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Bajamos del tren, no sin antes revisar que llevamos todo, y nos encontramos con nuestro nuevo guía, Lang.

Directamente nos llevan al hotel para que nos arreglemos y tomemos el desayuno.

Nada más bajar del tren notamos el cambio de clima: es hora de sacar las chanclas, camisetas de manga corta y bermudas.

El hotel Mondial es un gran edificio, con una recepción enorme, y tres ordenadores con Internet en el hall.

La habitación es amplia y con mucha luz, el baño también está muy bien de tamaño, y ya notamos una mejora. Sin duda es el hotel más europeo de los que hemos estado hasta ahora.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Subimos a la última planta a desayunar. Tienen un buffet muy completo y unas bonitas vistas, además se puede desayunar en la terraza.

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Salimos con Lang y con el chófer hasta un embarcadero en el río Perfume, y vamos en barquito hasta la Pagoda de Thien Mu. Nos cruzamos con muchas embarcaciones transportando arena, una de las principales actividades del río.

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La Pagoda de Thien Mu está en la orilla del río Perfume, y está rodeada de preciosos y tranquilos jardines. Tenemos la suerte de que no hay muchos turistas, y prácticamente solo se escucha el sonido de las chicharras.

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La pagoda es también un monasterio y acoge a niños huérfanos hasta que tienen edad para decidir si siguen como monjes o salen a enfrentarse a la vida seglar

Como curiosidad, se puede ver el Austin utilizado por el monje Thich Quang, que se quemó a lo bonzo en Ho Chi Minh para protestar contra la persecución religiosa, sin abandonar la postura del loto.

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Más tarde nos dirigimos hacia la Ciudad Imperial, la única que se conserva. Junto con Lang, vamos visitando las diferentes zonas (casa del emperador, la de la reina madre, la de sus concubinas…). Algunas están muy deterioradas a causa de la guerra, pero están en proceso de restauración.

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A medio día comemos en los El jardín de Ythao, una preciosa casa antigua restaurada enmmedio de un jardín. La comida está muy buena, y decorada de forma muy original.

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Continuamos en coche la visita en los alrededores de Hue, en la tumba de Minh Mang. La tumba fue diseñada por el mismo emperador, y ocupa 700 m. de largo. Es un lugar que transmite mucha tranquilidad.

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Una vez de vuelta en Hue tenemos tiempo libre, y vamos paseando por la orilla del río hasta la calle Pham Ngu Lao, donde giramos. Cenamos en Little Italy, un restaurante con una amplia carta tanto italiana como vietnamita. Esta noche cenamos pasta y pizza para descansar un poco de tanto rollito y tanto arroz. Es un barrio muy animado y hay muchos locales para elegir, tanto de cena como para tomar alguna copa.

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Tras el desayuno y check out, partimos en el coche hacia Hoi An. Por el camino disfrutamos de vistas realmente preciosas de la costa y los arrozales.

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Hacemos una parada en Danang para visitar el Museo Cham.

Danang es una ciudad costera donde mucha gente va a pasar las vacaciones, y cuenta con grandes hoteles de cadenas internacionales en frente del mar. La verdad es que la ciudad en si no nos llama mucho la atención.

El Museo Cham se divide en varias salas, y alberga más de 300 piezas y esculturas encontradas en los yacimientos Cham, la mayoría en muy buen estado. En el piso superior hay maquetas y fotografías.

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Después de la visita seguimos el camino a Hoi An. Le comento al guía que me gustaría hacerme un vestido, y vamos directamente a Thang Loi, un taller donde nos enseñan cómo se extrae la seda de los gusanos y cómo se fabrican las telas. El precio que me piden por hacerme un vestido a medida me parece un poco exagerado (100 €) con respecto a lo que le costó a una amiga mía hace varios años (15€), y entre eso y el tema de la cartera, decido no hacerme nada. Al menos ha sido interesante ver el proceso de fabricación

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Vamos directamente a comer al restaurante Fullmoon Towns. Es un precioso restaurante a orillas del río, que simula un Hoi An en miniatura, incluso con el puente japonés, y la comida está realmente deliciosa. Aunque es, como en las demás comidas, un menú de comida vietnamita, puede que sea el que más nos ha gustado de todo el viaje.

