Las ocho de la mañana, un café mediocre, somnolencia matinal y esa cálida brisa tan relajante mientras contemplas la suavidad de las aguas del caribe de Little Corn desde la tranquilidad del desierto restaurante del Grace´s Place. Una auténtica delicia.
Enfrascado entre las palabras que salían del teclado del ordenador y la música de Sabina brotando a borbotones a través de los auriculares, fueron apareciendo poco a poco las chicas. Las palabras y la música dejaron de flotar en mi “burbuja personal” hasta la próxima ocasión. Entre cafés y bostezos empezaron a surgir los planes de cada uno para esa mañana. Nuria, Laura y Silvia querían hacer snorkeling, actividad altamente recomendable en las Corn Islands. Sara prefería un paseo a solas por la isla. De hecho, Little Corn es tan pequeña que una hora de caminata es suficiente para rodearla completamente.
Me apetecían las dos cosas pero mi rodilla no estaba para muchos lujos después de mi aventura con la moto en Ometepe por lo que decidí sacrificar la visión de las interioridades de las aguas cristalinas del caribe de Little Corn en beneficio de una caminata por la playa en dirección hacia el norte. Tenía que ir a conocer a alguien que no esperaba mi visita. En la Lonely Planet de Nicaragua (Edición inglesa), aparece un sitio llamado “Ensueños” como alojamiento en Little Corn. Me llamó la atención por varias razones. La página web presenta un rinconcito precioso, el enclave está en en el norte de la isla, un lugar muy alejado de las zonas más pobladas y principalmente, porqué comentan que el propietario, un español llamado Ramón, es muy hospitalario pero sólo pide que la gente que vaya ahí “No haga muchas preguntas”…..interesante.
Con la mira puesta en Ramón y lo que pudiera salir durante el recorrido, inicié mi caminata desde Grace´s hacia el norte de Little Corn. La rodilla derecha parecía funcionar bastante bien aunque tras unos pasos por la blanca arena de la playa me pareció escuchar un suave “Trátame bien y te dejaré llegar hasta el norte”, mensaje recibido. Empezamos el paseo hacia el norte por la costa este de Little Corn.
Little Corn es uno de aquellos rincones del planeta que todavía mantienen ese complicado equilibrio entre sus visitantes y su belleza natural. A pesar de empezar a ser un destino marcadamente turístico (el precio del vuelo desde Managua a las Corn Islands es una fortuna para la gran mayoría de los nicaragüenses), todavía mantiene un marcado carácter local y te hace notar esa sensación de “haz NADA, tan sólo déjate llevar” tan difícil de encontrar cuando la masificación hace acto de presencia en cualquier lugar.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn.
Caminaba sin ninguna prisa, hacia delante, hacia el norte. Me quité las cholas para poder sentir el cálido mar caribe de Little Corn mientras miraba hacia todos lados con la calma. A la derecha, el mar tranquilo y suave. A la izquierda, la arena blanca sepultada bajo el intenso verde de la vegetación interior y presidiendo el espectáculo, un sol deliciosamente abrasador cuando sabes que tan sólo dejándote caer vas a poder refrescarte en el mar.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn, hacia el Norte.
Las playas desiertas se iban sucediendo una tras otra mientras la música de Nacho Sotomayor ponía la guinda a tremendo espectáculo. Había “nadie” a mi alrededor, Little Corn sin más, lo tomas o lo dejas, y uno ya había decidido tomarlo hacía tiempo, antes de partir hacia Nicaragua. La simbiosis funcionaba a la perfección, sin sorpresas desagradables inesperadas. Little Corn se mostraba tal como era, preciosa, tranquila, silenciosa…. y yo le correspondía maravillado frente a tremenda cascada de sensaciones placenteras.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn, hacia el Norte.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn, hacia el Norte.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn, hacia el Norte.
