Continuamos camino de Torre Galata y después de llevar todo el día de cola en cola esta ya colmó el vaso. Era enorme y no avanzaba, decidimos no perder una hora de pie y nos fuimos para la ribera. Andamos y andamos con idea de llegar al puente del Bósforo y cruzarlo pero se nos hizo imposible.



Llegamos al palacio DolmabahÇe que nos cerró en las narices.. Descansamos un rato viendo Asia desde Europa y por fin cogimos un tranvía dirección al hotel. Por la mañana durante el desayuno nuestro amigo el recepcionista nos dijo que hoy no nos preocuparamos que se quedaban habitaciones disponibles en el hotel. nos llevamos una gran sorpresa cuando nos habían asignado una habitación para nosotros solitos y nos habían llevado las maletas. 50 euros , por la anterior nos cobraron 20. Después de descansar un poquito y una ducha nos fuimos a disfrutar de un kebak… Mmm auténtico Istambul kebab.

Tengo que admitir que soy bastante adicto a esta comida. de vuelta al hotel pudimos ver uno de los “shows” que realizan para servirte un helado, nos reimos un montón, si hacéis el viaje con niños buscar uno de estos lugares, pasaréis un rato de lo mas divertido.
Poco mas nos quedaba por hacer, disfrutar del paseo nocturno hasta el hotel y disfrutar del ajetreo de la zona.
Dentro de que era el día de vuelta, fue bastante llevadero, puesto que cogimos un tranvía que enlazada directamente con el metro que llevaba al aeropuerto. Se hizo corto puesto que volábamos desde el aeropuerto Atatürk que está situado en la parte europea. Ha sido un viaje muy bonito. Una compañera de viaje perfecta en todos los sentidos y una ciudad con una arquitectura, historia y lugares impresionantes. No me la esperaba tan occidentalizada, es la prueba de que oriente y occidente son compatibles cuando hay tolerancia.