El trayecto en ferry desde Granada hasta la isla de Ometepe ($C90/3 euros) dura cuatro horas. El ferry atraca en Altagracia (Noreste de Ometepe) y sale de Granada los jueves a las 2 de la tarde. Si se quiere viajar otro día de la semana hay que coger un autobús desde Granada hasta Rivas y de ahí otro autobús hasta San Jorge. Desde San Jorge salen ferrys a diario hacia la localidad de Moyogalpa (Noroeste de Ometepe) y el trayecto dura tan sólo una hora.
Nayeli me acompañó hasta el malecón en nuestro último paseo por Granada. Tras una intensa semana juntos, yo salía hacia Ometepe para pasar unos días por mi cuenta y ella partía hacia Alemania al día siguiente. Caminamos tranquilamente desde el Parque Central hasta el lago Cocibolca recordando momentos pasados durante los últimos días. Entramos en la estación de ferrys y caminamos juntos hasta que un guardia de seguridad nos pidió amablemente los billetes y los pasaportes. “Aquí nos separamos, Javier”. Nayeli sonreía y yo también. A ninguno de los dos nos van mucho las despedidas lacrimógenas. Un último beso, “Gracias, Nayeli”, “Gracias a ti, Javier”. Nos miramos fijamente a los ojos con un nudo en la garganta. Mientras el segurata revisaba mi pasaporte y el contenido de mis mochilas Nayeli se alejó perdiéndose entre la gente y enviando un último saludo antes de salir de la estación de ferrys.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Malecón de Granada. Hacia Ometepe.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Salida hacia Ometepe.
Al ser jueves, el ferry iba casi vacío. Perfecto. A las dos en punto se puso en marcha el motor de babor y el ferry empezó a encarar la proa hacia el este haciendo sonar la sirena con fuerza. Granada iba haciéndose cada vez más pequeñita mientras las olas sacudían con intensidad la proa del ferry. Quedaban por delante cuatro horas de travesía por el inmenso Lago Cocibolca. Tras la despedida con Nayeli de la noche anterior andaba bastante cansado y no tardé en dormirme. Me desperté una hora después y salí a cubierta. En la distancia ya se divisaba el cono perfecto que forma el volcán Concepción de la “isla norte” de Ometepe. Por estribor, el majestuoso volcán Mombacho presidía el espectáculo mientras el sol iba descendiendo lentamente. El aire caliente en la cara, las olas rompiendo y salpicando suavemente, un poco de música suave, piti, sin interrupciones…….Pura Vida.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Ometepe desde el ferry.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Abrí la Lonely para ver donde dormiría esta noche en Altagracia. “Hotel Castillo”, pinta bastante bien. A los pocos minutos me interrumpió un tipo ofreciéndome habitación en ese hotel. (Hotel Castillo. Habitación individual con baño/5 euros). Trato hecho. Hizo una llamada desde el ferry para reservarla. El traslado desde el muelle hasta el hotel no estaba incluido (1$), podía permitírmelo….vaya precios. Igualito, igualito que en BCN.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Ometepe. Hotel Castillo.
El ferry llegó a Altagracia de noche por lo que las primeras impresiones de Ometepe deberían esperar hasta el día siguiente. El Hotel Castillo no es gran cosa pero para el precio que pagas es correcto. Llevaba sólo un café y un poco de fruta desde las 7 de la mañana por lo que el estómago rugía de manera preocupante. En el restaurante del hotel conocí a Helen, una viajera solitaria de Chicago de unos 60 años que llegaba a Ometepe tras pasar dos meses en las Corn Islands. Se estaba metiendo un solomillo de los buenos. Decidí tirar la casa por la ventana y darme el gustazo. “Póngame lo mismo” (solomillo/5 euros, sobran comentarios).
