Día dos de nuestro viaje. Las ocho de la mañana. Ducha, desayuno y salimos hacia los castillos catáros. A tres grados de temperatura descubrimos que los cristales del coche estaban absolutamente congelados, así que sobre las 9.30 de la mañana conseguimos salir hacia Peyrepertuse como parada principal. Antes de esto, nos detuvimos en la viña más pateada de Carcassonne para hacer la foto más típica de Carcassonne:
Nos detuvimos Limoux para dar una vuelta por la ciudad, comprar unos croissants y volver a desayunar... claro.
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Seguidamente nos paramos en Alet-les-Bains y visitamos su abadía cuasi destruida, al lado del cementerio, con el pueblo desierto .
Después nos fuimos hacia Rennes le Chateau, somos frikis y era parada obligatoria. Capricho mío. Me leí El código DaVinci cuando iba al instituto – y nadie lo conocía – y me hacía especial ilusión pasarme por allí. Después de haber leído en bastantes sitios que antaño – no hace tanto – el pueblo se había llenado de visitantes y buscadores de la Sangre Real, hoy parecía ser una aldea más con una historia peculiar. La historia, la verdadera, es la del abad Saunière, que llega allí con una mano delante y otra detrás, y muere forrado hasta las trancas. La leyenda dice que es gracias a unos escritos que encontró en un pilar de la casi derruida iglesia de la localidad, que posteriormente el rehabilito y reconstruyó con mucho mimo. Esos escritos, siguiendo con las suposiciones, revelaban un secreto secretísimo que se supone que iba a desmoronar todos los cimientos de la humanidad. La iglesia, consagrada a Santa María Magdalena – ¡Oh! – es de las pocas que existen con estas características y, además, el señor abad construyó también una torre... llamada Magdala. La historia se mezcla con lo imaginario – o lo no probado... – y resulta que este abad se llevaba muy bien con su “empleada del hogar” – digámoslo así – y viven los dos casi como pareja. El abad empieza a recibir visitas de peso, y viaja muchísimo a París... bueno, que muere – obviamente – forrado, y el día que estaba ya escrito. Y claro está, con él muere el secreto, o eso se piensa. La cuestión es que aquél lugar nunca más vuelve a ser el mismo – hasta los nazis van allí a investigar y buscar tesoros y demás paranoias. La cuestión es que la zona donde se encuentra Rennes-le-Château es una zona que históricamente siempre ha estado vinculada a cuestiones más bien extrañas – y no me preguntéis porqué, yo no vi nada raro y hay incluso una tumba donde pone algo de Arcadia por allí y alguna cosa más que dejo que descubráis vosotros si es que os pica la curiosidad. Bueno, que con esta excusa tan grande hago ir a todos al pueblo para ver eso, y también la pila que hay en forma de demonio al entrar a la iglesia. Se puede hacer un tour por la torre, también por la casa donde vivía el abad y su amiguita y alguna cosa más. Nosotros dimos una vuelta por las rampants y visitamos la iglesia. No nos encontramos con descendientes de Jesucristo – si es que realmente existió – ni nada parecido. Ahora bien, disfrutamos de las vistas que no veas. Porque otra cosa no tendrá – que sí que tiene – pero lo que son vistas... buah.
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Santa Magdalena
Nos subimos de nuevo al coche y nos dirigimos hacia Peyrepertuse, por esas carreteras cuaternarias francesas que, seamos sinceros, y en el fondo, molan un montón. Al llegar allí nos sacamos la comida y nos sentamos al pie de la caseta de entrada del castillo a comer, tranquilamente, entre risas y tonterías. Después de habernos zampado nuestra buena ración de ensalada de arroz, así, con la panza llena, compramos las entradas para el castillo – nos hicieron a todos descuento de estudiantes sin tener todos el carné, 5 euros por barba... – y emprendimos los casi 20 minutos de subida hasta la primera parte del castillo.
El castillo de Peyrepertuse no está totalmente en pie, ni mucho menos. Aún así, vale la pena subir hasta la cima, e intentar comprender como aquellas personas eran capaces de vivir allí tanto tiempo. Además, tiene unas vistas espectaculares – se ve claramente el castillo de Queribús – , la naturaleza abruma. Es increible. Pero es más increible aún cuando subes el segundo tramo del castillo... debe verse almenos una vez en la vida.
Algo que yo nunca haría...
Después de amortizar – sobradamente – los 5€ de entrada, emprendimos el camino hacia el vecino castillo de Queribús, Eran las 17.30 y estaban a punto de cerrar las taquillas, pero como ya había leído en este foro y en algunos otros sitios... lo único que te separaba del poder subir y no al castillo son dos cosas: la decencia y una simple cuerda metálica. La cuerda nos dio igual y, sintiéndolo mucho, la decencia también; no íbamos a marcharnos sin visitarlo.
Queribús
Éste tiene el torreón mucho mejor conservado que el de Peyrepertuse, aunque es bastante más pequeño. Las vistas siguen siendo espectaculares, y además tiene una especie de sótano-gruta que es divertido explorar. Desde arriba del todo se puede ver perfectamente esto:
Estaba oscureciendo, hacía frío, viento, estabamos cansados... y teníamos que volver a Carcassonne. A la mañana siguiente íbamos a visitar el castillo y la parte nueva de la ciudad, y ¡preparar la cena de fin de año!
Aquí el mapa de la etapa:
- 183 km
*** Imagen borrada de Tinypic ***
(El gps nos hizo una ruta mortal a traición. Por suerte, nos echamos unas risas.)