Lo nuestro viene de lejos, nos conocemos desde hace muchos años y hacemos buena pareja, o eso me parece. Lo cierto es que ella, Amsterdam, haría buena pareja casi con cualquiera.
Su carácter a la vez liberal y tranquilo la hacen muy atractiva para todo el que la conoce. Y eso que, cuando quiere, también sabe ser muy divertida, muy extrovertida y alegre, tan alegre que puede llegar a ser arrolladora. Sus secretos (muchos de ellos, secretos a voces) la hacen diferente y más interesante aún si cabe. Y, desde luego, es preciosa, la mires por donde la mires, estamos ante una belleza serena que muchas veces te deja pasmado.
Jugando con mi cámara y con el color nacional holandés, el naranja
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tuve la suerte de conocerla hace muchos años, pero aquellos encuentros fueron muy fugaces. En dos veranos consecutivos tuve la suerte de tratarla, cuando visitando a un amigo que vivía en la zona de Westfalia (Alemania) me acerqué a conocerla, pero fue todo tan rápido que lo nuestro no llegó a cuajar. Aquellas esporádicas visitas siempre dejaron en mí la sensación de que tenía que volver a verla, estaba claro que había algo especial entre nosotros.
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Y por fin, ha sido esta pasada Semana Santa de 2.012 cuando he tenido la oportunidad de volver a encontrarla, de tratarla más a fondo, de llegar a intimar y conocernos bien, muy bien creo yo.
Después de mi última relación con una europea (Paris se llamaba y era francesa), he tratado de vivir esta experiencia de otra manera. Con Paris traté de aprovechar el tiempo a tope, de abarcar mucho en poco tiempo y creo que la propia intensidad de la experiencia hizo que aquel idilio no fuese del todo como esperaba. Fue todo demasiado intenso, demasiado forzado, acelerado, casi llegó a ser agobiante….
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Es por ello que con Amsterdam me he planteado desde el inicio de otra manera nuestra relación, con más tranquilidad y tomándolo todo mucho más relajadamente. Conocerla si, pero sin forzar la marcha. Iba con la idea de dejar pasar el tiempo, perdiéndonos en plazas, terrazas, bares, parques, canales y callejuelas y así ha sido. Una relación mucho menos tumultuosa e intensa que la anterior, pero posiblemente más entrañable y que me ha dejado un poso muchísimo más agradable.
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Y no sólo he conocido a Amsterdam, ya que he tenido la suerte de conocer varias primas y amigas suyas, a cual más encantadora: Utrecht, Volendam, Marken, Edam, Alkmaar, Zaanse Schans…. Vamos, como para hacer perder la cabeza a cualquiera.
Bueno, si quereis enteraros de cómo fue lo nuestro no teneis más que seguir leyendo. Y dejémonos de tanto blanco y negro que no va con la personalidad y el carácter de Amsterdam. Demos paso al color, mucho más acorde con ella.
Explosión de colores en forma de tulipán en el mercado flotante de flores
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