Tras desayunar en el hotel salimos directos a nuestra primera visita del día: la casa de Anna Frank. Apenas tuvimos que caminar 100 metros. En frente de nuestro hotel estaba la iglesia Westerkerk y justo tras ella se ubica la casa de Anna Frank.
Westerkerk
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Llegamos a la entrada y a pesar de ser bastante temprano (alrededor de las 9:15) había una cola para entrar cuando menos descorazonadora

On line cuesta 9,50 € por persona, 0,50 más que en taquilla, pero viendo aquella cola dimos por hecho que esos 50 ctmos habían sido una buena inversión. Pasamos por la izquierda de la inmensa cola y entramos por otra puerta por la que no había absolutamente nadie esperando. Directos a “la casa de atrás”, la manera en la que Anna Frank se refería al piso donde vivió más de dos años en compañía de otras 7 personas (sus padres y hermana, el matrimonio Van Peels y su hijo y Fritz Pfeffer).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Antes de entrar en lo que fue el escondite en sí, varias fotos y videos subtitulados en diferentes idiomas (entre ellos el castellano) te van poniendo en situación. Algunas narraciones son fragmentos del diario de Anna, escritas en primera persona y leidas por una voz femenina juvenil (es fácil imaginar que escuchas a la propia Anna). Finalmente atravesamos la estantería que ocultaba “la casa de atrás” y penetramos en aquel refugio. Lo cierto es que yo me lo esperaba mucho más angosto y, sin embargo, tiene las dimensiones de una casa amplia. Aunque supongo que después de vivir allí encerrado más de dos años con otras siete personas aquello tomaría las dimensiones de una jaula.
Se aprecia la cola de espera a la puerta de la casa de Anna Frank
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La casa impresiona. Cortinas negras para no ser vistos tapan aún las ventanas. Las fotos recortadas de revistas por Anna permanecen todavía pegadas en las paredes de la habitación. Todos los visitantes llevábamos un rostro muy serio y las conversaciones se intercambiaban en susurros. La casa infunde un respeto similar al que se siente al visitar un templo.
Tras salir del escondite aún tuvimos tiempo para ver los diarios (al diario con el que Anna empezó su narración le siguieron varias libretas). En el interior está prohibido hacer fotos.
Ciertamente, salimos noqueados de la casa. Impactados y emocionados.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El siguiente destino era mucho menos trascendente y nos iba a venir bien despejarnos un poco: tocaba pasear por la zona del barrio Jordan conocida como los 9 callejones o Negen Straatjes, 9 callejones alineados de 3 en 3 y que están poblados de pequeñas tiendas, bares y restaurantes. Curiosamente eran algo más de las 10:30 de la mañana y la mayoría de los establecimientos permanecían cerrados. Los horarios de Amsterdam son, digámoslo de alguna manera, relajados. Muchos días los comercios abren a las 11:00 y cierran a las 18:00 (los jueves suelen prolongar el cierre hasta las 21:00).
La zona es bonita y algunas tiendas pintaban muy bien, pero pudimos entrar en pocas debido al extraño horario de apertura.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En ese momento nos empezamos a percatar de una cosa. Muchas veces, al pasar de una acera a otra, tenemos tendencia a fiarnos de la vista, pero otras muchas veces tan sólo del oido: “No se oye un coche, se puede pasar”. Esta conducta casi inconsciente y muy asumida por nosotros no vale para Amsterdam. Cuesta hacerse a la idea, pero cuando te pasa la cuarta silenciosa bici rozando por delante de los morros, interiorizas que en Amsterdam es mejor mirar bien antes de cruzar que fiarse del oido. Y eso que, afortunadamente, muchas bicis van provistas de unos oportunos timbres. Y aunque una te pase rozando y obligues al ciclista a hacer una rara maniobra, más raro será aún que te ponga mala cara o te grite. En contadísimas ocasiones vi malos gestos por parte de los ciclistas y menos veces aún oí tocar el claxón a algún coche para recriminar comportamientos de peatones o ciclistas. Ciudad de gente tranquila Amsterdam.
Museo Casa Flotante
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Pero dejemos las bicis que nosotros vamos caminando. Por la zona de los 9 callejones, en Prinsengracht, dimos con el Museo de la Casa Flotante. En Amsterdam son innumerables los barcos y barcazas que sirven de vivienda habitual y la visita a este barco nos permite hacernos a la idea de cómo puede ser la vida diaria en uno de ellos. No apunté el precio de la entrada (lo siento!!) pero venía a ser sobre los 3 euros. La visita no es nada del otro mundo, pero nos pillaba de paso y nos pareció curioso. No nos demoramos demasiado en la casa – barco, y salimos dispuestos a seguir con la ruta marcada, hacia el sur de Amsterdam.
Leidstraat
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Caminando, caminando, nos vimos inmersos en una calle con unas tiendas y un comercio de lo más atractivo. Leidstraat se llama la calle y la maldita rue ralentizó un tanto nuestra imparable marcha (no hubo manera de convencer a mi mujer de que dejase la visita a ciertas tiendas para otro momento).
Finalmente, conseguimos salir de la traicionera emboscada de las tiendas de Leidstraat. Pasamos junto a la imponente mole del Rijksmuseum, eternamente (o casi) en obras aunque abierto parcialmente al público, y nos acercamos poco a poco hasta el Albert Cuypp Market, uno de los mercadillos más famosos de Amsterdam.
Fachada del Rijksmuseum
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Se celebra de lunes a sábado y, a pesar de su fama, nos decepcionó un poco. Gran parte del mercadillo son puestos de alimentación y la otra parte puestos de ropa sin ningún atractivo o interés. Nos resulta muy curioso ver grandes puestos de pescaderías y carnicerías ambulantes.
En las calles de las inmediaciones del mercadillo a agradables terracitas y bares donde tomar algo, así que optamos por entrar a un Bruine Café.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Lo prometido es deuda, así que voy a tratar de explicaros qué son los bruines cafés. Los bruines cafés (“cafés marrones”) abundan en Amsterdam. Son agradables locales, tranquilos y generalmente no muy grandes, casi siempre con muchísimos años a sus espaldas (hablo de dos siglos o más!!). La música suele sonar bajito y en muchos de ellos se escucha blues, soul, rock de los 60-70… Se les denomina cafés marrones por el tono que han tomado sus paredes y techos con el paso del tiempo y con el humo de los incontables cigarros fumados bajo sus techos. Tal es así que se dice que los “menos auténticos” emplean el recurso de pintar las paredes de color crema y simular con pintura marrón las caraterísticas manchas del techo.
Pues bien, como os decía, entramos en un bruine café de las inmediaciones del Albert Cuypp Market y aprovechamos la pausa para comer en él unos platos combinados. Aún nos dio tiempo a dar una ultima vuelta por el mercadillo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Con la panza llena podíamos afrontar ya nuestra próxima visita a Heineken Experience.
La antigua planta industrial de la Heineken alberga hoy una especie de museo de la marca. Llevábamos las entradas compradas on line porque con ellas se pueden evitar las habituales colas y además, curiosamente, salen un euro más baratas que compradas en taquilla (15 € cada uno nos costaron).
Lo cierto es a mi me pareció que la visita se queda corta. El precio de la entrada resulta exagerado para lo que después ofrecen: una exposición de fotos que narran la historia de la marca, un vistazo desde lejos a los establos donde ves los caballos que acarrean los carros de la marca por Amsterdam, un paseo entre los depósitos donde fermenta el lúpulo…
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En una sala unos jóvenes explican las características de los diferentes ingredientes de la Heineken: el agua, la cebada, lúpulos…. Las explicaciones son en inglés así que quien no lo domine se queda en ascuas. Luego se pasa a la parte más divertida de la visita: una experiencia en 4 d en una sala habilitada para ello y en la que se cuenta el proceso que sigue la cerveza hasta ser embotellada. Después en otra sala nos comentaron diversos aspectos de la cata de una Heineken. Y de allí a unas salas donde tomar parte en distintos juegos, grabaciones de divertidos videos (que se pueden mandar por mail

