
Nos dirigimos a La Mezquita Azul , y tras hacer la correspondiente fila pudimos visitarla.

Hay que descalzarse y no obligan a las mujeres a taparse el pelo, cosa que me sorprendió. Nunca habíamos entrado a una mezquita. Sinán estudió Santa Sofía y se propuso el reto de superarla.


Nos dirigimos al hostal y esperamos al recepcionista en uno de los locales de alrededor tomando un té. Aún tuvimos bastante suerte, ya que el recepcionista del hostal dónde habíamos dormido trabajaba también en un hostal cercano llamado Kaftan Hotel, y aunque no había habitaciones nos ofrecieron por un precio inferior a la habitación de esa noche una cama en los sótanos compartiendo baño con los trabajadores del hotel, y lógicamente, la aceptamos dado que no teníamos más elección. Una vez trasladadas las maletas a nuestro nuevo “hogar”, fuimos a coger fuerzas con un buen kebak, y seguir nuestra ruta entrando a visitar La Cisterna.