Praga. Mucho más que torres y cerveza ✏️ Blogs de Checa Rep.

El plan de hoy era empezar por la Ciudad Vieja directamente pero como no pudimos visitar la Iglesia de San Nicolás de Malà Strana, lo cambiamos y empezamos por ella.

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Luego fuimos paseando hasta el Puente Carlos, volvimos a cruzarlo y subimos a la Torre

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donde estuvimos un buen rato intentando hacernos fotos con algún monumento de fondo, aparte de preciosas vistas de la ciudad, como éstas del Puente Carlos, el Moldava y el Castillo.

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Nos dirigimos a la Plaza de la Ciudad Vieja

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para llegar un poco antes de las 12 y ver el reloj de la torre de Ayuntamiento en acción, y al trompetista que toca desde lo alto una vez que el reloj termina. La primera vez nos hizo gracia, pero acabamos de él un poco hartitos , y es que como estuvimos rondando la plaza casi toda la tarde lo escuchamos unas cuantas veces más.

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Una vez visto el reloj, hicimos nuestra habitual pausa de media mañana, en esta ocasión en el café que hay justo enfrente (Grand Café), en el primer piso, en una mesa con la ventana frente a él. Y dijimos que era una lástima que no fuéramos a estar allí toda la hora hasta que fueran en punto de nuevo, pero es que “entre pitos y flautas” nos dieron las menos cinco, así que aprovechamos y lo vimos desde las alturas.

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Visitamos la Iglesia de San Nicolás de la Ciudad Vieja

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Después de comer unos trozos de pizza al taglio (sí, sí, es un diario de Praga, no de Italia) en la plaza, nos compramos para postre unos dulces (Trdelník) muy ricos en nuestra opinión, y en el de unas amigas avispas que conocimos también

Visitamos la Iglesia de Týn y luego pusimos rumbo al Barrio Judío.Se puede comprar la entrada sólo de la Sinagoga Vieja-Nueva, la del resto de Sinagogas y el Cementerio Judío, o bien la conjunta para todo el barrio. Si se compra para todo el barrio hacen un pequeño descuento (20 coronas), pero si se quiere visitar el Cementerio y la Sinagoga Vieja-Nueva hay que comprar o las dos por separado o la conjunta.

Lo ideal es comprar las entradas en cualquiera de las sinagogas más pequeñas, donde no suele haber cola (a decir verdad, nosotros no vimos mucha cola en ningún sitio del Barrio, pero no sé si por suerte).

Un par de cosas sobre el Barrio Judío: sólo se pueden hacer fotos en el Cementerio (previo pago) y todos los vigilantes y taquilleros estaban más allá de la tercera edad (no sé si en la cuarta o en la quinta )

La visita al Barrio hay a quien no le dice mucho, pero para mí tiene un encanto especial. Como edificio el más llamativo es la Sinagoga Española, el resto contienen exposiciones sobre diversos temas judíos y sobre el Holocausto. Si os interesa el tema, en la Sinagoga Pinkas (por la que hay que pasar par ir al Cementerio) hay expuestos dibujos de los niños de Terezín (hay algunos que realmente invitan a la reflexión) y en las paredes de varias salas están escritos los nombres de los judíos checos y moravos víctimas del nazismo (esto me impactó incluso más que los dibujos )

Después de visitar la Sinagoga Maisel

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y la Sinagoga Pinkas, y mientras paseábamos por el Cementerio Judío, empezó a llover, lo que daba un toque aún más melancólico al lugar.

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Visitamos la Sala Ceremonial y la Sinagoga Klaus, donde hicimos una parada más larga de lo previsto esperando una tregua de la lluvia. Como no quiso dárnosla, nos compramos unos chubasqueros en los puestos de souvenirs y pusimos rumbo a las Sinagogas Vieja-Nueva y Española.

