Domingo 1 de mayo, último día de nuestra escapada y ¡primer día que funcionaban las fuentes del palacio de Peterhof este año! ¡Qué suerte tuvimos! Suelen empezar a funcionar más bien a mediados de mayo después de los largos inviernos a tantos grados bajo cero y con las cañerías congeladas, pero este año decidieron que en vista del buen tiempo del mes de abril, empezarían un poco antes...lo justo para que nosotros las pudiéramos ver. ¡Me encanta que los planes salgan bien!!
Eso sí, después de tres días con una temperatura bastante buena, ese día hacía bastante frío, no habría más de 5 o 6 ºC y además estaba peligrosamente nublado, pero bueno, encima no nos íbamos a quejar. Así que volvimos a coger el metro en Sennaya Plóshchad, y volvimos a bajar por la escalera interminable.
Cogimos la línea azul en dirección Kupchino y en la primera parada (Tekhnologicheskiy Institut) cambiamos a la línea roja y nos bajamos en Avtovo (4ª parada), una de las estaciones más bonitas de San Petersburgo, sino la que más.
Las estaciones de la histórica línea roja son muy bonitas, con sus arañas de cristal y sus columnas de mármol. No se puede decir lo mismo de los pobres vagones que están bastante perjudicados, y que contrastan bastante con esas estacionen que se concibieron como palacios para el pueblo. Avtovo estaba en obras, y aún así y todo mereció la pena verla, aunque con los andamios no hubiesen salido bien las fotos.
Justo delante de la estación de Avtovo estaba el autobús que iba a Peterhof. En verano la gente suele ir en el aerodeslizador que sale del embarcadero del Ermitage, pero aún no funcionaba. Unos españoles que nos habíamos encontrado un par de días antes y que venían de Finlandia nos dijeron que en el golfo todavía habían visto algunos trozos de hielo flotando.
Esta vez ningún problema para coger el autobús: como era el día de la apertura de las fuentes, no había más que seguir a la cantidad de turistas que había esperando (nos costó 60 rublos cada uno – 1.5 €). Tardamos más o menos lo mismo que a Catalina, así que en media horita estábamos en la entrada de palacio por la parte de los Upper Gardens. También en Peterhof hay distintas taquillas para jardines (400 rublos – 10 €) y palacio (520 rublos – 13 €).
Compramos en ese momento sólo la de los jardines porque el palacio no se iba a mover de donde estaba y no quedaba más que media hora para que empezaran a funcionar las fuentes. Doblamos la esquina y allí estaba la Gran Cascada que baja hasta el mar, hasta el Golfo de Finlandia. ¡Qué pasada!!! No sólo estábamos los turistas, para los lugareños la apertura anual de las fuentes es todo un acontecimiento, y había hasta cámaras de televisión. Fue emocionante estar allí con todo el mundo viendo las fuentes aún secas preparadas para lanzar los primeros chorros del año.
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Cogimos un buen sitio (pegaditos a un cámara) y esperamos a que dieran las 11, tan contentos que no notábamos ni el frío. Unos minutos antes soltaron el discurso inaugural por megafonía y estábamos tan emocionados como si entendiéramos el ruso, luego la banda de música empezó a tocar y empezó la fiesta: primero la fuente de Sansón con su chorro hasta los 20 metros, luego el resto de la Gran Cascada y así sucesivamente todas fuentes fueron arrancando una detrás de otra por todo el parque. ¡Qué momento!
Cogimos el plano y empezamos a recorrer los jardines, tienen que ser una maravilla en verano cuando estén verdes y hayan salido todas las flores, pero aún como estaban los disfrutamos mucho.
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Llegamos la zona donde estaban las Trick Fountains, y nos acordamos mucho de los juegos de agua del Palacio de Hellbrünn que vimos el verano pasado. La diferencia es que en Salzburgo hacía mucho calor y disfrutamos con el remojón y aquí con el plumífero le vimos lagunas al plan. Claro está que siempre hay quién opina diferente, como este señor tan valiente...o a lo mejor es que el pobre no sabía que no hay forma de salir de la fuente paraguas sin ducharte.
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El inofensivo banquito resultó ser un traidor, al pisar alguna de las piedras que hay delante salen dos chorros bastante grandes a los dos lados y te dejan encerrado en una cortina de agua. Iba directa a sentarme un rato cuando se pusieron chorreando unos chiquillos rusos para fastidio de los padres.
