Nos levantamos a primera hora, tomamos un completo desayuno y salimos a hacer una de las carreteras panorámica más bellas de Europa, la Grossglockner Hochalpenstrasse empieza en los 757 m y tiene su altitud máxima en los 2.504 m, para después bajar de nuevo hasta los 1.301 m. En fin, es un recorrido precioso, en una zona preparada para recibir a los que les gusta viajar, sobretodo en ambiente de montaña. De una envergadura de casi 1.100 kilómetros cuadrados, alardea de sus 300 montañas de más de 3.000 metros, 246 glaciares, exuberantes valles y docenas de bonitas aldeas en las que buscar una buena comida o una simple pensión donde pasar la noche. Vistas espectaculares del punto central del Parque, el imponente Grossglockner de 3.780 metros de altura, hacen que a los conductores les cueste prestar atención a las curvas cerradas. La franja de 75 kilómetros de Bruck a Heiligenblut es la más fascinante, realzada por Edelweiss-Spitze y Franz-Josephs-Höhe, dos imponentes terrazas con vistas panorámicas a 2.550 y 2.340 metros de altura respectivamente. Nosotros seguimos el consejo del dueño del alojamiento y la realizamos en sentido inverso, empezamos recorriendo la carretera 108 hasta Heiligenblut. La carretera por este lado es una maravilla y además lleva mucho menos trafico, llegamos temprano a este primer pueblo del que destaca su iglesia, ya que se puede obtener una foto preciosa de ella con los Alpes de fondo,
paramos un rato y recorrimos el pueblo, visitando su iglesia y su cementerio anexo. Tras esta parada continuamos hasta llegar al Kaiser-Franz-Josephs-Höhe, un mirador precioso en el que estuvieron el emperador y su amada Sisi. El lugar es de una increíble belleza natural. Nosotros teníamos en principio bajar al glaciar y andar por él,
pero al ver que la bajada y la subida eran de gran dificultad física, decidimos cambiar de plan y fue lo mejor que hicimos. En el complejo que cuenta con tiendas y bares aparte de un gran aparcamiento gratuito cubierto, hay señalizado un camino que se abre paso a través de la montaña mediante una serie de túneles que te lleva hasta la parte alta del glaciar Pasterze.
Nosotros hicimos este camino, en los túneles hay algunas pequeñas atracciones que te amenizan el trayecto, tras terminar de pasar los túneles el camino continua siempre con una ligera pendiente de subida, con las impresionantes vistas del glaciar a tu izquierda.
Tras una caminata de alrededor de una hora llegamos a un mirador, donde hay unas mesas para poder hacer un picnic, desde donde el glaciar se ve muy cerca,
aquí acaba el sendero como tal, y empieza el contacto con la nieve. Atravesamos un pequeño caudal de agua que se desliza en forma de cascada hacia el glaciar
y paseamos un rato por la nieve de un gran espesor y con unas impresionantes vistas de todo lo que te rodea,
grandes montañas cubiertas de nieve, ríos de agua del deshielo y sobretodo lo mejor la sensación de paz y tranquilidad que se respira en este lugar, estábamos a unos 2600 metros de altura.
El camino es muy agradable y para nada difícil, es aconsejable para todo el mundo. Nosotros después de recorrer un buen rato esta parte y hacernos bastantes fotos,
nos detuvimos en la zona de mesas e hicimos un picnic que llevábamos preparado, rodeados de un entorno increíble. Luego bajamos de vuelta por el mismo camino a través de los túneles y antes de irnos compramos una postal, unos sellos y nos enviamos una postal para al llegar a casa tener el recuerdo del sitio con su matasellos puesto, el buzón se encuentra dentro de la oficina de información. Esto también lo hicimos el día del Castillo del Rey loco y al llegar a casa ya habíamos recibido las postales y otra de Munich que llego al poco de regresar del viaje, un recuerdo muy especial para nosotros. El precio del peaje es de 32€, que a nosotros no nos resulto caro para lo que es. Después partimos a continuar por esta famosa carretera la 107, el paisaje y la carretera son una pasada y para gente que le guste conducir como a mí, resulta un privilegio esta experiencia. La carretera tiene bastantes curvas de 180º y encima con un gran desnivel.
Nos paramos en el túnel Hochtor el punto más alto de esta carretera a 2504 metros de altura. Y luego ya todo es descenso hasta Fusch. La carretera y el glaciar fue una de las cosas que más nos gusto de todo el viaje y eso que hicimos muchas cosas. Nuestro siguiente destino fueron las termas Felsen en el pueblo de Bad Gastein. Fue nuestra segunda experiencia en termas tras las de Baden – Baden y pasamos una tarde genial. La entrada valía 21€ por cuatro horas, nosotros gratis con la tarjeta. Las termas tenían una zona bastante grande de piscinas, incluida 2 exteriores unas de aguas más caliente y otras más fría, con camas en las piscinas y multitud de chorros. Incluido un tobogán donde nos tiramos varias veces juntos. Mientras estuvimos en la piscina exterior de agua caliente, cayó una tormenta tremenda y fue una gozada estar viendo los Alpes mientras caía la tormenta dentro del agua, calentitos. Había también una zona de Adultos, donde no se permitía ropa de baño, con todo tipo de sauna, desde las más fuertes a las más flojitas y alguna pequeña piscina. La experiencia fue fabulosa y las cuatro horas se nos hicieron muy cortas. Acabamos el día muy relajados y ya de vuelta a nuestro alojamiento, salimos por el pueblo y había una fiesta en la plaza principal con un concierto gratuito de música clásica primero y luego con canciones tradicionales de la zona.
