Viaje en inter-rail por Italia, Austria, Hungría, Polónia, República Checa, Alemania, Holanda y Francia. Autor:FraneliFecha creación:⭐ Puntos: 4.8 (40 Votos)
La idea era pillar el tren de las 9:30 para llegar sobre las 11:30 a Venecia, pero pecamos un poco de novatos con el interrail y cuando llegamos a la estación central de Florencia nos encontramos con que no había sitio para esa hora....y menos mal que fuimos relativamente temprano, porque encontramos para el de las 11:30 con llegada a las 13:30. Menos es nada.
El interrail funciona de la siguiente manera;
Si quieres ir a un lugar pongamos de Florencia a Venecia en tren regional no vale nada pillar el billete, pero digamos que puede tardar unas 5 horas y tienes que hacer transbordo en dos sitios. Si quieres viajar en linea rápida, tarda dos horas, sin transbordos, con sitio reservado, pero has de pagar una cantidad.
Una vez has hecho una cosa o la otra, marcas en el billete de interrail el día utilizado. Si viajas a partir de las 19h y llegas a tu destino después de las 4:00 de la mañana el día a indicar es el del día de llegada, para que cuente como un día de viaje.
Esta es la piedra angular del interrail. Resumiendo, un billete de Florencia a Venecia cuesta 50e, con interrail te sale por 10e en linea directa. En tren regional gratis.
No es que veamos mal el plan interrail, pero creemos que podría ser bastante más completo si las reservas no fueran tan caras para depende qué trayectos...quizás algo unificado como el Japan Rail Pass de Japón no estaría mal en Europa. Un interrrail global pass para toda Europa de 10 días no tiene sentido ya que en trenes regionales apenas vas a poder hacer dos o tres países (como mucho). Vas a tener que reservar fijo, por lo que te deja una sensación extraña. Apreciación personal.
Nos subimos en el tren y dejamos atrás Florencia. Ciudad que nos ha encantado. Es un paraíso para perderse por sus calles. Su riqueza cultural es demasiado grande como para condensarlo en dos días y sus interminables colas para acceder a sus museos invitan a, o bien visitarla en periodos menos turísticos, o bien ir con mucho tiempo. En cualquier caso, para visitar lo “standar” como hemos hecho nosotros, con dos días tienes. Y no es poco.
El tren de linea rápida es bastante cómodo, no como en Japón, pero bastante resultón. Entre cabezada y cabezada llegamos a la penúltima parada del viaje y cuando quedaban unos minutos para llegar al destino, el mar comenzó a deborar el paisaje y esporádicos postes comenzaban a dibujar la costa veneciana.
De lejos ya se puede apreciar parte de sus fachadas y embarcaderos típicos. Pero es cuando uno se va acercando cuando todo adquiere un cariz como de cuento...lo que más tarde me parecería como si de un set de película se tratara.
Nada más bajarnos decidimos poner punto y final a nuestra novatada con el interrail, con lo que fuimos directamente a reservar el billete de nuestro próximo destino. Una vez reservado. Salimos de la estación.
Estamos en Venecia.
La Piazza de Roma se nos mostró ante nuestros ojos. El Canal Grande pasaba por delante nuestros, al frente edificios coloridos amarillos, azules y tonos pastel se funden con el agua. Postes para amarrar embarcaciones con sus característicos colores, rojos, azules, verdes...a la izquierda un inmaculado puente blanco, bullicio, alguna barca. Estamos en Venecia.
Sin palabras seguimos dirección a la plaza S. Geremia todo recto a la izquierda desde la salida de la estación. El hotel que habíamos reservado estaba justo al final de esa calle, a apenas 5 minutos según las señas del mismo.
Cierto. Unos cuantos metros más allá nos topamos con una plaza en la que una enorme, blanca y simple iglesia presidía la zona. Hicimos el checking sin problemas y nos dieron las llaves.
Aquí en Venecia coincidimos con un par de amiguetes, pero como ellos llegarían más tarde, decidimos patear un poco por alrededores para familiarizarnos con el entorno.
Seguimos hacia la izquierda dirección a Cannaregio, una zona supuestamente “dormitorio” para estudiantes y la zona menos turística de Venecia.
