27 de octubre. El circuito de una semana por la península de la bota tocaba a su fin. Terminadas las visitas guiadas, sólo quedaba, para los que salíamos para el aeropuerto por la tarde, una mañana libre para seguir visitando Roma, así que aprovechamos la coyuntura y madrugando como todos los días nos fuimos en el autobús del hotel hacia el centro de la ciudad para visitar lo que nos diese tiempo.
EL bus nos dejó junto a la estación de Términi, al lado de unos jardines donde unos desarrapaos estaban tumbados en el cesped bebiendo vino en brik y dejándolo todo hecho un asco. El grupo lo componíamos tres matrimonios, uno de ellos con un hijo veinteañero y yo...fueron una compañía excelente durante todo el viaje.
Comenzamos a patear las calles de Roma en dirección a la plaza de España, pasando antes por la esquina de las cuattro fontane:

Las fuentes son bonitas, pero están muy sucias debido al humo de la contaminación romana...es una constante de la ciudad, edificios sucios, aceras y calzadas con agujeros...es una ciudad bastante descuidada en algunos aspectos, nada que ver con las ciudades del norte como Padua o Florencia. De todas maneras parece que a los romanos hasta cierto punto les gusta ese aire decadente, aunque no tuve la ocasión de hablar con ninguno para preguntárselo.
Al alejarnos de la esquina de las cuatro fuentes, en una calle que se empinaba hacia abajo, aparece un ciclista circulando en dirección contraria a los coches y por la izquierda



Las distancias en el plano parecían mucho mayores, pero luego andando pudimos comprobar que no era así. Llegamos a la iglesia de Santa Trinitá dei Monte, que corona la escalinata de la archiconocida plaza de España:

La iglesia la encpntramos cerrada, pero desde allí hay unas bonitas vistas de la cúpula de San Pedro. Lo bueno es que es temprano todavía y no hay mucha gente, cosa importante ya que en esta escalinata se reune buena parte de la juventud romana. Salvo un pequeño grupo de japoneses no encontramos a nadie a estas horas y podemos hacer bien las fotos:

Al pie de la escalinata se encuentra la fuente de la Barcaccia, obra del padre de Gianlorenzo Bernini, y casi enfrente la embajada de España ante la santa sede, de donde toma su nombre la plaza. Enfrente de la misma se puede admirar la columna de la inmaculada.

Como curiosidad, mencionar que todos los ocho de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, el sumo pontífice acude a la embajada de España de visita.
Visitada la famosa plaza de España y nuestra embajada (por fuera), nos dirigimos hacia la Fontana di Trevi, que ya habíamos tenido la ocasión de conocer la tarde anterior, pero que hoy disfrutamos más porque apenas hay gente de visita. Me doy cuenta de que llevo una semana en Italia y todavía no he probado los helados



Nos dirigimos hacia los foros imperiales y a ver el Coliseo, ya que el día anterior sólo pudimos verlo desde el autobús. Un matrimonio Barcelonés que venía con nosotros me comenta que si en Barcelona las calles se encontrasen tan mal como en Roma la gente se pondría en pie de guerra, y es cierto, hay mucha porquería y socavones en demasiados sitios

Al ver estos agujeros en el suelo, me viene a la cabeza una de las hazañas deportivas más impresionates de la historia olímpica que sucedió aquí en la Olimpiada de 1960: La carrera del maratón, que cerraba los juegos, y del que dicen que fue el maratón más hermoso jamás disputado, porque se corrió de noche, en un escenario como Roma,iluminada con antorchas y porque su ganador fue un atleta etíope entonces desconocido (aunque nunca volvió a serlo): Abebe Bikila, el maratoniano más grande de todos los tiempos, que corrió la prueba...¡¡¡descalzo!!!





