Pues sí que es chica esta maleta!! Sólo he metido las camisetas de Laia y ya he llenado la mitad. No me he fiado de llevarnos la trolley que compramos hace unos años en el mercadillo, y que en nuestros frecuentes viajes a Madrid de hace 4 y 5 años ha ido en cabina o en bodega dependiendo del facturador de turno. Como mide 60 cm de alto he pensado que no pasaría, pero seguro que las habéis visto en cabina muchas veces, porque desde entonces han proliferado una barbaridad y creo que la mitad de la gente tiene una igual.
Así que pensando que nos iría bien alguna más vimos una de casualidad en el Carrefour, 49 x 35 x 20. Estupendo, por 15 eurillos... Pero ay, que eso era sin ruedas y sin asas, y al final se nos planta en 56,5. Bufff, ya veremos si pasa la prueba del algodón.
Y la maleta mediana no es que dé tampoco mucho más de sí. Es curioso, la compramos para transportar desmontado el caminador de Laia, y para eso sólo la hicimos servir una vez, y el caminador cría polvo ahora en el garaje.
Laia es nuestra hija mayor, tiene 6 años y medio, y también tiene parálisis cerebral. Eso implica una discapacidad física - psíquica - sensorial en mayor o menor grado, y Laia las sufre todas, pero la física en mayor grado. Si escribo estos diarios es por ella, porque viajar con un crío que no camina tiene ese algo que lo diferencia del mismo viaje que haría una familia “típica” de dos más dos. Y siempre puede haber alguien a quien le interese conocer las dificultades o las facilidades o las simples normalidades con las que se puede uno encontrar en estos casos (o, al menos, con las que nosotros nos encontramos).
El pack lo completa Queralt (pronúnciese “Caral” en catalán de Barcelona), que hace poco más de un mes ha sido ungida por una especie de ciencia infusa que le ha hecho pasar, a efectos viajeros, de bebé a niña. Vamos, que ha cumplido dos años.
Estoooo, por dónde iba???
Ah, sí, estaba haciendo las maletas... La mitad de la ropa que hemos preparado no cabe en tan minso equipaje, así que racionalizamos algo (o sea, esto sí, esto no, esto sí...) y conseguimos que entre todo. Añadimos paraguas también, porque la previsión del tiempo no es muy halagüeña.
Ya hemos llenado los dos trolleys, la bolsa, y una mochila mediana. El último de los “bultos” es la mochila de mi flamante cámara nueva y sus aparejos. Como las fotos del último viaje quedaron bastante mal, achaqué toda la culpa a la pobre compacta, y los reyes se portaron fenomenal y me trajeron una réflex. Curiosamente, es uno de los viajes en los que menos fotos voy a hacer, y eso que no me pesa ir con el chisme colgado encima todo el rato. Desde luego, la cámara ayuda, pero, ay, lo importante es el fotógrafo... Yo le puse f8 y de allí no la saqué en todo el viaje. Me queda muuucho por aprender
Nos llevamos también una bolsa de esas plegables que nos regalaron en algún viaje, cuando internet aún no existía, y las agencias viajes siempre te regalaban cosas. Para la vuelta vendrá bien por si queremos traer algo, y meteremos la mochila de la cámara dentro. Es que, con lo “caro” que sale un bulto, emplearlo sólo para la cámara de fotos me sabe algo mal. Pero es que yo estoy con mi cámara y su mochila “como Mateo con su guitarra” que diaría mi madre.
A las 11:30 conseguimos tener las niñas vestidas, peinadas y desayunadas, el coche cargado, algunas luces encendidas, la alarma conectada... No vamos ya?? siiiiiiiiii
Llegamos sobre la una al aeropuerto, y nos llevamos una mochila y un trolley y una niña cada uno, y la bolsa la colgamos de la silla de Laia (y las chaquetas también, que hace un calorrrrrrrr)
El aeropuerto es pequeño, así que no tiene pérdida. Aparte de Ryanair vemos sólo dos compañías más. Metemos los bultos en “la caja” y caben de sobras, incluída la de 56,5 cm. Uff, qué alivio . Pesamos la maleta mediana: 14,9 kg , pero si en casa pesaba 14,5... menos mal que no hemos apurado.