Nos topamos con el primer canal típico veneciano sobre un puente de piedra. Qué decir. La estampa es simplemente bella, de cuento. A ambos lados los edificios multicolor que se funden con el agua. Con sus pórticos a pie de río. Las barcas y góndolas a ambos lados mientras alguna atraviesa el puente. Los reflejos, las terrazas al borde del canal...todo es como una especie de cuento. Como si de un set de una película se tratara, parece irreal, pero es un ciudad. Sencillamente es precioso. Hemos visto ciudades con canales como Suzou, incluso en nuestra tierra tenemos Ampuries....pero si por algo a todas ellas la llaman “la Venecia de X” (donde X España, Oriente, etc.), es por algo, y es porque Venecia es única.
Para hacer tiempo, nos acercamos a un puesto callejero y le pillamos a un hombre un par de “tabolos”, consiste en una especie de masa de pizza enrollada con ingredientes como tomate, atún, queso, olivas...hay variedades a porrillo y valen 3,5e en casi todos los sitios. El tipo era bastante enrollado y hablamos mientras nos servía, de las bondades de Italia y las de nuestra tierra.
Nos animamos y cruzamos el puente de la Piazza de Roma para adentrarnos un poco en los canales de la zona de San Polo. No podíamos esperar a los compis para ver algo del sitio. De cine.
Callejeamos un rato por sitios que parecían sacados de pelis de Tim Burton. Unas calles que se estrechan formando casi una V, que dan paso a plazas anaranjadas tono pastel, con flores en sus ventanas....no es que el sitio sea bonito, es que es acojonantemente bonito.
Nos paramos en una de esa calles que daban al canal y de la que no se puede continuar, simplemente dan a un “palo” de esos de madera que están por todas partes y que sirven para amarrar el “coche”. Allí nos sentamos a contemplar el espectáculo de lanchas, góndolas...
Volvimos al hotel y los compis llegaron, con lo que nos sentamos a tomar algo fresco mientras les ametrallábamos a historias. Los pobres aguantaron el tirón y dieron la talla. Su destino es Croacia después de salir de Venecia, así que les acompañamos en Vapporeto (el “metro” de Venecia, un barco que te lleva a través del Canal Grande) hasta la zona sur de la isla en la que se reservan los billetes. Lamentablemente no pudieron hacer la reserva, con lo que volveríamos al día siguiente por la tarde para que pudieran pillar los tickets.
Aprovechando que estábamos en la parte sur de la isla, fuimos serpenteando las calles evitando la plaza de San Marcos y las zonas más famosas para verlas al día siguiente (que será cuando profundicemos en la zona). Las calles son laberínticas, y creemos que ahí reside su encanto. En perderse, girar, ver, pasar puentes, encontrarse sólo en un cruce y ver pasar un gondoloro cantando a viva voz. Un sitio espectacular, no nos cansaremos de repetirlo. La luz crepuscular además le da un toque increíble.
Por cierto, no hemos percibido olor alguno en sus canales. Tan sólo en alguna calle muy cerrada y oscura, pero no por el canal, sino por algún contenedor de basura aislado. Sus calles están increíblemente limpias, apenas suciedad en sus suelos salvo a última hora del día en el que te puedes encontrar alguna papelera saturada.
Nos paramos en un bar para tomar algo fresco a mitad de camino y allí estuvimos hablando un buen rato con el dueño del garito. Un tipo que nos habló de la situación de su país (Berlusconi...Berlusconiiii!), de curiosidades de Venecia como que les avisan por SMS cuando la marea va a subir e incluso suenan alarmas sonoras....la verdad es que pasamos un buen rato con el caballero.
Un poco más adelante nos sentamos en unas terrazas cerca de un cine al aire libre en el que proyectaban “The Tourist” (ambientada en Venecia) para cenar pizza y celebrar nuestro encuentro con un vinillo italiano (Lacrima di Morro).
El hotel cerraba a eso de las 1 de la mañana y como ya se nos había hecho tarde, decidimos volver de nuevo con una visión más onírica si cabe de Venecia (nos encanta este país). Esta vez por sus calles medio iluminadas por faroles, lo que le da a la ciudad un aire de misterio. Los canales, reposan serenos, y salvo alguna góndola que surca los canales, la actividad es muy tranquila.
Tras equivocarnos varias veces de camino, toparnos con el Casino Veneziano (increíble, iluminado en la noche y a pie del Canal Grande), ver un baile de tango multitudinario en una plaza y pegarnos algún susto con algún veneciano que salía de su casa de golpe en una de esas estrechas casas, llegamos a la estación. Caminamos hacia el hotel y nos sentamos un rato a la fresca en una plaza cercana. No se cansa uno de este lugar. Es muy especial.
Mañana visitaremos los lugares más emblemáticos, pero desde ya podemos decir que Venecia es de los lugares más bonitos que uno puede visitar.