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Y para los que vayan en verano (si les toca un día que no haga mucho calor) yo tendría cuidado con un grupito de tulipanes tardíos y con el paseo que va desde la cascada de ajedrez hasta el palacio de Monplaisir…
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Inicio de la temporada de verano en el mar Báltico, ¿frío? Nooo, para nada
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Ya casi en el Palacio de Marly, está la Cascada “Montaña de Oro”. (Le llaman así porque debajo de los escalones hay colgadas láminas doradas de cobre)
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La vista desde arriba de la cascada con las fuentes, el estanque del Palacio de Marly y el mar al fondo. Imaginaros que pasada en pleno verano con todo verde.
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Nos estaban gustando tanto que se nos había pasado el tiempo volando, cuando miramos el reloj vimos que tontamente ya llevábamos tres horas dando vueltas y pensamos que era buen momento para comer si queríamos ver el palacio, porque había mucha cola para entrar.
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En ese momento el sol nos hizo una breve visita
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Comimos en la cafetería/restaurante que está justo al lado del palacio. Una sopa que nos supo a gloria bendita después del frío, un sandwich y una chocolatina. A pesar de lo bien que nos sentó la sopa, nada aconsejable el sitio, había muy poco donde elegir y además fue una clavada para lo que comimos (31 € los 2). Si hace bueno mucho mejor comprar algo en los puestecillos que hay por el parque.
Después de chuparnos el pedazo de cola, entramos por fin en el palacio. Totalmente prohibidas las fotos, así que os hago un resumen de nuestra humilde opinión: aunque nos gustó más por dentro el de Catalina, hay algunas salas muy bonitas también en éste. Aunque de estilos muy diferentes, el salón de baile y el comedor blanco son preciosos y nos gustaron mucho también los dos despachos chinos, estuvimos un buen rato fijándonos en los detalles de la decoración. La señora que los vigilaba nos daba la vara diciéndonos que circuláramos, no le hicimos ni caso, no molestábamos a nadie y una de las ventajas claras de viajar por libre es poder ver las cosas con tranquilidad. Sí me gustaría decir que el precio (no el de los jardines, sino el del Palacio, nos pareció excesivo).
Nos quedaban muchas cosas por hacer, así que con penilla dijimos adiós y nos fuimos a por el minibús. Lo cogimos exactamente enfrente de donde nos había dejado por la mañana... pero antes nos llevamos el mal ratillo del viaje. Los buses pasaban con mucha frecuencia, pero no había una cola ordenada y como éramos muchos intentando volvernos a esa hora, cada vez que aparecía uno echábamos a correr para intentar pillarlo. En la carrerita me tropecé y en el segundo que tardé en levantar la cabeza oí a mi marido llamar de todo menos bonito a un tío, me volví justo a tiempo de ver como lo apartaba de un empujón.
Increíble pero cierto, le había intentado robar el monedero que tenía en el bolsillo¡¡¡de la parte delantera!! del plumífero; miró hacia abajo y pilló al tío bajándole la cremallera. No me habría sorprendido tanto si lo hubiera intentado en los bolsillos traseros del pantalón (donde no llevaba nada de nada), pero me pareció el colmo bajarle la cremallera de la cazadora a alguien en sus narices!! No le dio tiempo a llevarse nada, pero aunque lo hubiera conseguido, lo más importante, los pasaportes con los visados y la mayor parte del dinero que llevábamos encima para pasar el día, los teníamos en unas “riñoneras” que van por debajo de la ropa y no se notan nada.
Cuando lo empujó, el otro se encogió de hombros y se largó en plan de no ha habido suerte, sin más. A pesar del incidente, volvería sin dudarlo a una ciudad en la que en ningún momento tuvimos sensación de inseguridad. Chorizos los hay en todas partes, especialmente en sitios tan turísticos y sencillamente ese día nos tocó a nosotros. No me parece razonable calificar una ciudad de insegura por un incidente con un carterista.
De vuelta en San Petersburgo nos bajamos en Avtovo y de allí metro a Sennaya Plóshchad. En la misma plaza entramos a merendar en un Tepemok, (una cadena de comida rápida con locales por toda la ciudad) y nos olvidamos definitivamente del carterista mientras nos comíamos unos blinis riquísimos.
