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Sexto día y excursión a caballo. Habíamos quedado en que nos recogían sobre las 09.45hrs en el hotel. Estábamos muy intrigados de cómo sería el camión que vendría a por nosotros. Nuestra sorpresa fue, cuando vimos venir a lo lejos un camión. Los lados del camión estaban abiertos con barras y el techo con un toldo, los asientos estaban acolchados, gracias a dios, parecía que íbamos a currar.
Al entrar en el camión, que subimos por la parte trasera, habían 5 personas más que eran americanos. El camino hacia el rancho, era criminal, imaginaros, baches y más baches, la experiencia única de verdad. Lo mejor del trayecto fue cuando a lo lejos vimos una garita y una cuerda, claro nuestra pregunta fue y ¿ quien baja ahora a quitar la cuerda? En ese momento vemos cuando alguien que estaba dentro de la garita, baja la cuerda al suelo para que pasáramos, imaginaros la carcajada que soltamos todos dentro del camión.
Por fin llegamos y nos dejaron en mitad de un camino y allí estaba Leo y el resto de los guías esperándonos con los caballos. Nada más montar, nos hicieron una foto y empezamos nuestra aventura.
Llegamos en 5m a la zona de la playa y empezamos andar por la playa, IMPRESIONANTE, MARAVILLOSO, UNICO. Tengo que decir que no me gusta montar a caballo y que era mi segunda vez que montaba, pero la excursión SIN PALABRAS.
El grupo de americanos fueron todos juntos y nosotros con Leo, la verdad que atinamos en coger la excursión privada. Mientras mi marido, galopaba, trotaba etc, con su caballo, yo iba hablando con Leo de las costumbres dominicanas. Me contó que ganaba 120$ al mes y que llevaba 1 mes sin poder ver a su familia. Gracias a este trabajo un cliente americano, decidió apadrinar a sus 2 hijos pequeños y todos los meses le pagaba el colegio para que pudieran ir a la escuela, ya que la privada allí no aprenden absolutamente nada. Iban a Punta Cana 2 veces al año y le traían 2 maletas llenas de ropa para los niños y que la familia americana eran sus ÁNGELES.
La verdad que me dejó bastante mal, ya que no somos conscientes de lo que ocurre fuera hasta que lo vives en primera persona.
El paisaje fue maravilloso, hubo una zona que el acceso era solo en caballo y fue inolvidable.
Llegamos a la zona de bañarse con el caballo. Yo a última hora decidí no hacerlo, ya que tenía que ir sin silla al agua y no me gustó. Mi marido estaba que no se lo creía, ya que luego nos dijo Leo, que no, en todas las excursiones privadas se bañaban con los caballos. Hubo un momento que mi marido fue el hombre más fotografiado en cuestión de 15m .Sinceramente es digno de ver, como un caballo se adentra con una persona y está tan tranquilo, porque a los caballos no les gusta el agua.
Cuando salieron del agua, hubo personas que se acercaron a Leo, para preguntarle. De hecho una de las americanas del grupo, le pidió la excursión a Leo para el día siguiente, por la experiencia única que pudo comprobar.
De vuelta, Leo, nos hizo unas fotos impresionantes, que claro, o ibas en caballo o no podías hacerlas.
Cuando llegamos y dejamos los caballos, nos dieron una botella de ron con nuestras foto, (un recuerdo muy bonito) y nos salió por 15$ la botella, total que la compramos por la mañana tan maravillosa que habíamos pasado.
Llegamos al hotel y nos fuimos a duchar, porque olíamos a caballo que no os podíais ni imaginar, pero claro antes parando a por una cervecita. Antes de ir a la habitación, descubrimos que los baños que están en la planta baja, yendo hacia la salida, tenían duchas y taquillas con toallas, para las personas que teníamos que dejar las habitaciones a las 12 y poder aprovechar todo el día en el hotel, hasta la recogida al aeropuerto.
Comimos tranquilamente y volvimos a la playa para descansar, porque el caballo nos había dejado algo cansados.
Ese día no fuimos a bailar con los animadores, ya que seguimos disfrutando de la playa.
La pena que anochece muy pronto, allí a las 19.00hrs ya es casi de noche, no como en verano que disfrutas más de la playa y del hotel. Pero bueno aprovechamos para meternos en el jacuzzi y dar un buen respiro al cuerpo.
Esa noche cenamos en el Japones y hay que decir, que la puesta en escena es impresionante, pero el menú muy escueto. Teníamos la reserva a las 22.30hrs y cuando llegamos nos sentaron en una mesa que hace forma de U y justo en el medio estaba la plancha. A mi derecha tenía una pareja Francesa y a la izquierda de mi marido un grupo de mujeres de Puerto Rico. A los 5m de estar sentados, vino Manolo el cocinero y se puso a cocinar en directo todos los platos que habíamos pedido cada uno.
Empezó haciendo el arroz y la verdad que nos entretienen mucho, ya que cuando hacen el huevo como tortilla francesa, toman un trocito y hacen que alguien de los que estamos sentados, abra la foca y atine. Es muy divertido. Es un espectáculo, pero insisto que la comida es muy limitada.
Después de la cena, nos fuimos a la habitación, ya que al día siguiente nos venían a buscar a las 7.30hrs, para la excursión a Saona.
DIA PERFECTO Y DIFERENTE
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