A las ocho de la mañana apareció Gonzalo, el mismo tipo que me había reservado la habitación en El Castillo y le pregunté si sabía dónde podría alquilar una moto. Me apetecía tener autonomía por la isla. Según la zona, los autobuses de Ometepe pasan cuando les da la gana…..o no. “Sí, claro, yo tengo un amigo que se lo puede arreglar” (por aquí todos tienen “amigos” que te arreglan todo). Apareció un chaval con una moto tipo “trail” monocilíndrica marca ”Jialing”, tenía buena pinta. “¿Cuánto?”, “$35/día”. Le ofrecí $70 por 3 días y cerramos el trato.
*** Imagen borrada de Tinypic ***.
La mejor compañera para moverse por Ometepe.
El trayecto desde Altagracia hasta Santa Cruz por la isla norte es agradable. La desierta carretera pavimentada discurre sinuosamente entre plantaciones de plataneros. Pasé por Playa Santo Domingo, la playa de mayor renombre de Ometepe. Una hilera de hostales en primera línea del lago bloqueaba la entrada a la playa desde la carretera, pasé de largo. Un kilómetro más adelante, a la altura del itsmo, llegas a la zona del río Istiam. Ahí aparece una playa desierta donde aproveché para hacer una reconfortante parada contemplativa. A excepción de la playa Santo Domingo, las playas del lago Cocibolca no son playas de arena blanca sino una mezcla de tierra y pequeñas piedras que desaparece completamente engullida por el lago si la época de lluvias ha sido generosa.
Una vez pasado el istmo llegas a la “Isla Sur”, la del volcán Maderas. El trayecto desde Santa Cruz hasta Mérida es un auténtico camino de carro lleno de piedras y agujeros. La “Jialing” de desenvolvía bien por ahí y aproveché para hacer un poco el cabra hasta que apareció una manada de caballos tras una curva y a punto estuve de comérmelos (más bien, ellos a mí). De piedra en piedra llegas a Mérida. El “Caballito de Mar” (3 euros en habitación compartida con baño) es sencillito y está emplazado en un sitio privilegiado frente al lago. Me recibieron Erik, Luís y Teresa. “No tenemos a nadie por lo que la habitación es sólo para usted”, perfecto. Parada y fonda con cerveza helada mientras Teresa preparaba un plato de “res asada”.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Caballito de Mar.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Playa Caballito de Mar.
Sentado frente al lago la calma era absoluta. Una tormenta inesperada intentó aguar la fiesta pero me mantuve sentado sin inmutarme. Envuelto en aire caliente, las refrescantes gotas de agua resbalando por mi cara no hicieron más que acrecentar la sensación de bienestar. La tormenta cesó en pocos minutos y un sol radiante iluminó de golpe el escenario. A mi derecha se alzaba, imponente, el volcán Concepción. Enfrente, al otro lado del lago, se podía ver un parque eólico en “tierra firme” nica. Era el mismo parque eólico junto al que pasamos con el taxi hacia San Juan del Sur el día que entré en Nicaragua con Luís. Desde entonces ya habían pasado 36 días en Nicaragua cargados de vivencias y personajes. Dejé volar la cabeza hacia atrás. En el Caballito de Mar sonaba una canción de Sabina. Se estaba de maravilla.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Playa Caballito de Mar.
A eso de las tres cogí la moto y me perdí por la carretera que rodea el volcán Maderas en dirección a San Ramón. La “carretera” discurre entre el lago y el volcán y es un camino de tierra con algunos tramos de piedras bastante durillos para hacer en bicicleta. La “Jialing” y yo nos lo pasamos en grande haciendo el cabra mientras las playas iban apareciendo a nuestra derecha. El sur de Ometepe es la zona más recóndita, menos turística y más local de la isla. No tiene paisajes paradisíacos pero es un remanso de tranquilidad donde parece que el tiempo se haya parado. Gente trabajando en los campos, descansando en sus casas, paseando, niños jugando. Todo el mundo te saluda al pasar como si te conocieran de toda la vida. Una delicia.
Volví al “Caballito” para ver la puesta de sol tranquilamente. Erik estaba teniendo problemas para grabar un CD en el ordenador y me pidió que le ayudara. “¿Qué quieres grabar, Erik?”. “Fito y Fitipaldis”. Grabamos el CD y “Por la boca vive el pez” de Fito empezó a sonar en la playa mientras el sol se despedía hasta el día siguiente regalándonos unos instantes contemplativos de excepción. Para cenar, un “guapote” (pescado de agua dulce parecido a la dorada) a la parrilla, regado con botella de Sauvignon Blanc chileno (8 euros…estirando peligrosamente el presupuesto, jeje).
