La ruta sureste ✏️ Diarios de Viajes de España

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Hoy se repite un poco la historia. La noche regular, por la mañana la peque como si nada. Hemos vuelto a desayunar tardísimo...

Cuando salimos para la playa nos encontramos con los ascensores estropeados Unos chicos que han subido antes con nosotros se ofrecen a ayudarnos con las peques, pero... no me veo bajando 3 pisos la silla de Laia por las escaleras si no es estrictamente necesario, y parece que no lo es

Bajo a recepción a preguntar por el tema. Ya han dado aviso y enseguida lo arreglarán. Vuelvo para arriba. En la segunda planta el edificio en que está nuestra habitación se comunica con otro de los edificios del hotel que ya está renovado. Se nota la diferencia: moqueta en los pasillos, puertas nuevas de madera oscura y cerraduras de esas enormes. Tiene muy buena pinta. No me extrañaría que una vez acabada la reforma lo subieran a 4 estrellas (al menos recuerdo dos hoteles de 3 estrellas en los que he estado que ahora son de cuatro...)

Salgo de la habitación cada poco, a ver qué tal. No creo que tardaran más de media hora, pero se me ha hecho muy largo... Al salir tan tarde y ver a Queralt tan espabilada comentamos que podríamos ir algo más lejos y ya comer por ahí.

Creo que me emociono en exceso (la ruta sureste, yupiiii). Viendo el mapa, más o menos sería Es Trenc, comida en Cala Figuera, S’Amarador, y según como esté el patio, helado en Cala d’Or.

Claro que algo más lejos no tenía por qué haber sido Es Trenc... Y creo además que no escojo la ruta adecuada, ya que atravesamos Manacor, Felanitx, Campos…, que se dice pronto, pero se tarda un montón. Ya en Campos pienso que la playa estará indicada. Al cabo de nosécuanto vemos una rotonda y allí hay dos indicaciones “Es Trenc, La Rápita” y “Es Trenc, Colònia Sant Jordi”. Cuál es mejor, vete a saber. Tiramos para Colònia Sant Jordi (juraría que a la entrada ya había visto un desvío para Colònia Sant Jordi )

La carretera hacia Colònia Sant Jordi es una larga recta. Más o menos a la mitad, así, de repente, te encuentras un pequeño cartel “Es Trenc”. Ya estoy a punto de decir “era por ahí” (frase, que por cierto, repito demasiadas veces ), pero mi marido también lo ha visto. El camino hasta la playa se me hace muy largo, el paisaje no me gusta… (luego a la vuelta, como de costumbre, no me pareció que fuera más de 2 minutos…) A la derecha vemos un restaurante, con un matón en el acceso (supongo que para que no aparquemos gratis), seguimos y llegamos al aparcamiento. Toca pagar. 6 euros. Mmmmm

Le preguntamos al hombre que si la playa está muy lejos, qué tal el camino, esas cosas. Nos dice que hay que andar un par de minutos, y que hay que saltar un par de raíces, por lo demás, no hay ningún otro obstáculo. Entramos, pues, con lo que nos ha costado llegar…

Hay un montón de coches en el aparcamiento, pero no está ni mucho menos lleno. Nos vamos para la zona donde está el camino de acceso. Vemos varios huecos, pero al llegar resulta que son charcos enormes y por eso no están ocupados (ha llovido estos días…). Finalmente aparcamos, y cogemos las sillas y toda la cacharrería

El acceso al camino cuesta un poco. El salto de las raíces resulta ser un par de buenos escalones. Mi marido coge la silla de Laia y de una revolada la sube, pero a ella no le gusta nada y se pone a gritar. Todo el mundo nos mira…

Con las sillas a dos ruedas y marcha atrás recorremos el camino hasta la playa. Pero habrá valido la pena, porque vamos a una playa de arena blanca y aguas turquesas y nos podremos relajar y …

Y dónde nos ponemos????

La playa es muy estrecha, y la mitad está ocupada por sombrillas y tumbonas (en todas las playas hay sombrillas y tumbonas). El resto de arena “seca” medirá unos dos metros, y está súper aprovechado… No sé si por la zona de La Rápita la cosa estaría mejor, pero aquí está abarrotada (y es mediados de junio!). De playa “paradisíaca”, nanai!!