La caminata por las playas se vio súbitamente interrumpida por un inmenso montón de pedruscos cubiertos de algas tan naturales como peligrosamente resbaladizas. Nuevo mensaje de mi rodilla, “Por ahí no pasaremos, cariño”. Un estrecho sendero ascendía hacia el interior de la isla, desvío inmediato por cojones. El interior de Little Corn no te permite ver las maravillas de los tonos turquesa del mar pero te abre la puerta hacia nuevas sensaciones. Frondosidad, paso del azul al verde verdísimo, selva tropical, sonidos….y me he perdido y no se pa dónde tirar. Una caseta de madera y canaleta de aluminio y un tipo sonriente me ayudaron a seguir el camino hacia el norte. “Buenos días, voy bien para llegar a Ensueños?”. La mirada sonriente con cara de póker del colega me hizo cambiar el registro hacia el inglés y funcionó, aunque la respuesta fue difícil de entender. Como buen miskito, el tipo no hablaba castellano…ni inglés. El “criollo” es como un inmenso “cocktail”. Un poco de castellano, unas gotas de inglés, una pizca de vocablos locales, lo remueves bien….y no lo entiende ni su padre!. Afortunadamente, el lenguaje de los signos funciona en todas partes y mientras el colega asentía con la cabeza, su mano indicaba la dirección hacia Ensueños.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn. Interior.
El sendero dejaba de ser sendero para convertirse en un “paso por cojones”. Calor húmedo en aumento, verde y más verde y un par de cabañas desiertas. Momento “piti” inevitable que me hizo descubrir un hilillo de tierra que conducía de vuelta al mar. Bajada a la playa, nadie….en pelotas y al agua…joder, qué bien me siento!.
Un montón de rocas volvía a interponerse en el camino hacia el norte mientras el sol empezaba a avisar de que iba en serio. Ningún mensaje de mi rodilla….seguimos. Mientras saltaba de roca en roca, un miskito con un machete de metro me saludó con una sonrisa desde la distancia mientras unas niñas miskitas jugueteaban con las olas. Tranquilidad absoluta.
*** Imagen borrada de Tinypic ***.
Esta playa era diferente a todas por las que había pasado hasta el momento. Solitaria, silenciosa, tranquila….como todas las anteriores….pero las sensaciones eran más intensas. Quizás era la amplitud, el equilibrio entre el mar, la arena y la vegetación, los colores, no sé…era diferente. Salté la última roca que quedaba y me volví a quitar las cholas para volver a sentir la arena y el mar. Caminé toda la playa, hacia el norte, era preciosa.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Playa "Ensueños".
Al llegar casi al final, observé a dos individuos con poca apariencia miskita. Estaban limpiando unos pescados recién sacados del mar para meterlos en las brasas. “Buenos días, Ramón está por aquí?.......”Yo soy Ramón”.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Ensueños. Ramón.
Una amplia sonrisa, barba blanca generosa y mirada penetrante tras sus gafas con cierto tufillo a indiferencia. Esa fue la primera impresión de Ramón. “Eres de Barcelona?, nadie había venido nunca de tan lejos para conocerme, jajaja”. Ramón reía con ganas mientras desviaba su mirada hacia el mar. “De dónde , Ramón?”, “Yo soy de Little Corn pero nací en Madrid”, Ramón seguía sonriendo mientras desviaba su mirada hacia Sara (que acaba de aparecer tras su paseo personal por la isla). Como bien apunta la Lonely, la conversación con Ramón fue corta. Tras un par de respuestas “Todo bien por aquí, todo bien” y una invitación por su parte para venir a cenar un “Ron-do” (plato típico de Corn Islands parecido a una caldereta de pescado) que tuve que declinar dado el estado de mi rodilla (a Ensueños sólo se puede llegar caminando), me despedí para volver al Grace’s Place sin ninguna prisa, con la misma calma que se respiraba en la isla.
Tras la puesta de sol desde el Tranquilo’s y una cena en Casa Iguana (excelente King Fish), el grupo se volvió a disolver hasta el día siguiente. Con Laura habíamos cogido una cabaña en Elsa´s Place (al lado del Grace’s Place, $30 habitacion doble con baño), buscando un poquito de intimidad.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Elsa's Place.