Quedamos sobre las 9:30 en la puerta del hotel y nos fuimos a almorzar a un bar pasando el puente que teníamos al este de nuestro hotel. Allí tomamos unos cafés mientras observamos el bullicio de un día cualquiera en la vida veneciana.
Barcos cargando frutas, verduras, pescado...puestos en las calles vendiéndolo...la vida en Venecia, turisteo a parte, es frenética y no se detiene. Tal y como nos comentó el caballero del bar el día anterior (bar llamado "sinnombre" por cierto), Venecia lo importa absolutamente todo. No tiene producción propia, con lo que viven exclusivamente del mercadeo.
Primero atravesaríamos Cannaregio, una zona en principio no muy turística. Luego pasaríamos por el famoso Ponte Rialto para pasear por San Polo. Finalmente, tomaríamos Dorsoduro para llegar a la plaza de San Marcos.
Cannaregio nos gustó más de lo que pensábamos. Es un lugar de mercadeo, con mucho bar pequeño, plazoletas y mucha actividad. Es la zona más residencial como quien dice. La pinta y los precios del material por lo que vimos más tarde es de lo más barato y con mejor calidad de lo que se puede encontrar.
Entre calle y calle, atravesamos los típicos puentes sobre los canales, nos encontramos con calles que daban directamente al agua....un laberinto, un precioso laberinto. Una de las cosas que hace que te pares de vez en cuando es la manera en la que inciden los rallos de luz sobre las callejuelas. En ocasiones sólo una parte de luz ilumina una zona del canal, el efecto de la luz sobre edificios erosionados e incluso algo inclinados, sobre las plantas que decoran gran parte de las ventanas y balcones...es de postal, sobrenatural. Con el paso de las horas, la luz cambia con lo que los canales parecen distintos, todo ello hace que se convierta aun más en un laberinto si no memorizas ciertas zonas. Lo único que puede “romper” el encanto es la saturación de turistas en algunos puntos, pero tampoco es difícil encontrar puntos solitarios. Sobre todo de noche.
Llegar de un punto a otro de Venecia es fácil si te orientas con los puntos importantes, pero dar un rodeo por una calle que no tiene salida o moverse de la ruta supone en ocasiones una vuelta enorme para intentar encontrar un puente que te lleve al lugar deseado. Pero esto es parte del encanto de esta ciudad.
Entre gentío, músicos callejeros y esquelas varias (cuelgan las esquelas por los muros de Venecia, con datos del difunto, lugar de entierro, etc.) finalmente llegamos divisamos el ponte Rialto, el corazón de Venecia y lugar donde se agolpan turistas mil, gondoleros cantando a capela...un lugar un poco de locura pero donde se aprecia muy bien la esencia veneciana. El lugar de postal, el puente es más grande de lo que imaginamos y, a pesar de tener los comercios cerrados, el lugar es muy bonito.
Decidimos pillar unos bocatas en un bar cercano al Ponte dell'Academia y nos tiramos en un parquecillo muy cuco en donde más de uno se estaba pegando una siesta considerable. Mientras comíamos, en la iglesia cercana tenían “pinchado” coros y música eclesiástica con lo que el efecto era cojonudo.
Ya comidos y después de alguna que otra charla nos acercamos para que los compis pudieran reservar su billete de ferry para Croacia. Esta vez lo pillaron sin problemas.
Seguimos nuestro camino y pasamos por el Ponte dell'Academia, que ofrece en mi opinión de las mejores vistas de Venecia a nivel del Canal Grande. De fondo se aprecia el Dogana di Mare, algo de la plaza San Marco y el tráfico marítimo es de película.
Avanzamos caminando ya por la zona de San Marco y finalmente irrumpimos en la famosa plaza.
El lugar está masificado, como la mayoría de lugares de este tipo, eso no es sorpresa, el mayor problema que nos encontramos era que gran parte de la misma se encontraba tapada por obras de restauración, con lo que el efecto se redujo un poco. En cualquier caso, la fachada principal de San Marco es acojonante a nivel de detalle, de columnas de colores en sus entradas....hasta vimos una boda, en la que apreciamos que los venecianos no usan arroz, tiran burbujas de jabón, curioso.
El Palacio Ducal está justo al lado, flanqueado por la torre del Campanario (que también estaba en obras, pero que se puede apreciar sin problemas), se trata de un edificio gótico blanco a primera vista pero con toques rosados y bastante grande. La parte superior tanto del Palacio como de San Marco es un laberinto de puntas, cúpulas y estatuas. Merece la pena reparar en ellas así como en los “monigotes” que dan las campanadas en la Torre del Reloj de San Marcos.