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Que porqué me ha dado por venir aquí, sin saber cómo llegar, lo que íbamos a tardar, qué tal los accesos y esas cosas???? Ah! los misterios de la vida

Ya sea porque hemos conseguido encontrar un sitio suficientemente grande para los cuatro o porque hemos pagado 6 euros, o porque a ver ahora a qué otra playa vamos que esté vacía, el caso es que nos quedamos un rato.

De camino hasta el coche, en el acceso, puedo hacer la única foto sin gente de la playa.

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Entre pitos y flautas se han hecho las dos, como siempre, ayyy. Cala Figuera cae algo lejos, así que decidimos ir a comer a Colònia Sant Jordi. Pero no encontramos un paseo marítimo al uso, ni una terracita con vista al mar para comer y cuando ya nos parece que hemos dado las vueltas suficientes, nos vamos a otro sitio. Enfilamos camino de Santanyí. Pasamos por Ses Salines, vemos un restaurante con una terracita en una plaza, lo comentamos, pero ninguno de los dos está por la labor, tampoco tenemos tanta hambre y Laia no se queja, así que continuamos hasta Es Llombards, Santanyí, y por fin, unos 20 o 30 minutos después, estamos en Cala Figuera.

Aparcamos cerca del puerto. Hay una calle con varios restaurantes con terrazas al lado del mar. Esto ya me gusta más . Vemos el restaurante La Marina, no sé de qué, pero me suena. Vemos en la carta que Laia podrá comer bien algo de allí, y sin dar más vueltas nos sentamos.

El entorno me gusta, me relaja. Si fuéramos solos me pediría un plato para disfrutar, un arrocito negro o caldoso o un pescadito fresco al horno… pero con las peques no disfruto mucho comiendo, porque estamos todo el rato pendientes de ellas, que coman, que se sienten bien, que no griten, que no se escapen (bueno, Laia no, que no se escapa) … Laia ya es una señorita, y pocas veces da el espectáculo comiendo, pero Queralt enseguida se cansa de todo, como es normal a su edad…

De todas maneras, estamos muy a gusto, a pesar de que la enana no pruebe bocado. No hay mucha gente. Hasta que aparece un barco rosa y amarillo , y al cabo de un rato un montón de turistas suben calle arriba y luego vuelven a bajar. Al cabo de un rato viene otro barco… (Sí, ya sé que yo también soy turista, pero como hemos venido los cuatro solos en el coche, pasamos más desapercibidos )

Le digo a mi marido que si mai volvemos a Mallorca, a este sitio tenemos que venir otra vez!!!

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Después de comer vamos a pasear y a hacer alguna foto. Desde el restaurante se ve un sitio desde donde se debe tener una panorámica preciosa. Vamos para allá. Es la terraza de un hotel prefiero no entrar. Un poco más adelante hago una foto de las peques. Cambio la silla de Laia de sitio (el freno va duro, y creo que tiene un cojinete roto, habrá que llevarla a reparar…)

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Otra foto. Estoy a unos dos metros de Laia, y veo que su silla se mueve, deslizándose ligeramente hacia el mar. Su padre alarga el brazo y coge la silla, sin inmutarse, pero yo me llevo un susto morrocotudo al ver que no he frenado bien la silla (yo también la hubiera podido coger, que había aún unos metros hasta el mar y era bastante plano, pero el susto que me llevé, y todas las cosas que me dio luego por pensar…, bufff)

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Volvemos para abajo, hacia el puerto. No sé si podremos bajar con las sillas, desde la calle se ven unas escaleras (aunque no sé si llevan al puerto o no), y después de las raíces de la playa, y el desfrenado de la silla, yo no estoy para muchas gaitas. Me doy cuenta de que Queralt se ha dormido. Voy a estirarla, y al tocarla la noto caliente, y medio dormida se traga el apiretal que le doy. Empiezan a caer gotas… Mejor nos vamos

Pasamos al lado del desvío para S’Amarador. Lo dejamos atrás…

Cuando vemos una indicación para Cala d’Or, mi marido me propone una visita panorámica, porque estoy un poco mustia. No vendrá de 10 minutos. Acepto encantada . Cala d’Or me pareció algo caótica, o es que yo me oriento muy mal. Al final encontramos una cala y me bajo a hacerle una foto, que además me sale movida. No entro en la arena porque se ha puesto a llover, así que tampoco la puedo apreciar mucho. Era Cala Ferrara.

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Cuando llegamos al hotel sigue lloviendo. Nos quedamos toda la tarde en la habitación. Queralt se ha despertado en cuanto hemos llegado y vuelve a estar espabilada. Mejor.