Una tranquila conversación en la playa acompañada del sonido de las olas, un poco de música suave y unas cuantas reflexiones sobre el sentido de la vida fueron el preludio de otra noche calurosa, muy calurosa. Buenas noches.
Enfrascado entre las palabras que salían del teclado del ordenador y la música de Sabina brotando a borbotones a través de los auriculares, fueron apareciendo poco a poco las chicas. Las palabras y la música dejaron de flotar en mi “burbuja personal” hasta la próxima ocasión. Entre cafés y bostezos empezaron a surgir los planes de cada uno para esa mañana. Nuria, Laura y Silvia querían hacer snorkeling, actividad altamente recomendable en las Corn Islands. Sara prefería un paseo a solas por la isla. De hecho, Little Corn es tan pequeña que una hora de caminata es suficiente para rodearla completamente.
Me apetecían las dos cosas pero mi rodilla no estaba para muchos lujos después de mi aventura con la moto en Ometepe por lo que decidí sacrificar la visión de las interioridades de las aguas cristalinas del caribe de Little Corn en beneficio de una caminata por la playa en dirección hacia el norte. Tenía que ir a conocer a alguien que no esperaba mi visita. En la Lonely Planet de Nicaragua (Edición inglesa), aparece un sitio llamado “Ensueños” como alojamiento en Little Corn. Me llamó la atención por varias razones. La página web presenta un rinconcito precioso, el enclave está en en el norte de la isla, un lugar muy alejado de las zonas más pobladas y principalmente, porqué comentan que el propietario, un español llamado Ramón, es muy hospitalario pero sólo pide que la gente que vaya ahí “No haga muchas preguntas”…..interesante.
Con la mira puesta en Ramón y lo que pudiera salir durante el recorrido, inicié mi caminata desde Grace´s hacia el norte de Little Corn. La rodilla derecha parecía funcionar bastante bien aunque tras unos pasos por la blanca arena de la playa me pareció escuchar un suave “Trátame bien y te dejaré llegar hasta el norte”, mensaje recibido. Empezamos el paseo hacia el norte por la costa este de Little Corn.
Little Corn es uno de aquellos rincones del planeta que todavía mantienen ese complicado equilibrio entre sus visitantes y su belleza natural. A pesar de empezar a ser un destino marcadamente turístico (el precio del vuelo desde Managua a las Corn Islands es una fortuna para la gran mayoría de los nicaragüenses), todavía mantiene un marcado carácter local y te hace notar esa sensación de “haz NADA, tan sólo déjate llevar” tan difícil de encontrar cuando la masificación hace acto de presencia en cualquier lugar.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn.
Caminaba sin ninguna prisa, hacia delante, hacia el norte. Me quité las cholas para poder sentir el cálido mar caribe de Little Corn mientras miraba hacia todos lados con la calma. A la derecha, el mar tranquilo y suave. A la izquierda, la arena blanca sepultada bajo el intenso verde de la vegetación interior y presidiendo el espectáculo, un sol deliciosamente abrasador cuando sabes que tan sólo dejándote caer vas a poder refrescarte en el mar.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn, hacia el Norte.
Las playas desiertas se iban sucediendo una tras otra mientras la música de Nacho Sotomayor ponía la guinda a tremendo espectáculo. Había “nadie” a mi alrededor, Little Corn sin más, lo tomas o lo dejas, y uno ya había decidido tomarlo hacía tiempo, antes de partir hacia Nicaragua. La simbiosis funcionaba a la perfección, sin sorpresas desagradables inesperadas. Little Corn se mostraba tal como era, preciosa, tranquila, silenciosa…. y yo le correspondía maravillado frente a tremenda cascada de sensaciones placenteras.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn, hacia el Norte.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn, hacia el Norte.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn, hacia el Norte.