El puente de los suspiros (por el que pasaban los que iban a ser ahorcados, de ahí el nombre) queda detrás, pero estaba prácticamente ocultado por las obras de rehabilitación. Una lástima.
Repartidos por la plaza, hay varios cafés en donde una banda de músicos tocan en directo para la clientela. Estar sentado en uno de esos bares, mientras escuchas música y de fondo San Marcos no tiene precio, bueno si, 15 euros un capuccino, pero decidimos que sentados en la Plaza el efecto era parecido.
La plaza da directamente al mar, y se puede apreciar en las columnas como el nivel del mismo a veces inunda el lugar. Por las marcas casi medio metro, esto suele suceder en los meses de febrero. En noviembre (la mejor época para visitarla según nos han contado), una niebla poco a poco va cubriendo las calles y le da un aire de misterio acojonante. Por fotos que hemos visto, de película.
Ya de camino hacia el norte, nos paramos en un bar a tomar algo fresco y vimos que casi todo el mundo en Venecia se toma lo que parece ser un bermout rosado que tiene muy buena pinta, decidimos señalarse a la jefa del bar la copa del cliente y pedirle “lo mismo”. El bicho se llama Spritz y es un combinado de vino blanco, bermout rosado y gas. Es barato, está que te cagas y lo ponen en casi todos los lugares. No son tontos los italianos no.
A partir de entonces el Splitz se convirtió en nuestra bebida oficial en Italia, lo puedes encontrar de distintos precios, pero lo razonable es que te lo sirvan por 1,5e en copa normal o si es 2,5e en un copón. Si no te ponen una enorme oliva y naranja acompañando al brebaje, el sitio es cutre.
El resto de la tarde nos perdimos ya por los canales, paseando por calles estrechísimas, con los últimos rallos de luz acariciando esquinas, canales...como mola Venecia.
La ruta degeneró un poco ya que cada poco paramos a tomar un Splitz, con lo que al final pillamos una medio turca considerable. Por el Ponte Rialto encontramos el sitio definitivo para tomar las copas, el della Alba, un garito en el que sirven el mejor Splitz que hemos probado en Venecia, al mejor precio y además pinchan buena música. Sus paredes están decoradas con inscripciones de la gente, nosotros dejamos la nuestra.
Cenamos en una pizzería no muy lejana a Rialto, callejeamos un poco y dimos con ella Pizza Jazz Club y, como se puede imaginar, el sitio estaba ambientado haciendo honor a su nombre. Incluso teníamos al lado un piano que no pude evitar abrir y alguna nota se escapó, como me gustaría saber tocar piano.
Nuestro hostel cierra a la 1 de la madrugada, y aunque la temperatura por la noche es muy agradable, tampoco era plan de quedarnos tirados por alguna plaza. Así que volvimos hacia el hostel. Mañana salimos en tren hacia Viena a eso de las 21h. Nuestros compis se irán al medio día, pero todavía podremos visitar Burano, una pequeña isla que nos han recomendado. Así que mañana pillaremos el Vaporetto y nos daremos una vuelta por las islas colindantes antes de poner punto y final a nuestra estancia en Venecia.
Después de almorzar caminamos hacia el norte de Cannoregio hacia una parada de Vaporetto que nos llevaría a Burano.
El sistema de transportes es bastante sencillo. Son lineas de colores como la del metro y los pases van, desde el billete sencillo hasta los bonos por horas, días, etc.
Puedes comprar el ticket en estancos, quioscos o en algunas terminales como la de la estación de Sta. Lucía. El precio es de 6e el billete sencillo, pasando por el bono diario de 16e. En nuestra opinión no es barato, y aunque lo ideal en Venecia es caminar, por trayectos tan cortos cobrar 6e es algo excesivo.
Pillamos el Vaporetto del a línea N (la amarilla) y nos paseamos entre islotes, el cementerio de Venecia, que es, como no podía ser de otra manera, otra isla. Tiene un pinta fantástica por cierto, pero no vimos actividad alguna (ejem) para poder visitarlo.
Llegamos a Burano. Una gran plaza da paso a una calle de comercios de turisteo. Al volver la primera calle nos topamos con un pueblo que parecía diseñado por Tim Burton.
