Quinta etapa:
Padirac – Autorie – Loubressac – Carennac – Rocamadur
Hoy el destino son los aledaños del Perigord, el departamento del Lot. Tenemos entradas para la gruta de Padirac reservados por Internet hace tiempo. Nos ponemos en marcha muy temprano y sin desayunar pues todavía el buffet no está abierto y nos tenemos que marchar. Paramos en una panadería y compramos pan y croissants. Llueve y la verdad es que se agradece la tregua, porque el calor estos días atrás ha sido asfixiante. Nos lleva hora y media llegar a la gruta de Padirac. A las nueve estamos allí. La cola que hay para entrar no es muy larga pero para la hora, considerable. El agujero es impresionante y bajamos por las escaleras aunque hay ascensor. Una vez dentro andamos un rato y nos vamos dando cuenta de la dimensión del lugar. Llegamos a un embarcadero y tenemos que esperar unos 20 minutos para subirnos a unas barcas que nos llevarán por el río subterráneo hasta el lugar por el que se accede a una sala impresionante y bellísima. Las explicaciones en francés o inglés pero casi se hacen innecesarias pues el espectáculo es grandioso. La sala que vemos es comparable a la de Nerja, aunque yo hace muchos años que estuve allí. El trayecto en barca le da un toque especial, distinto. La visita dura entre unas cosas y otras algo más de una hora. La entrada es cara, 9,80 por persona, pero en este caso, me parece que merece la pena. De vuelta mi mujer sube en ascensor y yo me hago el machote y subo por las escaleras para admirar otra vez el agujero. A la salida, 11:00 más o menos, la cola es ya muy considerable, cuatro veces lo encontrado al llegar.


Padirac
Cogemos el coche y nos acercamos a un pueblo que se llama Autorie. Antes de llegar hay un paseo para subir al monte y gozar de buenas vistas sobre el circo que forman las montañas que lo rodean y para acceder a una cascada, pero está lloviendo y preferimos dejarlo por precaución pues mi mujer sigue con problemas en un pie. Creo que merece la pena. Por el pueblo damos una vuelta bajo el paraguas, curioseamos. Compramos algo de vino blanco, probamos el tinto, que no nos gusta y cambiamos impresiones con unas chicas navarras y oscenses que tienen un plan muy parecido al nuestro. Les recomendamos la visita a Rouffignac. Nos sacan una fotico a los dos y nos despedimos. El pueblo es bonito y tiene la posibilidad de hacer alguna ruta por el monte. Poco a poco deja de llover y decidimos comer en la crepería Cascad. No está mal pero en el agua que nos sirven ha quedado algún resto de lejía. Le comentamos al camarero y nos trae otra botella de agua, esta vez sin problemas. No hay, sin embargo, una disculpa por parte de la dueña. Lo que comemos no está mal, pero a mí me amarga un poco la comida y no soy capaz de valorarla bien. Pagamos unos 30 euros y comemos ensaladas y gallettes. Las cantidades majas pero me quedo con el mal gusto de la lejía en la boca, todo esto entre las risas de mi señora.


Autorie (estas fotos no son mías)
Abandonamos el pueblo para acercarnos a Loubressac. Es realmente bonito, está situado en un alto y domina el paisaje. Ya el día ha aclarado y empieza otra vez a hacer calor. El pueblo es pequeño, pero coqueto. Lo tienen muy bien cuidado, con flores por todas las partes. Damos un paseo, compramos un par de cervezas en un super y nos las tomamos tranquilamente contemplando el paisaje. No es que tenga nada muy especial, pero es un pueblo con mucho encanto.

Loubressac (esta foto tampoco es mía)
Después llegamos a Carennac, que tiene un sabor medieval muy acusado. La iglesia tiene un tímpano románico realmente notable. Callejeamos, hacemos fotos, vemos la iglesia, nos asomamos al río y ya nos preparamos para ir hasta Rocamadur a eso de las cinco de la tarde.




Carennac
Llegamos a L’Hospitalet y hay un follón de coches tremendo. Encontramos un sitio y aparcamos. No tenemos muy claro donde lo hemos hecho, si cerca del pueblo, si lejos. Nos acercamos al mirador y vemos la ciudad, que está en sombras. Todos los accesos están colapsados por los coches y le damos un par de vueltas al asunto. ¿Nos arriesgamos a coger el coche y moverlo ahora que está aparcado? ¿Vamos andando? Le digo a mi mujer que andando no puede ser mucha la distancia que haya, aunque no parece muy convencida. La verdad es que la sensación es que está mucho más distante de lo que en realidad está. Decidimos ir a pie por la vía santa y no nos lleva llegar más de un cuarto de hora. Menos mal. Cuando llegamos, como las expectativas eran altas nos decepciona un poco. Una larga calle llena de turistas y de tiendas para turistas. La recorremos con escaso entusiasmo y luego subimos por la Gran Escalera a los santuarios. Esta parte merece la pena, aunque el gentío es enorme. En uno de ellos hay un coro de niños ensayando cantos y es grato oírles, aunque dura poco y enseguida rompen filas. En esta zona de los santuarios la verdad es que por algún momento tengo la impresión de estar con los hobbits en Minas Tirith. Nos detenemos en los diferentes santuarios de esta zona y después iniciamos el ascenso al tercer nivel por el vía crucis. No supone tanto subir andando hasta el castillo. Llegamos tarde y no podemos entrar a verlo, pero desde la carretera que por arriba regresa a L’Hospitalet hay un lugar para sacar fotos y gozar de espléndidas vistas. Para subir los tres niveles hay también ascensores, pero salvo que se sea mayor o se tengan dificultades físicas, creo que no merece la pena usarlos. Además hay que pagar por ello. De regreso a L’Hospitalet decidimos cenar en un restaurante que se llama Au Panorama. Contra lo que pensábamos, cenamos muy bien y muy a gusto. La camaerra habla castellano y es muy amable. Nos sirven unas ensaladas muy sabrosas con el típico queso de Rocamadur, foie, nueces y demás, una tarta muy rica y un pichet de medio litro de sidra. Todo 30 euros. Después de cenar nos quedamos un rato en el mirador viendo atardecer sobre Rocamadur y como se iluminan sus calles. La verdad es que es un precioso espectáculo. Evidentemente la foto que saqué no le hace ninguna justicia al lugar y al momento. En general no estuvimos acertados con estas fotos, además de que a la tarde en la ciudad ya no da el sol. En fin, la próxima vez lo haremos mejor. La primera foto no es mía.





Rocamadour
Y ya de noche prácticamente ponemos rumbo a la casa. Nos queda por delante casi una hora y media de camino. Cansados pero contentos.