríos, fue diseñada y realizada por Bernini, y sujeta la réplica de un milenario obelisco.
Nos entretenemos intentando averiguar qué esquina corresponde a qué río.

Las magníficas figuras deben representar los grandes ríos de los cuatro continentes entonces conocidos: el Nilo, el Río de la Plata, el Danubio y el Ganges. Y están acompañados por elementos que nos dan pistas: un león, un cocodrilo, un caballo…
Puntuales, a la hora de la apertura estamos en la puerta de San Luís de los Franceses.
En el interior de esta iglesia se encuentran tres obras maestras de Caravaggio, y el coste de la entrada es cero.

La capilla Contarelli está al fondo a la izquierda del altar, la encontraréis porque es dónde se apelotan los turistas.
Mandada construir por el cardenal francés Matthieu Cointerel (o Contarelli para los italianos), el artista representa tres escenas de San Mateo.
A la izquierda está “La vocación de San Mateo”, donde vemos un grupo de recaudadores de impuestos, entre ellos San Mateo, sentados alrededor de una mesa, y de un lateral, en la penumbra, aparece Jesús acompañado por San Pedro y lo llama a seguirle.
(foto de la wikipedia)

Lo destacable de la obra es la teatralidad y la expresividad de los personajes, con sus rostros y sus gestos.

Un rasgo distintivo del artista es que la escena para nada parece un momento divino, sino algo con lo que los observadores coetáneos al artista podrían sentirse familiarizados.
La magia de Caravaggio está en su uso de la luz, la composición está iluminada por una ventana oculta a nosotros, a nuestra derecha, que sirve como paralelismo a la luz divina que vemos reflejada en los rostros de San Mateo y sus acompañantes.

Caravaggio también era un admirador del genio renacentista y aquí le rinde homenaje

El cuadro del centro es “La Inspiración de San Mateo”.


La siguiente versión, la actual, tampoco estuvo libre de críticas.

El santo, descalzo y mal apoyado a un taburete que está a punto de caerse de la composición, recibe la ayuda del ángel para recordar los acontecimientos, pero no ya para escribir.
(foto de la wikipedia)

Y finalmente, el cuadro de la derecha, “El Martirio de San Mateo”, tiene como figura central el soldado etíope que sujeta violentamente al Santo indefenso en el suelo.
Podemos observar unos hilillos de sangre que le descienden desde el pecho por su blanca túnica.

(foto de la wikipedia)

Caravaggio nos acerca este momento hasta hacerlo contemporáneo, poniendo su autorretrato en la figura más alejada, como un espectador.

El resto de la iglesia no está nada mal, pero queda eclipsado por estas magníficas obras maestras.

Y del Barroco del siglo XVII rebobinamos hasta el siglo I, en menos de trescientos metros.
Estamos enfrente al Panteón Romano.
Probablemente el edificio romano más bien conservado del mundo.
La luz que se cuela por la apertura superior de la magnífica cúpula parece casi divina, es por esto que desde la época cristiana esto es una iglesia. Y como buena iglesia, es de entrada gratuita.

Esta cúpula fue la más grande del mundo durante más de mil años, hasta la construcción de la de Santa Maria del Fiore en Florencia. Hoy en día sigue teniendo el título de ser la cúpula más grande no reforzada de hormigón.

Y acabamos nuestro recorrido por el centro visitando el santuario de gatos de Largo Torre Argentina.
En estas ruinas romanas, hoy en día una asociación de voluntarios cuida de los felinos sin hogar.
Y ahora vamos a descubrir un poco más del Trastevere, que ayer solo lo vimos para cenar.
Callejeamos sin rumbo descubriendo rincones y llegamos a la plaza de Santa Maria in Trastevere, donde está la iglesia del mismo nombre.
El templo combina varios siglos de arte y arquitectura: El campanario románico y los detallados mosaicos dorados, tanto de la fachada como del ábside, son del siglo XII.
Se cree que las columnas de granito provienen de las termas de Caracalla. El artesonado geométrico del techo es barroco.

La iglesia es muy peculiar por la variedad de estilos artísticos, pero va a empezar una misa importante y empiezan a llegar hordas de feligreses que casi nos engullen y lo tomamos como una señal para ir a cenar.

Otra buena pizza en una relajada plaza del barrio y una vez más regresamos caminando al hotel.
