Hay dos maneras de recorrer los 100 km. que separan San Juan del Sur de Granada. En autobús hasta Rivas y desde Rivas otro autobús hasta Granada ($10/2 horas) y en taxi directo hasta Granada ($40/1 hora). Ingrid y Emily eran americanas y también se alojaban en Casa Oro. Necesitaban ir a Managua a coger el vuelo de regreso a USA. Nos juntamos para coger un taxi que me dejaría en Granada y continuaría trayecto hasta Managua.
Antes de salir llamé a La Esperanza y me dieron la dirección de mi casa en Granada donde habría alguien esperándome. Apunté en mi libreta “Casa 502, Calle del Martirio”…. “joder, esperemos que no sea una premonición”, pensé. Llegamos a Granada sobre las 12 con un calor de cojones. El taxista no se aclaraba mucho pero la Lonely Planet nos ayudó a encontrar la Calle del Martirio. El taxi empezó a enfilar la calle en dirección al 502, nos alejábamos del centro. “502, aquí es, amigo”…… bajé del taxi y miré a mi alrededor, la zona no era un parque residencial precisamente.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Mi casa. Calle del Martirio, 502.
Arnold es holandés y colaborador de La Esperanza. Estaba esperándome en la casa junto a su pareja, una mulata azabache de Bluefields con unas berzas de escándalo. La saludé mirándola a la cara. Me enseñaron mi habitación y mi baño, no estaba mal por 2 euros/día. Le pagué todo el mes por adelantado y nos fuimos a dar una vuelta por Granada para que me familiarizara con la zona. El sol pegaba de lo lindo por lo que les pedí que me enseñaran como llegar desde mi casa hasta la oficina de La Esperanza y el resto ya lo haría yo por mi cuenta cuando cayera la tarde.
La oficina de La Esperanza está en la Calle La Libertad, a cinco minutos caminando desde mi casa y al lado del Parque Central, el centro neurálgico de Granada. Era domingo y la entrada estaba cerrada a cal y canto con una reja de barrotes del quince. A decir verdad, todas las casas de Granada tienen una puerta de madera interior y una reja de barrotes exterior. Las ventanas también están protegidas con rejas. Parecen pequeñas jaulas de seres humanos que dan una idea de cómo está la situación por aquí. Al enseñarme la casa, Arnold ya me había advertido que cerrara la puerta y la verja con doble vuelta al salir y al irme a dormir y que por la noche cogiera taxis para volver a casa, aunque estuviera a tres cuadras de distancia. Las primeras impresiones eran un poco durillas pero ya venía mentalizado de que no venía a la ciudad del lujo y la diversión.
*** Imagen borrada de Tinypic *** La Esperanza. Calle La Libertad.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Calle La Libertad.
Al llegar al centro se me pasaron todas mis malas impresiones de bienvenida. La catedral de Granada aparece, imponente, nada más llegar al Parque Central. Numerosas paradas de cerámica, libros, pulseras, collares, etc, llenan la plaza central del parque. En cada esquina hay kioskos de comida local donde por 1,5 euros puedes llenar la panza. El cuadro se completa con los vendedores de licuados y café, vendedores de tabaco (Marlboro: 1 euro) y los carruajes de caballos, alineados en fila india en la Calle Vega, esperando a los turistas para hacer el tour por la ciudad. Música nica sonando por todo el parque y multitud de personas charlando animadamente o visitando las paradas. La sensación de extrañeza de llegar a una ciudad que no conoces empezaba a desvanecerse. El Parque Central era acogedor y daba buenas sensaciones.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Catedral de Granada.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Parque Central.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Carruajes Calle Vega.
El Parque Central se continúa hacia el este por la Calle La Calzada, donde en su primera mitad se concentran numerosos bares y restaurantes siendo el lugar de reunión de turistas y locales al atardecer, la segunda mitad de la calle es más residencial (no porqué las casas sean mansiones, más bien al revés, sino porque la gente vive en ellas) y va a dar al malecón del lago Cocibolca (otra zona a evitar por las noches si no quieres salir trasquilao).
