Primer amanecer en la isla. Descansados del siempre duro primer día de viaje, cogimos nuestro cochecito para empezar a surcar las carreteras sicilianas. Por carreteras secundarias nos dirigimos hacia CEFALU, contemplando con en brazo apoyado en la ventanilla, el paisaje y aprovechando cada rayo de sol que nos tostaba la piel.
En más o menos una hora llegamos a CEFALÚ y aparcamos el coche cerca la playa, como no en zona azul.
Acalorados nos fuimos a buscar un pedazo de playa donde poner nuestras toallas y disfrutar de la maravillosa agua. Las vistas que se tienen son muy bonitas, pero son mejores desde el agua donde se puede contemplar toda la silueta de postal que tiene el pueblo. Desde aquí uno no se sabe que es más bonito sin las casas justo a pie de playa y moldeadas por el mar o el agua ultra transparente que te deja ver los peces correr entre tus pies.
El baño nos abrió el apetito y por ese motivo nos adentramos en el pueblo a buscar algún lugar para comer. Por unos 10 euros nos comimos unos buenos platos de pasta alle sarde y la norma, los más típicos de la zona.
Alimentados y con el sol pegando aun fuerte, pusimos rumbo a nuestro destino final de la etapa, CASTELBUONO, un pueblo que está a unos 20 minutos de CEFALÚ subiendo la montaña.
Después de dejar las cosas en el hotel y como aun hacía mucho calor decidimos volver a pegarnos un baño pero el en primer lugar que nos llamase la atención por la costa pasado CEFALU.
Así que cogimos el coche y nos paramos en POLLINA. Dejamos el coche en un parking que está pegado a la carretera y bajamos a disfrutar del último baño del día, contemplando el atardecer. La verdad que la bajada y la posterior subida de la playa merecieron la pena, la tranquilidad fue brutal y el atardecer precioso.
De vuelta a CASTELBUONO nos llevamos una buena sorpresa. Este pueblo medieval con su castillo estaba repleto de gente. Celebraban una fiesta en honor al PADRE PIO y por ese motivo las calles estaban llenas de familias tomándose helados y paseando. Así que nos sumamos a ellos y gastamos un poco de zapatilla por sus calles adoquinadas.
Para cenar nos recomendaron una pizzería que estaba en una calle tranquila “A RUA FERA” y por 18 euros los dos nos zapamos unas buenas pizzas.
Para terminar el día nos tomamos en la plaza principal una buen granizado de limón y nos dedicamos al deporte olímpico de todos los pueblos, sentarse en cualquier lugar y ver la gente pasar.[align=justify]
En más o menos una hora llegamos a CEFALÚ y aparcamos el coche cerca la playa, como no en zona azul.
Acalorados nos fuimos a buscar un pedazo de playa donde poner nuestras toallas y disfrutar de la maravillosa agua. Las vistas que se tienen son muy bonitas, pero son mejores desde el agua donde se puede contemplar toda la silueta de postal que tiene el pueblo. Desde aquí uno no se sabe que es más bonito sin las casas justo a pie de playa y moldeadas por el mar o el agua ultra transparente que te deja ver los peces correr entre tus pies.
El baño nos abrió el apetito y por ese motivo nos adentramos en el pueblo a buscar algún lugar para comer. Por unos 10 euros nos comimos unos buenos platos de pasta alle sarde y la norma, los más típicos de la zona.
Alimentados y con el sol pegando aun fuerte, pusimos rumbo a nuestro destino final de la etapa, CASTELBUONO, un pueblo que está a unos 20 minutos de CEFALÚ subiendo la montaña.
Después de dejar las cosas en el hotel y como aun hacía mucho calor decidimos volver a pegarnos un baño pero el en primer lugar que nos llamase la atención por la costa pasado CEFALU.
Así que cogimos el coche y nos paramos en POLLINA. Dejamos el coche en un parking que está pegado a la carretera y bajamos a disfrutar del último baño del día, contemplando el atardecer. La verdad que la bajada y la posterior subida de la playa merecieron la pena, la tranquilidad fue brutal y el atardecer precioso.
De vuelta a CASTELBUONO nos llevamos una buena sorpresa. Este pueblo medieval con su castillo estaba repleto de gente. Celebraban una fiesta en honor al PADRE PIO y por ese motivo las calles estaban llenas de familias tomándose helados y paseando. Así que nos sumamos a ellos y gastamos un poco de zapatilla por sus calles adoquinadas.
Para cenar nos recomendaron una pizzería que estaba en una calle tranquila “A RUA FERA” y por 18 euros los dos nos zapamos unas buenas pizzas.
Para terminar el día nos tomamos en la plaza principal una buen granizado de limón y nos dedicamos al deporte olímpico de todos los pueblos, sentarse en cualquier lugar y ver la gente pasar.[align=justify]