La caminata por las playas se vio súbitamente interrumpida por un inmenso montón de pedruscos cubiertos de algas tan naturales como peligrosamente resbaladizas. Nuevo mensaje de mi rodilla, “Por ahí no pasaremos, cariño”. Un estrecho sendero ascendía hacia el interior de la isla, desvío inmediato por cojones. El interior de Little Corn no te permite ver las maravillas de los tonos turquesa del mar pero te abre la puerta hacia nuevas sensaciones. Frondosidad, paso del azul al verde verdísimo, selva tropical, sonidos….y me he perdido y no se pa dónde tirar. Una caseta de madera y canaleta de aluminio y un tipo sonriente me ayudaron a seguir el camino hacia el norte. “Buenos días, voy bien para llegar a Ensueños?”. La mirada sonriente con cara de póker del colega me hizo cambiar el registro hacia el inglés y funcionó, aunque la respuesta fue difícil de entender. Como buen miskito, el tipo no hablaba castellano…ni inglés. El “criollo” es como un inmenso “cocktail”. Un poco de castellano, unas gotas de inglés, una pizca de vocablos locales, lo remueves bien….y no lo entiende ni su padre!. Afortunadamente, el lenguaje de los signos funciona en todas partes y mientras el colega asentía con la cabeza, su mano indicaba la dirección hacia Ensueños.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Little Corn. Interior.
El sendero dejaba de ser sendero para convertirse en un “paso por cojones”. Calor húmedo en aumento, verde y más verde y un par de cabañas desiertas. Momento “piti” inevitable que me hizo descubrir un hilillo de tierra que conducía de vuelta al mar. Bajada a la playa, nadie….en pelotas y al agua…joder, qué bien me siento!.
Un montón de rocas volvía a interponerse en el camino hacia el norte mientras el sol empezaba a avisar de que iba en serio. Ningún mensaje de mi rodilla….seguimos. Mientras saltaba de roca en roca, un miskito con un machete de metro me saludó con una sonrisa desde la distancia mientras unas niñas miskitas jugueteaban con las olas. Tranquilidad absoluta.
*** Imagen borrada de Tinypic ***.
Esta playa era diferente a todas por las que había pasado hasta el momento. Solitaria, silenciosa, tranquila….como todas las anteriores….pero las sensaciones eran más intensas. Quizás era la amplitud, el equilibrio entre el mar, la arena y la vegetación, los colores, no sé…era diferente. Salté la última roca que quedaba y me volví a quitar las cholas para volver a sentir la arena y el mar. Caminé toda la playa, hacia el norte, era preciosa.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Playa "Ensueños".
Al llegar casi al final, observé a dos individuos con poca apariencia miskita. Estaban limpiando unos pescados recién sacados del mar para meterlos en las brasas. “Buenos días, Ramón está por aquí?.......”Yo soy Ramón”.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Ensueños. Ramón.
Una amplia sonrisa, barba blanca generosa y mirada penetrante tras sus gafas con cierto tufillo a indiferencia. Esa fue la primera impresión de Ramón. “Eres de Barcelona?, nadie había venido nunca de tan lejos para conocerme, jajaja”. Ramón reía con ganas mientras desviaba su mirada hacia el mar. “De dónde , Ramón?”, “Yo soy de Little Corn pero nací en Madrid”, Ramón seguía sonriendo mientras desviaba su mirada hacia Sara (que acaba de aparecer tras su paseo personal por la isla). Como bien apunta la Lonely, la conversación con Ramón fue corta. Tras un par de respuestas “Todo bien por aquí, todo bien” y una invitación por su parte para venir a cenar un “Ron-do” (plato típico de Corn Islands parecido a una caldereta de pescado) que tuve que declinar dado el estado de mi rodilla (a Ensueños sólo se puede llegar caminando), me despedí para volver al Grace’s Place sin ninguna prisa, con la misma calma que se respiraba en la isla.
Tras la puesta de sol desde el Tranquilo’s y una cena en Casa Iguana (excelente King Fish), el grupo se volvió a disolver hasta el día siguiente. Con Laura habíamos cogido una cabaña en Elsa´s Place (al lado del Grace’s Place, $30 habitacion doble con baño), buscando un poquito de intimidad.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Elsa's Place.
Una tranquila conversación en la playa acompañada del sonido de las olas, un poco de música suave y unas cuantas reflexiones sobre el sentido de la vida fueron el preludio de otra noche calurosa, muy calurosa. Buenas noches.