*** Imagen borrada de Tinypic *** Calle La Calzada.
Llamada “La Gran Sultana” en honor de la ciudad homónima española, Granada fue fundada en 1524 por Francisco Fernández de Córdoba y es una de las ciudades más antiguas de la américa latina. Granada es la tercera ciudad de Nicaragua, tras Managua y León. Al igual que San Juan del Sur, el estilo colonial está presente en todos los rincones de la ciudad, empezando por la catedral y extendiéndose a todas las casas del centro de la ciudad. De hecho, empezaba a observar que en realidad existían “dos Granadas”. La del Parque Central y calles adyacentes, delicadamente restaurada, con bellos hoteles coloniales, tiendas, bancos, bares y restaurantes, y el resto (mi casa estaba incluida en este resto). La primera Granada era refugio de turistas y locales que vivían del turismo, la segunda era la Granada local donde la gente se levantaba cada día para buscarse la vida en condiciones no siempre idóneas.
El Eurocafé era una cafetería con buen café y wifi gratis localizado al lado del Parque Central, además se podía fumar (aquí se puede fumar en todas partes). Me pareció un buen sitio para instalar mi Centro de Operaciones Logísticas y Comunicaciones Internacionales (es decir, escribir “Crónicas”, clasificar fotos y conectarme a internet). Primer café, primera conexión a internet. “¿Cómo te llamas?”, “María”. La chica que preparaba el café parecía simpática. Buenas sensaciones de entrada en el Eurocafé mientras empezaba a caer la noche.
Salí del Eurocafé. Las paradas del Parque Central iluminaban toda la zona dándole un aire festivo. Había llegado a Granada el 13 de febrero, fecha de inicio del Festival Internacional de Poesía. María me comentó que la semana venía cargadita de actividades, recitales de poesía, conciertos, desfiles y de ahí la presencia de las paradas de vendedores del Parque. Poco imaginaba en ese momento que en una de esas paradas había alguien que se iba a cruzar en mi camino (o yo en el suyo).
Volví a casa con ganas de ducha, cena ligera y cama. Al día siguiente había reunión de bienvenida a los nuevos voluntarios a las 9:30. En casa me encontré con mis nuevos compañeros de piso. Dale y Teresa eran un matrimonio de unos 60 años, ambos de Seattle. Llevaban una semana en La Esperanza y el castellano se les atascaba un poquito. Marco y Claudia eran una pareja joven de Zurich con un castellano fluido. Comenzaban su andadura en La Esperanza mañana, igual que yo. La conversación fue distendida y animada. Buenas perspectivas de convivencia para el mes que iba a pasar en Granada.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Teresa (Terry).
Probablemente era yo mismo el que se estaba montando la película pero me acosté con la sensación de que todo seguía fluyendo sin sobresaltos en Nicaragua. Con esta sensación tan agradable no tardé en caer dormido. Buenas noches desde Granada.
Antes de salir llamé a La Esperanza y me dieron la dirección de mi casa en Granada donde habría alguien esperándome. Apunté en mi libreta “Casa 502, Calle del Martirio”…. “joder, esperemos que no sea una premonición”, pensé. Llegamos a Granada sobre las 12 con un calor de cojones. El taxista no se aclaraba mucho pero la Lonely Planet nos ayudó a encontrar la Calle del Martirio. El taxi empezó a enfilar la calle en dirección al 502, nos alejábamos del centro. “502, aquí es, amigo”…… bajé del taxi y miré a mi alrededor, la zona no era un parque residencial precisamente.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Mi casa. Calle del Martirio, 502.
Arnold es holandés y colaborador de La Esperanza. Estaba esperándome en la casa junto a su pareja, una mulata azabache de Bluefields con unas berzas de escándalo. La saludé mirándola a la cara. Me enseñaron mi habitación y mi baño, no estaba mal por 2 euros/día. Le pagué todo el mes por adelantado y nos fuimos a dar una vuelta por Granada para que me familiarizara con la zona. El sol pegaba de lo lindo por lo que les pedí que me enseñaran como llegar desde mi casa hasta la oficina de La Esperanza y el resto ya lo haría yo por mi cuenta cuando cayera la tarde.
La oficina de La Esperanza está en la Calle La Libertad, a cinco minutos caminando desde mi casa y al lado del Parque Central, el centro neurálgico de Granada. Era domingo y la entrada estaba cerrada a cal y canto con una reja de barrotes del quince. A decir verdad, todas las casas de Granada tienen una puerta de madera interior y una reja de barrotes exterior. Las ventanas también están protegidas con rejas. Parecen pequeñas jaulas de seres humanos que dan una idea de cómo está la situación por aquí. Al enseñarme la casa, Arnold ya me había advertido que cerrara la puerta y la verja con doble vuelta al salir y al irme a dormir y que por la noche cogiera taxis para volver a casa, aunque estuviera a tres cuadras de distancia. Las primeras impresiones eran un poco durillas pero ya venía mentalizado de que no venía a la ciudad del lujo y la diversión.
