ESCOCIA. DESCUBRIENDO EL PAÍS DEL CARDO ✏️ Blogs de Reino Unido

Ya es lunes y toca despedirse de Stonehaven, pero primero hay que desayunar para coger fuerzas. Una vez más, y sería la tónica del viaje, un desayuno completísimo del que nosotros no comemos ni la tercera parte… En esta ocasión lo que más me gustó fueron los croissants, qué frescos y qué ricos!! Pero todo estaba bueno, las tostadas, las frutas, el queso, el yogur… Mientras desayunamos charlamos con una pareja de estadounidenses muy agradables, y con Frank, el dueño que es encantador. Sin duda repetiría en este B&B, da hasta pena haber pasado en él solo una noche, pero hay que seguir la ruta. Dejamos el B&B y nos vamos con nuestro “car” hacia Dunnotar Castle. Aparcamos y nada más bajar del coche nos quedamos maravillados… sencillamente espectacular, ahí enclavado “vigilando” el mar. Nos llevó un ratito llegar al castillo porque no podíamos parar de hacer fotos y de admirarlo… y porque nos volvemos a encontrar con nuestros compis de desayuno, son realmente agradables y nos paramos otro ratito a charlar con ellos. Finalmente, vamos para dentro. La entrada cuesta 5 libras por persona y en mi opinión merece totalmente la pena. Está en ruinas, pero hay muchos edificios bastante conservamos, vamos, que no son “cuatro piedras”. Además estábamos casi solos, hay poca gente y eso hace que lo disfrutemos a nuestras anchas. Lo vimos a conciencia y costaba marcharse de allí, pero quedaban muchas cosas que ver y había que llegar hasta Inverness, así que no hay más remedio que dejarlo atrás.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Aquí hicimos un pequeño cambio en el planning que llevábamos, según el cual la siguiente parada era Huntly. Frank nos recomendó una ruta que consistía en acercarnos a Banchory para ver un salto de agua donde los salmones remontan el río. Decidimos hacerle caso, pero la jugada no nos salió bien porque en la oficina de turismo del pueblo nos comentaron que en esa época era un poco pronto. Bueno, no pasa nada, Frank, sin acritud… Huntly queda pendiente para otra ocasión.

En Banchory, a pesar de no haber rastro de salmones, nos dimos una vuelta y bajamos a ver el salto de agua, y aprovechando que en el aparcamiento había un campo con mesas y sillas de picnic y que pasaba algo de la una de la tarde, nos comimos unos bocatas. Con el estómago lleno, cogimos el coche y nos fuimos en dirección Dufftown, para visitar la destilería de Glenfiddich. El camino fue por carreteras secundarias, a través de un paisaje muy verde, que nos gustó ver y nos recordó mucho al de nuestra tierra, Galicia.

Llegamos a Dufftown y no hay pérdida porque la destilería está muy bien indicada. Aparcamos y en recepción nos apuntamos para la visita. Hoy no tienen guía en español, así que tocará hacerla en inglés. Por suerte a nuestro guía, Fergus, se le entiende muy bien y nos enteramos de casi todas las explicaciones, ¡¡bieeeennnn! La visita dura algo menos de una hora, y nos pareció muy interesante, explican el proceso de fabricación y algunas curiosidades de las que no teníamos ni idea, y que siempre es interesante ir descubriendo. Termina con una cata de whisky a la que dos abstemios como nosotros no sacamos mucho partido, pero por educación y porque estábamos muy a gusto, nos quedamos hasta el final.

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De allí nos dirigimos hacia Elgin, aunque ya por la hora nos damos cuenta de que tenemos que renunciar a ver la catedral… una pena, pero qué se le va a hacer. Los horarios en Escocia son así, hay que ir mentalizado de que más tarde de las cinco y media es muy difícil encontrar algo abierto… Si algún escocés me escucha, por favor, abrir aunque sea hasta las siete, please!! Después de aparcar el coche dimos una vuelta por el centro y alucinamos porque eran las seis de la tarde y estaba desierto… si esto es así en junio, ¿cómo será en noviembre??? Nos acercamos a ver las ruinas de la catedral, aunque fuese por fuera, y nos gustó mucho, es realmente espectacular. Nos quedó mucha pena de no poder entrar, pero no se puede abarcar todo.

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Así que cogimos el coche para ir hacia Inverness con la idea de hacer una última parada en Nairn, porque además el tiempo acompañaba y había que aprovechar el poco sol que estábamos viendo durante el viaje. En Nairn nos acercamos a la playa y nos encantaron las vistas, pero no nos entretuvimos demasiado porque no queríamos llegar demasiado tarde a Inverness.
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Gracias al GPS llegamos al B&B a la primera. En esta ocasión iban a ser dos noches en el Dionard`s ( www.dionardguesthouse.co.uk/ ), por 140 libras y desde que llegamos nos encantó. Al llegar Val, la dueña, nos enseñó la habitación, nos explicó el desayuno, etc, y nos pareció realmente agradable y amable. El B&B está fenomenal, la habitación y el baño eran grandes y todo muy cuidado y arreglado. Dejamos los bártulos y nos fuimos a dar una vuelta a lo largo del río y a buscar un sitio para cenar. Mi pareja tenía ganas de italiano, así que allá nos fuimos al Bella Italia en 1 Bridge Street, donde por 32 libras comimos dos platos de pasta, dos postres y dos bebidas. La comida estuvo correcta, pero tampoco nada del otro mundo Después de cenar dimos un paseo por la ciudad, que aunque no es espectacular, tampoco es nada fea, y sobre las 11 de la noche nos volvimos para la que sería nuestra casa los dos próximos días.