No queríamos irnos sin ver la Catedral de San Nicolás, que quedaba a unos 15 minutos andando de allí. Además matábamos dos pájaros de un tiro, porque a esa hora había misa y nos habían recomendado ver una misa ortodoxa si teníamos oportunidad. En los alrededores de Sennaya Plóshchad contrastan la catedral de San Nicolás y el teatro Mariinski con los muchos edificios bastante mal conservados que hay en esa zona.
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Nos pareció curioso que la torre del campanario estuviera separada del edificio
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La catedral es muy bonita, pero claro, en medio de la misa no era muy respetuoso hacer fotos en el interior. Y en cuanto a la misa fue una experiencia verla: el olor a incienso, ver al cura de espaldas a los feligreses y a las mujeres con los pañuelos en la cabeza (podía haberme llevado el que compré para Estambul, pero no caí). No puedes dejar de preguntarte como podían aguantar de pie algunas mujeres muy mayores durante las casi dos horas que duraba aquello.
Nosotros estuvimos allí mucho menos tiempo y cogimos un autobús al centro, para hacer comprillas de última hora en el mercadillo que está junto a Iglesia de la Sangre Derramada y dar un paseo para despedirnos de esa zona.
Y en ese momento empezó a llover. ¡Demasiada suerte habíamos tenido con el tiempo hasta ese momento! Algo conseguimos comprar en el mercadillo, pero en vista de que aquello no mejoraba pues cambiamos de planes y nos metimos en una cafetería bonita y que estaba bastante animada a relajarnos con una buena cerveza.
La suerte es que esa noche teníamos pensado cenar en el restaurante Krokodil (Galernaya Ulitsa, 18) a 50 metros de la puerta de nuestro hotel, así que mucho más no nos íbamos a mojar. De camino al hotel encontramos una tienda para rematar las compras y otra para comprar caviar (del rojo). Vimos unas latas que lo mismo podían ser caviar que paté y nos quisimos asegurar. Se ve que nuestra pronunciación de ikrá o algo así, que es como se dice caviar en ruso fue penosa, porque la mujer no se enteraba de nada. Y mira que lo intentamos. Le preguntamos que si aquello era red caviar, le hicimos gestos con las manos intentando hacer bolitas...Casualidades de la vida, había unas chiquillas en la cola que no sólo hablaban inglés sino que una incluso estaba aprendiendo español y después de reírse a carcajadas de la escenita nos confirmaron que sí que era caviar y charlamos un ratillo.
La cena nos gustó una barbaridad y salió muy bien de precio, el Krokodil es otro sitio en la zona de San Isaac para no perderse y también tiene la carta en inglés. Yo tomé sopa de salmón y ternera Stroganov y mi marido crema de calabaza y pollo con mango, con las cervezas (36 € en total). El sitio además es muy acogedor, perfecto para tomarse una copita después.
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Repasamos todo lo que habíamos hecho esos días y nos pareció increíble. Y se nos habían quedado bastantes cosas en el tintero, excusas para volver no faltaban: el palacio Yusupov, el Museo Ruso, otra visita al Ermitage, el Museo Zoológico (con sus mamuts disecados de hace 40000 años), el Museo del Asedio, muchos canales y puentes que no habíamos visto, un paseo por la ciudad iluminada, una excursión a Novgorod...
Por eso cuando embarcábamos rumbo a París al día siguiente en el aeropuerto pensé (y mira que las 6:00 de la mañana no son horas de pensar!) que San Petersburgo es una ciudad que bien vale la visita, y la que no me importaría nada volver algún día.
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DATOS PRÁCTICOS
Presupuesto detallado del viaje por persona
AVE Sevilla -Madrid – Sevilla ida y vuelta con la tarifa web: 67 €
Vuelo + hotel (AD): 377 €
Seguro médico (obligatorio para obtener el visado): 22 €
Invitación del hotel para obtener el visado: 26 €
Visado: 110 €
Visita guiada (incluyendo entradas): 46 €
Entradas a los demás monumentos: 59 €
Entrada al teatro: 40 €
Comidas + cafés: 130 €
Taxis aeropuerto-hotel: 30 € (reservando en el mostrador que hay en el hall del aeropuerto)
Taxis hotel-/aeropuerto: 20 € (la misma compañía, reservando por teléfono la noche antes con la ayuda de la recepcionista del hotel)
Bus/metro: 7 €
Alojamiento
El hotel está muy bien situado (Galernaya Ulitsa, 10), muy céntrico, a 5 minutos de la Catedral de San Isaac y a 10 minutos del Ermitage (www.nevskyhotelbreeze.com/). Es nuevo de hace un par de años, y aunque está en un edificio histórico al que le vendría bien una restauración, lo más importante, la habitación, era estupenda, limpia y espaciosa (difícil de encontrar a precios asequibles en San Petersburgo por lo que habíamos oído) y el desayuno buffet bastante decente.