*** Imagen borrada de Tinypic *** La Esperanza. Calle La Libertad.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Calle La Libertad.
Al llegar al centro se me pasaron todas mis malas impresiones de bienvenida. La catedral de Granada aparece, imponente, nada más llegar al Parque Central. Numerosas paradas de cerámica, libros, pulseras, collares, etc, llenan la plaza central del parque. En cada esquina hay kioskos de comida local donde por 1,5 euros puedes llenar la panza. El cuadro se completa con los vendedores de licuados y café, vendedores de tabaco (Marlboro: 1 euro) y los carruajes de caballos, alineados en fila india en la Calle Vega, esperando a los turistas para hacer el tour por la ciudad. Música nica sonando por todo el parque y multitud de personas charlando animadamente o visitando las paradas. La sensación de extrañeza de llegar a una ciudad que no conoces empezaba a desvanecerse. El Parque Central era acogedor y daba buenas sensaciones.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Catedral de Granada.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Parque Central.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Carruajes Calle Vega.
El Parque Central se continúa hacia el este por la Calle La Calzada, donde en su primera mitad se concentran numerosos bares y restaurantes siendo el lugar de reunión de turistas y locales al atardecer, la segunda mitad de la calle es más residencial (no porqué las casas sean mansiones, más bien al revés, sino porque la gente vive en ellas) y va a dar al malecón del lago Cocibolca (otra zona a evitar por las noches si no quieres salir trasquilao).
*** Imagen borrada de Tinypic *** Calle La Calzada.
Llamada “La Gran Sultana” en honor de la ciudad homónima española, Granada fue fundada en 1524 por Francisco Fernández de Córdoba y es una de las ciudades más antiguas de la américa latina. Granada es la tercera ciudad de Nicaragua, tras Managua y León. Al igual que San Juan del Sur, el estilo colonial está presente en todos los rincones de la ciudad, empezando por la catedral y extendiéndose a todas las casas del centro de la ciudad. De hecho, empezaba a observar que en realidad existían “dos Granadas”. La del Parque Central y calles adyacentes, delicadamente restaurada, con bellos hoteles coloniales, tiendas, bancos, bares y restaurantes, y el resto (mi casa estaba incluida en este resto). La primera Granada era refugio de turistas y locales que vivían del turismo, la segunda era la Granada local donde la gente se levantaba cada día para buscarse la vida en condiciones no siempre idóneas.
El Eurocafé era una cafetería con buen café y wifi gratis localizado al lado del Parque Central, además se podía fumar (aquí se puede fumar en todas partes). Me pareció un buen sitio para instalar mi Centro de Operaciones Logísticas y Comunicaciones Internacionales (es decir, escribir “Crónicas”, clasificar fotos y conectarme a internet). Primer café, primera conexión a internet. “¿Cómo te llamas?”, “María”. La chica que preparaba el café parecía simpática. Buenas sensaciones de entrada en el Eurocafé mientras empezaba a caer la noche.
Salí del Eurocafé. Las paradas del Parque Central iluminaban toda la zona dándole un aire festivo. Había llegado a Granada el 13 de febrero, fecha de inicio del Festival Internacional de Poesía. María me comentó que la semana venía cargadita de actividades, recitales de poesía, conciertos, desfiles y de ahí la presencia de las paradas de vendedores del Parque. Poco imaginaba en ese momento que en una de esas paradas había alguien que se iba a cruzar en mi camino (o yo en el suyo).
Volví a casa con ganas de ducha, cena ligera y cama. Al día siguiente había reunión de bienvenida a los nuevos voluntarios a las 9:30. En casa me encontré con mis nuevos compañeros de piso. Dale y Teresa eran un matrimonio de unos 60 años, ambos de Seattle. Llevaban una semana en La Esperanza y el castellano se les atascaba un poquito. Marco y Claudia eran una pareja joven de Zurich con un castellano fluido. Comenzaban su andadura en La Esperanza mañana, igual que yo. La conversación fue distendida y animada. Buenas perspectivas de convivencia para el mes que iba a pasar en Granada.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Teresa (Terry).
Probablemente era yo mismo el que se estaba montando la película pero me acosté con la sensación de que todo seguía fluyendo sin sobresaltos en Nicaragua. Con esta sensación tan agradable no tardé en caer dormido. Buenas noches desde Granada.