Helsingor
No madrugamos tanto como el día anterior y cogimos un tren en dirección Helsingor pasando por Copenague. Tener cuidado cuando cojáis el billete a ver si os va a pasar como a nosotros que lo cogimos a Helsingborg... cambia una letra y las dos ciudades son vecinas pero hay un estrecho entre ellas y el tren por mar sin un túnel o puente aun no es capaz de cruzar... el revisor se dio cuenta cuando nos pidió los billetes a medio trayecto, pero se apiadó de unos turistas despistados.
El pueblo de Helsingor es pequeño, tiene una parte central peatonal que está bien para pasear y tomar algo, ese día acabamos con un kebab en la mano y un helado en el que aprovechamos a gastar nuestras últimas coronas danesas.
Lo mejor de Helsingor era el objetivo de la excursión, su castillo, Kronsborg Slot, es supuestamente en el que está inspirado la obra de Hamlet. A los patios y la muralla exterior se puede acceder gratis, pero los edificios interiores y los subterráneos son de pago. Ya que habíamos ido hasta allí entramos. No es que sea un castillo muy especial pero los subterráneos son muy divertidos, llevar linterna que no hay nada de luz artificial lo que se traduce en ir con el móvil en la mano para iluminar un poco.
De vuelta en Malmo nos acercamos una vez más al Turning Torso a darnos un baño más y por la noche nos acercamos a Gamla Staden, el centro de la noche de Malmo, está genial, los locales son abiertos al aire libre aunque las copas salen por un riñón, tenéis varios donde elegir.