Empezamos el día en el Slottsparken, un parque urbano perfecto para darte un buen paseo, con rincones maravillosos.
Dentro del parque está el Museo de Malmö que es un museo completito con varios museos dentro con salas sobre historia de la ciudad, armaduras, artesanía y hasta un acuario.
Además dentro del parque hay unos jardines con un café súper cuco para comer bien al solecito (sol si hay suerte, incluso en Agosto). Muy muy recomendable el pastel de ruibarbo.
Y después de comer, nada como una caminata por el paseo de Ribersborgs y su playa. Con vistas hasta del Turning Torso.
Y todo ese andar para acabar en la casa de baños de Ribersborgs, que está en mitad del mar, al final de un puente de madera. Dentro hay zonas, separadas por sexos (sólo hay una zona mixta), con saunas a diferentes temperaturas y accesos para darse un bañito en el mar (congelado aún en Agosto). Hay duchas y vestuarios. Si no recuerdo mal son unas 50 coronas la entrada y vale la pena, sales de un relajado increíble.
Para cenar encontramos un sitio del que poco más y nos sacamos el abono. Partamos de la base de que Suecia no es barata, para los estándares españoles. No es barato comprar comida ni es barato comer fuera. Tuvimos la suerte de dar por casualidad con El Colisé, un "francés" (sin comida francesa), en el 64 de la calle Regementsgatan. La comida está bastante bien, una carne o un pescado con una guarnición de escándalo. En agosto resulta que tienen los precios de muchos platos a mitad de precio, por algo menos de cien coronas sales bien comido. Así fue que acabamos cenando allí cuatro noches, sin problemas.