Desde luego, creo que la gente o no sabe leer, o no entiende lo que lee, o sí lo entiende pero cree que no va con ellos... delante nuestro tenemos uno con una bolsa que ella solita pesa 35 kg (20 kg de exceso a 20 €/kg...). Después de charlar un rato con la chica de facturación, ella se lo lleva a otro sitio??? aiiii, que yo quería enterarme de lo que pasaba, pero no entendí una palabra
La chica de facturación es muy amable , pese a la mala fama que tienen (aunque una flor no hace primavera, que diría mi madre, muy dada a esto del refranero popular...). No hay problema con la silla de Queralt (aunque ya en el foro se había comentado este tema, las sillas de bebé no pagan aunque los bebés ya no lo sean). Nos indica dónde está el servicio de asistencia, allí al lado mismo (ya lo habíamos indicado en la reserva).
El aeropuerto es pequeño, enseguida lo encontramos. Una persona nos acompaña hasta el control de seguridad, y quedamos con él en la puerta de embarque. Pasamos el control sin problemas, además no hay mucha gente y es rápido.
Como es la hora de comer, nos vamos al McDonals y comemos en la terraza. Como durante mucho tiempo Laia ha tenido dificultades para masticar, aún tiene algunas, comer de fast food, o las chuches, por ejemplo, son poco habituales en nuestra familia. Así de fácil nos ahorramos las discusiones pero creo que eso no durará mucho... se lo pasan pipa las dos comiendo nuggets y patatas con las manos (bueno, Queralt está en esa etapa en que tooodo, hasta la sopa, se lo comería con las manos )
Se acerca la hora, vamos para allá. Aiii que ya estoy nerviiii. Saldremos con algo de retraso porque el avión aún no ha llegado. Pero ya se ha formado la cola. Hay un montón de maletas como la del mercadillo que dejamos en casa, algunas incluso más grandes. Tengo curiosidad por ver qué pasa.
Pues no pasa nada, ya que ni miden, ni pesan, ni dicen nada
El avión ya ha venido. Y como si fuera un tren o un bus, la gente se baja y va por la pista con su maletita hasta la terminal.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y el de la asistencia que no viene. A ver si se van a ir sin nosotros ... (es que con la fama que tienen...) Me acerco y lo comento a la chica, y me sonríe y me dice que no me preocupe, que si no vienen ya nos arreglaremos... (mira, otra flor... )
Pero vienen, vienen ...uffff. El chico de asistencia nos pide la documentación y la entrega él, y nos dice que nos han reservado 3 asientos. Yo le digo, pero si somos cuatroooo, y me dice, noooo, que el bebé se lleva en brazos. Me abstengo de explicarle lo de la ciencia infusa... La flor nos pide el carnet de familia numerosa, por lo del descuento, pero lo llevo, lo llevo, así que no pasa nada, todo OK.
Nos vamos con el chico de asistencia. Con una tarjeta y un código abre una puerta, y nos lleva a un ascensor. Abajo vamos hasta una furgoneta con una plataforma elevadora, y allí nos subimos los cuatro, las sillas, los bultos... Vamos hasta el avión, allí al lado. Se acerca por la puerta de la derecha del avión, y extiende otra plataforma delantera hasta la puerta. Cogemos a las peques y plegamos las sillas, y con peques y bultos entramos directamente al avión por la plataforma. Las primeras filas están reservadas, y nos mandan a la fila 5, pero sólo hay 3 asientos. Me veo en la cola . Pos no . Resulta que la azafata es otra flor, y se lo explica al mandamás y nos permiten sentarnos dos y dos en las filas reservadas (que están vacías por algo del equilibrio de pesos del avión ...).
Durante el vuelo pasan todas esas cosas de las que se queja mucha gente (venden comida, bebida, cigarrillos sin nicotina, boletos para un sorteo...), pero yo casi no me entero del miedo que paso al menos los primeros 20 minutos (como siempre, por otra parte).
