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Después de un buen desayuno en el hotel, decidimos dar un último paseo por Castellammare Del Golfo. De la estampa nocturna, de un pueblo diseminado como luciérnagas por la bahía, sorprende al día un tumulto de viviendas, sin orden o consistencia aparente, colección encadenada de tejados y ventanas que quedan lejos de la belleza que este desorden provoca en otras partes de Sicilia, como por ejemplo Agrigento.
Empieza a abrir los establecimientos de la ciudad, es hora de acercarnos a Segesta. Marcamos las coordenadas de Segesta en el GPS y nos acerca por una carretera comarcal que sale desde el mismo centro de Castellammare. Recomiendo que os acerqueis a Segesta por la autovía, destino Trapani, es la forma más rápida de llegar. Nosotros fuimos siguiendo el GPS por una pista comarcal con puntos sin asfaltar, grandes agujeros, carteles de prohibido circular por movimientos de tierras. Es Sicilia, y los que tuvisteis la inmensa suerte de poder conducir por esa isla sabréis de que hablo, la relativización de las normas de tráfico y las sorpresas que surgen fuera de las carreteras más concurridas.
Finalmente llegamos a Segesta, justo cuando abrían a las 10:00 y ya estaban los primeros grupos de autobuses. Se visita el templo y el teatro, parece que es lo único que se conserva reconstruido. Interesante poder realizar en el mismo día la visita de Segesta y Selinunte, dos pueblos unidos por la historia aunque su convivencia distase del entendimiento.
El aparcamiento del recinto es gratuíto, así que si se acercan gorrillas a cobrar por aparcar, por lo menos exigidle el ticket, como se supone que no lo darán, pues librados del impuesto revolucionario. Desde la cabaña donde se recogen las entradas se accede andando al templo, de estilo dórico, las columnas no están acanaladas, por lo que es de suponer que nunca se terminó. Es imponente su ubicación, escondido en medio de la vegetación. Desde la entrada se divisa su frontón, descubriéndose entre las copas de los árboles a medida que os vais acercando para finalmente cubrirnos con su altura, viéndonos minúsculos en el entorno. Como comentaba está escondido, y a diferencia de la gran mayoría de templos situados en amplias superficies de terreno que facilitan su estudio, aproximación y fotografía este se encuentra en un pulso con la naturaleza lo que le da una belleza y esplendor especiales. Podemos examinar la tempranidad de su dórico, su aspecto inacabado pero la ubicación lo hará especial. Pena que a diferencia de antes, no se pueda visitar su interior.
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[/img]Para visitar el teatro tenéis un autobús que cuesta 1,50€ por persona, y os acercará a la cima del Monte Barbaro donde se encuentra el teatro. El trayecto no es muy largo, cerca de 2 Kms pero os recomiendo a la ida os acerquéis en el autobús para poder volver andando, contemplando las vistas del templo.
El teatro se encuentra recientemente rehabilitado, se llega desde arriba y se puede visitar en si integridad. Las gradas se encuentran perfectamente rehabilitadas, pena, eso si, como casi todos los teatros griegos que no se conserven los elementos de la escena y Proskenion. Desde aquí se divisa la llanura de Castellammare del Golfo y el mar, y la autopista cruzando la llanura, como no podía ser de otra manera.
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[/img]Desde Segesta continuamos dirección Erice, hay una distancia de 50Kms. Para llegar a Erice se gira justo antes de entrar a Trapani. Nosotros desechamos la idea de Trapani, su visita podía llevar parte del día. Creo que también es muy interesante acercarse a Erice en Teleférico es económico y os ahorrais el incordio de subir en coche a Erice (24 Kms entre ida y vuelta) además de la vistas que ganáis.
Un vez en Erice, lo que realizamos básicamente fue callejear, encontraréis multitud de iglesias, tiendas de souvenirs, el castillo, el empedrado de las calles... pero también la niebla, el viento. La visita de este pueblo medieval puede llevar cerca de 1.30 Hr. Son excelentes las vistas, con la reserva natural de San Vito lo Capo al fondo y de Trapani, esa lengua de tierra urbanizada flanqueada por sus salinas, en contraste con el mar.
