Bajamos a desayunar temprano y pusimos rumbo a Tui. Hay que pasar algún tramo de pago pero la carretera es buena. Dejamos el coche junto al rio y empezamos a subir sus empedradas calles. Las vistas del rio y de Portugal mientras vas subiendo son bonitas. Hay varios lugares de interés, iglesias, calles y monumentos que se disfrutan dando un paseo por su casco antiguo pero sin duda la catedral destaca sobretodo lo demás.
Por fuera ya impresiona pero por dentro desde sus jardines, se aprecia aún más bonita, su interior es destacable y muchos de sus retablos se pueden iluminar. Lo que más nos gustó fue la subida a la parte alta de la catedral con impresionantes vistas, a un lado el río, a otro el pueblo y al frente Valencia do Miño, perteneciente a Portugal. Desde la parte exterior de la catedral se pueden hacer varias fotos de sus torres. Pasamos un buen rato en Tui paseando entre sus callejuelas. De aquí fuimos hacia Valencia do Miño, pasamos la frontera donde no había ningún control y a pocos metros te encuentras con la parte amurallada y su fortaleza. Nos adentramos en las murallas, toda llena de calles empedradas, con puestos de venta sobretodo de sabanas, toallas y similares. Parece como si retrocedieras en el tiempo paseando por sus calles. Hay varias iglesias y cañones por sus calles. Llegamos a la parte norte de las murallas desde donde se divisa Tui y el rio Miño.
Nos paramos a comer en uno de los muchos bares que había, comimos bien y a buen precio. Después regresamos a España dirección A Guarda, donde desemboca el Miño haciendo frontera entre los dos países. Subimos a ver el poblado O Castro con más de tres mil años de antigüedad. Las vistas desde arriba son inmejorables con el océano, la desembocadura al fondo y el reflejo del sol sobre el agua. Después nos detuvimos un rato viendo el poblado, sus pallozas y la organización que tenían en aquella época tan lejana. Esta visita, la verdad, nos gutó mucho y nos parece muy recomendable si vas a esta zona. Había que pagar algo antes de llegar al poblado.
Dejamos A Guarda y nuestra siguiente parada fue en el monasterio de Oia justo a orillas del mar. Por fuera es muy bonita pero su conservación deja mucho que desear, y por dentro tampoco merece mucho la pena. Fue una parada rápida y lo mejor fue verlo desde la carretera con el océano a sus espaldas.
Desde el monasterio partimos hacia Baiona por la carretera de la costa con bonitos acantilados aunque de muy pequeña altura. Lo primero que hicimos al llegar fue ver la virgen de piedra que impresiona por sus dimensiones y altura desde donde se divisa toda la población y sus alrededores.
Se puede subir hasta la parte alta de la virgen pero había que pagar y decidimos que no merecía la pena. Aparcamos cerca del puerto y la zona histórica. La verdad que el paseo marítimo y su entorno nos parecieron muy agradables. Había un replica de una de las carabelas con la que Colón descubrió las Américas y la visitamos. La verdad viendo el espacio y las condiciones de las que disponían, uno imagina las tremendas dificultades que tuvieron que pasar y lo arriesgado de la hazaña. Después de sacar unas cuantas fotos llegamos hasta las murallas de Baiona, nos costó otro euro pero merece la pena por el agradable paseo y el precioso paisaje al atardecer que ofrecía la altura de las murallas.
Alrededor de los muros hay varias playas que aún siendo un poco tarde tenían bastante gente. Dentro de las murallas se encuentra un parador de turismo, un lugar bonito pero con pinta de caro. Después de una hora recorriendo la muralla vimos la zona del centro histórico y cogimos el coche de regreso a Cambados. Esa noche fuimos a cenar al restaurante O Forcado por recomendación del hotel. Impresionante su churrasco a la parrilla, era una fuente de carne y patatas, un sitio muy recomendable. Luego ya al hotel para recogerlo todo para el último día.
Por fuera ya impresiona pero por dentro desde sus jardines, se aprecia aún más bonita, su interior es destacable y muchos de sus retablos se pueden iluminar. Lo que más nos gustó fue la subida a la parte alta de la catedral con impresionantes vistas, a un lado el río, a otro el pueblo y al frente Valencia do Miño, perteneciente a Portugal. Desde la parte exterior de la catedral se pueden hacer varias fotos de sus torres. Pasamos un buen rato en Tui paseando entre sus callejuelas. De aquí fuimos hacia Valencia do Miño, pasamos la frontera donde no había ningún control y a pocos metros te encuentras con la parte amurallada y su fortaleza. Nos adentramos en las murallas, toda llena de calles empedradas, con puestos de venta sobretodo de sabanas, toallas y similares. Parece como si retrocedieras en el tiempo paseando por sus calles. Hay varias iglesias y cañones por sus calles. Llegamos a la parte norte de las murallas desde donde se divisa Tui y el rio Miño.
Nos paramos a comer en uno de los muchos bares que había, comimos bien y a buen precio. Después regresamos a España dirección A Guarda, donde desemboca el Miño haciendo frontera entre los dos países. Subimos a ver el poblado O Castro con más de tres mil años de antigüedad. Las vistas desde arriba son inmejorables con el océano, la desembocadura al fondo y el reflejo del sol sobre el agua. Después nos detuvimos un rato viendo el poblado, sus pallozas y la organización que tenían en aquella época tan lejana. Esta visita, la verdad, nos gutó mucho y nos parece muy recomendable si vas a esta zona. Había que pagar algo antes de llegar al poblado.
Dejamos A Guarda y nuestra siguiente parada fue en el monasterio de Oia justo a orillas del mar. Por fuera es muy bonita pero su conservación deja mucho que desear, y por dentro tampoco merece mucho la pena. Fue una parada rápida y lo mejor fue verlo desde la carretera con el océano a sus espaldas.
Desde el monasterio partimos hacia Baiona por la carretera de la costa con bonitos acantilados aunque de muy pequeña altura. Lo primero que hicimos al llegar fue ver la virgen de piedra que impresiona por sus dimensiones y altura desde donde se divisa toda la población y sus alrededores.
Se puede subir hasta la parte alta de la virgen pero había que pagar y decidimos que no merecía la pena. Aparcamos cerca del puerto y la zona histórica. La verdad que el paseo marítimo y su entorno nos parecieron muy agradables. Había un replica de una de las carabelas con la que Colón descubrió las Américas y la visitamos. La verdad viendo el espacio y las condiciones de las que disponían, uno imagina las tremendas dificultades que tuvieron que pasar y lo arriesgado de la hazaña. Después de sacar unas cuantas fotos llegamos hasta las murallas de Baiona, nos costó otro euro pero merece la pena por el agradable paseo y el precioso paisaje al atardecer que ofrecía la altura de las murallas.
Alrededor de los muros hay varias playas que aún siendo un poco tarde tenían bastante gente. Dentro de las murallas se encuentra un parador de turismo, un lugar bonito pero con pinta de caro. Después de una hora recorriendo la muralla vimos la zona del centro histórico y cogimos el coche de regreso a Cambados. Esa noche fuimos a cenar al restaurante O Forcado por recomendación del hotel. Impresionante su churrasco a la parrilla, era una fuente de carne y patatas, un sitio muy recomendable. Luego ya al hotel para recogerlo todo para el último día.