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Viernes 25 de Julio.
Nos despedimos del hotel (una lástima, ya que era un joya) y nos decidimos por ir a Zadar en vez de Opatija, nuestra idea inicial.
El camino hasta Zadar fue larguísimo, la carretera costera está llena de curvas, cambios de rasante y en algunos tramos, sin ni siquiera un simple quitamiedos. Todo esto nos obligaba a circular a no más de 60-70 km/h. Pero no todo son inconvenientes, la gran ventaja es disfrutar del maravilloso paisaje y fue ese paisaje el que nos hizo parar en una cala que pertenece al municipio de Novi Vinodolski.
Ésta es mi foto favorita, la cala de Novi Vinodolski. A pesar de no tener arena, sólo piedras (cantos redondos), es un lugar que merece la pena. No es de fácil acceso, hay que dejar el coche en un lado de la carretera (arcén), saltar un quitamiedos y bajar con mucho cuidado hasta la cala. El último tramo está adaptado con escaleras. El agua estaba helada y hasta vimos una serpiente marina, pero una vez más, mereció la pena.
Al final, llegamos a Zadar a media tarde, aparcamos el coche a las afueras del casco histórico y entramos andando. Esta ciudad es muy antigua, los primeros asentamientos datan de finales del siglo I dC y se trata de la puerta de entrada a la región de Dalmacia desde el norte del país.
La primera parada fue la plaza de los 5 pozos. Se supone que se puede conseguir hacer la foto de todos los pozos alineados, lo único que conseguí fue esta foto:
Continuamos de paseo hasta llegar a la plaza donse se encuentra la iglesia de San Donato, en el Foro Romano. Era como había visto en las postales que había estado coleccionando previamente gracias a mi amiga croata.
Aquí en foro los restos romanos pueden tocarse perfectamente, no están protegidos de ninguna manera.
Sin embargo, aparte de esto, y la puerta de Zara (antiguo nombre de Zadar), no han quedado muchos monumentos más en pie después de los bombardeos, tanto de la II Guerra Mundial como de la guerra de la ex-Yugoslavia.
Terminamos la jornada en Zadar yendo a la playa a darnos el último baño y no nos quedó más remedio que tomar la autopista rumbo a Samobor, puesto que al día siguiente íbamos de boda allí mismo, en Samobor.
El día terminó con mi amiga y su futuro marido y todos cenando cevapi en un restaurante en Samobor y tomando el famoso postre de Samobor en el hotel Livadic: el kremsnita, una pastel de hojaldre relleno de merengue y azúcar glasé por encima.
Nos alojamos en el hotel Lavica, junto al río Gradna, un edificio de finales del siglo XIX, pequeño, con parking gratuito, bien situado y buen hotel en general.
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