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Lo primero que hicimos ese día es ir al Louvre y para ello nos bajamos en Palais Royal-Musée du Louvre. La ventaja de la Paris Musseum, como ya he comentado anteriormente, es el ahorro de colas en multitud de lugares. Entramos muy rápido tras pasar los controles de seguridad pertinentes. Si no te haces con un plano del museo casi seguro que des muchas más vueltas de las necesarias. Yo sé que conozco poco mundo, y menos museos. Allí había mucha gente a cada paso. El Louvre está dividido en pabellones. Empezamos por el Sully en el que nos encontramos a Ramsés II. Las obras más populares están señalizadas y la primera en la que paramos fue la Venus de Milo. Dimos alguna que otra vuelta hasta llegar a ella, pero mereció la pena tener ante tus ojos esas obras que parece que sólo era posible ver en los libros del colegio. El siguiente objetivo fue la gran obra de Leonardo da Vinci, la Gioconda. Una ha oído hablar mucho de ella y se puede hacer una idea de cómo puede ser. Lo que nunca hubiera imaginado es el tamaño de la obra, bastante reducido. Es la niña bonita allí, ya que tiene muchísimas visitas por segundo y con una seguridad importante. Intenté hacer una buena foto pero el cristal que la protege me lo impidió. Me mezclé con toooooda la gente que había allí y luché durante 20 minutos para llegar a la primera fila. Fue un momento raro pero lo recuerdo con cierta nostalgia. En el pasillo de los pintores italianos ahí casi sin quererlo se forma una gran aglomeración ya que esta ésta grandísima obra allí espuesta. Dimos una pequeña vuelta ya que el Louvre es enorme y bueno ya que no tenemos un punto artístico tan profundo decidimos salir del Louvre para seguir explorando la ciudad.
En una de las informaciones que obtuvimos de uno de los diarios de esta web obtuvimos la información mejor guardada de Abbesses; el muro de los te quieros. Dicha pared en cuestión tiene escrito Te quiero en 400 idiomas. Para sorpresa nuestra no había casi gente y encontramos un te quiero especial para nosotros; el Maite zaitut que para los que no conozcais el idioma vasco (el euskera) es te quiero en "vasco". Parece que cada uno tira más para su tierra cuando está fuera de ella y encontrar esas dos palabras no estaba para nada entre nuestras expectativas, dulce momento. Ya que andábamos por esa zona y sin quererlo empezamos a buscar el bar en donde se grabó la película de Amelie; se llama café deus moulins y está a día de hoy operativo. Puede parecer un bar más en la Rue Lepic.
Nos trasladamos hasta la parada de metro de Cité para ver la Conciergerie al entrar en la Paris Musseum. Un edificio antiguo con historia ya que en una de las cárceles que allí guardan estuvo María Antonieta antes de pasar por la guillotina de la plaza de la Concordia.
Andando llegamos hasta Notre-Dame para ver las famosísimas gárgolas. La cola más larga del viaje fue allí, una hora y cuarto más o menos. Se nos hizo amena la espera ya que entablamos conversación con una familia de mexicanos. Intercambiamos cultura ya que ellos nos hablaban de su país y nosotros del nuestro; buena forma de pasar el rato. 422 escaleras en caracol después, llegamos a la primera altura de la iglesia en una de las torres habilitadas para el turismo. Es muy antiguo y estrecho el espacio que hay para circular. Las vistas son increíbles y esas gárgolas que vigilan la ciudad de lo más fotogénicas. El segundo y último piso es para obtener todavía una vista mejor sobre la ciudad. Lo impresionante era la cantidad de españoles que se podían encontrar. Al bajar de la torre y las escaleras correspondientes decidimos entrar a la iglesia de Notre-Dame porque ya que estábamos allí pues no nos costaba nada.
El día llegó a su fin porque el cansancio así lo reclamaba, así que volvimos a descansar a nuestro pequeño y encantador hotel.
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