*** Imagen borrada de Tinypic ***
En definitiva: un rato entretenido, sin más, y que sale caro

Tras las cervezas y la promoción publicitaria, nos fuimos a airear hasta Museumpleim, el tranquilo parque que queda entre el Rijksmuseum y el Museo Van Gogh. Mucha gente disfrutando del entorno, del tímido sol que asomaba entre las nubes, otros perdiendo el tiempo o jugando al futbol y al frisbee. Y por supuesto, todo el mundo posando ante el famoso logo “I amsterdam”
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Caminamos un poquito y sin rumbo por el parque y optamos por volver hacia el centro de Amsterdam. No se qué extraña maldición me persigue

Tras perder varias veces mi paciencia ante la demora provocada por la visita a tanta tienda y tras algún tenso tira y afloja (siempre tira “ella” y siempre aflojo yo!!

Vondelpark
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Me llamó la atención el intensísimo tráfico de bicicletas por el interior del parque. Supongo que muchos ciclistas optarán por este camino para evitar los coches y por tratarse de un entorno de lo más agradable.
Nos fuimos del parque y atravesamos Leidsplein una zona también comercial y hostelera, donde un par de tipos disputaban una partida de ajedrez gigante ante la expectación de un nutrido grupo de curiosos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y nos fuimos acercando al centro de Amsterdam. La venganza es un plato que se sirve frio

En la esquina del local vimos a una pareja con la que habíamos coincidido desayunando en el hotel. Se trataba de un matrimonio formado por un mexicano y una estadounidense.
Escaparates en el Barrio Rojo
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos invitaron a sentarnos con ellos y compartimos tertulia y genevers (o cervezas, según los gustos).
Un ratito después nos despedimos de ellos y fuimos hasta la muy cercana Pizzeria La Piazza, muy recomendada en el foro. Una exquisita lasagna y unos macarrones carbonara acompañados de dos cervezas, 31 euros.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Y como practicamente cada noche, acabamos la jornada por los siempre animados alrededores del Barrio Rojo, donde en casi todos los bares se seguía con atención el partido entre el Barcelona y el Milán. Un par de cervecitas y a reposar, que estábamos francamente cansados.