*** Imagen borrada de Tinypic *** Puesta desde Caballito de Mar.
Cené frente al mar en compañía de Erik y Luís, propietarios del “Caballito”. Me comentaron que había un tercer propietario, un tal Fernando, de Barcelona. Fernando se había “echado” novia nica y andaba con ella por Masaya, volvería el domingo. En la mesa de enfrente había un grupo hablando en italiano. Erik me preguntó lo que hacía en Barcelona mientras sacaba una botella de Flor de Caña. Al comentarle que estaba en el Montseny uno de los “italianos” se levantó y se dirigió hacia nosotros. “¿Has dicho “Montseny”?. Me llamo Roc, soy de Mataró”. Colgao en un garito de Ometepe y me encuentro un tío de Mataró, sorpresas viajeras.
*** Imagen borrada de Tinypic ***. Caballito de Mar. Roc, Erik.
Roc es todo un personaje. Tiene 37 años y dejó Mataró hace ocho años cansado de pagar tanto por todo. Anduvo viajando por la India durante tres años y decidió conocer Nicaragua. Fue a parar a Ometepe y se compró un terreno en Moyogalpa (Norte de Ometepe) por 1.000 euros, construyó su casa por 3.000 euros y ya lleva cinco años por aquí. Juntamos las dos mesas y conocí al resto del grupo, una mezcla de alemanes e italianos. Erik sacó un par de botellas de Flor de Caña y unas Coca-Colas mientras ponía música de Serrat para que “Estos catalanes tuanis no extrañen su música”. La conversación en italiano-castellano-catalán-inglés se alargó hasta la 1 de la mañana. Al despedirnos, Roc me invitó a su casa el día siguiente (o por lo menos eso me pareció entender, los dos andábamos un poco cargados de Flor de Caña). Buenas noches.
Nota: Un par de etapas ya escritas (con las fotos correspondientes) las perdí al “desaparecerme” mi ordenador en un autobús por lo que hay un pequeño “salto” en el diario.
Nayeli me acompañó hasta el malecón en nuestro último paseo por Granada. Tras una intensa semana juntos, yo salía hacia Ometepe para pasar unos días por mi cuenta y ella partía hacia Alemania al día siguiente. Caminamos tranquilamente desde el Parque Central hasta el lago Cocibolca recordando momentos pasados durante los últimos días. Entramos en la estación de ferrys y caminamos juntos hasta que un guardia de seguridad nos pidió amablemente los billetes y los pasaportes. “Aquí nos separamos, Javier”. Nayeli sonreía y yo también. A ninguno de los dos nos van mucho las despedidas lacrimógenas. Un último beso, “Gracias, Nayeli”, “Gracias a ti, Javier”. Nos miramos fijamente a los ojos con un nudo en la garganta. Mientras el segurata revisaba mi pasaporte y el contenido de mis mochilas Nayeli se alejó perdiéndose entre la gente y enviando un último saludo antes de salir de la estación de ferrys.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Malecón de Granada. Hacia Ometepe.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Salida hacia Ometepe.