Ya llegamos. Entramos por Alcudia. Me hace gracia reconocerlo, de tantas veces que he visto el mapa.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos quedamos los últimos, porque nos tienen que venir a buscar. Hombre, si se sale por un finger, yo ya no necesito ayuda... Pero sí, porque la silla no está allí, aunque pedimos por favor que no la llevaran a la cinta de equipajes (aquí se me ha marchitado una flor )
Por fin nos vienen a buscar, y hacemos el recorrido inverso al de Girona (plataforma extensible, furgoneta, plataforma elevadora -descendedora en este caso-). Pero este aeropuerto es muy grande!! Llegamos a la terminal y a Laia la ponen en una silla de ruedas. Caben 3 como ella!! Llegamos a la cinta de equipajes, curiosamente la última, y allí, en la cinta parada, están la maleta y las dos sillas. Nos despedimos de la asistencia. Cogemos un carro y lo cargamos todo, incluído el cotxet de Queralt, y nos vamos al punto de encuentro.
Allí un señor de Centauro, donde hemos reservado el coche, nos indica donde paran sus furgonetas. Tenemos que subir a la primera planta, salir, cruzar, y esperar una furgoneta. No esperamos mucho, ni cinco minutos. Es un poco rollo, pero bueno, allí que nos subimos y en 5-10 minutos estamos en la oficina de Centauro.
Qué de gente !!! hay que coger número, como en los pollos. Tenemos el 02 y van por el 93... El papi se queda con Laia y las maletas a la sombrita del porche y Queralt y yo esperamos dentro. La oficina es grande, hay 3 personas atendiendo, aire acondicionado, sillas para esperar y una mesita con colores y juguetes para los críos.
Pero la espera es lenta, hay que explicar lo del seguro de las ruedas y las lunas, 4 €/día o un depósito de 300 €, y que si sí, que si no, que si no sé qué hacer, que si te cobro la gasolina y lo devuelves vacío... así con todos. Hasta hay uno que tampoco debe saber leer, y se ha presentado allí sin tarjeta de crédito y están intentando solucionarlo...
Hay un rincón con un montón de sillitas, de todas las formas y colores. Escojo dos Play que me parecen bastante nuevas, y cuando me toca, al cabo de una hora diría , ya tengo media faena hecha.
Nos cobran 66 euros por el depósito (le caben 55 litros...), y no cogemos el seguro, así que preautorizo un cargo de 300 euros. Después de dejar la visa temblando, salgo con el contrato firmado (casi ni lo he mirado, lo iba a firmar igual) y un plano. Tengo prisa!!
Cogemos cada uno una niña, un trolley, una mochila, una sillita de coche, y la bolsa la colgamos de la silla de Laia... Yo quiero ser rica!! Y que me lleven, y que me traigan, y que me acarreen los bultos!!!
Por fortuna, el coche no está muy lejos, y cuando lo vemos, vamos soltando por el camino los trolleys, las sillitas, las niñas... ay, las niñas no!
Es un Ford Focus SW, bastante nuevo, apenas 3.500 km. Mientras el papi va llenando el maletero, yo pongo las sillitas, que con el tiempo he adquirido una habilidad especial para eso . Sentamos a las niñas, que van como unas reinas, y guardamos las sillas, cabe todo en el maletero, bien!!
Lo primero es ver como funciona el aire acondiciado, que estamos asaítos, y para cuando más o menos lo consigo y el papi me pregunta para dónde vamos y le digo que para Manacor ya nos hemos pasado de largo el desvío y vamos en dirección contraria . Bueno, aunque nos hubiéramos traído el GPS hubiera pasado lo mismo. Anda mal de batería, y para cuando consigues encenderlo, y que pille satélite ya te has ido por cualquier sitio menos por el bueno
Vemos la salida para Manacor, hacen obras, hay cola, …. por fin enfilamos la autovía hacia Cala Millor, nuestro destino (bueno autovía, carretera desdoblada diríamos, porque de vez en cuando nos encontramos una rotonda )
Es curioso, cuando conoces el terreno todo es diferente, mucho más claro, más rápido. A ver si no cómo podemos tardar una media hora desde Son Servera hasta el hotel, cuando no debe haber ni diez minutos
El hotel no tiene el letrero puesto, y pasamos un par de veces por delante sin estar seguros de si es o no. Pero es, es. Hemos llegado por finnnn . No me lo puedo creer. Miro la hora. Son las ocho
El aparthotel, Cala Millor Park, acaba de renovar completamente sus zonas comunes, y lo reabrieron hace sólo cuatro días. La recepción aún huele a pintura... Todo es nuevo, el comedor, la piscina, la sala de TV, la terraza.... bueno, los apartamentos no. Los que ya están renovados ahora son habitaciones dobles.
