Aunque hoy es el día que dejamos la isla, aun nos quedan muchas horas por disfrutar y tenemos toda la costa este para explorar.
Lo primero que haremos hoy es visitar un pequeño islote que está muy cerquita de nuestro hotel, es la islita de Agios Sostis. Esta unida a la costa por un puente colgante de madera y la pequeña isla es toda ella un bar.


Se paga una entrada de 4 para poder acceder y esta entrada incluye una consumición, así que el precio no esta nada mal. Tiene dos partes, cuando pasas la entrada llegas a una especie de bar al aire libre con unas cuantas mesas y un par de barras que se debe utilizar mas por las tardes/noches.

Luego bajando por unos caminitos hay una pequeña playa de piedritas donde han montado un beach bar. Esta zona estaba mas animada por la mañana y fue donde nos quedamos. Si os apetece daros un baño aquí importantísimo no meterse al agua descalzos porque estaba plagado de rocas de todos los tamaños.

Después del baño nos tomamos un frappe en una de las mesitas tranquilamente mientras disfrutábamos de la música que era muy agradable. Una pena no haber podido quedarnos mas tiempo, pero había que seguir ruta.


Volvemos a Zakynthos town para dar un paseo por el centro ya que solo habíamos visitado el paseo marítimo. La capital de la isla no deja de ser un pueblo grande, pero tiene rincones muy agradables para pasear, calles peatonales con tienditas y frescas terrazas a la sombra donde nos tomamos el ya típico frappe.






Después de un rato seguimos la carretera hacia el norte para llegar a una de las zonas mas turísticas y con una de las playas mas grandes: Alykes. Es un sitio lleno de gente por la cantidad de turistas, pero como la playa es grande tampoco se esta tan mal. Aprovechamos para darnos un baño, que hacia calor, y así ya podíamos decir que habíamos pasado por allí.

Nuevamente seguimos hacia el norte y vamos disfrutando por esta carretera de las maravillosas vistas que ofrece la costa este, parando en algún sitio a hacer fotos.


Finalmente llegamos a nuestra ultima parada del día y de la isla: la playa de Xygia. Esta playa es una de las mas curiosas que he visto porque posee unos depósitos de sulfuro y colágeno que dejan el agua blanquecina. En las fotos podéis ver como desde las aperturas de la roca emana el agua mucho mas blanca.



Lo mejor de esta playa es que después de un bañito aquí la piel se queda suavísima, incluso el pelo se queda genial, mucho mejor que con cualquier crema del mercado y totalmente gratis, jejejeje, porque a pesar de las propiedades del agua, la playa no está explotada como lo estaría en otro sitio, sino que se accede a ella como a cualquier otra playa publica.
Pero como nada es perfecto, también tiene su parte menos buena y es que el agua tiene un olor peculiar, pelín desagradable, aunque también tengo que decir que el día que nosotros fuimos casi ni se olía, he leído a otra gente a la que le resulto mucho peor. El agua esta también un poco fría, pero el efecto del colágeno en la piel me duro unos cuantos días, así que merece la pena.
Ya desde esta parada nos fuimos directamente a la zona del puerto donde íbamos a coger el ferry a Kefalonia. Era aun pronto y como no íbamos a poder ducharnos hasta llegar al siguiente hotel decidimos ir a un pool bar que habíamos visto cerca. Nos tomamos unos refrescos y nos dimos un baño en la piscina para quitarnos un poco la sal del día antes de embarcar. Poco despues ya fuimos hacia el puerto, dejamos el coche de alquiler donde nos habían indicado, y puntual llego el ferry que nos llevaría a nuestro próximo destino: la isla de Kefalonia.
El trayecto en ferry duro casi hora y media, pero pudimos disfrutar de un precioso atardecer desde la cubierta del barco.


Era ya de noche cuando llegamos a Pessada, el puerto donde arriban los ferrys provenientes de Zakynthos. Por suerte nuestro coche de alquiler ya estaba allí esperándonos y despues del papeleo pusimos rumbo a Barbara studios, nuestro alojamiento en la isla.
Llegamos sin mayores problemas y allí estaban Barbara y su hija, Erato, para darnos la bienvenida. Dos personas amabilísimas con las que tuve ocasión de conversar varias veces en los 6 días que pasamos allí y de las que me llevo un imborrable recuerdo.
Nos dieron la habitación mas alta que tenían, con un balcón enorme con vista al mar (aunque el mar estaba a unos cuantos cientos de metros, pero como no había mas edificios la vista era buena) y desde donde podíamos ver el atardecer. Nos fuimos en seguida a cenar a un restaurante cercano ya que era bastante tarde y despues de un par de deliciosas pizzas ya no podíamos hacer nada mas que irnos a dormir.