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Llegué a Bologna, procedente de Florencia, una mañana muy soleada.
La ciudad es la capital de la Emilia Romania, una de las ciudades históricas mejor conservadas y tiene el segundo casco antiguo medieval más grande de Europa, después del de Venecia.
También es llamada Bolonia la Docta por su universidad, fundada en 1088 (la más antigua de todo Occidente), y Bolonia la Gorda por su excelente cocina.
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Ni bien dejé mis cosas en el hotel cercano a la estación, me dispuse a salir a recorrerla. Tuve mucha suerte ese día de que haya una temperatura agradable, para usar solo remera y algún sweater liviano, como ya había pasado en Roma y toda la Toscana.
La primera impresión que se tiene de esta ciudad, no sé si por ser de las más antiguas de Italia, es su color teja que lo domina todo.
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En esta Trattoría, comí una pizza exquisita y seguí el recorrido.
Uno de los monumentos característicos son las torres inclinadas. Aunque no todas las torres se han hecho tan famosas como la Torre inclinada de Pisa, hay muchas que tuvieron y tienen su relevancia además de su valor estético. Lamentablemente, la inclinación que las hace famosas, muchas veces acaba con ellas de forma irremediable. Además de las torres inclinadas por efectos no calculados, los arquitectos han recreado inclinaciones intencionadas en sus más recientes creaciones.
En Bologna, la torre Garisenda y la torre Asinelli son las dos más famosas que aún hoy continúan en pie, aunque la primera tiene un grado de inclinación con respecto a la vertical de 3,2 metros; el grado de inclinación de la segunda es de 1,3 metros.
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La Asinelli, la más alta, tiene una altura de 97,6 metros. En el momento de su construcción no superaba los 60 metros, siendo ampliada posteriormente. En el siglo XIV pasó a ser propiedad de la ciudad, siendo destinada sucesivamente como fortaleza y prisión.
Por su parte la Garisenda mide 48 metros. En el momento de su construcción medía 60 metros, pero en el siglo XIV fue recortada a causa de que el terreno donde había sido construida estaba cediendo. La torre Garisenda es famosa por haber sido citada por Dante varias veces, tanto en la Divina Comedia, como en sus Rimas.
En épocas más recientes, ya en pleno siglo XX se dio una utilidad práctica a la más alta de las torres, instalando un repetidor de la RAI en lo alto de la torre Asinelli.
Actualmente son un punto de atracción en la ciudad y si les quedan ganas, pueden subir los 500 escalones de la más alta. Dicen que se puede disfrutar de un paisaje maravilloso, aunque debo confesar que yo no hice la prueba.
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Me llamó mucho la atención, que en la gran mayoría de la ciudad, las veredas tengan recovas, que vienen a ser corredores externos techados para proteger a las personas del mal tiempo o el sol.
Es una delicia caminar y recorrer la ciudad de esta manera. Cuando hace calor, son frescas, cuando llueve o nieva, se la pasa mejor. Aquí algunas fotos.
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Pasado el mediodía, el tiempo empeoró. La lluvia lo cambia todo. Bologna se ve distinta.
Con este inconveniente climático, debí volver al hotel a buscar abrigo porque la temperatura bajó notablemente.
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Terminé mi recorrido antes del anochecer. La ciudad me gustó, pero no me volvió loco. Tendría que haber investigado mas, prever un día mas para recorrerla, pero bueno, ya tenía reserva de tren para el día siguiente y otra ciudad me esperaba.
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