El check-in es rápido, el personal muy amable. Aunque no hemos pedido un apartamento cercano a las zonas comunes, tenemos suerte. El ascensor está cerca, y el apartamento es el primero que nos encontramos. Una vez dentro, vamos inspeccionando: Una habitación doble, no muy grande, con una puerta que esconde un respiradero . Sobre la cama, un cisne hecho con una toalla . El baño correcto, el grifo de la ducha es termostático, como en casa . El salón-comedor tiene dos sofás, que harán las veces de camas para las peques, una tele pequeña, una mesa y cuatro sillas. La cocina, con barra americana, tiene menaje bastante nuevo para cuatro, tostadora y cafetera (pero no microondas). La terraza es amplia, con mesa y cuatro sillas, y una vista preciosa de la playa, con sus azules turquesa, y las palmeras del paseo
Deshacemos rápido las maletas y bajamos a cenar, que el comedor cierra a las nueve. Al estar tan cerca dejamos las sillas en el apartamento. Laia lleva sus férulas, y así, cogida del brazo o de los hombros, va xino-xano, bamboleándose un poco (hemos dejado en casa el theratogs, un traje ortopédico que le da mucha estabilidad, pero también mucho calor), pero ella encantada de no depender tanto de la silla
Cuando entramos en el comedor me sorprende ver que hay tan poca gente, debe ser porque han abierto hace poco. Nos sentamos en la terraza semicubierta, se está muy a gusto. El buffet hubiera podido ser más variado, pero es que somos cuatro gatos. Aún así, tiene su show-cook, con dos pescados y dos carnes, su rincón de pastas, las sopas… Cenamos a gusto, y nos tomamos un café viendo el final del miniclub (sólo hay críos alemanes). Dejamos la inspección del lugar para mañana, que hoy, para hacer 300 km, llevamos todo el día…
Así que pensando que nos iría bien alguna más vimos una de casualidad en el Carrefour, 49 x 35 x 20. Estupendo, por 15 eurillos... Pero ay, que eso era sin ruedas y sin asas, y al final se nos planta en 56,5. Bufff, ya veremos si pasa la prueba del algodón.
Y la maleta mediana no es que dé tampoco mucho más de sí. Es curioso, la compramos para transportar desmontado el caminador de Laia, y para eso sólo la hicimos servir una vez, y el caminador cría polvo ahora en el garaje.
Laia es nuestra hija mayor, tiene 6 años y medio, y también tiene parálisis cerebral. Eso implica una discapacidad física - psíquica - sensorial en mayor o menor grado, y Laia las sufre todas, pero la física en mayor grado. Si escribo estos diarios es por ella, porque viajar con un crío que no camina tiene ese algo que lo diferencia del mismo viaje que haría una familia “típica” de dos más dos. Y siempre puede haber alguien a quien le interese conocer las dificultades o las facilidades o las simples normalidades con las que se puede uno encontrar en estos casos (o, al menos, con las que nosotros nos encontramos).
El pack lo completa Queralt (pronúnciese “Caral” en catalán de Barcelona), que hace poco más de un mes ha sido ungida por una especie de ciencia infusa que le ha hecho pasar, a efectos viajeros, de bebé a niña. Vamos, que ha cumplido dos años.
Estoooo, por dónde iba???
Ah, sí, estaba haciendo las maletas... La mitad de la ropa que hemos preparado no cabe en tan minso equipaje, así que racionalizamos algo (o sea, esto sí, esto no, esto sí...) y conseguimos que entre todo. Añadimos paraguas también, porque la previsión del tiempo no es muy halagüeña.
