Este día bajamos algo más tarde a desayunar. Pero sobre las 9:30 ya estábamos camino de Termini. Hoy le tocaba el turno a la zona centro y será el Bus 64 el encargado de llevarnos, por Corso Vittorio Enmanuelle II, hasta la parada de Sant’Andrea della Valle. A menos de 200 metros hacia el sur, se encuentra nuestra primera visita del día, Campo de’ Fiori.
Campo de' Fiori
Es domingo y el ambiente de mercadillo no es ninguna gran cosa. Supongo que los días laborables habrá más ambiente. No obstante había bastantes puestos.
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Giordano Bruno, condenado a morir en la hoguera en este mismo lugar víctima de la Inquisición romana, tiene una enorme estatua de bronce eregida en su honor en el centro de la plaza. En la misma aparece ataviado con su hábito dominico.
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Andamos unos 100 metros hacia el sur para ver el Palazzo Farnese, situado en la plaza de su mismo nombre. Actualmente es la sede de la Embajada de Francia.
Para visitarlo, hay que hacer reserva. Así que sólo vimos la plaza y la fachada.
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A 200 metros al norte de allí, se encuentra el Palazzo della Cancelleria.
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Uno de los primeros palacios renacentistas de Roma. El patio está atribuido a Donato Bramante, quién consiguió dotar de una sensación de gran amplitud a este espacio cerrado, gracias al retranqueo del último piso.
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El emblema de la Familia Riario, está presente por todos los rincones.
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El Cardenal Riario, decidió invertir casi toda su fortuna en la construcción de este edificio, dando un fin noble al dinero que obtuvo con el juego. Aunque no llegó a habitarlo ya que, poco antes de la terminación de la obra, fue acusado de alta traición, pasando el edificio a convertirse en la sede de la cancillería papal. En la actualidad es la sede del Tribunal de la Rota.
Nos desplazamos ahora unos 200 metros más al norte, para llegar a Piazza Navona.
Piazza Navona
Muy animada la plaza, es domingo de Carnaval. Sus magníficas fuentes son lo primero que se te viene a la vista. La primera, la Fontana del Moro, ejecutada por un discípulo de Bernini.
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Uno de los edificios más emblemáticos de la plaza es el Palazzo Pamphili, donde actualmente está la Embajada de Brasil. El Papa Inocencio X Pamphili fue el que consiguió hacer de esta plaza, la más espectacular de Roma.
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Espectacular también la fachada de la iglesia de Sant’Agnese in Agone, que sirvió en principio como capilla privada del Palazzo Pamphili y donde se venera a Santa Inés que, según cuenta la leyenda, fue martirizada en el Stadium de Domiciano. Lugar que hoy en día ocupa la plaza.
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El interior de la cúpula y algunos detalles de la fachada donde se observa una estatua de la Santa y el escudo papal de Inocencio X.
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Llegamos al centro de la plaza, donde se encuentra la famosísima Fontana dei Fiumi. Realmente espléndida.
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Se concibió para dar soporte a un enorme obelisco que se traería del Circo de Majencio. El Papa excluyó deliberadamente a Bernini del concurso para diseñarla. Pero éste se las ingenió para hacer llegar, bajo seudónimo, su proyecto que, evidentemente, fue el elegido.
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Los cuatro ríos más importantes del mundo están representados, simbolizando los continentes en los que se encuentran, en sendas monumentales estatuas situadas en cada esquina del conjunto.
El Danubio, por Europa.
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El Ganges, por Asia.
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El Nilo, por África.
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El Rio de la Plata, por América
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Nos desplazamos ahora unos metros hacia el este, para llegar al número 40 de Corso del Rinascimiento para visitar, aprovechando que sólo abre los domingos, San Ivo alla Sapienza.
San Ivo alla Sapienza
Fue, hasta el pasado siglo, la capilla universitaria de la Universidad de La Sapienza, que estaba situada en el edificio contiguo. Muy original el remate de la cúpula en espiral, que recuerda la Torre de Babel.