Seguimos caminando, y justo antes de llegar a los foros, veo en una tienda el distintivo de "Tabacchi" (la te blanca sobre fondo azul), que tienen los estancos en Italia. Recuerdo que tengo que mandar una última postal, y me acerco a comprar uno...entonces me sucede una de las cosas que más me cabrearon del viaje, os lo cuento para que esteis prevenidos...
El dependiente se encontraba en la puerta, y al acercarme le digo: "Uno francoboli para la Espagna". Él me contesta: "un euro", y yo pienso: "juraría que en Venecia costaban menos", pero bueno, entro, le doy un euro, me da aun sello y automáticamente se pone a disimular entre las estanterías, el muy



Tras este desgradable "choriceo", paseamos por los foros imperiales un rato. Hace calor y brilla el sol, lo que ayuda bastante, pero vemos con disgusto que en muchas partes del mismo se acumulan bolsas y latas de refresco, lo que nos cabrea un poco...por favor, que estamos en el foro romano...no me entra en la cabeza que la gente sea tan marrana ni las autoridades tan dejadas.
Podemos admirar el arco de Constantino, el Coliseo de nuevo, la Curia...etc.
Decidimos terminar la visita acercándonos a la iglesia de san Pietro in Vincoli para poder admirar el moisés de Míguel Ángel, ya que se encuentra cerca de allí. Al pasar por una de las calles que llevan a la iglesia, un conductor sale sin mirar de un aparacamiento y casi pilla a una compañera de viaje. Le llamamos la atención y él tío, todo chulería, nos dice con desprecio: "vai vai, turisti"...después de ser estafados durante dos días y con el cansancio que llevamos encima la gente explota, jejeje, y se lleva una retahíla de insultos, gritos y demás que creo que no se esperaba , porque se baja del coche acojonao


Llegamos a San Pietro in Vincoli y podemos admirar el famoso Moisés. Por desgracia las fotos me salieron movidas


Una vez fuera de la iglesia, deicidimos volver hacia Termini para tomar algo y coger el bus que nos devuelve al Hotel. Al pasar junto al parterre donde se encuentran los mismos de antes bebiendo vino en Brik se me ocurre que igual me salía más a cuenta quedarme con ellos a ver si me invitan, porque me daba ya miedo entrar a un bar donde me pudiesen volver a estafar. Por suerte en este bar nos trataron bien, me tomé una cerveza por dos euros, y eso sí...ojo con los baños en los bares de Roma, que hay que verlos también...sin luz y la cisterna no funcionaba...¿Cómo estaría aquello a la hora del cierre


Una vez fuera, cogemos el bus al hotel, y tras matar un poco el rato, buscamos por los alrededores un lugar donde comer. Queríamos comer pizza, pero nos explicaron que para ello hay que ir al centro porque en el resto de sitios no suelen hacerlas más que para cenar...decidimos comer un menú en el restaurante del hotel, muy malo (pizzas de congelador), donde, mira que casualidad, el camarero intentó cobrarnos los cafés aparte aunque entraban en el precio...como nos dimos cuenta, se inventó no se qué del servicio y nos sableó por otro lado...a estas alturas ya sólo hacía falta que pusieran de hilo musical la melodía del padrino

Y por la tarde, en bus hacia Fiumicino para volver a España. Roma me gustó, pero me llevé muy malos ratos allí...aunque seguramente vuelva. Es una ciudad que me rece la pena y ahora ya iré sobreaviso de estafadores y demás chusma que por allí pulula

Aviso para navegantes: en Fiumicino es muy posible que os cambien la puerta de embarque para subir al avión...nos lo había advertido el guía ya sí fue, así que estad atentos.
Arrivederci Rooooomaaaaa

Una vez llegados a Barajas, llegó el momento de despedirme de los compañeros de viaje...si algo aprende uno de estos viajes es a ver que todo somos iguales vengamos de donde vengamos...las diferencias que los políticos quieren darnos a entender por la tele son todas mentira...
Italia es un país fantástico...encuanto a arte se refiere. Sobre turismo y civismo (En Roma), pienso que deben mejorar bastante...volveré.