Ya hemos llenado los dos trolleys, la bolsa, y una mochila mediana. El último de los “bultos” es la mochila de mi flamante cámara nueva y sus aparejos. Como las fotos del último viaje quedaron bastante mal, achaqué toda la culpa a la pobre compacta, y los reyes se portaron fenomenal y me trajeron una réflex. Curiosamente, es uno de los viajes en los que menos fotos voy a hacer, y eso que no me pesa ir con el chisme colgado encima todo el rato. Desde luego, la cámara ayuda, pero, ay, lo importante es el fotógrafo... Yo le puse f8 y de allí no la saqué en todo el viaje. Me queda muuucho por aprender
Nos llevamos también una bolsa de esas plegables que nos regalaron en algún viaje, cuando internet aún no existía, y las agencias viajes siempre te regalaban cosas. Para la vuelta vendrá bien por si queremos traer algo, y meteremos la mochila de la cámara dentro. Es que, con lo “caro” que sale un bulto, emplearlo sólo para la cámara de fotos me sabe algo mal. Pero es que yo estoy con mi cámara y su mochila “como Mateo con su guitarra” que diaría mi madre.
A las 11:30 conseguimos tener las niñas vestidas, peinadas y desayunadas, el coche cargado, algunas luces encendidas, la alarma conectada... No vamos ya?? siiiiiiiiii
Llegamos sobre la una al aeropuerto, y nos llevamos una mochila y un trolley y una niña cada uno, y la bolsa la colgamos de la silla de Laia (y las chaquetas también, que hace un calorrrrrrrr)
El aeropuerto es pequeño, así que no tiene pérdida. Aparte de Ryanair vemos sólo dos compañías más. Metemos los bultos en “la caja” y caben de sobras, incluída la de 56,5 cm. Uff, qué alivio . Pesamos la maleta mediana: 14,9 kg , pero si en casa pesaba 14,5... menos mal que no hemos apurado.
Desde luego, creo que la gente o no sabe leer, o no entiende lo que lee, o sí lo entiende pero cree que no va con ellos... delante nuestro tenemos uno con una bolsa que ella solita pesa 35 kg (20 kg de exceso a 20 €/kg...). Después de charlar un rato con la chica de facturación, ella se lo lleva a otro sitio??? aiiii, que yo quería enterarme de lo que pasaba, pero no entendí una palabra
La chica de facturación es muy amable , pese a la mala fama que tienen (aunque una flor no hace primavera, que diría mi madre, muy dada a esto del refranero popular...). No hay problema con la silla de Queralt (aunque ya en el foro se había comentado este tema, las sillas de bebé no pagan aunque los bebés ya no lo sean). Nos indica dónde está el servicio de asistencia, allí al lado mismo (ya lo habíamos indicado en la reserva).
El aeropuerto es pequeño, enseguida lo encontramos. Una persona nos acompaña hasta el control de seguridad, y quedamos con él en la puerta de embarque. Pasamos el control sin problemas, además no hay mucha gente y es rápido.
Como es la hora de comer, nos vamos al McDonals y comemos en la terraza. Como durante mucho tiempo Laia ha tenido dificultades para masticar, aún tiene algunas, comer de fast food, o las chuches, por ejemplo, son poco habituales en nuestra familia. Así de fácil nos ahorramos las discusiones pero creo que eso no durará mucho... se lo pasan pipa las dos comiendo nuggets y patatas con las manos (bueno, Queralt está en esa etapa en que tooodo, hasta la sopa, se lo comería con las manos )
Se acerca la hora, vamos para allá. Aiii que ya estoy nerviiii. Saldremos con algo de retraso porque el avión aún no ha llegado. Pero ya se ha formado la cola. Hay un montón de maletas como la del mercadillo que dejamos en casa, algunas incluso más grandes. Tengo curiosidad por ver qué pasa.
