BUENOS AIRES
El pasado febrero iniciamos un viaje que teníamos pendiente mientras no dispusiésemos de tiempo libre durante el invierno. Queríamos visitar la Patagonia, tanto argentina como chilena, así como las cataratas de Iguazú y lo conveniente en este caso era desplazarse allí durante el verano austral que coincide, naturalmente, con nuestro invierno. Nos habían dicho que la época buena duraba hasta marzo, aunque el mejor mes parece ser que es enero.
Nuestra primera idea fue preparar el viaje por nuestra cuenta pero, por una parte no disponíamos de mucho tiempo y por otra, las agencias con las que contactamos no acababan de cerrar los temas y los presupuestos que nos daban no parecían muy interesantes. Así que, después de mirar catálogos, encontramos a través de El Corte Inglés un viaje organizado por Kiruna que se ajustaba exactamente a lo que nosotros queríamos. Eran 18 días distribuidos entre Buenos Aires, Bariloche, Puerto Varas, Puerto Natales, Parque Nacional de las Torres del Paine, El Calafate y finalmente Iguazú. Aunque era “organizado” nuestro grupo éramos en realidad nosotros dos, salvo cuando teníamos excursiones incluidas y en esos casos nos recogían en una “vanette” junto con más turistas. La comodidad de la organización consistía en que teníamos siempre una persona esperándonos en cada uno de los destinos, nos llevaba al hotel y nos daba el programa de actividades. No resultó un viaje cansado porque casi siempre tuvimos un día libre en cada uno de los destinos, lo que nos permitía ir a nuestro aire totalmente relajados.
Conocíamos Buenos Aires de otro viaje anterior, hace unos tres años, así que los dos días que ofrecía el circuito eran suficientes para nosotros. De hecho teníamos incluida una visita guiada de la ciudad en autobús, para ver lo más significativo, pero no la hicimos porque ya conocíamos todo.
Llegamos a las 5h de la mañana hora local y después de las largas colas en “emigración” y “aduana” nos encontramos con nuestro guía para llevarnos al hotel EuroBuilding, muy agradable y bien situado en la Av. 9 de julio, cerca de la Av. de Mayo que lleva a la Casa Rosada.
Nuestra primera idea fue preparar el viaje por nuestra cuenta pero, por una parte no disponíamos de mucho tiempo y por otra, las agencias con las que contactamos no acababan de cerrar los temas y los presupuestos que nos daban no parecían muy interesantes. Así que, después de mirar catálogos, encontramos a través de El Corte Inglés un viaje organizado por Kiruna que se ajustaba exactamente a lo que nosotros queríamos. Eran 18 días distribuidos entre Buenos Aires, Bariloche, Puerto Varas, Puerto Natales, Parque Nacional de las Torres del Paine, El Calafate y finalmente Iguazú. Aunque era “organizado” nuestro grupo éramos en realidad nosotros dos, salvo cuando teníamos excursiones incluidas y en esos casos nos recogían en una “vanette” junto con más turistas. La comodidad de la organización consistía en que teníamos siempre una persona esperándonos en cada uno de los destinos, nos llevaba al hotel y nos daba el programa de actividades. No resultó un viaje cansado porque casi siempre tuvimos un día libre en cada uno de los destinos, lo que nos permitía ir a nuestro aire totalmente relajados.
Conocíamos Buenos Aires de otro viaje anterior, hace unos tres años, así que los dos días que ofrecía el circuito eran suficientes para nosotros. De hecho teníamos incluida una visita guiada de la ciudad en autobús, para ver lo más significativo, pero no la hicimos porque ya conocíamos todo.
Llegamos a las 5h de la mañana hora local y después de las largas colas en “emigración” y “aduana” nos encontramos con nuestro guía para llevarnos al hotel EuroBuilding, muy agradable y bien situado en la Av. 9 de julio, cerca de la Av. de Mayo que lleva a la Casa Rosada.