Burano es un pequeño islote de pescadores, con sus canales venecianos y puentes de madera en su mayoría y edificios pequeñitos de colores. Lilas, verdes, rojos, azules, amarillos...una orgía de color a cada cual más bonito. Parece que Murano, isla más famosa que Burano en principio ha dejado escapar visitas en este lugar por lo que sabemos. Y damos fe, porque gente había. Pero como siempre, callejear te aleja bastante de la marabunta.
Tras pasear un ratillo vimos un super en el que nos metimos para comprar algo de pan, embutidos y hacer un picnic. Pudimos ver los precios que gastan los lugareños a la hora de hacer la compra. Por ejemplo, tres cervezas Moretti salen por poco más de 2e. En los bares alcanzan los 3e la copa y la botella 5e. Una entrañable señora muy italiana ella nos atendió a la hora de pagar los embutidos. Era la típica señora con acento cantarín y con un crío pegado a su lado que se empeñaba en meter las manos en la caja registradora mientras ella le impedía que cogiera los billetes con reproches muy italianos. De friqui el momento. Muy grande.
Por 16e nos llevamos queso, jamón cocido, jamón curado, olivas, ganchitos, agua y dos bolsas de paninis para hacer los bocatas.
Nos quedamos en una zona ajardinada en el extremo norte de la isla. Un sitio tranquilo no, lo siguiente. Silencio total, el mar de fondo, una torre a nuestras espaldas muy (pero muy) inclinada. Fantástico.
Como a los compis se les hacía tarde, volvimos a Venecia y finalmente nos despedimos en la estación de Santa Lucía. Nos lo hemos pasado muy bien estos dos días, creo que todos nos llevamos una muy buena experiencia de este lugar.
De nuevo solos ante el peligro, y como teníamos bastante tiempo, decidimos volver a la zona dell'Academia para tirar algunas fotos con luz crepuscular (decidimos es un decir, obligué a Eli, para qué engañarnos). Saciada mi petición friki del día. Volvimos a por las mochilas al hostel y nos fuimos para la estación. Probamos el último helado y granizado de italia y tras estar sentados en las escalinatas un rato y contemplar la vida veneciana por última vez, nos fuimos para nuestro tren litera.
Durante muchos años hemos escuchado muchas cosas sobre Venecia, que huele mal, que no es para tanto, que defrauda, que es maravillosa, que es muy cara, que es mágica, que es única...
Nuestra opinión es que es de esos lugares especiales. Por el mundo, muchas ciudades se jactan de ser, como ya hemos comentado, la Venecia de oriente, de poniente y de muchos entes. Pero si por algo se dice “la Venecia” es por que es única.
No podemos entender, como cualquier persona, cosa o animal no se estremezca al caminar por esos canales, atravesar esos puentes bañados por una luz radiante. Ver esos edificios medio derruidos en los que unas plantas perfectamente colocadas aguantan el tirón. Portales que dan directamente al agua, color turquesa y brillante por las tardes. Por la noche se convierte en una ciudad iluminada, tranquila, serena, de misterio como quien dice.
Tiene tantos detalles por sus calles que se hace difícil reparar en todos (imposible).
Cierto es, que por ejemplo, no tiene sentido pararse a hacer fotos cada vez que pasa uno un puente. Aunque den ganas. Más que nada porque el estilo es parecido, pero siempre hay algún detalle, algún toque de color o forma que llama la atención.
Nuestra opinión es que es un sitio único.
Ya en el tren, y contemplando la luna sobre la costa de Venecia, nos vamos a Viena.
Xauen, dejé mi opinión sobre los hostels que estuvimos en la web donde los iba reservando, hostelbookers...la verdad es que no sabía si me habían publicado los comentarios, lo he mirado ahora y si, por lo menos en algunos veo que si que aparecen...aunque no recuerdo darle todo 100% al hostel de Holanda jaja, un 100% en limpieza...no se yo, ahí mejor un 60-70...
De todas formas, estas cosas dependen de muchas cosas...hay gente que exige muchas comodidades sin pensar en que están pagando un precio de risa estando a dos minutos del centro....o la suerte de toparte con una habitación mejor acondicionada, etc.
Si cuando vayas a mirarlo tienes alguna duda sobre el sitio o algo, avísame por mensaje privado e intentaré buscar info del lugar por si te sirve.
Espero que lo paséis en grande tu hijo y tú.
Gracias de nuevo Franeli, el problema es el crio. Ya sabes que hay que afinar cuando se va con ellos y saber de los sitios por quien precede el camino, es casi una garantia.
Un beso
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Enhorabuena por la boda. Muevo tu mensajes al hilo adecuado.
¿Cuáles son vuestros gustos? Europa es muy grande.