No queremos que amanezca y volver a la realidad, pero se hace de día y no tenemos más remedio que dejar la habitación. El taxi pasará a recogernos a las 17.30h para ir al aeropuerto, así que tenemos bastante tiempo libre y aunque no nos apetece hacer nada, decidimos ir a conocer Dubrovnik.
Por si fuera poco lo que tenemos encima, otra desagradable sorpresa nos espera este día, y es que nuestra compañía de teléfono se ha tomado la libertad de cortarle la línea de móvil a Samuel y por lo tanto no puede realizar y, lo que es peor, tampoco recibir llamadas en su móvil. Desde el momento del accidente practicamente se pasó todo el tiempo pegado al teléfono, sobre todo con el seguro y sus padres, que estaban preocupadísimos por nosotros. Yo, por motivos laborales me paso muchísimas horas al teléfono, así que en cuanto tengo vacaciones desconecto el móvil y no quiero saber nada del mundo, pero no me quedó más remedio que recuperarlo en el fondo de la maleta (suerte que a última hora lo metí, había pensado en no llevarlo), y ponerlo a cargar!
Una vez en España, pedimos explicaciones a Yoigo, y nos dicen que procedieron así porque habían visto que en un día se había disparado el consumo y esto podía deberse a causas ajenas a nuestra voluntad, y según ellos la mejor solución es cortar la línea sin previo aviso. Ni que decir tiene, que nada más llegar a España nos dimos de baja en esa compañía.
No voy a describir nada de la ciudad de Dubrovnik, sólo mencionar que es una joya histórica y arquitectónicamente hablando, pero a mi me trae a la cabeza recuerdos de un día muy amargo, por lo que cuelgo unas fotos (apenas hice) y nada más.


Allí pasamos el resto del día, sin poder quitarnos de la cabeza el problema que tenemos encima. Nuestras caras son un poema
Hacemos algunas compras, pues como no estaba previsto que el viaje acabara ya, no tenemos ni un detalle para llevar a nuestras familias. También comemos algo sentados en el puerto, es lo primero que nos llevamos a la boca desde el desayuno del día anterior.
A las 17h ya estamos en el hotel y enseguida llega alguien a recogernos para ir al aeropuerto. Cual será nuestra sorpresa cuando vemos que de la furgoneta se baja el mismo señor que el día anterior nos había remolcado con la 2ª grúa hasta Dubrovnik!!. Como tenemos tiempo suficiente para llegar al aeropuerto, le suplicamos que nos lleve hasta nuestro coche para intentar recuperar alguna de nuestras cosas y ¡accede!. No sabemos como darle las gracias. Sacamos todo lo que podemos, ya que no tenemos ni idea de si el coche volverá para España o de allí se lo llevarán a un desguace para piezas. Tampoco entendemos mucho, nada a decir verdad, de mecánica, pero la impresión es que la avería es gorda y en el seguro ya nos dijeron las condiciones para que el vehículo vuelva a España: que el precio de la reparación no supere la tasación actual del coche en Croacia. Esto lo vemos muy difícil ya que el coche del padre de Samuel tiene 8 años, por tanto sacamos del maletero tantas cosas como nos es posible, pero muchas se quedan allí ya que no hay forma de cargar con todo.
Una vez en el aeropuerto, tenemos que de nuevo hacer una selección de los bultos que vamos a facturar, y allí tiramos muchas de nuestras cosas (comida, utensilios varios, medicamentos, uno de los sacos de dormir, bronceadores, toallas, sábanas ...es que llevábamos media casa con nosotros!). Vamos a facturación y en un primer momento nos dicen que ni en broma podemos facturar todo nuestro equipaje (9 bultos + equipaje de mano), a no ser que paguemos 10€ por cada kilo de sobrepeso. Samuel le explica al hombre de la ventanilla nuestra odisea y este se debe de apiadar de nosotros porque nos permite facturar todo sin cargo extra.
El vuelo sale sobre las 20:50h y más o menos a las 23:00h aterrizamos en Madrid sin contratiempo. Por la hora llegada del vuelo ya no tenemos posibilidad para enlazar ninguna conexión para Asturias, y la única posibilidad que habría sido coger autobus y viajar toda la noche, queda descartada pues no hay plaza. Así que tenemos que hacer noche en Madrid. Un taxi nos espera a la salida de la terminal, y nos lleva al hotel Tryp Diana (90€) al que llegamos agotados sobre medianoche.