Entre unas cosas y otras llegamos al hotel sobre las 7h. de la mañana y, naturalmente, no podíamos disponer de la habitación hasta pasadas las 12h. Sin embargo nos invitaron a desayunar, cambiamos nuestra ropa de invierno por otra más ligera y salimos a pasear por un Buenos Aires veraniego, con una sensación diferente a la de nuestro viaje anterior que había sido en agosto, luego en pleno invierno allí. Encontré que el verano le daba a la ciudad un aire más agradable y acogedor, pero tuve la impresión, que corroboré más tarde, de que la vida había subido bastante, no sabía si consecuencia de un euro más bajo o de un nivel de vida más alto. Los precios me parecieron como en Madrid, mientras que hace tres años eran más bajos. Después nos confirmaron que había habido un 25% de inflación y los precios siguen subiendo, pero no los salarios, que siguen siendo bajos. El salario mínimo no llega a 400€, así que imagino los equilibrios necesarios para conjugar precios altos y salarios bajos.
Ese día nos acercamos hasta el Teatro Colón, en la Plaza Lavalle, que en nuestro anterior viaje estaban restaurando y no habíamos podido visitar. El precio de la entrada, 20€ por persona, me pareció caro. Claro que era el precio para turistas, los nacionales tienen otras tarifas.
Ese día nos acercamos hasta el Teatro Colón, en la Plaza Lavalle, que en nuestro anterior viaje estaban restaurando y no habíamos podido visitar. El precio de la entrada, 20€ por persona, me pareció caro. Claro que era el precio para turistas, los nacionales tienen otras tarifas.
El Teatro Colón, construido a principios de siglo pasado en una combinación de estilos diferentes (quizá a imagen de la diversidad de la sociedad bonaerense de aquella época), es uno de los teatros más grandes y con mejor acústica del mundo. Se inauguró el 25 de mayo de 1908 con la representación de la ópera Aída. En aquel momento Argentina disfrutaba de un excelente crecimiento económico y las grandes fortunas necesitaban un espacio en donde lucirse, ver y ser visto, relacionarse, hacer negocios y hasta arreglar matrimonios entre sus vástagos en los lujosos vestíbulos y amplios foyers de tradición francesa. Todo está diseñado para lucir: paredes cubiertas de panes de oro, grandes arañas, muebles de épocas pasadas, esculturas, espejos, terciopelos…
Por la tarde nos acercamos hasta el Museo Mitre (San Martín, 336) situado en la casa de uno de los prohombres más importantes del país, Bartolomé Mitre, que fue político, militar, historiador, hombre de letras, estadista, periodista, además de gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Presidente de la Nación Argentina entre 1862 y 1868. La Casa Museo está llena de documentos históricos y de otros representativos de las costumbres y los modos de vida de la sociedad argentina en la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, pienso que quizá tenga más interés para los propios argentinos que para nosotros, que desconocíamos al personaje. La casa, que conserva el mobiliario de la familia, tiene interés como ejemplo de casa colonial en Buenos Aires, aunque quizás necesite un poco más de atención, nos pareció que estaba un poco descuidada.
Y después nos fuimos a pasear por el peculiar barrio de San Telmo, con su arquitectura característica, en donde estaba nuestro hotel en nuestra anterior visita.
Acabamos sentándonos en la Plaza Dorrego, agradable a esa hora de la tarde, sin el ajetreo de los domingos cuando se llena con los tenderetes del rastro. Siguen allí las tiendas de anticuarios repletas de muebles, lámparas, etc. art déco que tanto nos habían llamado la atención, coexistiendo con modernas tiendas de diseño, especialmente en la calle Defensa.
Al día siguiente cambiamos el previsto recorrido por la ciudad por una excursión de medio día hasta Tigre en el delta del Paraná, siguiendo el río de la Plata. En realidad, si se quiere ir hasta la localidad de Tigre no es necesario contratar una excursión, se puede hacer perfectamente en tren, saliendo de la estación Retiro. Desde allí hasta Tigre se tarda algo menos de una hora.