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[/img]Dejamos Erice al mediodía, después de degustar un asombroso Ristretto y decidimos ir dirección Agrigento, donde haremos noche este día, confiando en poder visitar Selinunte. Decidimos comer de camino para poder aprovechar las horas del mediodía en el desplazamiento.
La ciudad griega de Selinunte se encuentra a 27 Kms de Mazara en la carretera que lleva a Agrigento. Se encuentra a pies del mar en las afueras del pueblo de Marinella, y unido al pueblo a través de la playa.
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El pueblo debe su existencia a la cercanía al yacimiento. Se trata de un pueblo caótico, arquetipo de ribera mediterránea, pero realmente aséptico, con poca sustancia, vistiendo el complejo de pueblo lanzadera. De la playa podíamos saltar al yacimiento y no pasaría nada. Sería una forma lúcida de no perder el tiempo.
Llegamos al mediodía, con la idea de comer rápido, y visitar de postre el yacimiento. Aquí tuve la oportunidad de saborear una de los peores bocatas de mi vida, pan con pan con algo de lechuga, un fiambre astroasmático de auténtico asco, aderezado por una bomba de arroz que sudaba aceite y una cerveza fría envío de la diosa Ceres para mi salvación.
Una vez en el yacimiento, después de atravesar el pabellón de la entrada, se llega a una gran explanada conocida como el llano de Marinella Ocupa una llanura verde sin vegetación, desde donde se accede a los templos E F y G. El templo E es el más interesante del yacimiento, y es el único que se sabe a quien estaba dedicado, a la Diosa Hera y se puede divisar desde toda la amplitud del llano. Pena que no se pueda visitar su interior.
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[/img] Del templo F sólo tenemos las ruínas, desbaratadas por la explanada. Para mi resultó ser el más impactante, por la grandiosidad que transmiten sus piedras. Es muy probable que quedara sin levantar ante la dificultad de encontrar grúa para semejante encomienda. Cuando los arqueólogos llegaron al yacimiento, en 1960, no había ningún templo en pie ni se tenía ni idea a que divinidad honraban. Por eso, creo que es mas elegante identificarlos por letras o números antes de un resbalón histórico. Aunque desde la explanada de la entrada es posible coger un chimpín de esos que se utiliza en el golf, el yacimiento es perfectamente abarcable andando, especialmente si acompaña algo de brisa. Nosotros por la hora de la que se trataba el calor apretaba. Ahora el Camino dei Templi nos llevará a la otra colina, desde la que hay una preciosa vista del mar. Se conservan las murallas, las 14 columnas del Templo C. Hasta la ladera de esta colina llega la playa de Marinella. Se trata de un yacimiento que tiene que ser espectacular desde el mar, desde el que se puede hacer una composición visual de su esplendor, especialmente en el anochecer cuando quedan iluminados los templos, con el brillo de la luna en la brisa del mar. [b]"Prohibid la música, el mar y los atardeceres... Dan placer"[/i][b] Selinunte era la rival por autonomasia de Segesta, y los conflictos entre ambas se extendieron a lo largo de los siglos. Su desaparación parece estar fechada en el 250 A.C.
Siguiendo el Camino Dei Templi se llega a la colina donde se encuentra la Acrópolis. Aún es un camino largo, que a eso de las 4 de la tarde, cuando el calor aprieta, se hace durecho, os recomiendo que en la medida que podáis atajos entre la vegetación. Desde esta colina se divisa el mar, no queda gran cosa en pie, salvo las 14 columnas del Templo C
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[/img]Abandonamos el yacimiento con ánimo para encarar los Kms que nos faltaban para llegar a Agrigento, que no parecían muchos sobre el mapa. En nuestra idea estaba visitar la Scala dei Turchii a 13 Kms de Agrigento y que prácticamente queda de camino, pues de lo contrario habría que desplazarse al día siguiente, y nos rompía los planes.