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Hoy día es la sede de parte de los archivos pontificios.
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La construcción se desarrolló bajo el pontificado de varios Papas. Los emblemas de cada uno de ellos, se pueden ver por distintos lugares. Las estrellas, que eran el emblema de la familia Chigi a la que pertenecía Alejandro VII, se pueden observar en varios sitios.
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Preciosa la cúpula del genial Borromini.
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La próxima visita es el Pallazzo Altemps, situado al norte de Piazza Navona. Así que nos disponemos a recorrer los 300 metros que lo separan de San Ivo, haciendo una parada para degustar uno de esos magníficos espressos que se pueden tomar en cualquiera de las muchas cafeterías que hay por la zona.
Pallazzo Altemps
Usamos, por tercera vez, la entrada de Museo Nazionale Romano. No encajamos bien esta visita en el itinerario del día. Si tuviera que repetir, la dejaría para última hora (cierran a las 19:45). El reloj nos apremiaba y aún nos quedaba San Luis de los Franceses, antes de que cerraran a las 12:30. Así que fue más bien una visita algo rapidita y sin fotos. Queda anotada para repetir cuando volvamos de nuevo.
Salimos y, en menos de tres minutos, nos encajamos en nuestro siguiente destino.
San Luigi dei Francesi
Es la iglesia nacional de los franceses en Roma.
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Dedicada a San Luis, Rey de Francia.
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En el altar mayor destaca el enorme cuadro de la Asunción de la Virgen, obra de Francesco Bassano.
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Su actual decoración barroca, embelleció la original construcción renancentista.
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Más o menos, la misma odisea que en San Pietro in Vincoli para fotografiar el Moisés de Miguel Angel, se volvió a repetir. Una legión de turistas “matando” por una foto.
Y es que el motivo lo merece. El primer gran encargo que tuvo en Roma Caravaggio, está ante nosotros. Los tres cuadros que relatan la vida de San Mateo son sin duda, el mayor tesoro artístico que encierra este templo.
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San Mateo y el Ángel, para mí el mejor de los tres.
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La particularísima y transgresora forma que tenía este genial pintor de plasmar sus ideas, hacen que nos quedemos ensimismados oyendo las explicaciones de la audioguía.
Nos volvemos para atravesar la Piazza Navona y, dejando a la izquierda la iglesia de Santa Inés, tomar la Via di Tor Millina. Tomamos la tercera a la izquierda (Via Parioni) para llegar a la Taverna Parioni, de la que guardaban un grato recuerdo de su anterior visita la pareja que nos acompañaba. Por el camino vemos cantidad de restaurantes atiborrados de turistas. Cuando llegamos, nos sorprende que no esté lleno ni la mitad del aforo. Pero nada que temer. Extensa carta y estupenda relación precio/calidad. ¡Ah! El tiramisú, de nota.
Tras la comida nos dirigimos a visitar el Pantheon.
Pantheon
El aspecto actual, se debe a la tercera reconstrucción, obra de Adriano. Si bien éste, conservo la inscripción original de la construcción de Agripa.
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Traducción de la inscripción en el arquitrabe:MARCO AGRIPA HIJO DE LUCIO CONSUL POR TERCERA VEZ LO HIZO
Pasamos al interior y lo encontramos atiborrado de turistas. ¡Qué gentío! Todo el mundo hablando a voces dentro de lo que es una Basílica, por mucha historia que tenga.
Todo un prodigio arquitectónico, que ha llegado hasta nuestros días en un notable buen estado de conservación.
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En la magnífica bóveda, se proyecta la luz del sol que entra por la linterna y que servía para señalar los solsticios y equinoccios.
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Las tumbas del genial pintor Rafael, de Vittorio Emanuele II y de Umberto I, se encuentran en este templo.
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Nos dirigimos ahora a la parte trasera del Pantheon, donde se encuentra Santa Maria sopra Minerva. No teníamos anotado que cerraba a medio día, por lo que decidimos variar algo nuestro itinerario y dirigirnos unos 200 metros hacia el sur para visitar el Area Sacra di Largo Argentina.