Visado
Hay muchísima información en los hilos del foro, poco puedo aportar porque además nosotros no nos complicamos demasiado: ya que habíamos reservado el hotel y el vuelo a través de la agencia, lo tramitamos a través de la agencia también. Nos salió 110 € por persona y tardó unos 20 días.
Traslados aeropuerto/ hotel
Llegamos a San Petersburgo un miércoles a las 9:30 de la noche y teníamos el vuelo de vuelta el lunes a las 7:30 de la mañana, así que aunque solemos coger el transporte público desde los aeropuertos esta vez pensamos desde el principio en coger taxi. El problema con los taxis de San Petersburgo es que los hay oficiales y no oficiales y que no tienen taxímetro. Lo mejor para no llevarse sorpresas desagradables es ir al mostrador que hay en la sala de espera del aeropuerto una vez pasados los controles de aduana y recogido el equipaje. Allí es donde se piden los taxis oficiales y tienen una tarifa de precios fijos en función del barrio al que vayas. Nos advirtieron de que a veces los taxis oficiales sólo cobran en rublos, en nuestro caso nos dejaron pagar en euros aunque cuando cogimos el taxi ya habíamos cambiado algo de dinero, por si acaso. Pedimos además una tarjetita con el teléfono para pedir en recepción del hotel que nos llamaran un taxi la madrugada del día de vuelta.
¿Hablan inglés?
Es verdad que la mayoría de la gente con la que nos hemos encontrado no hablaba inglés y sorprende especialmente la atención en sitios como las taquillas de un museo de la importancia del Ermitage. La excepción son los chavales más jóvenes, y en muchas ocasiones durante esos días fueron quiénes nos echaron una mano. Pero no comprender el idioma no nos ha supuesto un obstáculo para movernos por nuestra cuenta. De hecho orientarse es bastante fácil, y en eso influye mucho el hecho de que la ciudad tiene un trazado urbanístico moderno (como pueda ser el ensanche barcelonés). En el metro basta con llevar un plano e ir contando las paradas (caso típico para ir a los palacios).Y claro está que, aunque no hablen inglés, normalmente cuando dices two tickets en una taquilla, te entienden. A pesar de la fama de antipáticos que tienen los rusos, (si que es verdad que en nuestra experiencia son algo más secos), la mayoría de la gente es amable y te intenta ayudar.
Inconvenientes de la ciudad
Aunque nos haya gustado, también hay cosas negativas que contar, la principal es que San Petersburgo no está preparada para personas con problemas de movilidad: muchas barreras arquitectónicas, falta de pasos de cebra o la duración de los semáforos teniendo en cuenta lo amplias que son las avenidas complican mucho el moverse por la ciudad. La visita a los palacios muy difícil, por no decir imposible. En ese tema tienen una asignatura pendiente.
La otra cuestión es más subjetiva, pero conviene tenerla en cuenta a la hora de planificar las visitas y son los horarios de monumentos. La mayoría no abrían hasta las 11 de la mañana (aunque supongo que en verano serán un poquito más amplios los horarios), y cerraban a las 6 de la tarde, pero las taquillas entre media y una hora antes.
Lo mejor de la ciudad
Se dice de muchas ciudades, pero aquí es completamente cierto que es una ciudad con mil caras. Claramente a nosotros nos gustan la historia y la arquitectura de los monumentos y los museos y nuestra escapada ha estado claramente enfocada a ver todos los que hemos podido en 4 días (también ha influido la época de la visita), pero quienes disfrutan simplemente paseando, o a los que les gustan más los exteriores y los jardines, encontrarán allí muchos sitios preciosos con los que sin duda se podría hacer un diario completamente diferente.