Pues no pasa nada, ya que ni miden, ni pesan, ni dicen nada
El avión ya ha venido. Y como si fuera un tren o un bus, la gente se baja y va por la pista con su maletita hasta la terminal.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y el de la asistencia que no viene. A ver si se van a ir sin nosotros ... (es que con la fama que tienen...) Me acerco y lo comento a la chica, y me sonríe y me dice que no me preocupe, que si no vienen ya nos arreglaremos... (mira, otra flor... )
Pero vienen, vienen ...uffff. El chico de asistencia nos pide la documentación y la entrega él, y nos dice que nos han reservado 3 asientos. Yo le digo, pero si somos cuatroooo, y me dice, noooo, que el bebé se lleva en brazos. Me abstengo de explicarle lo de la ciencia infusa... La flor nos pide el carnet de familia numerosa, por lo del descuento, pero lo llevo, lo llevo, así que no pasa nada, todo OK.
Nos vamos con el chico de asistencia. Con una tarjeta y un código abre una puerta, y nos lleva a un ascensor. Abajo vamos hasta una furgoneta con una plataforma elevadora, y allí nos subimos los cuatro, las sillas, los bultos... Vamos hasta el avión, allí al lado. Se acerca por la puerta de la derecha del avión, y extiende otra plataforma delantera hasta la puerta. Cogemos a las peques y plegamos las sillas, y con peques y bultos entramos directamente al avión por la plataforma. Las primeras filas están reservadas, y nos mandan a la fila 5, pero sólo hay 3 asientos. Me veo en la cola . Pos no . Resulta que la azafata es otra flor, y se lo explica al mandamás y nos permiten sentarnos dos y dos en las filas reservadas (que están vacías por algo del equilibrio de pesos del avión ...).
Durante el vuelo pasan todas esas cosas de las que se queja mucha gente (venden comida, bebida, cigarrillos sin nicotina, boletos para un sorteo...), pero yo casi no me entero del miedo que paso al menos los primeros 20 minutos (como siempre, por otra parte).
Ya llegamos. Entramos por Alcudia. Me hace gracia reconocerlo, de tantas veces que he visto el mapa.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos quedamos los últimos, porque nos tienen que venir a buscar. Hombre, si se sale por un finger, yo ya no necesito ayuda... Pero sí, porque la silla no está allí, aunque pedimos por favor que no la llevaran a la cinta de equipajes (aquí se me ha marchitado una flor )
Por fin nos vienen a buscar, y hacemos el recorrido inverso al de Girona (plataforma extensible, furgoneta, plataforma elevadora -descendedora en este caso-). Pero este aeropuerto es muy grande!! Llegamos a la terminal y a Laia la ponen en una silla de ruedas. Caben 3 como ella!! Llegamos a la cinta de equipajes, curiosamente la última, y allí, en la cinta parada, están la maleta y las dos sillas. Nos despedimos de la asistencia. Cogemos un carro y lo cargamos todo, incluído el cotxet de Queralt, y nos vamos al punto de encuentro.
Allí un señor de Centauro, donde hemos reservado el coche, nos indica donde paran sus furgonetas. Tenemos que subir a la primera planta, salir, cruzar, y esperar una furgoneta. No esperamos mucho, ni cinco minutos. Es un poco rollo, pero bueno, allí que nos subimos y en 5-10 minutos estamos en la oficina de Centauro.
Qué de gente !!! hay que coger número, como en los pollos. Tenemos el 02 y van por el 93... El papi se queda con Laia y las maletas a la sombrita del porche y Queralt y yo esperamos dentro. La oficina es grande, hay 3 personas atendiendo, aire acondicionado, sillas para esperar y una mesita con colores y juguetes para los críos.
Pero la espera es lenta, hay que explicar lo del seguro de las ruedas y las lunas, 4 €/día o un depósito de 300 €, y que si sí, que si no, que si no sé qué hacer, que si te cobro la gasolina y lo devuelves vacío... así con todos. Hasta hay uno que tampoco debe saber leer, y se ha presentado allí sin tarjeta de crédito y están intentando solucionarlo...
Hay un rincón con un montón de sillitas, de todas las formas y colores. Escojo dos Play que me parecen bastante nuevas, y cuando me toca, al cabo de una hora diría , ya tengo media faena hecha.
Nos cobran 66 euros por el depósito (le caben 55 litros...), y no cogemos el seguro, así que preautorizo un cargo de 300 euros. Después de dejar la visa temblando, salgo con el contrato firmado (casi ni lo he mirado, lo iba a firmar igual) y un plano. Tengo prisa!!