[size=18]Area Sacra di Largo Argentina
Complejo arquitectónico con las ruinas de cuatro templos, que fueron sepultados por los sedimentos que, durante siglos, depositaron las crecidas del Tiber y que no fue descubierto, casualmente, hasta 1926.
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Pero lo más destacado es que aquí, detrás del templo circular que se aprecia en la fotografía, se encuentran las ruinas de la Curia de Pompeyo, donde Julio Cesar fue asesinado.
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Unos 150 metros nos separan del siguiente destino, Il Gesú.[/size]
Il Gesù
La Iglesia del Santo Nombre de Jesús, la primera iglesia jesuita del mundo. En la fachada, obra de Giacomo della Porta, se puede leer claramente el nombre del Cardenal Alejandro Farnesio, que fue el mecenas que afrontó los gastos de tan gran obra.
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En lo alto del frontón superior, se puede apreciar su escudo, más pequeño, pero más elevado que el de los propios jesuitas.
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San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, tienen un lugar destacado en la fachada.
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Al entrar, lo primero que impresiona es la exuberante decoración barroca que le da un aspecto suntuoso.
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Caminamos por la nave central, sin poder apartar la vista de los frescos de la bóveda central. Magnífica muestra del ilusionismo barroco. Sencillamente, espectacular.
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Y qué decir de los que decoran la impresionante cúpula de esta iglesia. Tanto estos frescos, como los de la bóveda central, son obra de Giovanni Battista Gauli (Il Baciccia).
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En el lado izquierdo del transepto, se ubica la Capilla de San Ignacio de Loyola, decorada por Andrea Pozzo, que encierra las reliquias del fundador de la Compañía de Jesús. Según nos cuenta la audioguía, una estatua del Santo, con los brazos abiertos y los ojos vueltos hacia el cielo, es el motivo central, salvo algunos días en que es sustituida por un gran lienzo. Evidentemente, hoy era uno de esos días.
Nos hubiera gustado verla, ya que cuentan que era de plata maciza, aunque actualmente es de estuco con una capa de plata. Nos tenemos que conformar con el cuadro.
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Detalle de los grupos escultórico que flanquean el altar. A la izquierda el Triunfo de la Fé sobre la idolatría, de Jean Baptiste Theodon y a la derecha el Triunfo de la Iglesia sobre la herejía, de Pierre Legros.
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Al otro lado del transepto está la Capilla de San Francisco Javier, quien compartió con San Ignacio el inicio de la labor de los jesuitas en Roma. Siendo mucho más discreto que el anterior, en la fotografía se pueden apreciar los magníficos candelabros ornamentales que figuran al frente del altar. En el ángulo superior izquierdo, se ve el relicario de plata que conserva el antebrazo derecho del santo.
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La última capilla que visitamos es la de La Madonna della Strada, decorada por Giuseppe Valeriani, autor también de los cuadros que están situados a los lados del altar de esta capilla.
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Destaca el pequeño fresco del siglo XV con la imagen de la titular.
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También dejó Bernini su huella en este templo, con el busto del Cardenal San Roberto Belarmino.
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Ya es hora de que Santa Maria sopra Minerva este abierto de nuevo, por lo que ponemos rumbo hacia allí.
Santa Maria sopra Minerva
Volvemos a la parte trasera del Pantheon, a la plaza donde está el famosísimo elefante, obra de Ercole Ferrata bajo diseño de su maestro Gian Lorenzo Bernini, que sustenta un obelisco egipcio del siglo VI a.C. que, al parecer, fue encontrado en el jardín de los dominicos.
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El nombre de esta iglesia proviene de la creencia de que la capilla original se levantó sobre las ruinas de un templo pagano dedicado a la diosa Minerva. Más tarde resultó que dicho templo estuvo ubicado a un centenar de metros de este lugar. Supongo que ya era tarde para cambiarle el nombre.