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Entramos en calor con un cafelito y nos dirigimos a subir a la Torre del Reloj en ascensor.
Le dimos unas cuantas vueltas e hicimos fotos de todo lo fotografiable (solos y con nosotros )
Por cierto, que arriba nos dimos cuenta de que hablábamos estupendamente checo, o eso, o es que estaba lleno de españoles, pero descartamos la segunda opción, conscientes de nuestra capacidad para los idiomas

Las Iglesia de Týn y San Nicolás

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El omnipresente Castillo sobre los tejados de la ciudad

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Un paseíto por Celetná hasta la Obecní dům, cenita y a la cama

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Teníamos reservados los autobuses a Cesky Krumlov desde casa con Student Agency, así que sólo teníamos que ir a la hora acordada a la estación Na Knížecí. Cogimos el de ida a las 9:00 y el de vuelta a las 17:00 y, sinceramente, me faltó un poco de tiempo para callejear un poco más por la encantadora ciudad, pero no quisimos coger el último autobús por si había algún percance tener margen de maniobra (es que andamos un poco más obsesionados de la cuenta con los percances de última hora ...)

El viaje (casi tres horas) no se hace nada pesado, y os lo dice alguien a quien no le gustan nada los viajes en autobús. Tiene baño (que no usamos, así que no puedo opinar) y os sirven un café/chocolate gratis (son de máquina, así que no esperéis algo exquisito, ¿eh? )

Desde el autobús hasta la parte que se visita del pueblo empiezas a ver imágenes como ésta

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y a pararte cada dos minutos a hacer una foto que te gusta más que la anterior

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Queríamos visitar el Castillo, así que nos dirigimos directamente a él, ya que las visitas guiadas tienen horario y no queríamos que nos pusiéramos a pasear y luego no pudiéramos visitarlo por falta de tiempo.

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La subida hacia él cruza el río y pasa por un bonito camino arbolado. En el río vimos piraguas y otro tipo de actividades acuáticas.

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El paseíto estuvo lleno de paradas fotográficas, claro

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Contratamos la visita guiada en inglés, que empezaba en un ratito y mientras estuvimos paseando por los patios del castillo

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y conociendo a uno de sus habitantes: este oso del foso

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La visita es en inglés, dura algo menos de una hora, y nos dieron una traducción escrita al español de lo que se comentaba que debe devolverse a la salida. En realidad, era un resumen de lo que se comenta, porque aunque nos costó un poco cogerle el punto al inglés de la guía, había cosas que no estaban en la traducción, como la leyenda de la Dama Blanca, que se aparece de diferentes formas, según si anuncia algún evento bueno, como una boda, o uno malo, como una muerte.

Después de la visita, nos compramos unas patatas fritas artesanales que vendían en un puestecillo (todo el viaje buscando la manera de evitar las colas y aquí la hicimos, lo que hace la gula ), acabamos de ver el recinto y comimos en un restaurante italiano.

Otro paseíto por el pueblo y vuelta al autobús

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Seis horas de autobús para 8 horas de visita, pero mereció la pena.

Antes del hotel, dimos una vuelta por la Ciudad Nueva para ver la Plaza Carlos y el Ayuntamiento.

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Una cenita y a la búsqueda del Edificio Danzante.

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Y a dormir, que ha sido un día muuuuu largo.

Hoy toca la visita a Terezín. La otra opción era ir a Karlovy Vary (que también tiene que merecer la pena), pero había que elgir y como el tema del Holocausto me llama muchísimo la atención, allá que nos fuimos. Llevábamos los autobuses reservados (desde aquí), aunque se pueden comprar directamente al conductor. Estos autobuses no son de Student Agency, sino que son autobuses de línea checos. Lo cogimos a las 9:30 en la estación de Nádraží Holešovice. El trayecto dura menos de una hora y el conductor suele avisar diciendo “Terezín Memorial”, pero aunque no avise se ve perfectamente.

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Se pueden realizar visitas por libre o guiadas (se reservan aquí). Aunque en la página no aparezca la opción de español, si se les solicita normalmente se pueden realizar sin problemas (hay una guía llamada Rosa que lo habla, filipina si no me equivoco de nacionalidad). No es obligatorio hacer la reserva, si llegas y hay un grupo te puedes “enganchar”. Nosotros la reservamos por lo mismo que la del Castillo, para saber que la guía estaría disponible a nuestra hora.