Cogemos cada uno una niña, un trolley, una mochila, una sillita de coche, y la bolsa la colgamos de la silla de Laia... Yo quiero ser rica!! Y que me lleven, y que me traigan, y que me acarreen los bultos!!!
Por fortuna, el coche no está muy lejos, y cuando lo vemos, vamos soltando por el camino los trolleys, las sillitas, las niñas... ay, las niñas no!
Es un Ford Focus SW, bastante nuevo, apenas 3.500 km. Mientras el papi va llenando el maletero, yo pongo las sillitas, que con el tiempo he adquirido una habilidad especial para eso . Sentamos a las niñas, que van como unas reinas, y guardamos las sillas, cabe todo en el maletero, bien!!
Lo primero es ver como funciona el aire acondiciado, que estamos asaítos, y para cuando más o menos lo consigo y el papi me pregunta para dónde vamos y le digo que para Manacor ya nos hemos pasado de largo el desvío y vamos en dirección contraria . Bueno, aunque nos hubiéramos traído el GPS hubiera pasado lo mismo. Anda mal de batería, y para cuando consigues encenderlo, y que pille satélite ya te has ido por cualquier sitio menos por el bueno
Vemos la salida para Manacor, hacen obras, hay cola, …. por fin enfilamos la autovía hacia Cala Millor, nuestro destino (bueno autovía, carretera desdoblada diríamos, porque de vez en cuando nos encontramos una rotonda )
Es curioso, cuando conoces el terreno todo es diferente, mucho más claro, más rápido. A ver si no cómo podemos tardar una media hora desde Son Servera hasta el hotel, cuando no debe haber ni diez minutos
El hotel no tiene el letrero puesto, y pasamos un par de veces por delante sin estar seguros de si es o no. Pero es, es. Hemos llegado por finnnn . No me lo puedo creer. Miro la hora. Son las ocho
El aparthotel, Cala Millor Park, acaba de renovar completamente sus zonas comunes, y lo reabrieron hace sólo cuatro días. La recepción aún huele a pintura... Todo es nuevo, el comedor, la piscina, la sala de TV, la terraza.... bueno, los apartamentos no. Los que ya están renovados ahora son habitaciones dobles.
El check-in es rápido, el personal muy amable. Aunque no hemos pedido un apartamento cercano a las zonas comunes, tenemos suerte. El ascensor está cerca, y el apartamento es el primero que nos encontramos. Una vez dentro, vamos inspeccionando: Una habitación doble, no muy grande, con una puerta que esconde un respiradero . Sobre la cama, un cisne hecho con una toalla . El baño correcto, el grifo de la ducha es termostático, como en casa . El salón-comedor tiene dos sofás, que harán las veces de camas para las peques, una tele pequeña, una mesa y cuatro sillas. La cocina, con barra americana, tiene menaje bastante nuevo para cuatro, tostadora y cafetera (pero no microondas). La terraza es amplia, con mesa y cuatro sillas, y una vista preciosa de la playa, con sus azules turquesa, y las palmeras del paseo
Deshacemos rápido las maletas y bajamos a cenar, que el comedor cierra a las nueve. Al estar tan cerca dejamos las sillas en el apartamento. Laia lleva sus férulas, y así, cogida del brazo o de los hombros, va xino-xano, bamboleándose un poco (hemos dejado en casa el theratogs, un traje ortopédico que le da mucha estabilidad, pero también mucho calor), pero ella encantada de no depender tanto de la silla
Cuando entramos en el comedor me sorprende ver que hay tan poca gente, debe ser porque han abierto hace poco. Nos sentamos en la terraza semicubierta, se está muy a gusto. El buffet hubiera podido ser más variado, pero es que somos cuatro gatos. Aún así, tiene su show-cook, con dos pescados y dos carnes, su rincón de pastas, las sopas… Cenamos a gusto, y nos tomamos un café viendo el final del miniclub (sólo hay críos alemanes). Dejamos la inspección del lugar para mañana, que hoy, para hacer 300 km, llevamos todo el día…