Nosotros fuimos en una “vanette” con otros turistas. Fuimos siguiendo la av. del Libertador, que recorre los 30km que separan Buenos Aires de Tigre, saliendo de la Ciudad de Buenos Aires y cruzando parte de la Provincia de Buenos Aires. A lo largo de la avenida se extienden zonas residenciales más o menos lujosas, pero todas bonitas. La mayoría de las personas que viven en ellas trabajan en Buenos Aires capital, incluso la residencia oficial de la Presidencia de la República se encuentra en esta avenida, en la finca llamada de “Los Olivos”.
Antes de llegar a Tigre conviene detenerse en la apacible localidad de San Isidro. A nosotros nos pararon allí para que viéramos la catedral, que era una iglesia sin ningún interés pero, como afortunadamente tuvimos tiempo libre, descubrimos la Quinta de los Ombúes, un lugar que nos encantó, y que pudimos visitar. Se trata de una antigua casa colonial destinada a residencia de verano de Dª Mariquita Sánchez de Thompson a principios del siglo XIX, con un precioso jardín que tiene una de las mejores vistas sobre el delta.
Nosotros fuimos en una “vanette” con otros turistas. Fuimos siguiendo la av. del Libertador, que recorre los 30km que separan Buenos Aires de Tigre, saliendo de la Ciudad de Buenos Aires y cruzando parte de la Provincia de Buenos Aires. A lo largo de la avenida se extienden zonas residenciales más o menos lujosas, pero todas bonitas. La mayoría de las personas que viven en ellas trabajan en Buenos Aires capital, incluso la residencia oficial de la Presidencia de la República se encuentra en esta avenida, en la finca llamada de “Los Olivos”.
Antes de llegar a Tigre conviene detenerse en la apacible localidad de San Isidro. A nosotros nos pararon allí para que viéramos la catedral, que era una iglesia sin ningún interés pero, como afortunadamente tuvimos tiempo libre, descubrimos la Quinta de los Ombúes, un lugar que nos encantó, y que pudimos visitar. Se trata de una antigua casa colonial destinada a residencia de verano de Dª Mariquita Sánchez de Thompson a principios del siglo XIX, con un precioso jardín que tiene una de las mejores vistas sobre el delta.
Aparte de las dependencias de la casa, en ese momento había una exposición temporal de azulejos muy interesante, a la que le hubiéramos dedicado más tiempo de haberlo tenido. La casa, situada en el casco histórico de San Isidro, es ahora el Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal "Dr. Horacio Beccar Varela" (su último propietario) que fue inaugurado 2006 y que merece sin duda una visita (gratuita).
Continuamos después hasta Tigre y allí cogimos una lancha para visitar el delta y su particular habitat: pequeñas islas unidas por canales con todo un sistema de intendencia a través del agua. En las islas cercanas a Tigre se ven residencias muy bonitas, seguramente de veraneo, aunque a medida que nos alejábamos las casas eran más modestas. Todas ellas con su pequeño embarcadero porque las lanchas suministran todo lo necesario. Hay lanchas taxi, ambulancia, autobús, tienda, transporte escolar…Un sistema muy curioso en el que viven unas 3000 personas.
Continuamos después hasta Tigre y allí cogimos una lancha para visitar el delta y su particular habitat: pequeñas islas unidas por canales con todo un sistema de intendencia a través del agua. En las islas cercanas a Tigre se ven residencias muy bonitas, seguramente de veraneo, aunque a medida que nos alejábamos las casas eran más modestas. Todas ellas con su pequeño embarcadero porque las lanchas suministran todo lo necesario. Hay lanchas taxi, ambulancia, autobús, tienda, transporte escolar…Un sistema muy curioso en el que viven unas 3000 personas.
De vuelta a Buenos Aires, por la tarde, paseamos por las avenidas céntricas de espectaculares edificios, muchos de ellos art déco como en la Av. Diagonal.
Después nos acercamos hasta el museo del Bicentenario, justo detrás de la Casa Rosada. Allí, en los antiguos locales de la aduana, se puede seguir a través de documentos, fotos, periódicos, documentales, vídeos y demás, toda la historia argentina en los últimos 200 años. Y además se puede visitar el mural que Siqueiros había pintado en las paredes del sótano de la quinta de Natalio Botana en 1933 y que ahora se puede contemplar en el patio del museo, a donde trasladaron las paredes del sótano con su mural.