Al ser jueves, el ferry iba casi vacío. Perfecto. A las dos en punto se puso en marcha el motor de babor y el ferry empezó a encarar la proa hacia el este haciendo sonar la sirena con fuerza. Granada iba haciéndose cada vez más pequeñita mientras las olas sacudían con intensidad la proa del ferry. Quedaban por delante cuatro horas de travesía por el inmenso Lago Cocibolca. Tras la despedida con Nayeli de la noche anterior andaba bastante cansado y no tardé en dormirme. Me desperté una hora después y salí a cubierta. En la distancia ya se divisaba el cono perfecto que forma el volcán Concepción de la “isla norte” de Ometepe. Por estribor, el majestuoso volcán Mombacho presidía el espectáculo mientras el sol iba descendiendo lentamente. El aire caliente en la cara, las olas rompiendo y salpicando suavemente, un poco de música suave, piti, sin interrupciones…….Pura Vida.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Ometepe desde el ferry.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Abrí la Lonely para ver donde dormiría esta noche en Altagracia. “Hotel Castillo”, pinta bastante bien. A los pocos minutos me interrumpió un tipo ofreciéndome habitación en ese hotel. (Hotel Castillo. Habitación individual con baño/5 euros). Trato hecho. Hizo una llamada desde el ferry para reservarla. El traslado desde el muelle hasta el hotel no estaba incluido (1$), podía permitírmelo….vaya precios. Igualito, igualito que en BCN.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Ometepe. Hotel Castillo.
El ferry llegó a Altagracia de noche por lo que las primeras impresiones de Ometepe deberían esperar hasta el día siguiente. El Hotel Castillo no es gran cosa pero para el precio que pagas es correcto. Llevaba sólo un café y un poco de fruta desde las 7 de la mañana por lo que el estómago rugía de manera preocupante. En el restaurante del hotel conocí a Helen, una viajera solitaria de Chicago de unos 60 años que llegaba a Ometepe tras pasar dos meses en las Corn Islands. Se estaba metiendo un solomillo de los buenos. Decidí tirar la casa por la ventana y darme el gustazo. “Póngame lo mismo” (solomillo/5 euros, sobran comentarios).
A las ocho de la mañana apareció Gonzalo, el mismo tipo que me había reservado la habitación en El Castillo y le pregunté si sabía dónde podría alquilar una moto. Me apetecía tener autonomía por la isla. Según la zona, los autobuses de Ometepe pasan cuando les da la gana…..o no. “Sí, claro, yo tengo un amigo que se lo puede arreglar” (por aquí todos tienen “amigos” que te arreglan todo). Apareció un chaval con una moto tipo “trail” monocilíndrica marca ”Jialing”, tenía buena pinta. “¿Cuánto?”, “$35/día”. Le ofrecí $70 por 3 días y cerramos el trato.
*** Imagen borrada de Tinypic ***.
La mejor compañera para moverse por Ometepe.
El trayecto desde Altagracia hasta Santa Cruz por la isla norte es agradable. La desierta carretera pavimentada discurre sinuosamente entre plantaciones de plataneros. Pasé por Playa Santo Domingo, la playa de mayor renombre de Ometepe. Una hilera de hostales en primera línea del lago bloqueaba la entrada a la playa desde la carretera, pasé de largo. Un kilómetro más adelante, a la altura del itsmo, llegas a la zona del río Istiam. Ahí aparece una playa desierta donde aproveché para hacer una reconfortante parada contemplativa. A excepción de la playa Santo Domingo, las playas del lago Cocibolca no son playas de arena blanca sino una mezcla de tierra y pequeñas piedras que desaparece completamente engullida por el lago si la época de lluvias ha sido generosa.
Una vez pasado el istmo llegas a la “Isla Sur”, la del volcán Maderas. El trayecto desde Santa Cruz hasta Mérida es un auténtico camino de carro lleno de piedras y agujeros. La “Jialing” de desenvolvía bien por ahí y aproveché para hacer un poco el cabra hasta que apareció una manada de caballos tras una curva y a punto estuve de comérmelos (más bien, ellos a mí). De piedra en piedra llegas a Mérida. El “Caballito de Mar” (3 euros en habitación compartida con baño) es sencillito y está emplazado en un sitio privilegiado frente al lago. Me recibieron Erik, Luís y Teresa. “No tenemos a nadie por lo que la habitación es sólo para usted”, perfecto. Parada y fonda con cerveza helada mientras Teresa preparaba un plato de “res asada”.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Caballito de Mar.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Playa Caballito de Mar.
