Desde Roma a Massa Lubrense hay cerca de unos 300 kilómetros y tardamos casi 4 horas.
Quedamos con quien gestiona el apartamento en la gasolinera de Santa Agata Due Golfi, y desde allí nos acompañó hasta el apartamento.
El apartamento se encuentra en las afueras del pueblo, en la zona más elevada y está aislado del resto de edificaciones. Es una villa totalmente vallada, con acceso privado para los vehículos (puerta con mando a distancia). Desde luego las fotos de la web del apartamento son fieles a la realidad. Al estar en lo alto de la montaña, las vistas son espectaculares.
El apartamento por dentro es una cucada. No le falta ni un detalle.
Después de descargar el equipaje, lo que más apetecía era darse un chapuzón en la piscina. Para colmo, en ese momento la piscina la teníamos para nosotros solos.
Después de un rato de baño, una buena ducha y una tranquila cena a la luz de las velas.
El día había sido muy duro y muchas horas de viaje, así que nada más cenar nos fuimos a descansar.
El día siguiente fue un día de relax. Por la mañana fuimos de compras al pueblo, sobretodo comida y bebidas.
Las niñas se merecían un día sin visitas, excursiones. Disfrutarían de lo que más le gusta: la piscina.
Por la tarde bajamos a pasear por el pueblo. Se trata de un pueblo pequeño que se recorre en poco tiempo. Hacía calor y lo que apetecía era tomarse un helado por lo que fuimos a una heladería muy chula, cerca de la iglesia del pueblo. Allí había sabores de todas las clases y colores, y no sabías cual elegir. Mi hija mayor disfrutaba con los de Nutela, que por desgracia no hay en Barcelona. Tenías tarrinas de todos los tamaños. Pedimos y nos sentamos tranquilamente en el interior.
Después marchamos para el apartamento. Cena con sobremesa y a dormir que al día siguiente empezaríamos a visitar los pueblos de la costa.