Nos sentamos en una pizzería donde nos comimos una buen plato de pasta y una pizza, todo muy rico, mientras disfrutábamos de la actuación y el buen ambiente. En la plaza también había varios puestos de salchichas y bebidas y la gente del pueblo vestida con los trajes tradicionales, muy amables nos ofrecieron los licores típicos de la zona. Tras cenar nos fuimos a dormir con la sensación de haber pasado un día estupendo.
paramos un rato y recorrimos el pueblo, visitando su iglesia y su cementerio anexo. Tras esta parada continuamos hasta llegar al Kaiser-Franz-Josephs-Höhe, un mirador precioso en el que estuvieron el emperador y su amada Sisi. El lugar es de una increíble belleza natural. Nosotros teníamos en principio bajar al glaciar y andar por él,
pero al ver que la bajada y la subida eran de gran dificultad física, decidimos cambiar de plan y fue lo mejor que hicimos. En el complejo que cuenta con tiendas y bares aparte de un gran aparcamiento gratuito cubierto, hay señalizado un camino que se abre paso a través de la montaña mediante una serie de túneles que te lleva hasta la parte alta del glaciar Pasterze.
Nosotros hicimos este camino, en los túneles hay algunas pequeñas atracciones que te amenizan el trayecto, tras terminar de pasar los túneles el camino continua siempre con una ligera pendiente de subida, con las impresionantes vistas del glaciar a tu izquierda.
Tras una caminata de alrededor de una hora llegamos a un mirador, donde hay unas mesas para poder hacer un picnic, desde donde el glaciar se ve muy cerca,
aquí acaba el sendero como tal, y empieza el contacto con la nieve. Atravesamos un pequeño caudal de agua que se desliza en forma de cascada hacia el glaciar
y paseamos un rato por la nieve de un gran espesor y con unas impresionantes vistas de todo lo que te rodea,
grandes montañas cubiertas de nieve, ríos de agua del deshielo y sobretodo lo mejor la sensación de paz y tranquilidad que se respira en este lugar, estábamos a unos 2600 metros de altura.
El camino es muy agradable y para nada difícil, es aconsejable para todo el mundo. Nosotros después de recorrer un buen rato esta parte y hacernos bastantes fotos,
nos detuvimos en la zona de mesas e hicimos un picnic que llevábamos preparado, rodeados de un entorno increíble. Luego bajamos de vuelta por el mismo camino a través de los túneles y antes de irnos compramos una postal, unos sellos y nos enviamos una postal para al llegar a casa tener el recuerdo del sitio con su matasellos puesto, el buzón se encuentra dentro de la oficina de información. Esto también lo hicimos el día del Castillo del Rey loco y al llegar a casa ya habíamos recibido las postales y otra de Munich que llego al poco de regresar del viaje, un recuerdo muy especial para nosotros. El precio del peaje es de 32€, que a nosotros no nos resulto caro para lo que es. Después partimos a continuar por esta famosa carretera la 107, el paisaje y la carretera son una pasada y para gente que le guste conducir como a mí, resulta un privilegio esta experiencia. La carretera tiene bastantes curvas de 180º y encima con un gran desnivel.
Nos paramos en el túnel Hochtor el punto más alto de esta carretera a 2504 metros de altura. Y luego ya todo es descenso hasta Fusch. La carretera y el glaciar fue una de las cosas que más nos gusto de todo el viaje y eso que hicimos muchas cosas. Nuestro siguiente destino fueron las termas Felsen en el pueblo de Bad Gastein. Fue nuestra segunda experiencia en termas tras las de Baden – Baden y pasamos una tarde genial. La entrada valía 21€ por cuatro horas, nosotros gratis con la tarjeta. Las termas tenían una zona bastante grande de piscinas, incluida 2 exteriores unas de aguas más caliente y otras más fría, con camas en las piscinas y multitud de chorros. Incluido un tobogán donde nos tiramos varias veces juntos. Mientras estuvimos en la piscina exterior de agua caliente, cayó una tormenta tremenda y fue una gozada estar viendo los Alpes mientras caía la tormenta dentro del agua, calentitos. Había también una zona de Adultos, donde no se permitía ropa de baño, con todo tipo de sauna, desde las más fuertes a las más flojitas y alguna pequeña piscina. La experiencia fue fabulosa y las cuatro horas se nos hicieron muy cortas. Acabamos el día muy relajados y ya de vuelta a nuestro alojamiento, salimos por el pueblo y había una fiesta en la plaza principal con un concierto gratuito de música clásica primero y luego con canciones tradicionales de la zona.
Nos sentamos en una pizzería donde nos comimos una buen plato de pasta y una pizza, todo muy rico, mientras disfrutábamos de la actuación y el buen ambiente. En la plaza también había varios puestos de salchichas y bebidas y la gente del pueblo vestida con los trajes tradicionales, muy amables nos ofrecieron los licores típicos de la zona. Tras cenar nos fuimos a dormir con la sensación de haber pasado un día estupendo.