Aquí se estableció el cuartel general de la orden de los dominicos.
La sencilla fachada no nos da ninguna pista de lo que encontraremos en el interior.
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Estamos en el único templo gótico de Roma. Los arcos ojivales y las bóvedas de crucería, tan prolíferas en otras capitales europeas, asoman ante nuestros ojos. Se agradece, más que nada por variar.
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En la primera capilla de la nave lateral derecha, vemos un lienzo de Il Baciccia, que representa al dominico San Luis Beltrán en su peregrinación por tierras americanas.
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Continuamos hacia la mitad de esta nave, para llegar a la Cappella della Annunciazzione, propiedad de la Cofradía del mismo nombre, fundada por Juan de Torquemada. Centramos la vista en la tabla de Antoniazzo Romano. Alude a la actividad de esta Cofradía, cuya finalidad era dotar a las muchachas pobres para que pudieran casarse. El propio fundador fue retratado en esta escena y aparece justo detrás de las tres muchachas.
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Quizás lo más interesante de esta iglesia lo encontramos en el lado derecho del crucero. La Cappella Carafa, levantada en honor de Santo Tomás de Aquino, es deslumbrante. La decoración de Filippino Lippi es brillantísima. La escena de la anunciación, con Santo Tomás presentando a la Virgen al Cardenal Carafa, ocupa el centro de la pared frontal. Pero no menos interesantes son el resto de los frescos que adornan la capilla y que relatan distintas escenas de la vida de Santo Tomás.
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Justo debajo del altar mayor descansan los restos de Santa Catalina de Siena, menos su cabeza que se conserva en su ciudad natal.
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Nos desplazamos hacia la izquierda para contemplar la escultura de Cristo Resucitado, obra atribuida a Miguel Ángel. Si bien no fue él quien la terminó, si no dos de sus discípulos.
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Un poco más a la izquierda nos encontramos la tumba del genial pintor Fray Angélico, cubierta con una colosal lápida donde aparece con su hábito dominico y sus manos yertas sobre su vientre. Juan Pablo II lo proclamó patrono de todos los artistas.
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Tenía este pintor atribuida la autoría de la imagen de la Virgen con el Niño que está en la capilla contigua. Hoy se le atribuye a su discípulo Benozzo Gozzoli
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Al salir unas lápidas nos recuerdan que nos encontramos en una de las zonas más bajas de la ciudad. En las inscripciones se pueden apreciar los distintos niveles que alcanzó el agua en las frecuentes crecidas del Tiber entre los siglos XVI y XIX.
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Le toca el turno a nuestra última visita, Sant'Ignazio, que se encuentra a algo más de 300 metros al Noreste.
Sant'Ignazio
Nos dio la impresión de que habíamos vuelto a Il Gesù. Su fachada, el interior y el Titular.
El jesuita Andrea Pozzo es el autor de la decoración del ábside y del techo. También realizó los tres enormes frescos que presiden el retablo central. En el del centro se distingue a San Ignacio ante el Padre Celestial.
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Magnífico el trabajo de este maestro de la perspectiva.
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En la Cappella Naro podemos observar un fresco de Domenico Ghirlandaio con San Juan Bautista.
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Muy curiosa la maqueta a escala 1:200 del Tempio di Cristo Re. Una idea de Vicenzo Pandolfi que la terminó a los 98 años de edad, tras 18 años de persistente elaboración. El autor quiso representar un templo donde tuvieran cabida todas las religiones del mundo.
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Nos acercamos de nuevo a la zona de Trevi, donde terminamos de comprar algunos souvenirs. Muchísimo ambiente por las calles. Nos despedimos de la Heladería San Crispino (ummmm, que ricos) y aprovechando que las nubes no aparecieron en todo el día, disfrutamos del helado mientras paseamos hasta el hotel. Un paseo de media hora que, a pesar del cansancio acumulado, nos permitió disfrutar de la ciudad bajo una noche estrellada.