Hace dos años en nuestro viaje a Turquía visitamos Pamukkale, la misteriosa montaña blanca y teníamos la curiosidad de conocer el “Pamukke Siciliano”. No sé si la razón del nombre se debe a la roca blanca, recuerdo de Pamukkale o si es cierta la versión de que era la puerta de los bizantinos en Sicilia.
EL camino hacia Agrigento, pese a discurrir en paralelo a la costa no resulta apetecible. La recepción que Porto Empedocle con su refinería e industria cabalgando sobre el mar dan al viajero la impresión de recorrer cualquier zona costera del norte, no una isla mediterránea. Desde este punto se accede a la Scala dei Turchi. El GPS nos dio un paseo temerario por pistas que finalmente nos llevaron a la carretera que discurre paralelo a la playa. Hay varios puntos de acceso, si bien, optamos por bajar hasta la playa y recorrerla paseando hasta llegar al acantilado blanco. La playa no es ninguna maravilla, y en toda la línea de costa se resiente un urbanismo desastroso que se corresponde en gustos con nuestros 70. Así construcciones que se quedaron a medio camino, cimientos oxidados, basura, viviendas abandonadas. Parece que en la actualidad las instituciones están intentando ponerle freno. Imprescindible comprobar en las charcas formadas en las rocas blancas los efectos del agua, una festividad de colores.
De aquí a Agrigento un pequeño camino. En Agrigento el GPS nos volvío locos para poder llegar a la zona del BB. De locos conducir por esta ciudad, especialmente su serpenteante casco antiguo. Calles enmarañadas en las que podemos no encontrar salida, donde las paredes se estrechan hasta dejar el solo paso de una persona, o simplemente la calle acaba en escaleras. Fue toda una aventura de coche, cuando sabes que lo mínimo que te va a pasar es quemar el embrague o rallar el coche, y esto con un poco de suerte. Recomiendo aparcar en la zona del DUOMO, es fácil encontrar aparcamiento y además es posible llegar desde calles, más o menos principales. A partir de aquí, aunque en cuesta el casco antiguo es perfectamente abarcable andando. Siempre orientándonos con la Vía Atenea, alma y esencia de la ciudad.
Resulta complicado orientarse, incluso andando. Los mapas se vuelven indescifrables, complicado encontrar referencias para interpretarlos, más allá de la Vía Atenea arteria comercial de la ciudad. Alejandro Luque en su libro “Viaje a la Sicilia con un guía ciego” expuso que mientras la mayor parte de las ciudades trazan el dibujo de un sistema circulatorio Agrigento se asemeja más un sistema Digestivo. Me parece bastante sugerente para interpretar la maraña de calles que se enrollan como hilo de calceta, colgadas del vacío, inclinadas, sin final, o entrando en una casa particular. Todas las calles son iguales, y estamos eternamente perdidos, callejeando vagabundos por sus empinadas cuestas, respirando su cena recién preparada, las conversaciones de los vecinos, la passeggiata se vuelve sedentaria, pero como toda ciudad mediterránea la vida se hace en la calle. Eso es Agrigento, la suspensión del tiempo en la sombra.
Dormimos en el BB Night and Day en Vía Romano Nº9, fabuloso, regentado por un chico llamado Gabrielle muy atento, aquí degusté el mejor Cagnolo de toda Sicilia.
Aprovechamos la tarde/noche para visitar Agrigento, quedando prendidos por las agradables sensaciones de su anochecer. Escasamente iluminadas, dejaban que las sombras cobraran vida. La temperatura era agradable, corría una suave brisa y la ciudad contenía la respiración en un silencio mudo y vacío. Las calles se volvían solitarias, sólo se escuchaba el movimiento de los gatos, y el eco de alguna conversación en la ventana.
Tuvimos una cena maravillosa en la Trattoría Il Viccolo en una bocacalle de la Via Atenea, en su terraza al aire libre, y a un precio bastante ajustado. De vuelta al BB la noche era cerrada y el silencio era sepulcral, tan sólo se escuchaban nuestros pasos. Otra característica de Agrigento es su escasa iluminación, que unido a su desorganizado y caótico callejero le dan un aspecto bohemio y decadente que embriaga de paz.
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