Nos levantamos a las 6,30 h por el jet lag, arreglamos un poco las cosas y salimos a buscar un supermercado para más tarde comprar la cena, y para explorar los alrededores de día.
Hacia las 8 nos conectamos al Wifi del albergue para contactar con la familia y decirles que estamos bien. Desayunamos té y tostadas, incluidas en el precio de la habitación.
Bajamos por Market St. hasta el Ferry Building, donde, una vez averiguamos dónde hacerlo, compramos los tiquets para el ferry.
Mientras esperamos para embarcar, damos una vuelta por el muelle. Hace un día precioso, sol y calor.




Después de media hora, llegamos a Sausalito. Decidimos ir a ver los houseboats y nos ponemos en camino. Paramos a admirar una exhibición de coches antiguos. Preciosos, y tan bien cuidados…







Después de un buen rato andando bajo un sol de justicia, y como no lo vemos claro, decidimos abortar la misión de los houseboats porque parece que quedan demasiado lejos y se acerca la hora de comer (ya tenemos hambre). Si nos alejamos demasiado del centro no vamos a encontrar nada para comer. Así que volvemos por el mismo camino y almorzamos en The Lighthouse Café, regentado por un matrimonio danés.

Allí vemos preparar las tortitas más grandes que hemos visto jamás, del tamaño de una pizza mediana…y en una ración ponen 2, además de su correspondiente guarnición. Como hoy es domingo, suponemos que tocará “brunch” y por eso la gente come tanto. En unos días nos dimos cuenta de nuestro error.
Nosotros no nos atrevemos con tanto y tomamos una especie de degustación para dos de diversos platos daneses: Ensalada de patata, remolacha, “meatballs”, roastbeef, arenques con dos tipos diferentes de adobo, una con salsa de mostaza o algo parecido y la otra sin, y salmón ahumado, que estaba espectacular. También nos pedimos una ensalada verde. Demasiada comida, que no somos capaces de terminar ni por asomo.
La Plaza Viña del Mar, donde los elefantes que se ven en la foto figuraron en la Exposición Panamá-Pacífico de 1915:

Un artista que hacía "esculturas del equilibrio" con piedras. Sin cola, nada más que piedras. Increíble.

Después de llenar el estómago, damos un paseo por el paseo marítimo y ya volvemos a San Francisco.
Ya en el Ferry Building, pedimos la Muni Pass, pero nos envían a Powell St. Allí vamos, a pie, y luego cogemos el transporte público hasta Baker Beach. Entre confusiones, transbordos y demás, llegamos ya casi de noche. Estamos un ratito disfrutando del aire fresco, la calma y las preciosas vistas del puente y la puesta de sol con nubes.