Originalmente, lo que hoy se conoce como la Pequeña Fortaleza era una fortaleza militar que construyeron los austríacos en el siglo XVIII para defenderse de los prusianos (aunque los prusianos nunca llegaran hasta ahí). El pueblo surgió un poco después.
También fue usada de prisión. Por ejemplo, Gavrilo Princip, el asesino del Archiduque Francisco Fernando, estuvo encerrado en ella.

Entrada de la Pequeña Fortaleza

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El campo fue un campo de concentración y de tránsito hacia otros, no de exterminio (iban a construir las cámaras de gas, pero afortunadamente la guerra acabó). La mayoría de los prisioneros no eran judíos, ya que para ellos habían creado el guetto en el pueblo. Al final de la visita se proyecta un documental en español, que no pudimos ver, por falta de tiempo.

Se visitan la oficina del comandante, los barracones, la enfermería y la lavandería, además del campo de tiro (al que se llega pasando por un túnel de unos 500 metros y no apto para personas muy altas )

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Los nazis consiguieron engañar a una delegación de la Cruz Roja cuando vino a inspeccionar el guetto (construyeron un falso banco, falsas tiendas, lo pusieron bonito, ...).
Además, filmaron una película en la que simularon que en el guetto la gente vivía feliz en esas condiciones (las que le enseñaron a la Cruz Roja), se veía a niños jugando y gente haciendo vida normal, que usaron de propaganda, y cuyos actores fueron todos exterminados

Después del campo nos dirigimos al pueblo

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Lo que más me impactó de la visita no fue la parte del campo, sino la del ghetto y su historia. Los prisioneros intentaron que los niños tuvieran una educación y se hacían funciones de teatro, incluso se llegó a componer una ópera. En los barracones de Magdeburgo se puede ver la reconstrucción de uno de los dormitorios y exposiciones de dibujos, escritos y música realizados en el guetto. Lo que recuerdo con más nitidez fue que entramos en la sala dedicada a la música (donde había partituras, programas de representaciones en el guetto y cosas parecidas) y vino una de las vigilantes y nos puso la ópera que compuso Viktor Ullmann mientras estuvo prisionero allí. Aún al recordarlo me da un escalofrío. Realmente, la capacidad de superación y de afrontar ciertas situaciones de algunas personas nunca dejará de sorprenderme.

No pudimos visitar el Crematorio y el Cementerio por ser sábado, pero sí visitamos una pequeña Sinagoga que había escondida en el patio de una casa. Está cerca de la plaza del pueblo y por fuera es una casa normal, aunque tiene un cartelito (“ito”, que no es muy grande). Hay que llamar al timbre y te abre la puerta un señor que te acompaña hasta la Sinagoga.

Una breve visita al Museo del Guetto (no había tiempo de más) en la que había dibujos de los niños (uno en particular estoy casi segura que estaba en la Pinkas), en los que además indicaban que había sido del autor :(, y exposiciones sobre la vida diaria.

Y después de esta lección de una parte de la Historia bastante menos agradable, de vuelta a Praga en el autobús de las 3, que se coge en la plaza del pueblo.

Decidimos ir a pasar la tarde a Petrín, cogiendo el funicular, no sin antes pasar por el Monumento a las Víctimas del Comunismo.

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Una vez fuera del funicular podemos resumir lo que hay en verde y vistas

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aparte de la hermana pequeña de la Torre Eiffel, a la que no subimos porque ese tipo de escaleras y yo no nos llevamos bien.

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Seguimos subiendo por la colina y llegamos al Monasterio de Strahov.

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Como por allí vimos una parada del tranvía 22, volvimos un rato a descansar al hotel, que esta noche tocaba paseíto por la isla de Kampa y sesión fotográfica nocturna desde el Puente Carlos.

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