Sentado frente al lago la calma era absoluta. Una tormenta inesperada intentó aguar la fiesta pero me mantuve sentado sin inmutarme. Envuelto en aire caliente, las refrescantes gotas de agua resbalando por mi cara no hicieron más que acrecentar la sensación de bienestar. La tormenta cesó en pocos minutos y un sol radiante iluminó de golpe el escenario. A mi derecha se alzaba, imponente, el volcán Concepción. Enfrente, al otro lado del lago, se podía ver un parque eólico en “tierra firme” nica. Era el mismo parque eólico junto al que pasamos con el taxi hacia San Juan del Sur el día que entré en Nicaragua con Luís. Desde entonces ya habían pasado 36 días en Nicaragua cargados de vivencias y personajes. Dejé volar la cabeza hacia atrás. En el Caballito de Mar sonaba una canción de Sabina. Se estaba de maravilla.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Playa Caballito de Mar.
A eso de las tres cogí la moto y me perdí por la carretera que rodea el volcán Maderas en dirección a San Ramón. La “carretera” discurre entre el lago y el volcán y es un camino de tierra con algunos tramos de piedras bastante durillos para hacer en bicicleta. La “Jialing” y yo nos lo pasamos en grande haciendo el cabra mientras las playas iban apareciendo a nuestra derecha. El sur de Ometepe es la zona más recóndita, menos turística y más local de la isla. No tiene paisajes paradisíacos pero es un remanso de tranquilidad donde parece que el tiempo se haya parado. Gente trabajando en los campos, descansando en sus casas, paseando, niños jugando. Todo el mundo te saluda al pasar como si te conocieran de toda la vida. Una delicia.
Volví al “Caballito” para ver la puesta de sol tranquilamente. Erik estaba teniendo problemas para grabar un CD en el ordenador y me pidió que le ayudara. “¿Qué quieres grabar, Erik?”. “Fito y Fitipaldis”. Grabamos el CD y “Por la boca vive el pez” de Fito empezó a sonar en la playa mientras el sol se despedía hasta el día siguiente regalándonos unos instantes contemplativos de excepción. Para cenar, un “guapote” (pescado de agua dulce parecido a la dorada) a la parrilla, regado con botella de Sauvignon Blanc chileno (8 euros…estirando peligrosamente el presupuesto, jeje).
*** Imagen borrada de Tinypic *** Puesta desde Caballito de Mar.
Cené frente al mar en compañía de Erik y Luís, propietarios del “Caballito”. Me comentaron que había un tercer propietario, un tal Fernando, de Barcelona. Fernando se había “echado” novia nica y andaba con ella por Masaya, volvería el domingo. En la mesa de enfrente había un grupo hablando en italiano. Erik me preguntó lo que hacía en Barcelona mientras sacaba una botella de Flor de Caña. Al comentarle que estaba en el Montseny uno de los “italianos” se levantó y se dirigió hacia nosotros. “¿Has dicho “Montseny”?. Me llamo Roc, soy de Mataró”. Colgao en un garito de Ometepe y me encuentro un tío de Mataró, sorpresas viajeras.
*** Imagen borrada de Tinypic ***. Caballito de Mar. Roc, Erik.
Roc es todo un personaje. Tiene 37 años y dejó Mataró hace ocho años cansado de pagar tanto por todo. Anduvo viajando por la India durante tres años y decidió conocer Nicaragua. Fue a parar a Ometepe y se compró un terreno en Moyogalpa (Norte de Ometepe) por 1.000 euros, construyó su casa por 3.000 euros y ya lleva cinco años por aquí. Juntamos las dos mesas y conocí al resto del grupo, una mezcla de alemanes e italianos. Erik sacó un par de botellas de Flor de Caña y unas Coca-Colas mientras ponía música de Serrat para que “Estos catalanes tuanis no extrañen su música”. La conversación en italiano-castellano-catalán-inglés se alargó hasta la 1 de la mañana. Al despedirnos, Roc me invitó a su casa el día siguiente (o por lo menos eso me pareció entender, los dos andábamos un poco cargados de Flor de Caña). Buenas noches.
Nota: Un par de etapas ya escritas (con las fotos correspondientes) las perdí al “desaparecerme” mi ordenador en un autobús por lo que hay un pequeño “salto” en el diario.