En Vila do Bispo todavía se nota la influencia del Algarve, en precios y en cantidad de gente. El pueblo está lleno tiendas de suf y alojamientos, tomamos un café y bajamos a Punta de Sagres con su fortaleza, en la que no entramos porque había que pagar entrada y no ofrecía demasiado, y Cabo de San Vicente con sus grandes acantilados que son realmente espectaculares.
Pasamos la tarde en la Playa de Beliche. Está entre el Cabo y Sagres, es preciosa y tiene un chiringuito colgado de las rocas donde comer pescadito. La playa estaba bastante llena y según iba subiendo la marea nos quedaba menos sitio pero merece la pena.


Nosotros llevábamos reservados apartamentos en todos los sitios, de media 35 euros por noche para dos personas y siempre con cocina, pero si quieres abaratar costes por todo el camino encontramos campings con muy buena pinta y en las playas mas apartadas también nos encontramos con gente que montaba allí la tienda.
Aquí todavía encontramos turismo masivo pero será la última vez en el viaje. Era finales de julio y aún así de aquí para arriba la mayoría de las playas que vimos estaban casi vacías.