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A la mañana siguiente el desayuno, como durante todo el viaje, fenomenal. Había varias parejas desayunando y Val estuvo con nosotros, realmente era agradable desayunar allí. Una vez puestas las pilas, nos fuimos a ver Culloden Battlefield ( www.nts.org.uk/culloden/ ), que realmente es el campo donde tuvo lugar la Batalla de Culloden, en abril de 1746 entre los Jacobitas y los partidarios de la casa de Hanover. La entrada me pareció un poco cara, 10 libras, pero nos apetecía verlo así que allá fuimos. Además hay que sumarle el precio del párking, si no recuerdo mal, un par de libras. Una vez que entras hay una buena exposición sobre la batalla: antecedentes históricos, uniformes, armas, etc. Después se sale al campo de batalla y con la audioguía te van explicando cómo tuvo lugar. Como no podía ser menos, durante la visita al campo nos empezó a llover, pero ya que estábamos allí no quedó más remedio que aguantarse e intentar disfrutar de la visita.

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Después de salir de Culloden cogimos el coche para empezar nuestra ruta alrededor del Lago Ness. Empezamos por el lado este, para darle la vuelta completa y volver a Inverness. Pasamos por Dores, un pequeño pueblo, y seguimos camino hasta Foyers Falls, aprovechando cada hueco para aparcar el coche y bajar a tomar contacto con el lago y sus vistas. La pena es que el día estaba muy nublado, pero aún así el lugar no nos decepcionó en absoluto.

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Llegamos a Foyers, aparcamos el coche y cogimos el pequeño sendero que lleva hasta las cascadas, que no es dificultoso, pero como estaba todo muy mojado había que ir con un poco de precaución. El entorno sin dudas merece la pena, nos gustó mucho y las cascadas también, aunque reconozco que, a mi manera de ver, quedaron en un segundo nivel cuando al cabo de unos días vimos las Plodda Falls.

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En un principio la idea era comer en Fort Augustus, pero como eran casi las dos de la tarde, decidimos comer allí en un café que hay justo al lado de las cascadas. Así que para dentro que vamos, y aunque no había mucha variedad, no nos quedamos con hambre gracias a una hamburguesa, un bocadillo de queso y salmón y dos bebidas por diez libras… De hecho, aún a día de hoy, viendo los precios que había en la carta, estamos convencidos de que nos cobró de menos, y aunque le insistimos varias veces si nos había incluido todo, estaba tan seguro que no nos quedó más remedio que pagar y tan contentos que nos quedamos…

Después de reponer fuerzas, otra vez a la carretera para llegar a Fort Augustus haciendo alguna que otra parada para disfrutar de los maravillosos paisajes que nos íbamos encontrando por el camino. Una vez en el pueblo, dejamos el coche en un parking de pago, pero sólo costaba 60 peniques dos horas, y nos fuimos a dar un paseo. Seguía lloviendo, para variar, así que dimos una vuelta, vimos las esclusas y volvimos a coger el coche. En un principio íbamos a ir esa tarde a Plodda Falls, pero como hacía tan mal día decidimos dejarlo para el día siguiente y fue un acierto. Así que como aún era temprano y teníamos el Explores Pass, paramos en Urquhart Castle en el camino de vuelta a Inverness. El castillo, a pesar de ser muy turístico, nos gustó bastante. Es cierto que no es espectacular, pero su situación al lado del lago le da encanto y no nos arrepentimos de haber ido.

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Estuvimos un buen rato, y ya al terminar de verlo vimos una proyección sobre su historia en el centro de visitantes. Después pasamos por Drumnadochit donde paramos y dimos una pequeña vuelta, pero nos pareció que el pueblo no tenía mucho que ver.