Por si fuera poco lo que tenemos encima, otra desagradable sorpresa nos espera este día, y es que nuestra compañía de teléfono se ha tomado la libertad de cortarle la línea de móvil a Samuel y por lo tanto no puede realizar y, lo que es peor, tampoco recibir llamadas en su móvil. Desde el momento del accidente practicamente se pasó todo el tiempo pegado al teléfono, sobre todo con el seguro y sus padres, que estaban preocupadísimos por nosotros. Yo, por motivos laborales me paso muchísimas horas al teléfono, así que en cuanto tengo vacaciones desconecto el móvil y no quiero saber nada del mundo, pero no me quedó más remedio que recuperarlo en el fondo de la maleta (suerte que a última hora lo metí, había pensado en no llevarlo), y ponerlo a cargar!
Una vez en España, pedimos explicaciones a Yoigo, y nos dicen que procedieron así porque habían visto que en un día se había disparado el consumo y esto podía deberse a causas ajenas a nuestra voluntad, y según ellos la mejor solución es cortar la línea sin previo aviso. Ni que decir tiene, que nada más llegar a España nos dimos de baja en esa compañía.
No voy a describir nada de la ciudad de Dubrovnik, sólo mencionar que es una joya histórica y arquitectónicamente hablando, pero a mi me trae a la cabeza recuerdos de un día muy amargo, por lo que cuelgo unas fotos (apenas hice) y nada más.
Allí pasamos el resto del día, sin poder quitarnos de la cabeza el problema que tenemos encima. Nuestras caras son un poema
Hacemos algunas compras, pues como no estaba previsto que el viaje acabara ya, no tenemos ni un detalle para llevar a nuestras familias. También comemos algo sentados en el puerto, es lo primero que nos llevamos a la boca desde el desayuno del día anterior.
A las 17h ya estamos en el hotel y enseguida llega alguien a recogernos para ir al aeropuerto. Cual será nuestra sorpresa cuando vemos que de la furgoneta se baja el mismo señor que el día anterior nos había remolcado con la 2ª grúa hasta Dubrovnik!!. Como tenemos tiempo suficiente para llegar al aeropuerto, le suplicamos que nos lleve hasta nuestro coche para intentar recuperar alguna de nuestras cosas y ¡accede!. No sabemos como darle las gracias. Sacamos todo lo que podemos, ya que no tenemos ni idea de si el coche volverá para España o de allí se lo llevarán a un desguace para piezas. Tampoco entendemos mucho, nada a decir verdad, de mecánica, pero la impresión es que la avería es gorda y en el seguro ya nos dijeron las condiciones para que el vehículo vuelva a España: que el precio de la reparación no supere la tasación actual del coche en Croacia. Esto lo vemos muy difícil ya que el coche del padre de Samuel tiene 8 años, por tanto sacamos del maletero tantas cosas como nos es posible, pero muchas se quedan allí ya que no hay forma de cargar con todo.
Una vez en el aeropuerto, tenemos que de nuevo hacer una selección de los bultos que vamos a facturar, y allí tiramos muchas de nuestras cosas (comida, utensilios varios, medicamentos, uno de los sacos de dormir, bronceadores, toallas, sábanas ...es que llevábamos media casa con nosotros!). Vamos a facturación y en un primer momento nos dicen que ni en broma podemos facturar todo nuestro equipaje (9 bultos + equipaje de mano), a no ser que paguemos 10€ por cada kilo de sobrepeso. Samuel le explica al hombre de la ventanilla nuestra odisea y este se debe de apiadar de nosotros porque nos permite facturar todo sin cargo extra.
El vuelo sale sobre las 20:50h y más o menos a las 23:00h aterrizamos en Madrid sin contratiempo. Por la hora llegada del vuelo ya no tenemos posibilidad para enlazar ninguna conexión para Asturias, y la única posibilidad que habría sido coger autobus y viajar toda la noche, queda descartada pues no hay plaza. Así que tenemos que hacer noche en Madrid. Un taxi nos espera a la salida de la terminal, y nos lleva al hotel Tryp Diana (90€) al que llegamos agotados sobre medianoche.