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Ya nos dirigimos al hotel Hoi An, prácticamente en el centro del casco antiguo. Es un hotel grande, con edificios bajitos distribuidos alrededor de una piscina. La recepción es amplia, tiene un punto de información turística en el que se pueden contratar excursiones, dos ordenadores con acceso a Internet y una tienda, y en el jardín hay dos restaurantes. Nuestra habitación, de categoría deluxe, está en la planta baja de uno de los edificios anexos a recepción, es amplia, está bien decorada, y muy limpia. El personal es muy amable y sonriente.

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Una vez acomodados, nos toca hacer un curso de cocina vietnamita. El guía nos deja en Hai Scout Café, un bonito café con un patio en el que se anuncian “Cooking lessons”. Nos invitan a una bebida mientras esperamos, y creemos que la clase va a ser aquí, junto con la gente de las otras mesas. Para nuestra sorpresa, una chica nos pide a nosotros dos solos que la acompañemos y nos lleva hasta el mercado, donde nos enseña las frutas y condimentos típicos y nos explica en inglés para qué se utiliza cada cosa.

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En un par de paradas intenta que compremos algo (especias, cuchillos para decorar…) diciéndonos que al ir con ella nos harán un precio especial, pero no nos interesa. Nos sigue sorprendiendo cuando nos sube en un barco y damos un paseo por el río. Es un paseo bonito y tranquilo, vamos sólo nosotros en la barca, que tiene ojos pintados para, según la tradición, espantar a los tiburones.

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Desembarcamos en Red Bridge, un restaurante y escuela de cocina, que es donde finalmente vamos a dar la clase.

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Tras un paseo por el jardín, donde cultivan verduras y especias, nuestra acompañante se despide y nos deja con una chef y su pinche, que se encargan de descubrirnos (en inglés) los secretos de su cocina, en un marco incomparable frente al río.

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Elaboramos una ensalada de gambas y piña, varios tipos de rollitos, e incluso nos enseñan cómo hacer el papel de arroz, y decorar los platos.

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Nos comemos los rollitos sobre la marcha (para que no se enfríen) y una vez terminada la clase, nos sirven el resto de platos más un pescado en el comedor.


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Al acabar la cena, un chófer nos lleva hasta el hotel

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Hoy tenemos el día completamente libre. Hace sol, así que después de desayunar decidimos ir a la playa. Por desgracia, mientras esperamos al autobús del hotel que te lleva directamente a su playa, empieza a llover. Aún así hace buena temperatura, así que nos quedamos un buen rato en la piscina, leyendo y dándonos un chapuzón.

Más tarde vamos al casco antiguo a dar una vuelta y comprar algunos regalitos. Aunque no nos entusiasma el tema regateo, hay que entrar en un par de tiendas como mínimo para saber el verdadero precio de las cosas, además regatear lo justo y necesario.

Hay muchísimas tiendas de telas que hacen vestidos a medida, pero preferimos dar una vuelta tranquilamente antes que estar preguntando y comparando precios y modelos.



Se pone a llover bastante, así que paramos a comer en White Marbre, un pequeño restaurante, en el que entre otras cosas, sirven baguettes.

Terminamos de comer y damos otra vuelta, pero no para de llover, así que volvemos un rato al hotel.

Tras tomar un cocktail en la happy hour, nos armamos de paraguas (están en la habitación) y volvemos al pueblo. Por la noche está precioso, iluminado con farolillos.

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Entramos a cenar en uno de los restaurantes situados frente a los muelles, es una pena que llueva porque tienen una bonita terraza. Cenamos almejas y calamares, muy ricos

Volvemos al hotel, esperando que mañana haga mejor tiempo.

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