Después de esta parada, de vuelta al coche y ya directos a Inverness, a cambiarnos de ropa y descansar un rato antes de salir para la cena, que ese día fue en un pub, Number 27, en 27 Castle Street. En esta ocasión dos platos de pollo asado muy rico, con dos bebidas y dos postres que estaban buenísimos, por 37 libras y un sitio que repetiríamos si volvemos por allí. Después de cenar, un pequeño paseo y para casa rapidito que, ¡oh, sorpresa! seguía lloviendo…

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El miércoles nos levantamos y parecía que el tiempo daba algo de tregua, estaba nublado pero al menos no llovía. Desayunamos por última vez en el Dionard´s y después de pagar la cuenta y despedirnos de Val, cogimos nuestro cochecito rumbo a la isla de Skye, con parada intermedia para ver las Plodda Falls. Volvimos a hacer parte del camino del día anterior, hasta llegar a Drumnadrochit donde se coge a la izquierda la carretera hacia Tomich(la A831). La carretera no está mal, durante unas 20 millas, pero las últimas cuatro o cinco son por un camino de tierra con bastantes baches. Si se va despacio no hay problema, aunque reconozco que si fuese nuestro cochecito al que hubiéramos metido por allí, nos habría dolido más… Llegamos por fin y hay un pequeño parking para dejar los coches y varias rutas señalizadas con distinta duración. Seguimos la más corta y empezamos la bajada. El entorno es una maravilla, un bosque frondoso, verde y espectacular… pero sin duda cuando nos quedamos con la boca abierta fue al ver las cascadas. Pensábamos que serían más pequeñas, y nos sorprendió ver su altura, vale que para quien haya visto otras más importantes éstas no le dirán gran cosa, pero a nosotros nos parecieron dignas de ver. Primero la ruta se asoma a un mirador suspendido sobre las cascadas que a mi pareja le dio un poco de vértigo, pero a mi me encantó estar allí “flotando” sobre ellas, y después seguimos bajando para verlas en la caída. De todo el viaje fue uno de los lugares que más nos gustó, creo que porque no llevábamos ninguna expectativa y nos sorprendieron muy gratamente.

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Después de disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor, volvimos a coger el coche para seguir hacia la siguiente visita: Eilean Donan Castle, con alguna que otra parada para disfrutar del paisaje y comer unos bocatas con las mejores vistas posibles.

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Antes de las cuatro de la tarde ya estábamos aparcando el coche dispuestos a disfrutar de uno de los castillos más míticos de Escocia, y qué más se puede pedir que haya gaitero ambientando la llegada... Sin embargo, y aunque a algunos les parecerá una barbaridad, tengo que decir que me gustó más por fuera que por dentro, ya que está reconstruido en los años 30 del siglo XX y amueblado y decorado con objetos de esa época, y posteriores, de la familia propietaria. Compramos las entradas, seis libras por persona, y allá que vamos. Las vistas son muy bonitas, tanto hacia el castillo como desde él, que fue lo que más me gustó. Se pueden visitar pocas salas y la verdad es que no puedo decir que me emocionara lo que vi, me gustó mucho más Dunnotar Castle, por ejemplo, pero ya se sabe que para gustos, colores.

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Después de la visita a Eilean Donan seguimos ya camino hacia Portree, disfrutando de los paisajes que la isla nos iba ofreciendo en nuestro camino. Llegamos al B&B, en esta ocasión The Gables ( gablesportree.com/ ) , también muy cómodo y sin nada que objetar, y, sobre todo, con unas preciosas vistas al mar. Las dos noches nos cuestan 144 libras. Dejamos los bártulos, y a aprovechar las horas de luz y el solecito que por fin nos hacía algo de compañía. Pasamos de largo el pueblo para ir hacia Old Man of Storr. Aparcamos el coche y empezamos una ruta que va subiendo a pie hacia su base, aunque no llegamos arriba de todo porque si no se nos echaba el tiempo encima. La ruta no se hace dura, y nos dio pena no terminarla, pero sin duda merece la pena. Se va atravesando pequeños bosques, hasta que se va despejando el camino y se ven unas preciosas vistas de la montaña y hacia el
mar.

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Volvimos hacia el coche para ir a ver Kilt Rock, y se confirmaron lo que ya pensábamos antes de llegar: Skye nos estaba encantado. Llegamos a los acantilados y disfrutamos un buen rato de las vistas, daban ganas de quedarse allí horas y horas, pero la hora de cenar se acercaba y había que volver al pueblo.

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Cogimos el coche de vuelta hacia Portree y fuimos a buscar un sitio para cenar. Bajamos al puerto, eran las 21:15 y ya había restaurantes que tenían la cocina cerrada… nota mental: mañana hay que venir más temprano… Visto que por el puerto no había mucho que hacer, subimos y vimos un italiano con un cartel de que cerraba a las 11, así que entramos y nos comimos unas pizzas ricas y dos bebidas por 20 libras. Para “bajar” un poco la cena, nos dimos un paseo por el pueblo y vimos que había tiendas bonitas que al día siguiente habría que visitar, jejeje. La zona que más nos gustó fue la del puerto con sus casitas de colores.

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Después del paseo nos fuimos a descansar que los días de viaje ya se iban notando. Ya en el B&B nos sorprendió que a las 12 de la noche había muchísima luz, y pudimos disfrutar de las preciosas vistas que tenía nuestra habitación. Pero alucinada me quedé cuando me desperté con la claridad pensando que serían las 7 u 8 de la mañana… ¡¡y eran las cuatro!!

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